07 enero, 2009

EL DIA DE REYES.

Gallardón: los reyes eran Magos,; no palestinos.

Prescindiendo de lo que puedan dejarme este año - que sospecho que no será mucho - a mí la fiesta de los Reyes Magos me parece de una enorme relevancia. No soy en ello original porque a lo largo de la Edad Media en muchos países se iniciaba el año el día 6 de enero e incluso se situaba en esa fecha la Navidad. Las razones para ese interés me resultan más que obvias porque creo que el episodio de los magos, relatado por el evangelista Mateo, es digno de una profunda reflexión. De entrada, los Reyes Magos no eran reyes – tampoco palestinos, entre otras cosas porque no existían - aunque sí pertenecían a una tribu irania, la de los magos de la que nos habla, por ejemplo, el historiador griego Herodoto. En otras palabras, no eran judíos. Sin embargo, los protagonistas del relato sí eran gente culta - lo suficiente como para conocer la esperanza milenaria de Israel o seguir un astro en el cielo - exenta de prejuicios y con suficiente amor hacia la Verdad como para emprender un dilatado y nada seguro camino en pos de la misma. Debió ser también una búsqueda costosa, porque los magos - cuyo número exacto desconocemos y sólo fue fijado en tres durante la Edad Media - no sólo no pensaban sacar ningún beneficio del viaje, sino que incluso llevaban unos regalos (oro, incienso y mirra) que iban a entregar a cambio de nada salvo la satisfacción intelectual y espiritual de hallar lo que perseguían. En segundo lugar, los magos eran gente lo suficientemente sabia y humilde como para aceptar la Verdad en la forma en que se presentara. Lo más conmovedor del relato que nos ha transmitido Mateo no es tanto que estuvieran dispuestos a adorar al Mesías como el que no les costara reconocerlo en aquella criatura de padres pobres y contexto incluso mísero. Lo que contemplaron fue la Verdad desnuda y ante ella se postraron convencidos. Finalmente, los magos demostraron una admirable independencia del poder. Desconocedores quizá de lo que era la política de la Palestina de la época, se habían dirigido a ver al rey Herodes con la esperanza de que pudiera ayudarles a encontrar su meta. Como tantos políticos, Herodes no ayudó en nada a los magos, pero sí se ocupó de obtener la suficiente información como para perpetrar la siguiente infamia, en concreto, el asesinato de los inocentes. Por supuesto, antes de despedirse de los magos, se ocupó de señalarles su obligación de decirles dónde estaba el niño, algo que -según Herodes- tan sólo preguntaba por buenas razones. Sin embargo, los magos no cayeron en la trampa del déspota - que, por cierto, tenía un talento político que ya lo querrían para sí la inmensa mayoría de los políticos actuales - y, apartándose de él, regresaron a su destino. Ha empezado un nuevo año cuya dificultad es señalada por las más distintas instancias. Pues bien, se me ocurre que si los periodistas han de tener un modelo ético, ése podría ser muy bien el de los magos. Quedaría resumida esa conducta en actuar de acuerdo a los conocimientos más serios y contrastados, buscar la Verdad para sólo rendirse ante ella y mantenerse independientes del poder, por muy fuerte e intimidador que pueda resultar. Aún diría más. Estoy dispuesto a renunciar a mis regalos de Reyes, si, a cambio, dejan como tal esa conducta en las casas de mis compañeros de profesión.
César Vidal.
Nota del "editor":
La Cabalgata de Reyes es un acto lúdico, pero también una manifestación de Fe cristiana - como las Procesiones son manifestaciones de Culto externo - y no puede manipularse por ningún desaprensivo.

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