24 julio, 2007

2007. EXPIRACION.-

La Cofradía de la Expiración, con sus maravillosos enseres y su indudable riqueza orfebre, necesita, para “lucirse en la calle”, de mayor número de penitentes que otras Hermandades. Y con muchos de ellos cuenta, por lo que a los menos pacientes, les parece un desfile muy largo, aunque magnífico. Desde los Percheles sale y allí vuelve. Hace años esperábamos en calle Pavía - que se perdió por la incuria humana - a que llegase la Hermandad. Se decía que el trono del Cristo, pasaba por allí “rompiendo tulipas” y lo realmente milagroso es que no fuese siempre verdad.
Los tronos de la Cofradía, ejemplo de grandiosidad moderna, son admirados año tras año como si fuese la primera vez que se contemplasen. El de Cristo Expirando según Benlliure, renacentista, dicen que de caoba y plata sobredorada, pero que como no te acerques, la caoba ni la intuyes; el de la Virgen, relicario catedralicio barroco, enorme en su tamaño y en su magnificencia y suntuosidad, avanzando, ambos al ritmo de los inconfundibles y majestuosos tambores de la Guardia Civil, cuyos sacrificados miembros, también colaboraban, en su mayoría, al sostenimiento de la Hermandad. Desde jóvenes, venidos de Valdemoro y Ubeda, les enseñaban el camino de Málaga y ya no faltaban ningún Miércoles Santo.
Cada Viernes de Dolores, en su Cruz y cara al cielo, a hombros de esos mártires de su fe en España que son los Guardias Civiles y entre sones de malagueñas y verdiales – por ejemplo la marcha “C. de la Sentencia” de Vélez - Cristo Expirando se dirige, desde su Capilla, a su Casa Hermandad no sin antes darse una vueltecita por las calles de su barrio. Tras él, buscando su enorme y catedralicio trono, la Virgen de los Dolores, Coronada ya canónicamente, sobre sus andas y con un sencillo, tan original y grácil como malagueño tren de velas “tresbolilleao”, escucha saetas sinceras por entre callejones de luna iluminados por estrellas también de plata – que, como los buenos banderilleros “se asoman al balcón” para verla -y es la mejor flor de todas con las que los percheleros ornan, en su honor, sus balcones y ventanas.

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