22 junio, 2007

LA ISLA DE ALBORAN.-




LA ISLA DE ALBORAN. EL MEJOR RESTAURANTE DE LAS FUERZAS ARMADAS.
La Isla de Alborán es un
islote español, del mar Mediterráneo de origen volcánico, situada entre el litoral andaluz y el norte de África, a unos 92,6 kilómetros del litoral de Almería. A 100 metros dirección NE se sitúa el Islote de la Nube y otro pequeño roquedal. En el centro de la isla hay un canal subterráneo que la traspasa de parte a parte y es navegable con buen tiempo denominado Cueva de Las Morenas.
BATALLA DE LA ISLA DE ALBORÁN.
El nombre de Alborán procede del
corsario tunecino Al-Borany (isla de Al-Borany), quien utilizó este islote como lugar de refugio y fondeadero para el asalto de navíos mercantes en aguas del Estrecho de Gibraltar, y como plataforma de lanzamiento de ataques contra las costas almerienses. En sus proximidades, el 1 de octubre de 1540 se produjo la Batalla de la Isla de Alborán, una de las primeras acciones de la Armada española. Administrativamente, en la actualidad la Isla de Alborán pertenece al ayuntamiento de Almería y concretamente al distrito almeriense del barrio de Pescadería.
Extensión: Unos 71.200 m². Cerca de la isla se encuentra el islote de La Nube o Nubes.
Altitud máxima: La isla constituye una plataforma prácticamente plana con una altura máxima de unos 15 m sobre el nivel del mar.
Curiosidades: Debido a su gran valor estratégico, a mediados de los
años 1960 se produjeron varios intentos de supuestos barcos de pesca soviéticos de establecer un asentamiento estable en Alborán, lo que motivó al ejército español a establecer en la isla un destacamento permanente de Infantería de Marina para el control y protección de la misma. Entre las escasas construcciones existentes, hay que señalar el faro (actualmente automatizado). Aunque resulte sorprendente la isla cuenta también con un campo de fútbol y un cementerio. En dicho cementerio hay tan solo 3 tumbas. Dos son de esposas de antiguos fareros. La tercera no tiene nombre, pero se cree que pertenece a un aviador nazi que llegó arrastrado por la corriente tras haber sido derribado. Situada en una importante zona sísmica en la que choca la placa africana con la europea, en Alborán se sitúan los epicentros de un buen número de seísmos de baja intensidad. En 1899 se descubrió en ella un nuevo mineral que recibe el nombre de alboranita. La isla y su entorno fue declarada Reserva Marina y Reserva de Pesca en 1997 y en el 2003, el Parlamento andaluz aprobó por unanimidad la Ley de Declaración del Paraje natural de Alborán, el islote de La Nube y las aguas y fondos marinos que la rodean.
La reserva marina de Alborán se encuentra en el Mediterráneo meridional de Almería y ocupa una superficie de 429 ha entorno a la isla de Alborán y al bajo de la “Piedra Escuela” al nordeste de la isla. Se han creado dos reservas integrales. Protege el área entorno a los afloramientos de una dorsal que emerge en un área de transición entre las aguas mediterráneas y las atlánticas cuya mezcla alberga ecosistemas de elevada diversidad. La reserva de pesca de 425.645 ha constituye un caladero regulado para las pescas y, en particular, las de arrastre dirigidas a la gamba roja. Los fondos son variados y abruptos: hay bajos, cañones y zonas arenosas. A partir de los 60 metros de profundidad se encuentran bosques de alga parda Laminaria ochroleuca. La reserva tiene gran interés pesquero y comercial.
Esta reserva se creó una vez realizado el estudio científico encargado por la Secretaría General de Pesca Marítima al Instituto Español de Oceanografía, en el marco de un Convenio de Colaboración. El resultado del mismo aconsejó la protección de la zona a la vista, por un lado, de la elevada biodiversidad y riqueza pesquera de la zona, y por otro, de la vulnerabilidad frente a las pescas abusivas, profesionales y recreativas, derivadas de la falta de vigilancia en la zona en los últimos años en los que no ha habido presencia permanente de las fuerzas del Ministerio de Defensa en la isla, como en épocas anteriores. La creación de la reserva marina y de pesca recibió el respaldo del sector pesquero. La Isla de Alborán constituye la parte emergida de una dorsal, paralela a otras dos situadas más al Norte (Sistema Bético) y al Sur (el Rif). La reserva marina está formada por dos círculos que suman 429 ha, y la reserva de pesca por un óvalo de 425.645 ha. El entorno de la Isla de Alborán es una zona de transición, de elevada biodiversidad y riqueza pesquera, en la que las aguas mediterráneas reciben una marcada influencia de las aguas procedentes del Atlántico.
Se permiten los muestreos científicos, por fuera de la reserva integral y previa autorización de la Secretaria General de Pesca Marítima. Se encuentra a una distancia de 64,5 millas de Almería capital y 49,5 millas de Adra. Su extensión se aproxima a las 7.5 ha con forma de triángulo isósceles de base 250 metros y altura 600 metros, orientada esta en la alineación NE-SW. Está habitada por un destacamento militar – Infantería de Marina - que se releva cada 15 días, por vía aérea o marítima dependiendo del estado de la mar. Para potenciar el adecuado uso de la isla se proyectó la realización de la rehabilitación del edificio existente en la isla, junto con su correspondiente dotación de suministro energético y de agua potable. Este edificio es el antiguo faro de la isla, que desde su automatización fue abandonado como vivienda, encontrándose actualmente en un completo estado de deterioro. Al ser un edificio histórico se considera de gran interés proceder a su rehabilitación. Los usos a los que se destinará el faro una vez rehabilitado serán para albergar personal investigador así como el destacamento militar.
UN REPORTAJE DE EL MUNDO.
A MEDIO CAMINO ENTRE EUROPA Y ÁFRICA, en un lugar perdido en mitad de la nada, una minúscula mancha terrosa rompe la monotonía azul del mar Mediterráneo. El helicóptero, un Augusta Bell 212 con cuerpo de libélula, desciende algunos metros y permite contemplar de cerca la silueta del fantasma.
Se llama Alborán y es una isla. Un trozo de tierra española arrancado del continente. 90.000 metros cuadrados de roca volcánica y guano. Un erial de contorno piriforme de 642 metros de longitud, 265 de anchura máxima y 16 metros de altura máxima. Un pequeño cementerio con tres tumbas, un faro en ruinas, un helipuerto y unos barracones rompen la monotonía de este solar.
La isla de Alborán se encuentra situada en la región suroccidental mediterránea. Las cartas de navegación la sitúan en las coordinadas geográficas 135º 56,4'N / L 003º 002'W. Más cerca de Marruecos (Cabo Tres Forcas, a 29 millas) que de Almería (65 millas). En la parte emergente de esa espina dorsal que parte en dos el viejo mar, dejando al norte el sistema bético y al sur el Rif.
Sus aguas, mediterráneas pero con una marcada influencia de las corrientes que proceden del Atlántico, sostienen una elevada biodiversidad y una gran riqueza pesquera. Sus fondos, cubiertos de magníficas praderas de algas laminarias y yacimientos de coral, tienen un importante valor ecológico.
En Alborán la tierra es mala. No hay árboles ni agua potable ni crecen las plantas que han intentado sembrar. El enrojecido suelo está cubierto de una vegetación parda y triste: yerma para los ojos del profano, fabulosa para la mirada del botánico. Y también para los del pescador, cuando logra localizar los bancos de gamba roja que pululan por la zona.
ESTRATEGIA.
Cuentan los marineros leyendas fabulosas de piratas y bucaneros. Al parecer, el corsario tunecino Mustafá ben Yusuf el Magmuz ed Din, Al Borani, instaló su base de operaciones en la isla durante el imperio turco-otomano. Desde su privilegiada posición estratégica saqueó las naves cristianas, y protegió las suyas de las inclemencias del tiempo. Al Borani significa en turco tempestad o tormenta. También es el nombre de un plato tradicional de la cocina árabe, una lasaña de verduras llamada Al borania. El 9 de mayo de 1884, por disposición del rey Alfonso XII, la isla se asigna a la provincia de Almería. Años más tarde, al finalizar la Guerra Civil, un ligero destacamento de Infantería de Marina ocupó Alborán. La desalojaron en 1963, y la volvieron a ocupar 4 años más tarde. En septiembre de 1997 se reactiva la presencia de un destacamento que pretende "ejercer la soberanía española en la isla", teniendo como misión específica "mantener un servicio de vigilancia del tráfico marítimo y aéreo en los accesos orientales del Estrecho de Gibraltar y mantener las instalaciones y vigilar que no se cometan delitos ecológicos", añade el capitán Gutiérrez del Castillo.
El capitán es uno de los doce robinsones que habitan esta isla. A sus órdenes están un cabo de Infantería de Marina, un subteniente y un cabo primero de la zona marítima del Estrecho, y cuatro soldados del Tercio Sur de Infantería de Marina y otros cuatro marineros destinados en la zona marítima del Estrecho. El destacamento del Ejército español en esta tierra de nadie.
En Alborán amanece dos veces. La primera, cuando sale el sol, se despiertan las gaviotas, y los acantilados se convierten en un manicomio. El ronco bramido de las olas y el debatir de las alas y las risas sordas de las grandes planeadoras del océano inundan de sonidos la isla. Las aves cubren el cielo con sus alas y bombardean el suelo con sus encaladas defecaciones matutinas.
La segunda, cuando el reloj marca las ocho en punto, y la bandera española es izada en la pequeña explanada que separa el faro de las rocas. Soldados y mandos llevan media hora levantados. Les queda otra media para desayunar. Alborán, territorio español, comienza a ser vivida por seres humanos.
La bandera apenas dura una semana. El viento la desgarra. Los soldados aguantan el doble. Dos semanas. Catorce días en los que tienen tiempo para limpiar, trabajar, hacer deporte, nadar y, sobre todo, para pensar. "No conviene que permanezcan más tiempo en este reemplazo", afirma uno de los mandos mirando los cortados de afilada roca, "porque es el lugar perfecto para que a alguno que tenga un problema se le ocurra una tontería". El viento cambia constantemente en esta esquina del mundo. Hoy luce el sol. Mañana amanece con un levante de 30 nudos. Tienen una televisión, un equipo de música y una breve biblioteca. "Bebemos mucha agua mineral, es nuestro único lujo", dicen los soldados, para que todo el mundo sepa que no hay bar en la isla.
El módulo prefabricado donde viven es un lugar acogedor, con una habitación para nueve soldados, tres cuartos individuales para los mandos, una enfermería con dos camas, un comedor, una sala de televisión, una despensa, un almacén-armero... Y una gran cocina. "Ésta es la zona más importante de la isla", bromea el capitán nada más entrar en ella. "Y éstos son los hombres más importantes de la isla, dos monstruos", continúa la broma, señalando a los dos cocineros.
"Le tenemos cogida la medida a este lugar", dicen, modestamente, mientras trocean a hachazos los brazos de un gran pulpo,"y podemos decir que es el sitio donde mejor se come de todo el Ejército". Puede que tengan razón, puesto que en algunos libros de rutas marinas se puede leer: "En el cuartel de Alborán se puede comer el mejor pescado de España". Hoy toca paella.
Los mandos se esfuerzan para que la jornada de los soldados resulte variada y entretenida. "El aburrimiento es nuestro peor enemigo", confiesan. Durante una mañana normal limpian y acondicionan el módulo en el que viven, realizan tareas de mantenimiento en la isla, hacen gimnasia ("adiestramiento físico militar", dicen), comen y duermen la siesta.
Por la tarde hacen ejercicios de marinería y de Infantería de Marina, como puede ser el manejo de embarcaciones neumáticas, la instrucción básica de combate o técnicas de defensa de las instalaciones. "Si tuviéramos dos lanchas de casco rígido y motor fuera borda, además de la zodiac, podríamos echar una mano a los pescadores que pasan algún apuro o tienen un accidente", comenta un cabo primero durante uno de los habituales ejercicios de navegación con la pequeña barca hinchable. Cuando se presentan problemas de verdad, de los que no pueden ser atendidos por el medico o el ATS que forma siempre parte del destacamento, se procede a la evacuación en helicóptero.
A las 7:30 horas acaba la jornada laboral. Tiempo libre hasta la cena, a las 21:00. Televisión y lectura. A las 12:00 sólo el faro permanece encendido en la isla.
MIGRACIONES.
El faro, un monumento de piedra abandonado a su suerte, se cae a pedazos. Depende de la Autoridad Portuaria de Málaga (Ministerio de Fomento), y es un monumento a la desidia. "Vienen de vez en cuando a revisar las baterías", dice un soldado mientras observa un zorzal que se ha refugiado entre los desvencijados muros.
Alborán ha servido de escala durante años a muchas aves migratorias que, agotadas, reponen fuerzas en la isla para completar su maratoniano viaje entre Europa y África, o viceversa. También ha sido tradicionalmente hogar de focas monje, gaviotas de Audouin y hombres. Las primeras han desaparecido. Gaviotas y soldados han quedado como amos del lugar.
La foca monje del Mediterráneo (Monachus monachus) es una foca diferente. Y uno de los animales en mayor peligro de extinción del planeta. En lugar de mudar los pelos individualmente, cambia el pelaje desprendiendo trozos de la epidermis vieja. Y sus crías son las únicas, junto con las de los elefantes marinos, que nacen con el pelo de color negro. Se desconocen muchísimos datos sobre la ecología, biología y etología de la foca monje. Sabemos, eso sí, que desde hace años ya no busca refugio en las costas rocosas y acantiladas de Alborán, en cuevas, como la del Lobo Marino y la del Pajel, que parecen haber sido creadas por la naturaleza especialmente para ellas. Los científicos estiman que sólo sobreviven unos 500-600 ejemplares en todo el mundo.
"No, yo jamás he visto ninguna foca, y no conozco a nadie que las haya visto últimamente", asegura uno de los cocineros. "Gaviotas de esas raras por las que pregunta la gente sí que no faltan. De ésas, todas las que quiera...".
Cuando están posadas las gaviotas de Audouin (Larus audouinii) tienen un aspecto rechoncho pero elegante. Cuerpo blanco, patas grises, punta de las alas negras, pico rojo... Cuando se levantan del suelo son un monumento al arte de romper el viento: vuelan haciendo gala de uno de los mejores diseños aerodinámico jamás realizados por la naturaleza.
"Antiguamente criaba en Alborán (Lord Lidford, 1895)", se puede leer en la Guía de Aves Marinas de España y Portugal, "pero no crió durante muchos años, hasta registrarse un mínimo de 4 nidos en 1988..." La Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía está realizando un seguimiento sobre esta población de gaviota de Audouin, así como de dos especies de flora muy amenazadas, una de la familia de las crucíferas (Diplotaxis sietiana maire) y otra de las compuestas (Anacyclus alboranensis).
Los lugares favoritos de las gaviotas son el Islote de la Nube y, ya en la isla, al otro lado del canal de las Morenas, la Punta del Islote. Lejos del faro y de la gente. En este lugar maltratado por el viento alguien levantó el cementerio.
Cuentan que de las tres tumbas que pueblan el minúsculo camposanto, una, la que no tiene lápida, pertenece a un piloto alemán cuyo cadáver llegó flotando durante la II Guerra Mundial. En las otras dos se pueden leer los nombres de Isabel Espinosa Heras y de Antonia Fernández de Somavilla. Son, respectivamente, la suegra de un farero y la mujer de otro, fallecidas en 1910 y 1920. "Cuando se admitía aún la presencia de mujeres en Alborán", escribe un viajero francés de comienzos de siglo.
TRES RESERVAS.
En 1997 el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación publicó una orden, como medida para garantizar la conservación de los recursos, por la que se establecen tres reservas en torno a Alborán: una marina, una de pesca y otra integral. Dentro de la primera se autoriza la pesca profesional en las modalidades de arrastre, cerco dirigido a la captura de pequeños pelágicos, palangre de fondo y de superficie y cualquier aparejo de anzuelo. Dentro de la segunda, y fuera de las zonas de reserva integral, se prohíbe todo tipo de actividad extractiva, excepto la pesca profesional con palangre de fondo y el cerco de pequeños pelágicos. En la tercera está prohibida, con carácter general, cualquier práctica extractiva, así como las actividades subacuáticas. Tratan de impedir que se repita la debacle producida antaño por los pescadores italianos, que con barras y redes arrasaron las praderas y destrozaron las reservas de coral rojo y verde.
"Los pescadores normalmente respetan las zonas, pero si vemos que alguno se mete a menos de media milla de la zona protegida cogemos la zodiac, nos acercamos y avisamos al patrón", cuenta el cabo primero Fernández González. "Ellos suelen decir que sólo están fondeados, y que para pescar se van a otros sitios. En general cumplen, pero furtivos los hay en todos los sitios. Marroquíes no se ve ni uno... no tienen necesidad. ¡Tienen unos caladeros tan ricos!". Los únicos marroquíes que se han visto últimamente por la isla son los que llegaron a estas broncas costas el pasado día 4 de octubre. "Eran ya las 20:30, noche cerrada", recuerda el capitán, "cuando arribaron a la isla 24 magrebíes (21 hombres y 3 mujeres) en una patera que amarró al muelle de Levante".
"Tras descargar al personal, desapareció tan rápida y silenciosamente como había llegado", continúa. "Esas 24 personas estaban en muy mal estado, mojadas, temblorosas y asustadas. Les proporcionamos alojamiento, mantas y les dimos una cena caliente. A la mañana siguiente les vino a recoger un patrullero y les trasladó a Melilla". Dicen que Alborán, peñasco raso sembrado de tierra, resiste a los elementos sólo para recordarnos que África sigue estando al otro lado.
FOTOGRAFIAS:
1.- Mapa del Mar de Alborán.
2.- El Faro.
3.- El Cementerio.
4. Vista aérea de la Isla.

No hay comentarios: