03 enero, 2009

EL COLEGIO DE LAS NIÑAS.-

Desde hoy contamos con un nuevo "suscriptor", esperemos que también con un nuevo colaborador ocasional. Mariano: muy bien venido.
OBAMA CAMBIA SU RESIDENCIA.
Barak Hussein tiene dos niñas y el miércoles, reanudan sus estudios que iniciaron cuando comenzó el curso en un colegio de Illinois, en otro de la capital. Ello es posible, porque el Plan de Estudios es el mismo, en toda la nación, en todos los Estados que – por muy federales que sean – están realmente Unidos.
Las mismas enseñanzas.
Al mismo ritmo.
En el mismo nivel de exigencias.
En el mismo idioma.
Tomemos nota: en la España de las Autonomías locas, hubiese sido imposible. Aquí, hasta el agua que llueve está “transferida”. En Sevilla, los niños nada saben del río Ebro; en Cataluña desconocen lo que ocurrió en Madrid en 1808; en Galicia, nada conocen de la penuria de agua en Murcia.
Aquí, los transvases nos los venden como de derechas y las desaladoras como de izquierdas. ¡Qué locura!
¡Cuánto mindundi! ¡Cuánto aldeano! ¡Cuanto canalla!
¡Cuánto MAL ESPAÑOL!

MINERVA MORA EN MALAGA.-




RESTAURACIÓN DEL MASCARÓN DE PROA DEL BUQUE ESCUELA J. S. ELCANO REVIVE EN MANOS MALAGUEÑAS.
El imaginero Rafael Ruiz Liébana restaura en los astilleros Nereo el mascarón del histórico buque escuela. En 1965 un joven malagueño esculpió la anterior figura
La diosa Minerva tiene el rostro más terso y brillante gracias a las buenas manos del imaginero malagueño Rafael Ruiz Liébana, que acaba de restaurar el mascarón del barco más famoso de la Armada Española: el buque escuela Juan Sebastián Elcano.El famoso artista malagueño ha dejado como nueva la figura tallada en cedro americano de la diosa romana, y es que el trasiego por tantos mares no perdona: desde que fue realizado hace casi 25 años, el mascarón ha recorrido más de medio millón de millas náuticas, equivalente a 23 veces la vuelta al mundo. Los veteranos astilleros Nereo en Pedregalejo fueron los encargados de acoger la pieza, que ha convivido con la construcción del bergantín del general Gálvez. Dos testigos de la historia naval española en unos metros cuadrados de costa malagueña. Según explica la oficina de relaciones públicas de la Flota, Rafael Ruiz Liébana ha tenido que hacer frente a los deterioros del mar, la intemperie y a las numerosas reparaciones realizadas a la figura en el arsenal de La Carraca, en San Fernando. Precisamente del arsenal partirá el próximo miércoles, 7 de enero, el buque escuela rumbo al vecino puerto comercial de Cádiz, que tiene prevista su llegada a las 13, 15. Será la forma de celebrar esta necesitada restauración. Además, en este acto, el imaginero malagueño y Araceli Sánchez Guitard, representante del astillero, recibirán unos recuerdos del Juan Sebastián Elcano. El mascarón restaurado por Rafael Ruiz Liébana es el tercero que luce el buque escuela desde su botadura en 1927. El segundo, creado en 1965 y de tres metros y medio de altura, fue obra del joven artista malagueño Francisco Muñoz Bautista, fallecido en 1974, a los 33 años, en accidente de tráfico. El escultor lo realizó mientras hacía la mili en San Fernando y para la diosa Minerva tomó como modelo a la hija del comandante de la base, que posó para él. Los antiguos mascarones de proa solían tener relación con el nombre del buque, el armador o la nación. En el caso del Juan Sebastián Elcano, el primer nombre elegido para el navío fue ´Minerva´, ya que iba a sustituir a otro velero de igual nombre, comprado en el extranjero. Al no reunir las características necesarias fue desestimado. La idea de ponerle ´Juan Sebastián Elcano´ partió del director del astillero gaditano, durante una visita del general Primo de Rivera para ver las obras del buque. El general aceptó el cambio de nombre y desde hace 81 años, navegante y diosa surcan juntos los mares.
PASIÓN DEL SUR 2006. EL PERSONAJE: RAFAEL RUIZ LIÉBANA: «HACER EL TRONO DE LA VIRGEN DE LA SANGRE ES UN GRAN RETO PARA MÍ»
Rafael Ruiz Liébana ha estado a punto de cerrar su taller e irse a Florencia. Al final, ha podido más su vocación que los sinsabores, y continuará con la gubia en la mano mientras el cuerpo aguante.
Su oficio es su vida. Desde niño se dio cuenta de que tenía madera de artista. Las cofradías de Málaga apreciaron su valía cuando hizo el trono del Cristo de la Sangre. Nadie le ha regalado nada y ha tenido que superar la incomprensión de gente que no quería reconocerle su calidad. Ahora, a sus 67 años, como él dice, sigue aprendiendo cada día, mantiene intacta la ilusión por el trabajo bien hecho y espera cerrar pronto con la Archicofradía de la Sangre el acuerdo para hacer el trono de la Virgen de Consolación y Lágrimas.

¿Cuándo empezó usted en el mundo artístico de la talla, la imaginería y el dorado?
Hace 52 años, cuando hice mis dos primeros tronos para la iglesia de la Trinidad. Eran para la Santísima Trinidad y la Virgen de la Paz.
¿Se dedicó al mundo de la talla por vocación o porque se le daba bien?
Yo sentía vocación desde pequeño. En el colegio de San Pedro y San Rafael vendía dibujos a otros compañeros para comprarme chucherías. Dibujaba en la pizarra pasajes de la historia sagrada en las clases de religión. Desde siempre me ha gustado pintar. Tenía una fuerte vocación artística.
¿Qué se siente más: imaginero, tallista o dorador?
Las tres cosas. Y explicó por qué. Mi maestro, Andrés Cabello Requena, me enseñó de todo. Él pasó mucho con los doradores. Cuando estaba haciendo el trono de la Esperanza, los doradores que había en Málaga se aprovechaban de él. Por eso tuvo que traerse doradores de Granada. Y me decía: «Tienes que aprender de todo: talla, imaginería y dorado, para no tener que depender de nadie». Yo lo que puedo decir es que un tallista puede hacer fácilmente una figura, pero un escultor no puede hacer talla.
¿Qué es más difícil para usted: tallar un trono o hacer un Cristo?
Para mí, es mucho más fácil hacer un Cristo. Eso es cuestión de estudiar anatomía. Lo verdaderamente difícil es tallar adornos barrocos. En cuanto al dorado, aprendí a hacerlo por necesidad. Soy muy constante y siempre estoy aprendiendo e investigando, por eso he llegado a dorar a la perfección. De hecho, he aportado cosas nuevas al dorado, que es una técnica que tiene 3.500 años.
¿Qué obras suyas destacaría de la amplia producción que ha salido de su taller a lo largo de los años?
Tengo muchas obras. Algunas son malas o medio regulares, pero no porque no las haya querido hacer mejor, sino porque el presupuesto no daba para más. Si tengo que elegir, me quedo con el trono del Cristo de la Sangre. Ese trono fue la única oportunidad que tuve en Málaga. Aquí sólo hacía chapuces. La Sangre para mí es todo. Después de ese trono vinieron muchas cosas.
¿Considera que las cofradías de Málaga no han confiado demasiado en usted cuando podía haber hecho trabajos de calidad para ellas si le hubiesen dado medios suficientes?
Totalmente. Cuando se presentó el trono de la Sangre muchas personas se quedaron sorprendidas. Como dijo Pedro Luis Gómez: «Esto no necesita presentación». La opinión de muchos hermanos mayores, al ver el trono, es que habían estado equivocados conmigo. Y que conste que ese trono podía haberlo mejorado más.
¿Por qué cada vez hay más problemas para que surjan nuevos valores en la talla, la imaginería y el dorado?
En primer lugar, porque hoy no se pueden tener aprendices por el coste que supone. Segundo, los que aprenden algo, en uno o dos años se creen ya artistas y se van del taller. Luego se quedan estancados, porque nunca se termina de aprender. Yo, con 67 años, sigo aprendiendo. Este oficio no basta con que guste, hay que amarlo como si fuera la novia o la mujer. Si se le ama, sí se consigue algo.
¿Hay alguna obra que se ha quedado con ganas de hacer?
Sí, hay una obra que me habría gustado hacer y que, por circunstancias, no he podido. Me alegro de que el resultado haya sido bueno, maravilloso, pero yo quería que ese trono (se refiere al trono de Nuestra Señora de la Soledad de Mena) le hubiese hablado de tú al de la Esperanza. No hacerlo ha sido un palo gordo. Y me echo la culpa a mí mismo. Creo que la oportunidad de hacer otro trono me la va a brindar la Archicofradía de la Sangre. Estoy con muchas ganas de hacer el trono de Consolación y Lágrimas. Yo iba a casi retirarme, pero he decidido seguir. Ese proyecto es un gran reto para mí. Me tienen que dar tiempo. Sólo falta que la Sangre se decida después de Semana Santa.
¿Por qué cree que se cambiaron muchos tronos característicos de Málaga por otros casi de serie hechos en Sevilla?Eso también me lo pregunto yo. Será por las dimensiones tan grandes que tienen los tronos propios de Málaga, lo que impide que entren en la Catedral. No sé bien el porqué. Pero muchos tronos se cambiaron antes de que se entrase en la Catedral. La realidad es que en esos años en Málaga no había tallistas. Estaba yo, pero conmigo no contaban salvo para hacer chapuces. Por ejemplo, Francisco Toledo, cuando era hermano mayor del Huerto, vino en mi busca para que les improvisara un trono para la Virgen de la Concepción para poder salir. Hice lo que pude y la Virgen salió así dos años. Las cofradías se iban a Sevilla, donde estaban Manuel Guzmán Bejarano y Antonio Martín, que eran dos fueras de serie.
¿Cómo se siente al tener un Cristo en el altar mayor de la Catedral?
Ya se puede imaginar. Ese Cristo es original y lo he hecho con todo el cariño del mundo. Ya hay detractores de esa obra, pero me da igual porque he estado trabajando muchísimo, tanto en ese Cristo como en el vía crucis que he realizado también para la Catedral.
Ángel Escalera.

ESPAÑA EN ÁFRICA.-






Una de las reclamaciones territoriales más delirantes y absurdas del mundo actual es la del reino de Marruecos sobre las ciudades españolas de Ceuta y Melilla. No se sostiene ni jurídica ni históricamente, y es una demostración de cómo siendo persistente con un monotema al final se crea un debate que nunca debería haber existido. A diferencia de Gibraltar, que fue parte de España durante más de dos siglos hasta que los ingleses decidieron quedárselo en la Guerra de Sucesión, Ceuta y Melilla nunca fueron marroquíes. Por la sencilla razón de que, cuando ambas ciudades se incorporaron a la Corona española, Marruecos ni siquiera había hecho su debut en la historia.
Aunque los que rigen los destinos de nuestro vecino del sur parecen querer olvidarlo, el actual reino de Marruecos es algo relativamente reciente. Nació a finales de los años 50 coincidiendo con la independencia del país. Durante buena parte del siglo XX Marruecos fue un protectorado hispano-francés. Esta es la razón por la que uno de los protagonistas de la película Casablanca es un gendarme, y el motivo que explica que la Guerra Civil española empezase en África. Antes de eso, un sultanato, el alauita, no muy bien avenido y completamente insignificante en el panorama internacional.
El primero de estos sultanes, un tal Al Rashid que ocupó Marrakech dando pasaporte a la dinastía anterior, se hizo con el poder en 1666. Para entonces Ceuta llevaba más de cien años vinculada a España, y Melilla siglo y medio largo de presencia española directa, sin intermediarios, sin concesiones y sin apaños con los que estaban antes allí, básicamente porque en Melilla, antes de la llegada de los españoles, no había nadie.
El caso de Ceuta es tremendamente gráfico de cómo ambos lados del estrecho han estado casi siempre unidos. Durante los siglos de Roma las dos orillas fueron eso mismo, romanas. Pasaron brevemente por manos bizantinas y visigodas para caer, a principios del siglo VIII, bajo dominio de los musulmanes. Y así, casi toda la Edad Media, lo mismo que en Andalucía. Al final, en 1415, es decir, bastante antes de que se reconquistase Granada, Málaga o Almería, los portugueses la echaron el guante reteniéndola durante 225 años. Tiempo que Portugal invirtió en inventar la carabela, explorar medio mundo y en unir su destino al de España durante un par de generaciones.
Pero en 1640 el matrimonio ibérico se rompió de muy mala manera y los portugueses reclamaron todos sus dominios en el divorcio. Todos menos la ciudad de Ceuta, que permaneció fiel a la Corona española conservando, eso sí, las armas portuguesas en su escudo. Felipe IV, baldado de tanta traición y tanta mala sangre, obsequió la lealtad de la plaza con el título de Fidelísima – Muy Noble, Leal y Fidelísima - que aun mantiene y, es de suponer, querrá seguir manteniendo por mucho tiempo.
Melilla tiene una historia más tranquila pero no menos heroica. Fue casi lo mismo que su vecina con la diferencia que de musulmana pasó a ser castellana allá por 1497. Más o menos por la misma época en que las Islas Canarias quedaron unidas al resto de España y unos años antes de que Navarra hiciese lo propio gracias a los oficios del rey Católico. Pedro de Estopiñán, un conquistador enviado por el duque de Medina Sidonia, llegó, vio y venció. En Melilla no hubo resistencia porque los que la habitaban se habían largado. Luego se arrepintieron e intentaron retomarla pero ya era tarde, los españoles habían hecho de la plaza una fortaleza inexpugnable. Tanto que, aunque los moros insistieron durante siglos, no consiguieron jamás rebasar la muralla.
Porque fricciones entre las dos ciudades y el país que las circunda y envuelve siempre hubo. En tiempos de Isabel II, con intención de acabar con ellas, la reina invitó al sultán a reconocer por escrito algo que estaba a la vista de todos, que Ceuta y Melilla eran tan españolas como los que las poblaban y defendían desde hacía siglos. Así, los sultanes Abderrahman y Mohamed IV, parientes lejanos del actual Mohamed VI que se las quiere quedar por la cara, aceptaron la españolidad de Ceuta y Melilla. Cierto es que al segundo le hizo falta perder una guerra para llegar a tan elemental conclusión pero, pasado el mal trago, fue razonable y hasta cortés.
Luego, con el correr de los años, llegaría el protectorado, el desastre de Annual y el desembarco en Alhucemas, que cayeron todos cerca de Ceuta o de Melilla pero que no cambiaron ni un ápice de lo esencial. Cuando Marruecos consiguió la independencia en 1956 renovó el acuerdo de respetar las dos plazas de soberanía española en el norte de África, que es como dieron en llamarse a dos ciudades que por motivos históricos y humanos son tan españolas como cualquier otra en la península o en los archipiélagos. A fin de cuentas, en ningún lugar está escrito que España empiece en los Pirineos y termine en Tarifa, o que Marruecos tenga derecho divino sobre todo el rincón de África que ocupa.
Decir, por lo tanto, que Ceuta y Melilla son una reliquia colonial – la frase de Llamazares fue “un pasado colonial y franquista” - es un disparate mayúsculo. Es no conocer la historia y pasarse por el arco del triunfo los tratados y acuerdos de los que precedieron a Mohamed VI en el trono marroquí. Pero en este asunto lo más importante no es la historia compartida, que es mucha y memorable, sino el deseo manifiesto de ceutíes y melillenses, que siempre han querido ser españoles y, al menos que se sepa, nunca han hecho voluntad de ser marroquíes. Ni antes ni ahora. Sus razones tendrán.
F. Díaz Villanueva.
LOS FUERTES.
La experiencia vivida por las tropas españolas que intervinieron en la Guerra de África de 1.859 - 60, puso de manifiesto la necesidad de disponer de unas fortificaciones estables de pequeño o mediano tamaño, capaces de aguantar las embestidas de tropas irregulares muy numerosas, bien dotadas de armas ligeros, pero carente de artillería de retrocarga, que se lanzaban contra los pequeños reductos hasta entonces existentes, contra los cuales, los colosales bastiones de Bauban resultaban, por su excesiva volumetría y alto coste en tiempo y dinero, poco prácticos, encontrándose la solución en la fórmula medieval de las torres circulares o poligonales de reducidas dimensiones y altos muros con troneras, rodeadas de profundos fosos salvados por puentes levadizos y dotadas de aljibes para el almacenamiento de aguas pluviales.
Terminada la contienda y delimitada la nueva frontera de Ceuta con Marruecos por el tratada de Wad Ras, firmado el 26 de abril de 1.860, se construyeron entre 1.860 y 1.870 en las cimas más altas de Sierra Bullones varios fuertes y fortines tanto para vigilar la línea fronteriza, como para prevenir posibles ataques. Estos de Norte a Sur son:
Fortín de Benzú: Fue proyectado en 1.866 y reformado en 1.881. Presentaba 3 órdenes de fuego de fusilería y constaba de dos pequeños cañones. Tenía capacidad para 60 hombres. Fue destruido en época moderna a causa de la explotación de una cantera allí existente.
Fortín de Aranguren: Fue proyectado en 1.865. Presenta 4 órdenes de fuego de fusilería. Tenía capacidad para 40 hombres.
Fortín Renegado: Fue proyectado en 1.864. Presenta 4 órdenes de fuego de fusilería. Tenía capacidad para 14 hombres. Recibió el nombre de un cristiano que abjuró y se quedó a vivir en una casilla en el monte en que se construyó dicho fuerte, y que anteriormente, se llamó Marabú (Santón).
Fortín de Anyera: Presenta 4 ordenes de fuego de fusilería. Fue proyectado en 1.860. Tenía capacidad para 14 hombres.
Fortín de Isabel II: Presenta 4 ordenes de fuego de fusilería. Fue proyectado en 1.865. La torre de Isabel II estaba armada con tres pequeños cañones. Tenía capacidad para 100 hombres. En él se instaló un poste repetidor de televisión.
Fortín de Francisco de Asís: Presenta 4 órdenes de fuego de fusilería. Tenía capacidad para 14 hombres.
Fuerte del Serrallo: Tenía capacidad para 500 hombres. Fue el cuartel principal de la línea de fuertes compuesta por los fuertes de Príncipe Alfonso, Piniers, Francisco de Asís, Mendizábal, Aranguren, Isabel II, el Renegado, Anyera y Benzú. Desde el Serrallo se daba la hora con una especie de campana de timbre y martillo, repitiéndose desde el Isabel II a los demás fuertes. Fue reconstruido a mediados del presente siglo en forma que en nada recuerda al antiguo alcázar que allí hubo.

Serrallo, García Aldave o Posición "A", que de estas tres maneras fue conocido, estuvo ligado a La Legión desde su fundación.
Fortín de Piniés. Presenta 4 órdenes de fuego de fusilería. Tenía capacidad para 14 hombres.
Fortín de Mendizábal: Fue proyectado en 1.865. Presenta 4 órdenes de fuero de fusilería. Tenía capacidad para 40 hombres.
Fuerte del Príncipe Alfonso: Consta de dos órdenes de fuego de fusil y de piezas de artillería de pequeño calibre. Tenía capacidad para 300 hombres.

MODELO HARVARD.-

Con casi cuatrocientos años de historia, más antigua que Estados Unidos, la Universidad de Harvard ha dado siete presidentes al país y ha alumbrado 43 premios Nobel. Los cerebros y gestores del futuro siguen gestándose en Harvard, el centro docente más antiguo y más reputado de Norteamérica, como reconocen los principales rankings, que la distinguen como la mejor universidad del mundo.
La fiesta ha empezado en un sótano del Memorial Hall, pero, antes de presentar uno por uno a los jugadores del equipo de fútbol americano que van a jugar la gran final al día siguiente, un grupo de apenas una docena de estudiantes imperturbables bajo la lluvia ha acompañado a la banda musical frente a la estatua de bronce de John Harvard para cumplir con el acto litúrgico de rendir tributo al benefactor de la unversidad. Lanzan cánticos y aplauden a los músicos de uniforme carmesí, el color oficial de Harvard. Parecen una pandilla de muchachos con ganas de divertirse y lo son, pero entre ellos se encuentran estudiantes como Chris Lewis, un bostoniano de 21 años que sueña con ser médico y con poder mejorar las políticas de salud de su país. Tal vez de entre estos jóvenes que ahora se desgañitan bajo el aguacero algún día salga un presidente de Estados Unidos, un científico premio Nobel, un escritor de renombre o incluso un actor famoso: son alumnos de Harvard, el templo de la enseñanza.Además de recurrir a él para implorar ayuda antes de los grandes retos deportivos, la figura sedente de John Harvard, que preside el campus principal, hace de altar para los nuevos alumnos, que acuden a acariciar los zapatos de bronce como ceremonia de buen augurio. Dicen que la efigie encierra tres mentiras. En primer lugar, y aunque la universidad lleve su nombre, no fue el fundador del centro sino un mecenas que legó terrenos y una colección de libros a la institución. En segundo lugar, la universidad no fue fundada en 1638 sino dos años antes, en 1636, mucho antes de la formación de Estados Unidos. Y en tercer lugar, la imagen de la estatua, de principios del siglo pasado, representa a un estudiante anónimo, pues no se conservaban retratos de John Harvard. De cualquier forma, han pasado los siglos y Harvard sigue siendo cuna de la excelencia educativa, distinguida de forma consecutiva en los últimos cinco años como la mejor universidad del mundo por los dos principales rankings, el del Thes, suplemento educativo del diario británico The Times, y el Arwu, que elabora la Universidad Jiao Tong de Shanghai.
“¿La mejor? Eso es muy difícil de saber, no hay que hacer caso de esas clasificaciones, aunque creo que, en mi caso, no hay un lugar más adecuado para enseñar e investigar medicina”, afirma tajante el profesor de Biología Celular Spyros Artavanis-Tsakonas. El equipo de Artavanis-Tsakonas, que lleva diez años ejerciendo en Harvard después de otros 16 en Yale, centra sus esfuerzos en el estudio de las formas de comunicación entre las células para entender los mecanismos de creación del cáncer. “Es como cuando hablamos por teléfono, que lo hacemos sabiendo que hablamos por un aparato y que en el otro lado un receptor es capaz de oír lo que decimos, pero en el fondo no comprendemos cómo funciona; pues en las células sucede lo mismo, que tienen que hablar entre ellas porque si no lo hacen pueden ser cancerígenas, y lo que queremos es comprender cómo se comunican.”
David Dusster.

LOS “CAMPEONES” DE LOS DERECHOS HUMANOS.-

HAMÁS ADVIERTE A ISRAEL DE QUE LA INVASIÓN DE GAZA SERÁ RESPONDIDA CON SECUESTROS.
En sus primeras declaraciones desde el inicio de la crisis, Bush exige al movimiento islámico que frene el lanzamiento de cohetes
El líder de Hamás en el exilio Khaled Meshal ha advertido a Israel de que el movimiento islámico está listo para resistir una hipotética invasión terrestre del Ejército israelí en Gaza. Además, ha dicho que la agresión podría provocar el secuestro de más soldados israelíes, según informa el periódico israelí Haaretz en su página web. "Si cometéis el acto estúpido de entrar en Gaza, quién sabe, podríamos tener un segundo o un tercer Shalit," ha dicho Meshal en referencia al soldado hebreo Gilad Shalit, quien fue secuestrado por milicianos en Gaza hace más de dos años.
En una comparecencia en televisión desde Damasco, Meshal ha dicho: "Estamos preparados para el desafío, esta batalla nos ha sido impuesta pero estamos seguros de que conseguiremos la victoria porque nos hemos preparado para ello", ha proclamado.
BUSH CULPA A HAMÁS.
La receta de Estados Unidos para poner fin a la ofensiva militar israelí sobre Gaza es prácticamente un calco de la postura que mantiene el Ejecutivo hebreo. Al igual que el primer ministro israelí Ehmud Olmert, George W. Bush considera que la culpa de la actual situación la tiene Hamás y que por ello recae en el movimiento islámico la responsabilidad de propiciar un alto el fuego.
"Hace 18 meses, Hamás asumió el control de Gaza y desde entonces ha importado miles de armas, cohetes y morteros", ha dicho Bush en un discurso radiofónico tradicionalmente difundido los sábados, pero que fue adelantado al viernes por la Casa Blanca.
En consonancia con su colega israelí, el presidente estadounidense ha reclamado el establecimiento de una supervisión internacional que obligue a Hamás a respetar una eventual tregua. Además, ha acusado a Hamás de utilizar a la población como escudos humanos. "Como parte de su estrategia, los terroristas de Hamás a menudo se ocultan detrás de la población civil, lo que pone en riesgo a palestinos inocentes. Lamentablemente en los últimos días han muerto civiles palestinos".
En sus primeras declaraciones públicas desde que Israel lanzara su operación militar de castigo hace siete días, Bush ha reclamado a Hamás, que controla política y militarmente Gaza, que frene los ataques con cohetes contra territorio israelí. "Cualquier otro alto el fuego unilateral que conlleve nuevos ataques con cohetes contra Israel no es aceptable"
Estados Unidos siempre ha defendido el derecho de Israel, su más fiel aliado en la zona, a defenderse de los ataques con cohetes. Al menos 429 palestinos han muerto en siete días de bombardeos en Gaza y otros 2.000 han resultado heridos. Los cohetes lanzados desde Gaza han acabado con la vida de cuatro israelíes en el mismo periodo de tiempo.
Bush también ha expresado su preocupación por la crisis humanitaria que se cierne sobre Gaza, donde viven en condiciones precarias más de un millón y medio de personasm, y ha dicho que Estados Unidos ya ha ofrecido 85 millones de dólares de urgencia para paliar esa situación.
"Hamás ha demostrado que no tiene intención de servir al pueblo palestino", ha denunciado Bush, que ha lamentado que el movimiento islámico emplea los recursos que tiene para la guerra en vez de para construir escuelas o carreteras.
El presidente saliente de EE UU también ha pedido a otros países que presionen a Hamás para que deje de hostigar a Israel y apoye al presidente palestino Mahmud Abbas. "Reclamo a todas las partes que presionen a Hamás para que abandone el terror y respalde a los líderes palestinos elegidos democráticamente y que trabajan por la paz", ha dicho el presidente republicano.
ABBAS, CAMINO DE NUEVA YORK.
Por otra parte, el presidente palestino, Mahmud Abbas, se encuentra de camino a Nueva York para reclamar a Naciones Unidas que presione a Israel para que detenga "incondicional e inmediatamente" sus ataques, según ha informado el jefe del Departamento de Negociaciones de la Organización de Liberación Palestina (OLP), Saeb Erekat. Este responsable palestino también ha reclamado a Israel que levante el bloqueo de la Franja de Gaza con la apertura de los pasos fronterizos y que permita que Egipto medie para lograr un gobierno de unidad palestino tan pronto como sea posible.

¡QUE ASCO!

Los auténticos dirigentes, los que dirigen, los que mandan, los que trabajan más que los que trabajan en su entorno cumpliendo el deber ético de la ejemplaridad, tienen que demostrar que lo son en los buenos momentos y en los asuntos agrios. En la política, en la empresa y en el deporte. El más grande de los banqueros de España, y uno de los más prestigiosos del mundo, no puede estar pasando por momentos anímicos favorables. El escándalo «Madoff» ha rozado su entidad, y algunos de los responsables de ese roce son muy cercanos y queridos familiares. Pero conociéndolo, dará la cara y establecerá, como si no fueran queridos y cercanos familiares, las sanciones oportunas a los responsables, que han sido, por otra parte, los primeros estafados. Los fallos se pagan muy caros en el mundo alto de las empresas. No sucede lo mismo en otros ámbitos. No se esperan reacciones y sanciones ejemplares del presidente del Real Madrid ante la chapuza más monumental y ridícula protagonizada al alimón por la Dirección Deportiva de su club y su Asesoría Jurídica. Conociéndolo, no dará la cara, y dejará que pase el tiempo para que el olvido se adueñe de la mansa masa forofa. El director deportivo del Real Madrid es su íntimo amigo Mijatovic, y el máximo responsable de los servicios jurídicos del club de Concha Espina es su hermano Javier Calderón, que no es por nada, pero por limpieza ética y estética, podría haberse buscado a otro abogado con otro apellido. Entre el íntimo amigo y el hermano han contratado para tapar la desastrosa planificación de la temporada a dos futbolistas de renombre. Carísimos, por cierto. Con lo que han costado, el Real Madrid pudo traerse este verano al mejor delantero de Europa, un español que se llama Villa y al que Raúl no quiso en el Real Madrid por celos y envidia. Ahora resulta que el Real Madrid sólo podrá inscribir a uno de los dos para disputar la Liga de Campeones, y de esa circunstancia no se apercibieron ni el íntimo amigo y máximo responsable de la vulgar plantilla del Real Madrid ni su hermano de total confianza. Un dirigente, que dirige a centenares de personas que trabajan en su club, tiene que dar ejemplo en los momentos ásperos. Mijatovic y Javier Calderón tenían que haber sido despedidos al día siguiente de conocerse los resultados de su monumental chasco, que podría ser calificado de gamberrada sin buscar alardes en la adjetivización del planchazo. Ahora se escuda en un victimismo lacerante para el prestigio del Real Madrid, y pide a la UEFA que haga una excepción y se salte sus propias normas. La UEFA ha dicho que no, y también alguno de los clubes -El Liverpool-, con los que el Real Madrid tendrá que verse las caras en los próximos meses. El Real Madrid no puede, por cuestión de honor acudir a los tribunales ordinarios o deportivos en pos de una resolución injusta. A eso se le llama marear la perdiz, ir por atún y ver al duque, o simplemente, intentar distraer a la opinión pública para que no analice la inconmensurable chorrada, la incompetencia de los altos directivos y el alcance de su ineptitud. Un dirigente tiene que actuar en contra de sus sentimientos y afectos próximos cuando la ocasión lo requiere. El Real Madrid no puede ir por Europa haciendo el ridículo. Mijatovic y el letrado Calderón a la calle. Y posteriormente, a convocar elecciones. Pero no espero ese gesto.
Alfonso Ussía.

02 enero, 2009

01 enero, 2009

PALESTINA. LA PARTICION DE LA ONU I.-


COMO SIEMPRE, UNA CHAPUZA I.
Observemos las fronteras trazadas por ese trasto inútil que es la ONU. Al Sur, en el Neguev, una zona unido por un estrecho “corredor” – junto a la franja de Gaza – a la zona central donde se sitúa, cerca de Tel Aviv – la capital, entonces – Jaffa como ciudad internacional, por tanto fuera de la soberanía israelita. Y esta zona unida a la parte norte, por un minúsculo “pasillo” cercano a Nazaret. Por supuesto Jerusalén – la ciudad del Templo de Salomón, en el centro de Cisjordania - quedaba también bajo régimen de internacionalidad. Está claro que los israelitas hubieron de “tragar paquete” y hacer de tripas corazón.
El nuevo estado, quedaba con unas fronteras “tormentosas” y rodeado de árabes por todas partes: tenía frontera común con Egipto, la actual Jordania, Líbano y Siria.
LA GUERRA DE CINCO CONTRA UNO.
El 15 de mayo de 1948, los ejércitos de Egipto, Transjordania (Jordania desde enero de 1949), Siria, Líbano e Irak se unieron a los palestinos y a otras guerrillas árabes que habían luchado contra los judíos desde noviembre de 1947. El enfrentamiento se convirtió entonces en un conflicto internacional; durante la primera Guerra árabe - israelí, llamada por Israel guerra de la Independencia, los árabes no pudieron evitar la creación del Estado judío, y el conflicto terminó con un armisticio, dispuesto por la ONU, entre Israel por un lado y Egipto, Líbano, Jordania y Siria por el otro. Las fronteras que se definieron en el armisticio se mantuvieron hasta 1967, año en que fueron modificadas por las conquistas que Israel llevó a cabo durante la guerra de los Seis Días.

Como resultado de la Guerra de la Independencia - como se conoce en Israel -, se llegaron a unas nuevas fronteras basadas en las conquistas de Israel durante la guerra, pese a que Israel era un estado recién nacido y hubo de improvisar un ejército
El primer jefe de gobierno fue David Ben Gurión, dirigente del Mapai (Partido Laborista Israelí), que había dirigido el Yishuv durante los últimos días del Mandato y tuvo una gran influencia en los diez primeros años de la historia de Israel. Hizo hincapié en la seguridad nacional y en la expansión y desarrollo de un Ejército modernizado. Fueron reclutados tanto hombres como mujeres y el Ejército se convirtió en un centro para formar en la cultura hebrea a cientos de miles de inmigrantes que acababan de llegar al país. Las organizaciones armadas que estaban ligadas a diferentes movimientos políticos se disolvieron o se unieron al Ejército israelí.
LOS PRIMEROS AÑOS DEL ESTADO ISRAELITA.
El primer jefe de gobierno fue David Ben Gurión, dirigente del Mapai (Partido Laborista Israelí), que había dirigido el Yishuv durante los últimos días del Mandato y tuvo una gran influencia en los diez primeros años de la historia de Israel. Hizo hincapié en la seguridad nacional y en la expansión y desarrollo de un Ejército modernizado. Fueron reclutados tanto hombres como mujeres y el Ejército se convirtió en un centro para formar en la cultura hebrea a cientos de miles de inmigrantes que acababan de llegar al país. Las organizaciones armadas que estaban ligadas a diferentes movimientos políticos se disolvieron o se unieron al Ejército israelí.
INMIGRACION.
Nada más conseguir su independencia, Israel se abrió a los inmigrantes judíos de todo el mundo; hacia 1952, la población se había duplicado. La mayoría de los nuevos ciudadanos eran supervivientes de los campos de concentración de Adolf Hitler. Sin embargo, en la década de 1950 cambió el modelo de inmigración, pues se produjo un aumento del número de judíos provenientes de países musulmanes de Oriente Próximo y del norte de África. A finales de la década de 1960, los judíos provenientes de estas zonas comenzaron a superar en número a los europeos. En tres décadas la población de Israel se quintuplicó y aproximadamente dos tercios de este crecimiento se derivaba de la inmigración judía.
Debido a que gran parte de los inmigrantes que llegaron a Israel no tenían un oficio o la preparación adecuada para participar en el desarrollo del país, a la pesada carga de los gastos de defensa y a la necesidad de una rápida expansión agrícola e industrial que absorbía gran cantidad de fondos gubernamentales, el país se enfrentó a graves problemas económicos. Al iniciarse la década de 1950 la economía se vio conmocionada por la recesión y por la devaluación monetaria. El pueblo judío de todo el mundo, y el gobierno de Estados Unidos en particular y de modo oficial, proporcionó un gran apoyo económico, mientras que Ben Gurión negoció acuerdos con Alemania Occidental (actualmente parte de la República Federal de Alemania unificada), que estipulaban el pago por parte de esta última de indemnizaciones tanto a los judíos que fueron víctimas de los nazis como al propio Estado de Israel.
EL CONFLICTO DE SUEZ.
Todos los intentos por convertir los acuerdos del armisticio entre árabes e israelíes en un tratado de paz permanente fracasaron. Los árabes insistían en que se permitiera regresar a los refugiados a sus hogares, que Jerusalén fuera administrada por la comunidad internacional y que Israel realizara concesiones territoriales antes de iniciar cualquier conversación o negociación para la paz. Los israelíes alegaban que si se satisfacían esas peticiones se pondría en peligro su propia seguridad y se negaron a aceptarlas. La guerrilla palestina realizó numerosas incursiones y las tropas árabes emprendieron numerosos ataques, ante los cuales Israel respondió con enérgicas represalias. Egipto se negó a permitir que los buques israelíes utilizaran el canal de Suez y bloqueó los estrechos de Tirán (el acceso de Israel al mar Rojo, por Elat), lo que Israel consideró como un acto de agresión. Los incidentes fronterizos a lo largo de la frontera con Egipto fueron en aumento hasta provocar el estallido, en octubre y noviembre de 1956, de la segunda Guerra Árabe-israelí.
Gran Bretaña y Francia se unieron al ataque debido a su disputa con el presidente de Egipto, Gamal Abdel Nasser, que acababa de nacionalizar el canal de Suez. Nasser se hizo cargo del canal después de que Gran Bretaña y Francia rechazaran la oferta egipcia de financiar la construcción de la gran presa de Assuán. Israel obtuvo una rápida victoria y en pocos días conquistó la franja de Gaza y la península del Sinaí. Cuando el Ejército israelí llegó a orillas del canal de Suez, los franceses y británicos iniciaron su ataque sobre la zona del canal. Tras unos pocos días, la lucha fue interrumpida por la actitud contraria de Estados Unidos y la Unión Soviética, que forzaron el envío de Fuerzas Especiales de la ONU (UNEF) para garantizar el cumplimiento del alto el fuego en la zona del canal. Ante esta situación Gran Bretaña y Francia paralizaron su acción conjunta. A finales de ese mismo año sus tropas se retiraron de Egipto, pero Israel se negó a abandonar Gaza hasta comienzos de 1957 y sólo después de que Estados Unidos le prometiera resolver el conflicto y mantener abiertos los estrechos de Tirán. Los Estados Unidos – movidos por su complejo de nación ex colonizada – se equivocaron, hicieron de Gamal Abdel Nasser un héroe y aquellos polvos trajeron estos lodos.
LOS ULTIMOS AÑOS DE GOBIERNO DE BEN GURION.
Israel continuó modernizando su Ejército, prestando especial atención a las Fuerzas Aéreas, que recibieron modernos aviones Mirage, franceses. La situación económica mejoró y se creó un sistema de distribución de agua para facilitar el desarrollo de las poblaciones de la parte meridional del país. Aunque la inmigración había descendido en comparación con las cifras que alcanzó durante los primeros cuatro años de independencia, volvió a aumentar en la década de 1960 con una nueva oleada proveniente de Marruecos. Uno de los principales problemas a los que se enfrentaba el país era el de la absorción económica y la integración de los recién llegados desde los países musulmanes. El abismo social y económico existente entre éstos y los primeros colonizadores que llegaron de Europa continuaba siendo una de las mayores dificultades del país. Los principales movimientos políticos experimentaron grandes transformaciones durante esta época, con sucesivas divisiones y reunificaciones. Ben Gurión dimitió en 1963 y le sucedió Leví Eshkol. En 1965, el antiguo primer ministro abandonó el partido Mapai para ayudar a formar un grupo de oposición llamado Rafi. Ese mismo año el Mapai y el Ajdut Avodá (otra formación laborista) se unieron para formar la Alineación Laborista, que gobernó hasta 1977. Las dos principales formaciones políticas conservadoras de la oposición, el partido liberal y el Jerut, también se unieron en 1965, formando el bloque Gajal, dirigido por Menajem Beguin.
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PALESTINA. LA PARTICION DE LA ONU II.-

COMO SIEMPRE, UNA CHAPUZA II.


LA GUERRA DE LOS SEIS DIAS Y SUS CONSECUENCIAS.
Tras la segunda guerra Árabe-israelí, la imagen del presidente egipcio Nasser salió fortalecida en todo el mundo árabe, que asistió al crecimiento de un ambiente nacionalista en el que los deseos de revancha contra Israel ocupaban un lugar muy destacado. La formación de un comando militar árabe unificado que concentró sus tropas en torno a las fronteras, junto con el cierre de los estrechos de Tirán por parte de Egipto y la insistencia de Nasser, en 1967, de que la UNEF abandonara la zona del canal, hicieron que Israel se adelantara a los preparativos ofensivos árabes y atacara Egipto, Jordania y Siria, simultáneamente, el 5 de junio de ese mismo año. La guerra de los Seis Días finalizó con la decisiva victoria de Israel. Las fuerzas aéreas israelíes, equipadas con modernos aviones franceses, fueron el principal instrumento de la destrucción de los ejércitos árabes.
Tras la guerra de los Seis Días, Israel anexionó la franja de Gaza y la península del Sinaí que había conquistado a Egipto, la parte árabe del Jerusalén oriental – que ya no soltarán sino por la fuerza y hacen bien - y Cisjordania, que ocupó a Jordania, y los Altos del Golán, arrebatados a Siria. El territorio que quedó bajo jurisdicción israelí después de la guerra de 1967 era aproximadamente cuatro veces superior al área que se le había otorgado tras el armisticio de 1949. Los territorios ocupados tenían una población árabe de aproximadamente 1,5 millones.
A partir de 1967, los territorios ocupados se convirtieron en la principal preocupación política de Israel. La derecha y los líderes de los partidos religiosos ortodoxos del país se oponían a la retirada de Cisjordania y Gaza, que consideraban parte de Israel. En la Alineación Laborista, las opiniones estaban divididas: unos estaban a favor de la retirada y otros defendían el mantenimiento sólo de aquellas zonas que se consideraran de vital importancia para la seguridad militar de Israel. Muchos partidos pequeños, entre ellos el Partido Comunista, también se oponían al mantenimiento de la ocupación de los territorios conquistados. Sin embargo, la mayoría de los israelíes apoyaban la postura de la anexión de Jerusalén oriental y de su unión con el sector judío de la ciudad, y el gobierno, dirigido por los laboristas, unió formalmente ambos sectores pocos días después de que finalizara la guerra de 1967. En 1980 la Kneset aprobó una ley en la que se declaraba a Jerusalén “completa y unificada” como capital eterna de Israel.
Tras la guerra de 1967 se produjo un aumento del nacionalismo palestino. Varias organizaciones guerrilleras de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) cometieron actos terroristas contra escuelas, mercados, estaciones de autobús y aeropuertos israelíes, con el objetivo manifiesto de “liberar Palestina”. Los ataques terroristas contra los israelíes, en su patria o en el extranjero, hicieron que la opinión pública se opusiera al reconocimiento de la OLP y a cualquier tipo de negociación con ésta, pero el grupo consiguió ganar un amplio apoyo internacional, e incluso el reconocimiento de la ONU, como “único representante legítimo de los palestinos”. En los Juegos Olímpicos que se celebraron en Munich (Alemania) en el verano de 1972, un comando palestino asesinó a 11 atletas israelíes.
Recién terminada la Guerra de los Seis Días, circulaba por Madrid una historieta. Durante el conflicto, las avanzadillas egipcias – los egipcios perdieron buena parte de su fuerza aérea, destruida en tierra por los Mirage – detectaron movimiento y un sargento fue enviado al mando de un sección para averiguar que estaba pasando. Al poco se oye una gran ensalada de tiros y el sargento egipcio vuelve solo, herido, con el uniforme hecho jirones y el capitán le pregunta. El sargento responde “Ha sido una emboscada, mi capitán; no era un israelita, eran dos”.
LA GUERRA DEL YOM KIPUR Y LA DECADA SIGUIENTE.
En 1973, Egipto y Siria se unieron en una guerra contra Israel para recuperar los territorios que habían perdido en 1967. Ambos estados iniciaron una ofensiva por sorpresa sobre Israel el 6 de octubre, fecha del Yom Kipur, el día de ayuno sagrado para los judíos. Las primeras operaciones árabes en la península del Sinaí fueron exitosas, aunque el signo de la contienda varió, tras la reacción del Ejército de Israel, durante las tres siguientes semanas. Los árabes se granjearan el apoyo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y de la mayor parte de los países en vías de desarrollo. Arabia Saudí y Kuwait financiaron al Ejército árabe, haciendo posible que Egipto y Siria recibieran las armas soviéticas más sofisticadas, y los Estados árabes productores de petróleo iniciaron el embargo de sus exportaciones de crudo a Estados Unidos y a otros países occidentales como represalia por su ayuda al Estado judío.

Israel tuvo que hacer frente a serios problemas financieros, que fueron aliviados en parte por la gran asistencia militar y económica que le prestó Estados Unidos. Sin embargo, esta ayuda estadounidense no fue suficiente para evitar la espiral descendente de la economía israelí. En sus esfuerzos por impulsar un acuerdo de paz, el presidente de Estados Unidos Richard Milhous Nixon encargó a su secretario de Estado (ministro de Asuntos Exteriores), Henry Alfred Kissinger, la tarea de negociar los acuerdos de paz entre Israel por un lado y Egipto y Siria por otro. En 1974, Kissinger consiguió la separación de las fuerzas militares de Israel y Egipto en el Sinaí, y de Israel y Siria, en los Altos del Golán.
A la guerra del Yom Kipur siguieron crecientes disturbios en Israel y constantes críticas a sus dirigentes políticos. Entre los resultados del “terremoto” (así se denominó a los sucesos de 1973) una comisión de investigación, dirigida por el presidente del Tribunal Supremo de Israel, fue muy crítica con los mandos del Ejército debido a su modo de dirigir la guerra. El descontento generalizado llevó a la dimisión de la primera ministra, Golda Meir, y de su gabinete en abril de 1974. Meir (que había sido la sucesora de Eskhol en 1969) fue sustituida por Isaac Rabin. Rabin fue incapaz de detener la inflación y el deterioro de la economía y su reputación quedó dañada al descubrirse que él y otros miembros del Partido Laborista estaban involucrados en transacciones financieras ilícitas. Como resultado de esto, la Alineación Laborista perdió las elecciones a la Kneset de 1977. Menajem Beguin, el nuevo primer ministro, encabezó el movimiento Likud, bloque formado en 1973 por grupos nacionalistas que se oponían a cualquier concesión territorial a los árabes.
CUANDO SE PRESUMIA LA PAZ.
Las relaciones entre Israel y los palestinos entraron en una nueva fase a finales de la década de 1980, con la aparición de la intifada, una serie de levantamientos populares que tuvieron lugar en los territorios ocupados y en los que se produjeron manifestaciones, huelgas y ataques con piedras a los soldados y civiles israelíes. La dura respuesta del gobierno israelí generó críticas tanto por parte de Estados Unidos como de la ONU.
La coalición entre el Likud y los laboristas se deshizo en marzo de 1989. Entonces, Shamir encabezó un gabinete provisional hasta junio de 1990, momento en que formó un nuevo gobierno. En 1989 y 1990 más de 200.000 judíos procedentes de la entonces disuelta Unión Soviética se establecieron en Israel. Esta nueva oleada migratoria —alentada por el gobierno de Shamir, pero que fue mal acogida por palestinos y por árabes residentes en Israel— minó la economía nacional. Durante la guerra del Golfo Pérsico, en la que muchos palestinos apoyaron de forma abierta a Irak, misiles Scud alcanzaron Israel en repetidas ocasiones, hiriendo a más de 200 personas y destruyendo casi 9.000 viviendas en la zona de Tel Aviv. Israel, contrariamente a su política habitual, no tomó represalias, en parte porque Estados Unidos estableció bases de misiles tierra-aire Patriot para destruir los misiles iraquíes.
Las relaciones entre Israel y los palestinos entraron en una nueva fase a finales de la década de 1980, con la aparición de la intifada, una serie de levantamientos populares que tuvieron lugar en los territorios ocupados y en los que se produjeron manifestaciones, huelgas y ataques con piedras a los soldados y civiles israelíes. La dura respuesta del gobierno israelí generó críticas tanto por parte de Estados Unidos como de la ONU.
La coalición entre el Likud y los laboristas se deshizo en marzo de 1989. Entonces, Shamir encabezó un gabinete provisional hasta junio de 1990, momento en que formó un nuevo gobierno. En 1989 y 1990 más de 200.000 judíos procedentes de la entonces disuelta Unión Soviética se establecieron en Israel. Esta nueva oleada migratoria - alentada por el gobierno de Shamir, pero que fue mal acogida por palestinos y por árabes residentes en Israel - minó la economía nacional. Durante la guerra del Golfo Pérsico, en la que muchos palestinos apoyaron de forma abierta a Irak, misiles Scud alcanzaron Israel en repetidas ocasiones, hiriendo a más de 200 personas y destruyendo casi 9.000 viviendas en la zona de Tel Aviv. Israel, contrariamente a su política habitual, no tomó represalias, en parte porque Estados Unidos estableció bases de misiles tierra-aire Patriot para destruir los misiles iraquíes. Las primeras conversaciones de paz global entre Israel y delegaciones que representaban a los palestinos y a los Estados árabes vecinos se iniciaron en octubre de 1991, en Madrid, en la Conferencia de Paz sobre Oriente Próximo. Después de que el Likud perdiera las elecciones parlamentarias en junio de 1992, el líder del Partido Laborista, Isaac Rabin, formó un nuevo gobierno.
Los acontecimientos en Oriente Próximo dieron un giro inesperado en 1993. Tras unas negociaciones secretas, el primer ministro israelí, Rabin, y el presidente de la OLP, Yasir Arafat, se reunieron en la ciudad de Washington, y acordaron firmar un histórico tratado de paz. Israel permitió la creación de un gobierno autónomo, primero en la franja de Gaza y en Jericó, en Cisjordania, y más tarde en las demás zonas de Cisjordania en las que no hubiera población judía. A comienzos de 1994, las negociaciones sobre la autonomía se interrumpieron temporalmente después de que un colono judío matara al menos a 29 palestinos árabes en una mezquita en Hebrón, en Cisjordania. En mayo de 1994, las tropas israelíes se retiraron de Jericó y de las ciudades y campos de refugiados de la franja de Gaza y esta área quedó bajo la administración de la Autoridad Nacional Palestina. En julio de 1994, el primer ministro Rabin y el rey Hussein de Jordania firmaron un tratado de paz que ponía fin a 46 años de enfrentamientos entre ambos Estados. El acuerdo, que se firmó en la Casa Blanca en presencia del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, asentó las bases para un tratado de paz definitivo.
El primer ministro israelí, Isaac Rabin, fue asesinado el 4 de noviembre de 1995 en Tel Aviv por un judío perteneciente a un grupo de extrema derecha hasta entonces desconocido. Fue sustituido por Simón Peres. Los sucesivos atentados terroristas indiscriminados llevados a efecto por miembros del grupo fundamentalista islámico Hezbolá, provocaron en 1996 el bombardeo israelí del sur del Líbano como represalia.
En las elecciones celebradas en mayo de ese mismo año, Simón Peres resultó derrotado por el candidato derechista del Likud, Benjamín Netanyahu, por un estrecho margen de votos. Se inició entonces un estancamiento, cuando no un retroceso, en el proceso de paz puesto en marcha años antes, pese a las presiones ejercidas por la comunidad internacional (con Estados Unidos a la cabeza) y la moderación con que actuó la Autoridad Nacional Palestina presidida por Yasir Arafat.
Pese al estancamiento de las negociaciones con los palestinos, en enero de 1997 se completó y firmó el acuerdo por el que Israel se comprometía a la retirada de sus tropas del núcleo urbano de Hebrón. En concreto, el desalojo incluía el 80% de la ciudad, manteniendo su presencia en torno a los asentamientos judíos existentes. No obstante, las autoridades israelíes decidieron un mes después poner en marcha su proyecto de construcción de viviendas en Jerusalén Este, lo que fue considerado por los palestinos como una violación de los acuerdos firmados. Las negociaciones entraron de nuevo en un punto muerto. Los ataques terroristas perpetrados por grupos islamistas a mediados de 1997 llevaron a que Israel demandara a las autoridades palestinas una mayor eficacia contra las actividades de esos grupos. Particularmente preocupantes para Israel fueron los atentados suicidas con bomba efectuados por miembros del grupo islámico Hamas. En respuesta, agentes del Mossad, los servicios secretos israelíes, intentaron sin éxito asesinar en la capital jordana a Jaled Meshal, máximo dirigente de Hamas. La acción enturbió las relaciones jordano-israelíes.
Asimismo, los ataques efectuados por grupos islamistas libaneses en la zona de seguridad y el norte de Israel provocaron inquietud en el gobierno de Netanyahu. En 1998 Israel ofreció la retirada de la zona de seguridad, bajo control judío desde 1985, a cambio de que Líbano garantizase que no se producirían más ataques terroristas contra el norte de Israel. El gobierno libanés rechazó la oferta, proponiendo como alternativa la retirada incondicional del Ejército israelí.
Netanyahu obtuvo el respaldo de la Kneset pese a las críticas procedentes tanto de la izquierda como de la derecha parlamentaria. Su amenaza de obstaculizar la ocupación judía del sector oriental de Jerusalén, ordenado por un magnate estadounidense de origen judío, provocó la ira de los grupos derechistas, mientras que su apoyo a los asentamientos de colonos en Cisjordania, así como otras actuaciones, fueron contempladas por la izquierda como un intento por desmontar el proceso de paz iniciado años atrás. A comienzos de 1998, la coalición gubernamental salvó por un estrecho margen el voto de censura promovido por la oposición parlamentaria.
A mediados de ese mismo año se celebró el 50 aniversario de la creación del Estado de Israel. Mientras, las negociaciones de paz permanecían estancadas en lo referente a los temas fundamentales: así, Arafat rechazó conversar sobre asuntos de relevancia hasta que Israel no efectuara su retirada del sector de Cisjordania aún controlado por el Ejército hebreo, en tanto que Israel se opuso a seguir adelante con la retirada de sus tropas hasta que los palestinos no actuaran con mayor firmeza contra los grupos terroristas que amenazaban su seguridad.
El acuerdo alcanzado entre ambas partes en el mes de octubre - gracias a la mediación de la secretaria de Estado estadounidense, Madeleine Albright, y la participación del presidente estadounidense, Bill Clinton, y del monarca jordano, Husayn - preveía la retirada israelí de un 13% de Cisjordania a cambio de que la Autoridad Nacional Palestina se comprometiera a reforzar la seguridad en la zona. Pese a que la retirada se inició al mes siguiente, el primer ministro israelí optó por congelar la retirada en diciembre, lo que provocó una grave crisis política ante la incapacidad del primer ministro para alcanzar un acuerdo de paz definitivo con los palestinos. La Kneset, dividida, se decantó a favor de su autodisolución y de la convocatoria de elecciones para el mes de mayo, en las que se elegiría, por separado, al nuevo primer ministro y a los componentes de la nueva legislatura. Se esperaba que de los comicios surgiera una nueva mayoría parlamentaria que acometiera las conversaciones con otro talante distinto al mantenido por Netanyahu, que se presentó a la reelección.
El triunfo correspondió al candidato laborista, Ehud Barak, un general retirado que prometió la consecución de una paz estable basada en la fortaleza y la seguridad. Netanyahu, derrotado, anunció su dimisión como máximo dirigente del Likud y su retirada de la vida política. El 6 de julio de 1999, Barak formó un gobierno de coalición que contó con el respaldo de un Parlamento escorado hacia la izquierda, en el que los pequeños partidos se constituyeron en árbitros de la situación frente a la evidente pérdida de votos de las grandes formaciones, en particular del Likud.
El nuevo gabinete, integrado inicialmente por nueve laboristas, cinco representantes de partidos religiosos y otros cinco de grupos de centro y de izquierda, y ampliado en agosto con cinco nuevos miembros, entre los que se encontraban dos representantes de los movimientos pacifistas, puso como objetivo de su principal actividad la obtención de la paz en Oriente Próximo. En septiembre de ese año, Barak firmó con Arafat la aplicación de los acuerdos establecidos en octubre del año anterior pero paralizados poco después por Netanyahu. El pacto modificaba el anterior en el sentido de ampliar los territorios palestinos en Cisjordania a cambio de nuevas medidas de seguridad para Israel. El gobierno de Barak aprobó el 5 de marzo de 2000 la retirada del Ejército israelí del sur de Líbano antes del mes de julio de ese año.
Las primeras conversaciones de paz global entre Israel y delegaciones que representaban a los palestinos y a los Estados árabes vecinos se iniciaron en octubre de 1991, en Madrid, en la Conferencia de Paz sobre Oriente Próximo. Después de que el Likud perdiera las elecciones parlamentarias en junio de 1992, el líder del Partido Laborista, Isaac Rabin, formó un nuevo gobierno.
En las elecciones celebradas en mayo de ese mismo año, Simón Peres resultó derrotado por el candidato derechista del Likud, Benjamín Netanyahu, por un estrecho margen de votos. Se inició entonces un estancamiento, cuando no un retroceso, en el proceso de paz puesto en marcha años antes, pese a las presiones ejercidas por la comunidad internacional (con Estados Unidos a la cabeza) y la moderación con que actuó la Autoridad Nacional Palestina presidida por Yasir Arafat.
Las negociaciones entre Israel y Siria, que habían continuado de manera esporádica desde el final de la Conferencia de Paz celebrada en Madrid en 1991, también se vieron afectadas con la llegada del Likud al poder. El presidente sirio Hafiz al-Assad había valorado como muy positivos los progresos realizados a mediados de la década de 1990 y esperaba continuar las negociaciones de paz en el punto en el que las habían dejado él y los anteriores gobernantes israelíes. Sin embargo, Netanyahu y sus socios de coalición eran partidarios de volver a fijar las bases para un futuro acuerdo y renegociar los asuntos centrales, lo que provocó la paralización del proceso. El futuro de los Altos del Golán, la paz y la normalización de relaciones, así como el control sobre los recursos acuíferos, quedaron de este modo sin resolver.
Pese al estancamiento de las negociaciones con los palestinos, en enero de 1997 se completó y firmó el acuerdo por el que Israel se comprometía a la retirada de sus tropas del núcleo urbano de Hebrón. En concreto, el desalojo incluía el 80% de la ciudad, manteniendo su presencia en torno a los asentamientos judíos existentes. No obstante, las autoridades israelíes decidieron un mes después poner en marcha su proyecto de construcción de viviendas en Jerusalén Este, lo que fue considerado por los palestinos como una violación de los acuerdos firmados. Las negociaciones entraron de nuevo en un punto muerto. Los ataques terroristas perpetrados por grupos islamistas a mediados de 1997 llevaron a que Israel demandara a las autoridades palestinas una mayor eficacia contra las actividades de esos grupos. Particularmente preocupantes para Israel fueron los atentados suicidas con bomba efectuados por miembros del grupo islámico Hamas. En respuesta, agentes del Mossad, los servicios secretos israelíes, intentaron sin éxito asesinar en la capital jordana a Jaled Meshal, máximo dirigente de Hamas. La acción enturbió las relaciones jordano-israelíes.
Asimismo, los ataques efectuados por grupos islamistas libaneses en la zona de seguridad y el norte de Israel provocaron inquietud en el gobierno de Netanyahu. En 1998 Israel ofreció la retirada de la zona de seguridad, bajo control judío desde 1985, a cambio de que Líbano garantizase que no se producirían más ataques terroristas contra el norte de Israel. El gobierno libanés rechazó la oferta, proponiendo como alternativa la retirada incondicional del Ejército israelí.
Netanyahu obtuvo el respaldo de la Kneset pese a las críticas procedentes tanto de la izquierda como de la derecha parlamentaria. Su amenaza de obstaculizar la ocupación judía del sector oriental de Jerusalén, ordenado por un magnate estadounidense de origen judío, provocó la ira de los grupos derechistas, mientras que su apoyo a los asentamientos de colonos en Cisjordania, así como otras actuaciones, fueron contempladas por la izquierda como un intento por desmontar el proceso de paz iniciado años atrás. A comienzos de 1998, la coalición gubernamental salvó por un estrecho margen el voto de censura promovido por la oposición parlamentaria.
A mediados de ese mismo año se celebró el 50 aniversario de la creación del Estado de Israel. Mientras, las negociaciones de paz permanecían estancadas en lo referente a los temas fundamentales: así, Arafat rechazó conversar sobre asuntos de relevancia hasta que Israel no efectuara su retirada del sector de Cisjordania aún controlado por el Ejército hebreo, en tanto que Israel se opuso a seguir adelante con la retirada de sus tropas hasta que los palestinos no actuaran con mayor firmeza contra los grupos terroristas que amenazaban su seguridad.
El acuerdo alcanzado entre ambas partes en el mes de octubre —gracias a la mediación de la secretaria de Estado estadounidense, Madeleine Albright, y la participación del presidente estadounidense, Bill Clinton, y del monarca jordano, Husayn I— preveía la retirada israelí de un 13% de Cisjordania a cambio de que la Autoridad Nacional Palestina se comprometiera a reforzar la seguridad en la zona. Pese a que la retirada se inició al mes siguiente, el primer ministro israelí optó por congelar la retirada en diciembre, lo que provocó una grave crisis política ante la incapacidad del primer ministro para alcanzar un acuerdo de paz definitivo con los palestinos. La Kneset, dividida, se decantó a favor de su autodisolución y de la convocatoria de elecciones para el mes de mayo, en las que se elegiría, por separado, al nuevo primer ministro y a los componentes de la nueva legislatura. Se esperaba que de los comicios surgiera una nueva mayoría parlamentaria que acometiera las conversaciones con otro talante distinto al mantenido por Netanyahu, que se presentó a la reelección.
El triunfo correspondió al candidato laborista, Ehud Barak, un general retirado que prometió la consecución de una paz estable basada en la fortaleza y la seguridad. Netanyahu, derrotado, anunció su dimisión como máximo dirigente del Likud y su retirada de la vida política. El 6 de julio de 1999, Barak formó un gobierno de coalición que contó con el respaldo de un Parlamento escorado hacia la izquierda, en el que los pequeños partidos se constituyeron en árbitros de la situación frente a la evidente pérdida de votos de las grandes formaciones, en particular del Likud.
El nuevo gabinete, integrado inicialmente por nueve laboristas, cinco representantes de partidos religiosos y otros cinco de grupos de centro y de izquierda, y ampliado en agosto con cinco nuevos miembros, entre los que se encontraban dos representantes de los movimientos pacifistas, puso como objetivo de su principal actividad la obtención de la paz en Oriente Próximo. En septiembre de ese año, Barak firmó con Arafat la aplicación de los acuerdos establecidos en octubre del año anterior pero paralizados poco después por Netanyahu. El pacto modificaba el anterior en el sentido de ampliar los territorios palestinos en Cisjordania a cambio de nuevas medidas de seguridad para Israel. El gobierno de Barak aprobó el 5 de marzo de 2000 la retirada del Ejército israelí del sur de Líbano antes del mes de julio de ese año.
LA HOJA DE RUTA.
La formulación de un nuevo plan de paz, la denominada Hoja de Ruta, auspiciada por Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y la ONU, supuso, a mediados de 2003, un tímido reinicio del diálogo y trajo un frágil alto el fuego. Tal circunstancia se produjo, en buena parte, gracias a la figura de Mahmud Abbas, quien desde abril de ese año ejercía el cargo de primer ministro palestino (asumiendo determinadas funciones hasta entonces en manos de Arafat, al cual Sharon rechazaba como interlocutor y acusaba de no hacer nada por evitar las acciones terroristas). La actitud de los grupos palestinos más extremistas, partidarios de proseguir la lucha armada, y la reacción de los sectores israelíes más conservadores, para los que era inaceptable contemplar el establecimiento de un Estado palestino, como hacía la Hoja de Ruta, dificultaron de momento su aplicación.
En enero de 2004, Sharon anunció su intención de promover un plan para proceder a la retirada israelí de la franja de Gaza. El oficialmente denominado Plan de Desconexión (que terminó de enfrentar a Sharon con el ala más dura de su partido y de su gobierno, así como, en general, con el conjunto del conservadurismo radical) fue aprobado en octubre de 2004, con un elevado coste político para el primer ministro, que consiguió su tramitación parlamentaria gracias al apoyo de la oposición y vio como su gobierno veía cada vez más reducido su apoyo en la cámara. En diciembre de ese año, incluso, Sharon destituyó a los cinco ministros del Shinui, que votaron en contra de los presupuestos para 2005 con la intención de bloquear la materialización del plan de evacuación de Gaza. Sharon decidió pactar con la izquierda y formar otro gobierno de unidad nacional. Su nuevo ejecutivo, en el que ingresaron los laboristas y el ultraortodoxo Torá y Judaísmo, fue investido por la Kneset en enero de 2005.


También en enero de 2005, Abbas se convirtió en presidente de la Autoridad Nacional Palestina tras vencer en las elecciones que fueron convocadas al morir Arafat en el anterior mes de noviembre. De inmediato, Sharon le invitó a retomar el diálogo y Abbas comprometió su gestión a la consecución de un alto el fuego. Después de celebrarse una cumbre entre ambos el 8 de febrero, en Sharm el Sheij (Egipto), Sharon y Abbas anunciaron haber alcanzado un acuerdo para poner fin a la violencia y reiniciar las negociaciones de paz según el camino marcado por la Hoja de Ruta.
En agosto de ese año 2005, fueron desmantelados los 21 asentamientos israelíes de Gaza, que tuvieron que abandonar sus, aproximadamente, 8.000 colonos. Asimismo, el día 12 del mes siguiente, se retiraron las últimas tropas que Israel mantenía en aquel territorio. La verificación del Plan de Desconexión, la gran apuesta de Sharon (que le enfrentó a buena parte de la derecha y al movimiento colono), puso así fin a un periodo de 38 años durante el cual Israel había prolongado su ocupación de la franja, que pasó a depender de la ANP (aunque Israel conservaría el control de las aguas jurisdiccionales, del espacio aéreo y de las fronteras).
También en 2005, en noviembre, las elecciones internas del Partido Laborista otorgaron el triunfo a Amir Peretz, quien derrotó a Peres. En el transcurso de ese mismo mes, el nuevo líder de la izquierda puso fin a la participación laborista en la coalición gubernamental de Sharon y demandó la convocatoria de comicios anticipados. Sharon, discutido como ya se ha dicho por sectores del Likud y abandonado ahora por el laborismo (de cuyo apoyo parlamentario dependía el gobierno) promovió el adelanto electoral requerido por Peretz, renunció a la presidencia del Likud y a su militancia en el mismo, y anunció que concurriría a las elecciones (fijadas para el 28 de marzo de 2006) como candidato a primer ministro por un nuevo partido, Kadima (Adelante).
Sin embargo, el 4 de enero de 2006, Sharon sufrió un grave infarto cerebral y, tras ser intervenido quirúrgicamente y quedar en situación de coma inducido, su viceprimer ministro, Ehud Olmert, se convirtió en primer ministro en funciones. Aquel primer mes de 2006 todavía depararía más incertidumbres para el futuro de Israel y, en general, de Oriente Próximo; el día 25, Hamas lograba la victoria por mayoría absoluta en las elecciones legislativas palestinas, lo que ponía a dicha organización radical en claras condiciones de constituir el gobierno de la ANP (lo haría, el 29 de marzo, con Ismail Haniya como primer ministro). Olmert anticipó que las relaciones del ejecutivo israelí con uno palestino formado por Hamas estaban supeditadas a que el grupo extremista rechazara de forma explícita el terrorismo, reconociera al Estado de Israel y renunciara a su destrucción, y respetara los acuerdos alcanzados desde 1993 entre israelíes y palestinos. En los esperados comicios israelíes del 28 de marzo de ese año 2006, Kadima fue, con 29 escaños, la formación que logró mayor representación; a continuación quedó el Partido Laborista (20), en tanto que el Likud sufrió una auténtica debacle al obtener tan solo 12 diputados (al igual que el ultraortodoxo Shas). En mayo, Olmert (que el mes anterior había sustituido oficialmente como primer ministro a Sharon, cuya incapacidad para ejercer el cargo fue declarada permanente) pasó a presidir un gabinete de coalición en el que Kadima tendría por socios al Partido Laborista, Shas y al Partido de los Pensionistas.
A finales de junio de ese año 2006, milicianos palestinos mataron a dos soldados israelíes y capturaron a un tercero en un puesto de la frontera con Gaza. El gobierno de Olmert ordenó la detención de ocho ministros y 20 diputados de Hamas e inició la que sería una prolongada serie de ataques en la franja que costarían la vida a decenas de personas. Poco después, el 12 de julio, miembros de las milicias de Hezbolá del sur de Líbano atacaron la base fronteriza militar israelí de Zarit, matando a ocho militares y secuestrando a otros dos. Olmert calificó el hecho de “acto de guerra” y responsabilizó del mismo al gobierno de Líbano por su supuesta relajación en el cumplimiento de la resolución 1.559 de la ONU, que requería el desarme de Hezbolá (organización a la que la diplomacia israelí vinculaba directamente con Hamas, Siria e Irán). Tras negarse a un intercambio de prisioneros, Israel emprendió una severa ofensiva en Líbano, a la que Hezbolá respondió con el lanzamiento de cohetes contra ciudades del norte de Israel, como Haifa. Desde diversos medios de la comunidad internacional se condenó el desproporcionado uso de la fuerza empleado por el Ejército de Israel y la naturaleza indiscriminada de sus operaciones, que ocasionaron la muerte de numerosos civiles.
LA ACTUALIDAD.
Tras la retirada israelita de la franja de Gaza y tras un enfrentamiento civil entre palestinos, Gaza ha quedado – elecciones – en manos de los terroristas de Hamas – apoyados por Irán – y Cisjordania en manos de los ex terroristas de Al Fatah, los mismos que ni siquiera se entienden entre ellos.

CREDO LEGIONARIO.-



El espíritu del legionario: Es único y sin igual, de ciega y feroz acometividad, de buscar siempre acortar la distancia con el enemigo y llegar a la bayoneta.
El espíritu de compañerismo: Con el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos.
El espíritu de amistad: De juramento entre cada dos hombres.
El espíritu de unión y socorro: A la voz de ¡A mí la legión!, sea donde sea, acudirán todos y, con razón o sin ella, defenderán al legionario que pida auxilio.
El espíritu de marcha: Jamás un legionario dirá que está cansado hasta caer reventado. Será el cuerpo más veloz y resistente.
El espíritu de sufrimiento y dureza: No se quejará de fatiga, ni de dolor, ni de hambre, ni de sed, ni de sueño; hará todos los trabajos: cavará arrastrará cañones, carros; estará destacado, hará convoyes; trabajará en lo que le manden.
El espíritu de acudir al fuego: La Legión, desde el hombre solo hasta la Legión entera, acudirá siempre a donde oiga fuego, de día, de noche, siempre, siempre, aunque no tenga orden para ello.
El espíritu de combate: La Legión pedirá siempre, siempre, combatir, sin turno, sin contar los días, ni los meses, ni los años.
El espíritu de la muerte: El morir en el combate es el mayor honor. No se muere más que una vez. La muerte llega sin dolor y el morir no es tan horrible como parece. Lo más horrible es vivir siendo un cobarde.
La bandera de la Legión: Será la más gloriosa porque la teñirá la sangre de sus Legionarios.
Todos los hombres legionarios son bravos: Cada nación tiene fama de bravura; aquí es preciso demostrar qué pueblo es el más.
José Millán Astray y Terreros.

31 diciembre, 2008

ANDA QUE NO VA GENTE EN EL CARRO.-

Tras la navideña y regia metáfora del carro que debemos sacar del atolladero, lo dije aquí el domingo: «Mucha gente va en lo alto del carro, Majestad, como para que tengamos que tirar. Y no se baja ninguno...» Pero no es lo mismo decirlo así que ponerle caras a ese carro donde va más gente que en la carriola del Rocío que ponen en los programas rosas de la tele una y otra vez, y en la que salen Isabel Pantoja y Julián Muñoz oficiando el público morreo de la leña marismeña.
Un lector me ha escrito poniéndole caras al carro, caras andaluzas y sevillanas: «¿Usted se ha fijado bien en el carro ése del que hay que tirar ¿Ha reparado en lo que han metido dentro, usted? Yo lo he estado mirando despacito y se me ha puesto la pelleja como a un pollo de Simago con sarpullíos. Como esos horteras que van al Rocío montados en un remolque cantando lo del cordón renegrío, el carro en cuestión va empetao con los hermanos de Chaves y sus respectivas proles; con las familias de Zarrías, Monteseirín, el cursi de la pipa, Luis Pizarro, los asesores de la Junta y Diputaciones, los colocados en empresas públicas y a todo el ejército del carné en la boca, a quienes estamos obligados a mandarles el sueldo a su casa. Yo no sé usted, don Antonio, pero conmigo que no cuenten para tirar del carro...»
El carro, la verdad, tiene que ser grandecito. Todo lo contrario que una solución habitacional. En el carro, de momento, van los 644 asesores que tiene Zapatero en la Moncloa, que nos cuestan al año 28,3 millones de euros, más los 355.000 euros de «gastos de Palacio» y más los 45.000 euros en urinarios digitales para que estas criaturitas alivien sus vejigas con igual facilidad con la que su señorito nos alivia las carteras para mantener su corte del faraón.
En el carro van los 131 millones de euros que este verano, cumpliendo su tradición personal, espurreó Teresa Fernández de la Vega por diversos países sudamericanos, en su anual excursión con sus amigas, que es la versión aeronáutica, estival e hispánica del carro.
En el carro van los hijos y los nietos de exiliados en dichos países americanos, que hay que buscar para encontrar votos, y que nos van a costar 40 millones de euros.
En el carro van los bomberos militares de la UME, como si no hubiera bomberos en los ayuntamientos y las diputaciones, caprichito castrense de Zapatero que nos ha costado 1.660 millones de euros, como si el Ejército estuviera para apagar fuegos y para quitar la nieve en las carreteras, lo que hay que ver, mi coronel.
En el carro van los 20,3 millones que le quitamos al Tercer Mundo, para que Barceló hiciera su mamarrachada genial en la cúpula de la ONU.
En el carro va el cocheciño fantastiquiño de Touriño, que nos costó 480.000 euros.
En el carro va el plan para combatir la violencia machista, que nos cuesta 28,3 millones de euros.
En el carro van las «embajadas» de Cataluña, que nos costarán 95 millones de euros en el 2009, para que el hermano de Carod Rovira quede bien colocado.
En el carro va el Ministerio de Igual Da (que lo haya o no), cuyo montaje nos ha costado 83 millones de euros.
En el carro van los muebles del despacho de la Fernández de la Vega, que nos han costado 64.000 euros, anda que son de Ikea.
En el carro va el coche tuneado del tuneante Benach (he dicho tuneante, no tunante), que entre unas cosas y otras nos costó 89.276 euros, para que el muchacho tenga un reposapiés acorde con su alto rango de su mangancia.
En el carro va la mesa de Belloch, el alcalde de Zaragoza, que nos ha costado 180.000 euros, qué pedazo de mesa, ni la de la última cena de Leonardo.
En el carro van los informes encargados por la Generalidad de Cataluña, por ejemplo uno copiado y pegado de Internet que ha costado 12.000 euros y otro sobre el uso de ambientadores que ha costado 1.392 euros.
Y nadie se baja del carro. Y no se ahorra un solo euro de la cantidad de despilfarros y de gente inútil que van en lo alto del carro, y a pesar de ello hay que tirar de él.
¿Pues sabe usted lo que le digo? Que del carro van a tirar ellos. Con sus mulas todas.
Antonio Burgos.