25 agosto, 2006

ANIBAL Y ESCIPION II.-

DOS CULTURAS AL ENCUENTRO.-
Sagunto, famosa por su riqueza en Ferrita, o mineral de hierro, elemento imprescindible para la fabricación de todo tipo de utensilios, pero sobre todo de armas y elementos de defensa, era la pieza mas codiciada.
Aníbal la tomo para Cartago, tras 8 meses de asedio, que llevo a los saguntinos a vivir una epopeya heroica, trágica y cruel. La resistencia de Sagunto pasó a la historia de España y del Mundo con letras de oro, como símbolo de resistencia e imbatibilidad. No se rindieron.
La cercó por hambre, y solo encontró muerte y muertos al traspasar sus murallas. Los principales beneficiarios de las minas de Ferrita y del comercio de armas y metales, no se nos escapa que eran los más conspicuos senadores Romanos, SPQR, aunque lo del populusque, estaba en este tema poco representado.
Como siempre, los padres de la patria, los del peso de la púrpura, se llevaban la parte del León, y por defender sus intereses muchas veces, se provocaban terribles guerras, donde moría lo mas granado del pueblo al que decían representar y proteger.
Este acto, la toma de Sagunto, eliminaba cualquier tibieza entre Roma y Cartago, era la Guerra, con todas las consecuencias, sin ningún matiz. Sin grises.
Aníbal no quería la vuelta atrás. Iba a cumplir la teoría que Leibniz, esbozaría muchos siglos mas tarde. “La noción de cada individuo encierra, “A priori”, toso los hechos que a este le ocurrirán”. El fatalismo dialéctico.
Pero volvamos a la Hispania de Asdrúbal, Cneo y los Publios, padre e hijo. Luego de varios triunfos, incluida la toma de la que luego sería la Imperial Tarraco, el destino acechaba a nuestro Publio el futuro “Africano”.
Su padre y el hermano de éste, su tío Cneo, unen sus fuerzas para batir a varios Caudillos Españoles, que unidos a sus nuevos aliados de Cartago, eran dueños del gran río a sus nuevos aliados de Cartago, eran dueños del gran río del sur, El Guadalquivir, en aquel momento, el Bétis.
No estando presente nuestro héroe, su padre y su tío mueren en el Río, juntos o no, la historia es confusa en este punto, mueren dos figuras enormes de la vertebral castrense romana, demasiada perdida para tan poco provecho.
Esto hizo que se desarrollaran los acontecimientos con precipitación. Sucede a su padre como mando supremo de toda la Hispania, y en 5 años la domina totalmente, la pacifica, la dotada de la Paz Romana, y, entonces, se fija la meta de someter a los Cartagineses, idea que comienza a ser su obsesión, a la que dedica todos sus esfuerzos y toda su capacidad de estrategia militar, de hombre culto y versado en artes e ingenios.
Asdrúbal, va al norte, se refugia en la Galia y desde allí cruza con la intención de atacar a Italia y unirse a su hermano Aníbal, necesitado de esos refuerzos y del apoyo de su sangre. No consigue Asdrúbal esto último. Siendo muy valiente, no era Aníbal, ni en su pecho bullía el odio eterno como motor de su destino.
En el río Metauro, el Metaurus Romano, de la Italia Central, Claudio, cónsul romano salido a su encuentro con Livio de pinza, le destroza el ejercito, lo descalabran de tal manera, que días después Asdrúbal muere, de rabia y dolor mas que de la pequeña herida infectada que recibió en combate.
Ante esta noticia, Escipión aprovecha con su magnífica clarividencia en el arte de la guerra, y ataca a Cartago, con la intención de sacar a Aníbal de Italia. Le obliga a volver a defender a su pueblo, su familia, su casa.
Pacificada la Hispania, estaba Escipión en ese momento al mando de Sicilia luego de ser nombrado Cónsul. Se estaba gestando el siguiente encuentro. Aníbal ya se informaba de todo lo que le acontecía al nuevo Cónsul, le recordaba defendiendo y salvando a su padre como a él le hubiera gustado hacer, cuando, sobrecargado y mal nadador se había perdido en el río, peleando contra el Oretano.
Aníbal se resiste a abandonar Italia, ya esta viendo con claridad lo inútil de su empresa, la enormidad de la meta que se fijó, y que ni siquiera él, un descalzado y único ser humano de su época con la capacidad para hacerlo, con la magnitud del trabajo realizado convertido en nada, ha conseguido apenas arañar algunos muros del Fastuoso Imperio Romano.
Sin embargo a cada victoria del nuevo Cónsul de Sicilia, donde su padre Amílcar, ejerció un día el mando supremo hasta que los romanos le hicieron salir, Aníbal daba un paso más hacia su destino.
Volvió, el año 203 a. C., allí estaba esperándolo Escipión.
Nada quedo al azar para el romano, entre más Aníbal parecía guiado por su destino trazado por él, más sentimientos de admiración y respeto le provocaba.
Lo retó en Zama, y Aníbal aceptó.
Fue una gran batalla, una gran batalla africana, mencionada en todos los libros de táctica militar.
Fue una derrota, total para el cartaginés y la Tragedia de él, su familia y su pueblo.
Fue una gran victoria para el pueblo Romano, la Gloria para su familia, para su Pueblo. Los romanos serían dueños y señores de prácticamente todo del Mediterráneo. Una victoria para el Senado y los ricos Senadores, a los que devolvía su status anterior.
Ante los gritos de Muerte a Aníbal, y el Senador Catón empezando todos y cada uno de sus discursos (uniuscuiusque), con la frase “Delenda est Carthago” (Cartago debe de ser destruida), la mente del Escipión estaba serena. Aníbal viviría, el no era un asesino, respetaba tanto la valentía del Cartaginés, su gesta, su heroicidad y valor.
Espirión urdió una excusa inteligente para salvarle la vida a su ya amigo, el Bárcida Aníbal, estrategia seguida al pie de la letra en la pasada guerra del golfo por el mundo Occidental.
Aníbal debía de vivir para reparar las deudas, para conseguir restaurar su patria, organizar a su pueblo y sin posibilidad de hacer la guerra por las condiciones impuestas, pudiera trabajar para sostenerse y pagar el tributo enorme de reparaciones de guerra que Roma exigía.
Consiguió su propósito, desde luego era un magnífico argumento para los que pedían su muerte, el Barcida se lo agradeció.
Su relación fue fluida, de verdadera amistad, por eso debemos de creer que, cuando Catón consiguió que se exigiera su entrega y enviara secretamente una embarcación a recogerle y traerle encadenado a Roma, fue avisado por su amigo sin que este considerara esto una traición a Roma, pero que el granjeo una serie de enemigos que en allí esperaban su oportunidad para devolverle la afrenta.
El odio hacia Aníbal era mucho, había segado la vida en Trasimeno y Cannas, a más de 100.000 romanos entre los cuales se encontraban Patricios voluntarios con sus hijos que pensaban que iban a un paseo Militar, empujados por las acusaciones de falta de valor que el pueblo les lanzaba.
Aníbal, recibe el mensaje, huye y se ofrece a Antioco de siria como General Mercenario. Cartago sería destruida. Vencía Cantón y el Rencor.
Escipión por su parte, se unió a su hermano Lucio en la guerra contra Antioco, ¿Casualidades del destino? El hermano de Escipión fue acusado de corrupción y aprovecharon para pasarle la factura a nuestro Escipión que, solamente invocando el nombre de Zama, consiguió que el proceso se suspendiera, pero que ahogo la inmensa gloria del Magnífico General, sometido a las insidias de sus enemigos.
Sin embargo es de solvente crédito, pensar que cuando Antioco negoció con los Romanos su rendición, esta incluiría a Aníbal, y, por tanto que la precipitada salida de Aníbal hacia el reino de Bitina, justo antes de que este hecho se produjese, tenía una firma que tampoco pasaría inadvertida para los enemigos de Escipión.
Este no sería sin embargo el último supuesto favor del Romano, quizás para compensar en algo el haber contribuido con su obsesión a la ruina del Cartaginés, que solo, como él, quería lo mejor para su pueblo.
Cuando el Senado envía a Flaminio el derrotado de Trasimeno, a exigir la entrega del Barcida a Prusias, Rey de Bitinia, con la amenaza de que si no aceptaba, se enfrentaría a Roma, Aníbal ya a sus 64 años, ya estaba muy cansado para seguir huyendo, casi ciego, abatido por no haber podido alcanzar su sueño, habiendo estado tan cerca. Sufriendo por su familia esclavizada por los Romanos y perdido el manto protector de quien le derrotó en el Campo de Batalla, pero que acabó siendo el único que le respetó como hombre y soldado, Aníbal se decidió por “la puerta abierta” de Epicteto, el suicidio como bastión último de dignidad.
La cultura Romana, tergiversa su historia personal y humana y nos legó una tendenciosa novela de terror y barbarie totalmente incierta.
Amante de su familia, de los suyos y su pueblo, respetuoso con sus soldados, estratega magnífico, único manejando masas heterogéneas en una época de ignorancia y superstición, organizando y haciendo de su ejército una máquina de precisión.
La fantasía, trata de decirnos, que puede ser cierta la teoría de que, estando Aníbal cargado de cadenas, en la Torre de su estancia prisión de Bitinia (parte de la actual Turquía), a orillas del Mar Negro, cuando vio acercarse lo que él sabía de antemano por su informador privilegio, apuró hasta el último segundo el sol del atardecer y, cuando sus captores ya se acercaban, y sólo entonces, deslizó en su lengua, tragando, la pócima venenosa que le llegó con el mensaje, y que los liberaría para siempre de los sufrimientos humanos, y de las humillaciones que sin duda le iban a imponer.
Escipión murió en su villa Romana de Campania ese mismo año. ¿Otra casualidad? Se le terminó la razón de vivir. Culto y admirador de los Clásicos Griegos, sabía los episodios que componían las Tragedias, y quizás sin desearlo, protagonizó, con Aníbal, una de las más grandes jamás escenificadas. No fue poca su gloria sin ser comparable a la de a quien él derrotó.
Islas Canarias, Marzo de 2000. L. Soriano.

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