06 mayo, 2006

DE COMO DEBE VERSE LA SEMANA SANTA DE MALAGA.-



Notas para una Guía dedicada a los foráneos.

La Semana Santa malagueña, manifestación de culto externo, como todas y por encima de cualquier otra cosa, la Redención a la vuelta de cualquier esquina, encierra también, en si misma, poesía. De olores, de sonidos, de sabores, de colores, de ritmo y movimiento: de espectacularidad. Y sin esa perspectiva estética, se puede perder gran parte de su visión de conjunto. Es por ello, que debe contemplarse con los sentidos bien despiertos, atentos a todos y cada uno de sus detalles, sin inútiles distracciones, con pasión, en suma. Unica­mente así, se podrá disfrutar de ella y de sus sensaciones, en plenitud. Cualquier otra postura resulta frívola por antiestética y, naturalmente, por antilitúrgica.
Comprenderla, es tener presente y entender el espíritu de Trento, con el que nació y no olvidar a aquella originaria Andalucía oriental, recién conquistada, que pronto se convertiría en un trocito de Castilla, sonriente y “exagerao”. ¿Que les pasa a los iconoclastas por sus cabezas? ¿ Que no quieren culto a las imáge­nes? Pues en esta Castilla, crisol de España, ejemplo de lo mariano en Europa, a Nuestra Madre la vamos a tener en imagen y vamos a Sacarla a la calle y la vamos a sacar guapa, elegante y enjoyada: Como Ella se mere­ce. Fue la respuesta de entonces, tradición andaluza ya, de aquellos castellanos recién afincados en la tierra de María Santísima, a los que el ajo blanco de la tierra, los almendros en flor por la Navidad y el sol medite­rráneo, calentó las ideas, iluminados por Ella, en tanto se admiraban contemplando el azul del cielo malagueño, el azul - Málaga, y el otro, el de la bahía, por la que era menester ir apartando a los chanquetes, para navegar incluso sobre barquillas que, sin duda, soñaban con singladuras de mayor porte a lo ancho del Mare Nostrum.
Y a los iconoclastas de hoy, a los que se escandalizan de la riqueza artesanal de las Hermandades, además de recordarles el molino y su piedra, les aseguro que un serio y concienzudo estudio económico — alguno se ha hecho ya — demostraría que el valor en venta de todos los enseres procesionales, proporcionaría, inver­tido convenientemente, menos horas de trabajo que las que las Cofradías inducen a lo largo de cada año, a imagineros, tallistas, orfebres, bordadores, músicos, carpinteros, electricistas, etc. Por tanto, es innegable la función social de las Hermandades en este campo. Señalemos, también, que sin ella, probablemente se perde­rían tradiciones artesanales y artísticas, al no tener salida su producción y, así mismo, la otra faceta de labor social, la interna, ejemplo de la cual — habría otros muchos en otras Hermandades — puede ser el mante­nimiento durante años, cuando la enseñanza no era obligatoria, de un colegio para niños quienes, sin él, acaso jamás hubieran gozado de una instrucción como la que tuvieron.
Aunque suelo aconsejar a todo el mundo, que llegue a Málaga el Viernes de Dolores — y se quede hasta el Domingo de Resurrección — para poder contemplar el Traslado de los Sagrados Titulares de la Cofradía de la Expiración, este año no se que decir, ya que la Semana Santa “comienza antes”, que este año, al Santísimo Cristo de la Buena Muerte, al Cristo que fuera de Mena y, desde hace cincuenta años ya es de Palma, se le va a poder ver cuatro veces en la calle: dos, en la Semana de Pasión
(Es evidente que sobran Cofradías el Viernes Santo y ninguna sale el Sábado, lo que a algunos nos resulta incomprensible. Y no solo porque en otras capitales andaluzas la decisión de la autoridad religiosa sea diferente, sino porque dentro de la misma Diócesis, en Alhaurín el Grande, podemos ver nazarenos en la calle en Mayo e incluso después, habiendo sido imposible, hasta ahora, conseguir pareja autorización para el Sábado Santo en la capital).
No permanezcan fijos y quietos en ese Itinerario Común, que es el llamado “Recorrido Oficial”; salgan también de ella, vean las procesiones, también, “entre calles”; cada cual en su sitio:
La Pollinica, bajo los álamos, en el sol y sombra del Domingo de Palmas, después de haberla visto salir situados en el Patio de los Naranjos, reflejado el trono de María Santísima del Amparo en los cristales del edificio de la esquina. A “La Conchi”, — mientras suena una canción guerrera que, es también, Himno sacro­santo — saliendo de su Tinglado, sí, con mayúsculas, que cuando todos desaparezcan debería quedar el “del Huerto”, que ya forma paisaje eterno en la arquitectura urbana semanasantera de la entrañable plaza de los Santos Mártires. Imploren su Gran Perdón en Capuchinos, donde a Jesús le Prenden sus hermanos para llevarlo, en volandas, por Humilde — también victoriano — entre besos de amor que no de Judas y Saluden a un Nazareno de aquel barrio, pidiendo a la Reina de los Cielos, su Patrocinio. A María Santísima de la Paz, acérquense a verla a su capilla de la estación, el Sábado de Pasión, recién terminada la Cena, con tiempo para llegar, con Gracia y con Esperanza, al Traslado de Estudiantes por si al día siguiente no les da lugar a hacerlo. Y a María Santí­sima de la Salud véanla salir, de rodillas, de su sede, que así pide Ella a sus portadores el primer “tirón” — que aquí no hay costal, ni trabajadera, ni pasos a los que dar una “chicotá” — para no rozar su palio con el dintel de San Pablo. Y así lo hacen, sin roces, para poder entrar, de la misma manera en Su Reino, el de los Cielos. Quizás escuchen “Campanilleros”; no hagan caso, esa marcha ni es malagueña, ni se acompasa con el corto y marinero paso de Málaga. Ya dejarán de tocarla, si es que así lo quieren. Casi sin acostarse, casi sin haber dormido, ¿para que?, vayan a la Trinidad, cuando la fresca brisa del alba del Lunes vivifica la cara. Y no vayan solos: con quién mas quieran y de la mano; serán, para siempre, su Cautivo. Y, antes de que calle Larios sea un mar de capas y túnicas blancas, véanle bajar Su calle Carril mientras el aire se espesa, blan­queando igualmente, y relucen, más y más, las mil estrellas del Mediterráneo que, en ese momento, también se hacen Trinitarias. Antes, con Pasión, se habrán acercado a la Catedral, hecho Estación de Penitencia con María Santísima del Amor Doloroso en ella, contemplado el plateresco Pórtico de la Gloria malagueño en la Parroquia del Sagrario y escuchado a los estudiantes el entonar del “Gaudeamus” allí mismo, en la Plaza de Obispo. Al “Señó Manué” y a La Virgen de la O, donde les “pille” es buen sitio, pues en todos podrán sentir la manera de entender su Fe por otros cristianos mas morenos. Que entre las dos últimas Hermandades debe estar la Semana Mayor malagueña, ni más seriedad, que sería tristeza, ni más “bulla”, que podría ser irreverencia. Por eso, no aplaudan al paso del trono de respeto, silencio y oscuridad, de Nuestra Señora de los Dolores del Puente cuando la acompañen, un ratito, por el camino que, desde el Llano de Doña Trinidad, lleva a su sede canónica de Santo Domingo. No lo hagan que a Sus hermanos no les gusta. Y no me pregunten por que pues lo ignoro, tanto, como no lo comprendo.
El Martes, es día en el que un barrio, el de la Victoria, se hace trono alrededor de la Plaza de la Merced, la más cofradiera. Por la mañana, pueden ver el Traslado de los Sagrados Titulares de la Cofradía de la Sentencia, desde la iglesia de Santiago hasta sus tronos, simultaneándolo acaso, con un concierto de marchas procesionales. Y por la tarde, allí mismo, bajo la casa donde vivió Picasso, pueden ver el paso de sus tres Hermandades. Y entre tres flores de Gracia y sus sones de malagueña, rezar un Rosario, llenas la cara y el alma de Rocío, en tanto en la tarde, el azul celeste se torna rojo púrpura y nos sentimos Rescatados por la mas Justa de las Sentencias, cerquita de una preciosa capilla, la de calle Agua. Antes, en el centro, se habrán acercado a San Julián para ver como sale, rodeada por el aroma de los claveles de su manto y el calor de los malagueños, María Santísima de las Penas y Su Hijo Agonizante. Si miran al firmamento y siguen a La Estrella, ánforas rosa y luz, les llevará hasta Santo Domingo, donde se encierra junto a Jesús Humillado, caoba y plata con cabos blancos, recién comenzada la madrugada. Y después, vuelvan al barrio de La Victoria por la Cruz Verde, para seguir junto a María Santísima del Rocío, hasta San Lázaro, bien entrados, ya, en la noche.
Gracias a una puerta nueva, los hermanos de las Cofradías Fusionadas de San Juan, pueden salir “de dentro” cada Miércoles. Un poco después y desde que se construyó, entre calle Marques y calle Moreno Carbonero, geranios macizando balcones, revive el pintor malagueño que presta su nombre, un momento cada año, al paso de Nuestra Señora del Mayor Dolor, que sigue a su Hijo, Azotado, Exaltado y Ciego por Agonizante, en una Trinidad de tronos, camino de la Alameda. Vayan a ver a María Santísima del Amor, lucero encendido y aroma divino, entre los jardines de Puerta Oscura y dediquen un recuerdo a Ahmed el Zegrí, que murió por no perderlos donde, a su paso, los ángeles La coronan de rosas y jazmines mientras Ella sigue a Su Hijo, Nazareno Rico y Liberador. Feminizado el sustantivo, cualquier lugar parece Puente sobre el río Cedrón si es María Santísima, Paloma madrileña trasplantada en morena de ojos verdes para ser la mas guapa de las malagueñas, quien pasa sobre su enorme trono entre sones de Artola y de la tierra, llenando la calle y haciéndola estallar con su inmensa belleza y rodeada por las alas blancas del Espíritu Santo hasta su encierro, que les insto a conocer. Acaso por la Alameda, sea buen sitio para ver al Cristo de la Sangre, el que un día, al decir de las buenas gentes que así lo vieron, hiciese de Socorrista por las playas de San Andrés. Al morado de su castellano Pendón, sigue el del manto de María Santísima de Consolación al que el brillo de las estrellas, torna en lila. Y acérquense a Cristo Expirando según Benlliure, si desean ver la caoba de su trono renacentista que, desde lejos, la plata sobredorada lo impedirá y para contemplar, detalladamente, el catedralicio trono de María Santísima de los Dolores Coronada y admirar los enseres de la Hermandad, joyas de orfebrería y bordado, lo que igualmente puede hacerse en su Casa Museo.
En la mañana del Jueves les animo a contemplar, en Santo Domingo, cómo los Guiones y Banderines que portan aquellos hombres heridos con zarpa de fiera, — La Legión es tal que un matrimonio por amor de verdad y emocionante, nada importa su vida anterior — son rendidos ante su Protector Cristo de la Buena Muerte, también en recuerdo a sus Caídos. Ya en la noche, los cristales de las ventanas de Málaga parece que van a romper por las vibraciones de las largas trompetas de Africa, delante ya, de La Virgen antequerana con cara de niña, halo por corona y palio ochavado, que desfila al son de una Salve con aroma de boquerones victorianos y conchas finas, cuyo frescor transforma la noche en bajorrelieves de Amor. Antes, se habrán acercado hasta el Convento de las Catalinas para ver la salida de Los Viñeros y de, los que no siéndolo, también meten el hombro cuando hace falta. Y después, por los callejones del Perchel, ensueños de luna llena, balcones “chorreaos” en gitani­lla, contemplar el comienzo de su Estación de Penitencia, del “Chiquito” y de Nuestra Señora, La que no sola­mente Intercede, La que Todo lo Puede, La que remata las barras de Su palio con preciosas flores de lis. Cuando El Nazareno ponga a la ciudad de rodillas, en tanto la bendice, procuren estar cerca de las Cuatro Calles y, mientras María Santísima se acerca para Coronar las Esperanzas de todos, — Ella contempla la Bendición de Su Hijo desde la Alameda, porque así de largo es el cortejo — pensarán que es imposible que su enorme trono barroco entre por calle Granada sin romper los luminosos que sobran, como Cristo Expirando rompía tulipas por calle Pavía. Luego vayan al cauce del otro río de Málaga, el que nace en la cascada de La Aurora, describe, para empezar una “Z”, de Zamarrilla, naturalmente y que desemboca para siempre en la Trinidad, a formar parte del mar de gentes que acompañan a María Santísima de la Amargura hasta Su vieja Ermi­ta, la de la airosa espadaña, para ser antorcha roja, como la rosa de Su pecho y alumbrarle durante el encie­rro, junto a Su Hijo, Nuestro Señor de los Milagros, cuyo trono es uno de los mejor llevados en la Semana Mayor. Soporten estoicamente los empujones, ahogados por la multitud que les rodea y por el humo de las benga­las de luz roja que se queman, y podrán contemplar a las cabezas de varal de ambos tronos, que se acercan hasta una distancia de centímetros y como, durante la interminable mecida, la música, la Marcha Real, tocada por dos bandas que se turnan y, en ocasiones, se interrumpen, los aplausos de la multitud, los gritos de mayordomos y capataces tratando, inútilmente, de echar abajo los tronos con apresurados toques en sus campanas, el incesante repicar de campanillas agitadas nerviosamente por nazarenos emocionados, el tintineo de tulipas y arbotantes y mil sonidos mas, confundiéndose, constituirán una sinfonía en sus corazones. Una sinfonía única, — que hasta las estrellas se asoman a su infinito balcón, como los buenos banderilleros, para poder escucharla — de luna morena y noches claras, al compás de La Victoria.
Cerca de las flores del Parque, al pie de Gibralfaro, acompañen la salida de la Hermandad del Des­cendimiento, entre Corachas de luces y sombras. Y no tengan demasiada pena, aunque alguna sientan, al comprobar que calle Lagunillas — otrora tan cofradiera — haya dejado de ser también cada Viernes, simultáneamente, la de La Caridad y la de El Amor, el Crucificado pequeño, que nos contempla con el Amor de Cristo, para redimirnos con Su muerte, un ratillo después de que le toque salir. Pero pueden verlos, igual que a La Sagrada Mortaja, cuando bajen de la Victoria. De la iglesia de San Juan, sale, en un sencillo trono, el Cristo de la Redención, de la Trinidad La Soledad de San Pablo, — sugiero se dirijan hasta allí para verla en su barrio, entre sus gentes — y desde la de los Santos Mártires, trasladan los hermanos del Sepulcro, a Cristo Yacente y al Nuestra Señora de la Soledad, hasta sus magníficos tronos, el de Cristo grandioso catafalco diseñado por el pintor Moreno Carbonero, momentos antes de hacer su Estación de Penitencia, entre sus pinturas y las de Revello del Toro. Véanlos también por calle Larios, acompañados de fusiles a la funerala, junto a Nuestra Señora de La Piedad y a la Dolorosa de Ortíz, pequeña, a cuyo paso, portada por siervos malagueños de gala, se apagan las luces, como se oscureció el sol aquel día, al son de tambores destemplados redoblados por nazarenos con capiro­te de luto.

Finalmente el Domingo, la Agrupación de Cofradías saca a la calle a Cristo Resucitado con nazarenos de todas las Hermandades, conmemorando el Misterio y siendo la primera que lo hizo en Andalucía.
Vengan, pues, con el espíritu abierto y despiertos los sentidos, que encontraran a Málaga, “cantaora”, entonando a los cuatro vientos por martinete y por soleá, dispuesta a recibir con el corazón a todos, como solo ella sabe hacerlo, en la seguridad de que se volverán con Málaga, la hospitalaria, claro, dentro del corazón. Y hasta el aire les parecerá distinto. Y es que así es, que el azahar, aroma cofrade, encaje de Chantilly por verdiales, lo hace posible. Antes, la primavera habrá puesto su contrapunto multicolor, estallando admirada en la Axarquía, al conjuro de un toque de campana habrá dejado de oírse un fandango en Comares y será entonces cuando las calles se llenen de las grandiosas jábegas barrocas o renacentistas, que los malagueños inventaron para sacar a la calle a Dios y a Su Madre, que aquí no hay “Expo”, hay “Esto”, Málaga...
¿Para que más?

NEFASTAS INFLUENCIAS.-


I.- GENERALIDADES.-
En una España constitucionalmente autónoma, se hace resal­tar, se fomenta y se subvenciona desde las Instituciones el hecho diferencial, incluso remarcando sus aspectos comarcales y/o provinciales. Paralelamente en Málaga, en el aspecto de la Semana Santa, viene desvirtuándose, desde hace unos años, ante la pasi­vidad de la mayoría. Creo necesario resumir todas estas pérdidas de la propia identidad para tratar de concienciar a la opinión cofrade ante lo que yo considero ataques al acervo cultural tradicional dentro del mundillo de las Hermandades. En una primera aproximación al tema, me limitaré a enumerar someramente cuales son las agresiones a que me refiero:

Se está subvirtiendo el vocabulario cofrade malagueño, al introducir palabras foráneas. Se sacan a la calle, por parte de algunas Hermandades, tronos que casi son "pasos", con campana y varales. Como causa del proceso histórico de la Reconquista, se pretende por algunos, convencernos de que el único canon a imitar está a poniente, cuando, en realidad, el estilo malagueño nace a levante, en Vélez, cuna de grandes cofrades. Se abandonan costumbres locales, como la de la de mover los grandes tronos de Virgen a la carrerilla, con el fútil "pretexto" de que los actuales hermanos portadores, no sabrían hacer lo que los antiguos hombres de trono, a los que de manera tan brillante, sustituyeron, sal­vando a nuestra Semana Mayor de su desaparición, etc. Una Semana Santa andaluza uniforme, tomando "religiosamente" como canon el de Sevilla, constituiría una pérdida de valores culturales locales, absurda e innecesaria, que únicamente benefi­ciaría a la ciudad del Guadalquivir. Porque si un posible visi­tante, hubiese de enfrentarse a la decisión de elegir entre una copia -- que siempre sería una mala imitación -- y el original, se decidiría por este con toda seguridad. Los desfiles procesionales de Semana Santa son, sobre todo, una manifestación religiosa de culto externo, pero tienen, sin ninguna duda, connotaciones sociológicas, sociales, artísticas y artesanales, estéticas y también económicas, de gran trascenden­cia estas dentro del sector de servicios de la ciudad. Por este aspecto, por el de conservar el patrimonio cultural local y por amor propio, creo que hemos de luchar porque no se pierda lo que amamos.

II.-VOCABULARIO COFRADE. TAMAÑO DE LOS TRONOS. TALANTES.-

Hace treinta años, no se escuchaba, para nada, por Málaga la palabra "paso". Hoy a algunos, parece producirles cierta exquisi­tez erudita, que a mi juicio se traduce en cursilada, confundir ambas cosas, tan distintas. Pero el asunto no tendría mayor trascendencia, si no se hubiese traducido en algo real: algunas Hermandades salen a la calle con tronos que son algo muy lejano a la concepción tradicional local. A la preocupante proliferación de exageradamente pequeños "tronitos", amparados en las dimensio­nes, que por otra parte permiten bastante más, de la puerta de la Santa Iglesia Catedral, hay que añadir cierto talante ejempla­rizante, de silencios impuestos y seriedades tan exageradas como importadas. Ni mas silencios que los necesarios para que todo no se convierta en tristeza, ni mas "bullas" que pudieran ser irre­verentes. Y no es que, en Málaga, los tronos sean grandes, es que algunas puertas son pequeñas y bien que lo han demostrado los hermanos de las Cofradías Fusionadas de San Juan. El noble deseo de "salir de dentro" y el explicable de evitar el coste de la construcción de una Casa Hermandad, no debe confundir a los cofrades responsables a la hora de tomar decisiones.
Hoy se escuchan, afortunadamente, quejas sobre la utiliza­ción de otras expresiones, "mesa de Hermandad", "hermano de luz", "simpecado", etc. que podrían traducirse, igualmente, en algo tangible en unos años, desgraciadamente.
No puede ser producto de la casualidad, que todas las expre­siones "nuevas" y todos los giros estéticos, vayan siempre en la misma dirección. En este sentido, si bien es cierto que la Semana Santa andaluza tiene mas antigüedad allí donde la Reconquista se produjo primero, también lo es que cuando ya había procesiones en Valladolid, aun reinaba en Sevilla el poeta Almotamid. Si el criterio fuese el de la antigüedad, habría que retroceder hasta las catacumbas, donde, posiblemente, se realizaron las primeras "procesiones". Y es que cuando los castellanos llegaron a la vieja Al - Andalus, se adaptaron a cada comarca según era aquella, y aquí, recibieron las influencias de los almendros en flor por la Navidad, el azul de la bahía y el sol del Mediterráneo, que calentó sus ideas y que los iluminó por mandato de Ella, hasta hacerles, tras generaciones, realizar las cosas a su estilo, diferente de otros de la misma tierra de María Santísima.
Y es que si Andalucía se denomina así, en recuerdo de su viejo nombre árabe, Andalucía oriental es más andaluza por más mora. Guste, o no guste. Y sin complejos.
Y si alguien piensa en radicalismo por mi parte, le ofrezco una reflexión puramente carnavalesca: si cuando Napoleón llegó a las Puertas de Tierra, los gaditanos se hubieran mostrado modera­dos, ahora, en lugar de cantar por tanguillos, cantarían "La Marsellesa".

III.- SEMANA SANTA, SEVILLA Y ACOMPAÑAMIENTO MILITAR.-
Creo innecesario insistir sobre el hecho comprobado de que el acompañamiento militar en nuestra Semana Mayor, es tradición secular y no algo que nace después de la guerra civil. El que afirme lo contrario se equivoca, o quiere confundir a los demás. Pues bien: cómo una nota mas de que todos los intentos de variar lo genuinamente malagueño tienen el mismo origen, es conveniente hacerse eco de un libro del ilustre cofrade sevillano J. Carrero, Hermano Mayor de la Hermandad de las Penas de San Vicente cuando lo escribió: "Anales de las Cofradías sevillanas" (Sevilla, 1.984).
Recoge, que en el año 1.939, por iniciativa del general Millán Astray, La Legión desfiló con la Cofradía de Estudiantes de allí (Cristo de la Buena Muerte y Nª. Sra. de la Angustia) y cuenta lo que aconteció, para resaltar "la seriedad de la Herman­dad". Para comenzar afirma (página 188), que El Tercio fue a Sevi­lla "porque <<>> del Tercio". Cuenta que era norma de la Hermandad no llevar música tras el paso del Cristo y que el general ordenó a la Banda, delante de la tribuna, tocar "El Novio de la Muerte". Cuando terminó la esta­ción Penitencial, los cofrades hicieron saber al general que al año siguiente no debía volver la Laureada Banda. Añade que "posiblemente molestó la reacción de los cofrades, porque no volvió La Legión a acompañar <<>>".
Pueden obtenerse conclusiones muy jugosas:

1.- En Sevilla consideran que la música legionaria no es "seria". No dicen que no les guste, dan por hecho que su canon es inmutable en su propia esencia.

2.- Afirma que es la imagen, la que es Patrón del Tercio, en ningún caso la Advocación. No se piensa que "en algún otro sitio" pueda haber otra imagen a la que la Legión, desde hacía mas de diez años entonces, considerase su Protector, que no su Patrón. Ni que en cada acuartelamiento de La Legión pueda existir otra imagen del Stmo. Cristo de la Buena Muerte (y Animas), que sea copia de otra diferente de la de allí.

3.- Como El Tercio no volvió a Sevilla, nunca mas pudo acompañar a "su Patrón", que allí comienza y termina el mundo. Pues mire usted, sí que continuó acompañando a su Protector, como venía haciéndolo desde los años veinte y al ritmo de aquella antigua canción de cabaret, que se redimió, convertida en Marcha, al acompañar a Cristo por las calles de Málaga y, que yo sepa, también por las de Ceuta. Y estoy por asegurar, que así mismo por las de Melilla.

4.- Menos mal que no les pareció "serio". De lo contrario nos hubiéramos quedado sin El Tercio, entre los seudópodos de la ameba sevillana.
Me parece que queda patente el origen, nefasta influencia, de la oposición al acompañamiento militar en nuestra ciudad: "los Principios Fundamentales" de la Semana Santa, ignorando despre­ciativamente el hecho diferencial.

IV. CONCLUSION.-
Todo efecto responde, necesariamente, a una causa que lo produce y puede comprenderse mejor aquel, si se conoce esta. Para auxiliarnos, tomemos la frase que un gran periodista, mejor escritor y paradigma del "sevillanismo", pronunció en la T. V. autónoma, durante los pasados carnavales:
"Andalucía es, fundamentalmente, Sevilla y Cádiz." Con desgana y de pasada, citó el Reino de Granada y también pronunció la palabra Córdoba. No le faltó mas que cantar al "maravilloso" clima de su tierra, igual que unos a los que conozco, que cuando lo hicieron les contesté: "Desde luego; lo mejor de Sevilla, es su clima y... su bahía."
No puede ser un desliz, ni simples deseos de molestar, la "boutade" del ínclito D. Antonio Burgos; es lo suficientemente inteligente como para saber lo que dice y cuando. Creo que es la punta del iceberg de un grupito de sabios que orquestan y dirigen al resto, quienes, sin darse cuenta, son instrumentalizados por ellos. Y con muy buen resultado, lo reconozco. Estoy convencido de que detrás de todo, existen claros móviles económicos.
Hytasa, es a Intelhorce, cómo el futuro Parque Tecnológico de La Cartuja, es al Parque malagueño de igual nombre, que nació con vocación regionalista. Veremos en que termina. En Sevilla, ciudad tradicionalmente con una oferta hotelera reducida, no saben qué hacer con el superávit de oferta tras la EXPO. Cual­quier viajero que deje Málaga y su provincia, es un posible cliente. Uniformicemos, que así será más fácil la capitación: todo el mundo prefiere el original, a una copia. Destruyamos el hecho diferencial.
Ya lo afirmó, sin ambages, en el programa "Comedor de invi­tados de R.N.E. correspondiente al viernes 10 de Abril, el diplo­mático sr. Casinello, sustituto del profesor Olivencia en la EXPO: en la Cartuja, se hará un Parque Tecnológico, pero no se producirá nada. "Algunas de las ideas que se produzcan en Sevi­lla, se pondrán en ejecución en Málaga". Es decir, Sevilla se queda con las ideas y a Málaga, envían la polución, dejando reducido el Proyecto original, a un simple polígono industrial de tecnología punta.
La historia refleja los viejos pleitos con Cádiz por el comercio de Indias y la realidad nos hace ver la ignorancia de los lugares colombinos y la bahía de Cádiz, en la conmemoración del Quinto Centenario. La ameba, continúa emitiendo seudópodos, tal que hace quinientos años.
Tengan cuidado los malagueños con sus tradiciones, no vaya a ser que, además de perderlas y de haber tenido que pagar los lujos de la EXPO y el AVE, haya que pagar la factura de la posi­ble y sevillana crisis hotelera del 93. Ojo.

A VUELTAS CON LOS MILITARES.-


SEMANA SANTA MALAGUEÑA.-
Durante los últimos quince años, se vienen oyendo voces y leyendo pasquines, en contra del acompaña­miento militar durante los desfiles procesionales de nuestra Semana Mayor, cuya raíz y origen están en motiva­ciones políticas de aquellos quienes piensan que pueblo y Ejército no son una misma cosa, olvidando que este nace de aquel y forma parte del mismo. Son los de siempre, los que no quieren ver que las armas que sirven, también, para defenderse, se utilizan, en este caso, como un instrumento de honra a Cristo.
Desgraciadamente las voces van acompañadas por las de gentes de buena voluntad que, bien por un con­cepto que consideran purista, equivocadamente a mi juicio, o por suponer que tal costumbre nace en el régimen anterior, se hacen eco de los ínclitos progresistas de bufanda, sin comprender que no hay nada reprobable, en que el Cesar también quiera a Dios.
Creo innecesario para la mayoría de los cofrades malagueños, insistir sobre el hecho comprobado de que el acompañamiento militar en nuestra Semana Mayor, es tradición secular y no algo que nace después de la guerra civil, pero no está de mas refrescar alguna memoria olvidadiza. El que afirme lo contrario se equivoca, o quiere confundir a los demás. Los antecedentes más remotos se recogen en el libro del P. Llordén y S. Souvirón y hablan del nazareno - soldado, allá por el siglo XVII.
Pues bien: cómo una nota mas de que todos los intentos de variar lo genuinamente malagueño, basados en pretendidos conceptos "puristas" que tienden a uniformizar obviando el hecho diferencial, tienen el mismo origen, es conveniente hacerse eco de un libro del ilustre cofrade sevillano J. Carrero, Hermano Mayor de la Hermandad de las Penas de San Vicente cuando lo escribió: "Anales de las Cofradías sevillanas" (Sevilla, 1.984).
Recoge, que en el año 1.939, por iniciativa del general Millan Astray, La Legión desfiló con la Cofra­día de Estudiantes de allí (Cristo de la Buena Muerte y Nª. Sra. de la Angustia) y cuenta lo que aconteció, para resaltar "la seriedad de la Hermandad". Para comenzar afirma (Pagina. 188), que El Tercio fue a Sevilla "porque es Patrón del Tercio". Cuenta que era norma de la Hermandad no llevar música tras el paso del Cristo y que el general ordenó a la Banda, delante de la tribuna, tocar "El Novio de la Muerte". Cuando terminó la estación Penitencial, los cofrades hicieron saber al general que al año siguiente no debía volver la Laureada Banda. Añade que "posiblemente molestó la reacción de los cofrades, porque no volvió La Legión a acompañar a Cristo en Sevilla".
Pueden obtenerse conclusiones muy jugosas:
1.- En Sevilla consideran que la música legionaria no es "seria". No dicen que no les guste, dan por hecho que su canon es inmutable en su propia esencia: una especie de Principios Fundamentales de Semana Santa. Como que no se puede programar una Corrida de Toros, antes del Domingo de Resurrección; una novillada, pase.
2.- Afirma que es la imagen la que es Patrón del Tercio, en ningún caso la Advocación. No piensa siquiera que "en algún otro sitio" (que no sea Sevilla) pueda haber otra imagen a la que la Legión, desde hacía mas de diez años entonces, considerase su Protector, que no su Patrón. Ni que en cada acuartelamiento de La Legión pueda existir otra imagen del Stmo. Cristo de la Buena Muerte (y Animas), que sea copia de otra diferente de la de allí.
3.- Como El Tercio no volvió a Sevilla, nunca mas pudo acompañar a "su Patrón", que allí comienza y termina el mundo. Pues mire usted, sí que continuó acompañando a su Protector, como venía haciéndolo desde los años veinte y al ritmo de aquella antigua canción de cabaret, que se redimió convertida en Marcha, al acompañar a Cristo por las calles de Málaga, por las de algunos pueblos del valle del Guadalhorce, también por las de Ceuta y, así mismo, por las de Melilla.
4.- Menos mal que no les pareció "serio". De lo contrario nos hubiéramos quedado sin El Tercio, entre los seudópodos de la ameba sevillana.

A ZAHARA DE LOS ATUNES.-


SONETO A ZAHARA DE LOS ATUNES.-

Sutil salina blanca en el ventoso páramo,
asentamiento humano desde la Edad de Bronce,
plateada bahía abierta a todo el orbe,
idóneo ajarafe para entrañable tálamo.

Litoral arenoso formando playa inmensa,
bajamar anchurosa y extenso arenal duro,
aromas de coquinas y del cangrejo albo,
mediodía brillante, sureña luz intensa.

Vuelan espurgabueyes rumbo al sol de la tarde,
por el abierto valle entre Retín y Plata,
en tanto el paseante aguarda el rayo verde,

por siempre quedo, esperanzado y deseoso,
mirando, confiado, a la mar de levante,
de un Mediterráneo que se hace “Tenebroso”.

AL MAYORDOMO DE TRONO.-

UN TANGO CALETERO.-

ESTRELLA DE LA CALETA.

SOLEDADES Y ESPERANZAS.-


SOLEDADES Y ESPERANZAS.-

SOLEDADES.

Amaneció frío y gris,
Gris plomo y espumas blancas
Amaneció frío y gris,
En el cielo y en su alma.

La tarde fue oscura y parda,
Anuncio de noche mala
Completa de soledades
En la calle y en su casa.

Cuando la tarde ya cae,
Los blancos espurgabueyes
Acantilados de roca,
volaban a sus murallas.

Y un oscuro pescador,
negro, retinto y de fragua,
Sin ganarse su soldada
Con prisa se retiraba.

Tan triste como cetrino,
Las olas en su mirada,
Pensó que no hay que insistir
Cuando el sol ya se ocultaba.

Y la tarde se hacía noche
En el reloj y en el ánima
Cuando aquel hombre, agobiado,
No acertaba a disfrutarla.

La noche se hacía mas negra
Y entre el rugir del levante
El silencio le atenaza;
Zahara, ciudad callada.

Todos parece que duermen,
Ni un amigo en lontananza,
Y es que el que no descansa
Se hace el muerto desde casa.

El temporal se acrecienta,
Las nubes se deshilachan,
Parece que las paredes
Niegan sostener la casa.

Ve de lejos un pesquero.
Apenas si mueve y anda,
Cabecea desesperado entre
Espuma y olas largas.

Y no solo cabecea,
Escora, se inclina, marcha,
Dándole la amura al tiempo
El pantoque muy en alza.

Ruge el viento, llueve el alma
Tristeza de sal y plata,
Que ningún amigo llega
A tranquilizar su alma.

Braman, discuten, no callan,
Amenazan, te soslayan,
Inventan historias largas
Mentiras de noche mala,

En tanto el hombre en su casa
De la soledad hace escamas
Y se le balancea el alma
Midiendo cada palabra

como si no hablase solo,
Tal que si ella le escuchara
Tal que si fuese un discurso
Tal que conservase el alma.

Alma aburrida, cansada,
Desesperada, humillada,
Por tanta y tanta mentira,
Por tanto y tanto canalla.

Tiembla la fe de un cristiano,
Desvanece su esperanza,
Quiere manejar su vida,
Como otros manejan ánimas.

Viernes Santo de una vida,
Que había sido complicada,
Por querellas intestinas
E incomprensiones ajadas.

Tras de si cincuenta años,
De soñadoras jornadas,
Románticas tibias tardes,
Lunas de levante en calma

Solo en su alma soñadas,
Mentiras de niño chico,
Reacciones emocionadas
De un corazón deprimido

Por una hembra lejana,
De la que no sabe nadie
Qué siente, ni qué le pasa,
Si es que se gusta a si misma,

Como es su vida pasada,
Si ha triunfado,
O fracasado,
Ni si está enamorada.

Añoranzas de otras noches
De poniente y luna clara,
En las que se ve una costa
Que parece muy lejana.

Luces de Tánger; al frente
Espartel y Malabata.
El Yebel Kebir, grandioso,
Torre Gracia, enamorada.

Parece que el Yebel Musa,
"Coronao" de nube alba
Quiere tenderle la mano
Al vetusto cabo Plata,

Que hoy sufre el embate fuerte
De las olas asustadas
Al observar fariseos
Rompiendo las esperanzas,

De un hombre que llora solo
Su existencia solitaria.
Tenga compañía, o no,
La noche será callada.

Y el hombre sigue velando,
La noche, la noche mala,
Sin asomarse al balcón
Sin ver a su estrella alzada.

Lúgubre noche andaluza,
Ventosa, oscura, callada,
Tristezas entre poetas
Porque el Estrecho separa

Y el hombre, desanimado,
Ni se atreve a suponer
Que ella está al otro lado,
Que ella le espera encantada,

Que pendiente de un cometa
Está la estrella lejana.
Un Corazón que encalló:
Hileros de la esperanza.

En su desesperación
Ni siquiera se percata
De que por una ventana
Llega una rayita blanca.

No quiere amanecer
No desea otra jornada
" Si por mi fuese, esta vez,
Que venga ahora la Parca".

Porque bien está la noche
Oscura, triste, callada.
Mas triste es pasar el día
Sin ninguna esperanza.

Que aunque brille fuerte el sol
Aunque la luz sea muy blanca,
"Que si ella no está a mi lado.
Mejor que llegue y me vaya".

ESPERANZAS.

Sonidos y sentimientos,
Se entremezclan por milagro.
Las campanas de la Gloria
Repican a cielo abierto.

Era una mañana azul,
Ni tres nubes en el cielo,
Los cirros se desvanecen
Cuando repica el teléfono.

Y aquel hombre resucita,
Ya no tocan mas a muerto
Que la estrella de las aguas,
Ha hablado, claro y concreto.

Ha dicho lo que él quería
Y lo ha hablado por derecho
Con el estilo de siempre
Con su corazón, deshecho.

Deshecho por una vida,
Tormento y desasosiegos,
Sacrificios ganan Gloria,
Ejemplo a quien quiera verlo.

Qué bonita es, ya, la vida,
Llena de ilusión, deseo,
Esperanzas, realidades,
Recuerdos de viejos miedos.

De los que se olvida el alma
Satisfecha por los hechos.
Que ya no estamos soñando,
Que el que quiera puede verlo.

Sorpresas de treinta años,
Maldades de buen muchacho,
Quien, herido en su amor propio,
Reaccionó, siempre, a destiempo.

Atlante, emocionado,
Cruza el Estrecho entero
Y marcha hacia Cabo Plata,
Que le espera boquiabierto.

Y se tira de cabeza
Entre espumas de deseo
Gritando a los cuatro vientos,
“Mi vida, yo a ti, te quiero".

La maldición de los dioses
Ya carece hasta de efecto,
El cielo, solo, se mantiene,
Allá arriba, satisfecho.

Ya el Estrecho no separa
Y el Hacho, feliz, sereno,
Vuelve a contemplar, absorto,
El Convoy con regodeo.

De oro antiguo, rosa y luz,
De plata, sol, esmeraldas,
De coquinas, conchas finas,
Y de "burgaillos" viejos.

Y, en su camarín, la Virgen,
La que protege al Estrecho,
La de milagros históricos,
Junto al Cristo de su abuelo,

Sonríe en la Eternidad
De Su Cielo sempiterno
Y piensa en la poca paciencia,
De los hombres aunque sean viejos.

Las jaras de Torre Gracia
Las tagarninas, el romero,
Se giran a contemplar
Un espectáculo nuevo:

Como, por milagro eterno,
Flores silvestres del tiempo
Se convierten de repente,
En acebuche en bujeo.

Torre Gracia, enjazminada,
Viste de plata y de besos.
Y, otro milagro en la tarde,
El agua corre "El Cañuelo".

Escalofríos de emoción,
Alegría juvenil,
Es lo que siente aquel hombre
Al acercarse al cantil.

El mejor alcalde, el Rey.
El mejor abrazo, este,
Que vale por una vida,
De hastío y de descontento.

Historias de treinta años
Historias de susto y miedo
Historias de sobresalto,
De sorpresa y de aspaviento.

Se apretujan, se confunden,
Se comprimen y se prensan.
Se arrebatan la palabra,
Solo "pa" decir, "te quiero".

Pasado un poco Estepona,
En Benahavis, el cielo.
Flores blancas acompañan,
Al hombre del cancionero.

Y junto a un campo de golf,
Todo un lujo, amaneciendo,
El firmamento es ya verde,
Reflejo de un amor ciego.

El hombre ya no es ni hombre,
Que se viste de torero,
Blanco y plata el corazón,
De Rojo y oro el deseo.

Una oreja en el primero
Las dos, en el de otro, viejo.
Mientras pasea el albero,
Las orejas en sus manos,

Infinito paseíllo,
De verdes "greenes" y luz,
Satisfecho y agotado,
Solo piensa, en el sobrero.

Luz de bahía gaditana
Entre verdiales de luz,
Y un cante por malagueñas
Para bordar el amor.

Mi señorita del mar,
Mi espuma de pelo negro
Guitarra, niña, del aire,
Que
así te quiero a tí yo.

Caleta de mar bravío,
Cerca del puente, a estribor,
Alameda de Apodaca
Un beso entregado al sol.

Un cante por marineras,
Entre salinas en flor
Camino de San Fernando,
Allí me entretuve yo.

Collar de montes, al fondo
Tapizados de almidón,
Que la incuria de los hombres,
Los árboles se llevó.

Gibralfaro, sus palomas,
Málaga, al fondo, a tus pies,
Junto a su Plaza de toros,
A ti, te espera el amor.

Noviembre 1994.

PEREJIL ESPAÑOL.-

A la mujer de Ceuta.

"De niña a mujer”. (Aleluyas).
1956-1964.-

Un feliz día de febrero,
comenzaron los ensayos
y, entre todas las actrices,
me fijé en ti, de soslayo.

El día que cumplías años,
todos con gran emoción,
representamos el Auto
entre alguna confusión.

El "Auto del Nacimiento
Nuestro Señor Jesucristo".
De no haberlo realizado
quizás, no te hubiese visto.

Desde entonces, para siempre,
Manrique me pareció,
el mejor autor del mundo,
por la gloria de Cotón.

Terminado el teatrillo,
quise sentarme a tu lado
para ver las otras cosas,
pero me pasé de pillo.

Tu te alegraste de verme,
pero vino un profesor
y, mentalidad de entonces,
de tu vera él, me expulsó.

El muy ladino, cochino,
Jefe de Estudios en vigor,
parece que se aburría
y cuanto me fastidió.

Años pasaron después
en los que me conformaba,
con decirle a mis amigos,
que te había visto a través.

A través de los cristales
de un aula destartalada,
o a través de las vidrieras,
en la iglesia, tu postrada.

Humillada como nadie,
pues jamás hubo ocasión,
en la que ninguna hembra,
demostrase tal fervor.

En alguna circunstancia,
pude verte escuchar Misa.
Emoción, admiración,
ejemplo de devoción.

Me imponías tanto respeto,
y tenías tanta influencia,
que un día, en el que te vi,
desde el coche y desde lejos,

por cerca del Sardinero,
ni me atrevía detenerme,
nervioso, paralizado,
totalmente intimidado.

Y eso que te detuviste,
para, a mi, saludarme,
pero no tenía entidad,
yo para, a ti, enamorarte.

Por supuesto, que ignoraba,
todavía, por entonces,
aquella flor, perfumada,
que luego te ofrecí,

que ambos, intercambiamos,
una tarde muy feliz,
cuando por allí, pasamos.
Como había muerto mi padre,

hube de irme a Madrid;
ya lo había hecho tu madre
y, mejor te comprendí.
Terminé mi sexto curso,

y, una vez revalidado,
yo me empeciné en volver
incluso haciéndolo a nado.
Me empeñé en encontrarte,

en verte y en tratarte
y, en un momento, creí,
que conseguí enamorarte.
Falda a cuadros, de paseo,

y una preciosa sonrisa,
que a mi alma, iluminaba.
Inteligencia, cordura,
voluntad y buenas notas,

por donde se te mirase,
sobresalía tu mesura.
En tus ojos refulgía,
la luz, la gracia, el ingenio;

y la claridad de tu alma,
yo, en sus destellos, veía.
las virtudes de este mundo,
todas, se reúnen a la vez,

no hay duda sobre su nombre,
tampoco, en sus apellidos,
no puede ser sino una:
por nombre, el de Concepción,

tras él, González y Gómez.
Afición a los caballos,
no hacías ascos a una Feria,
cariño hacia los jazmines,

pero, por siempre, muy seria.
Cariño hacia los jazmines,
solo en aquella ocasión,
que luego se te perdieron,

para mi gran decepción.
Imposible era bailar,
contigo, suelto o agarrado,
por mas que yo lo intenté,

no me ayudaron los hados.
Y es que si decías, "no",
para que seguir luchando,
tu fuerza de voluntad,

era el averno, negando.
Formal, sensible, arrogante,
honrada y con simpatía,
nos quitabas de delante,

pero ¡ con que tiranía !
Elegías una playa,
para mas dificultades,
el Sarchal, creo, se llamaba,

allá, en mi lejanía.
A cualquiera daba gozo
ver tirarte de cabeza,
con gracilidad, airosa,

conjunto de gran belleza.
Partía pronto, salía alado,
subía la cuesta cansado,
y llegaba echando el bofe,

pero siempre ilusionado.
Un día desapareciste,
de todas partes, a la vez,
a mi ánimo, preocupaste

y, en soledad, me dejaste.
Pronto supe lo que era,
aquella premonición,
que no tenía importancia:

es que tuviste, paperas.
Aquel verano, un buen día,
cambiaste ¡ oh ! tu de playa,
te viniste al Tarajal

y aquello fue una gozada.
Años después, misma playa
y, entre la reinante niebla,
un contorno, tu figura,

de lejos, yo adivinaba.
Tímido, "cortón", absurdo,
dignidad equivocada,
reflejo de inexperiencias,

de inseguridad atrasada.
Maldita la "Edad Prohibida",
aunque sea cosa pasada.
Para mi fue, decisiva,

y... novela regalada.
Pero volvamos a entonces,
a cuando aun aspiraba,
a encontrar, con quince años,

y, para siempre, a mi hada.
Viento de levante, fuerte,
grandes olas, revolcones
tal cómo yo te decía.

Por la noche, farolillos,
carricoches, alegría,
y el buen señor de la moto
Y jugándose la vida

cómo lo hubiese hecho yo,
que me impulsaba el amor.
Volviendo de ver saltar
los caballos en concurso,

nos encontramos un día
un cortejo en su curso.
Era La Virgen de Africa,
La que iba en procesión,

no se si también sentiste,
como yo, mucha emoción.
Y aunque con mucho fervor,
le rogué que intercediera,

sin duda tuvo razones
para no escuchar siquiera.
Desde entonces, para siempre,
cada vez que veo andar

un paso y también un trono,
no puedo disimular:
Lo asocio en todo contigo
y mis amigos de Málaga,

extrañan tanta afición,
que perdura y va conmigo.
Para que decirte ahora,
lo mucho que me delata,

escuchar, aun desde lejos,
las notas de una trompeta.
Eres, pues, persona única,
que conoce la verdad,

de mi afición "heredada",
posteriormente llegada.
Pasó la feria; un retraso,
a la hora del paseo

y yo subí hasta el "Apolo",
para ser todo un payaso.
"No puedo salir contigo,
en mi casa, no me dejan..."

Nunca comprendí el por qué,
para pagarlo conmigo.
Porque "tu casa" no era
origen de prohibición.

Ya me dirás algún día,
la verdadera razón.
¿ Era un fútil pretexto ?
¿ Acaso, una coartada ?

¿ O era una prohibición,
distinta e ignorada ?
Siempre he querido ver
en aquella circunstancia,

una triste "mano negra",
rompiendo la democracia.
Democracia juvenil,
que consiste, sin reparos,

en elegir la pareja,
libremente, y sin sufrir.
Mi reacción, caballerosa,
no se hizo esperar:

y contigo fui, sufriendo,
hasta a tu amiga, encontrar.
Moría la tarde aquel día
y con el sol yo me fui,

perdidas las esperanzas.
Mayores, nunca sentí.
La premonición de entonces
muy pronto se sustanció:

raudo desapareciste
y mucho me entristeció.
Y entre las olas azules
festoneadas de blanco,

pude ver como te ibas
a Alcalá de los Gazules.
Si venías a Madrid,
Cantarino me fallaba
y, como no podía verte,

yo siempre me disgustaba.
Sus razones ignoraba
para tanta precaución.
Alguna vez yo pensé
que le entré en su corazón.
Nunca me propuse hacerlo,
fue una gran casualidad
convertida, por ensalmo,

en enorme necedad.
Si alguna vez frecuentaba
yo, a alguna Moliní,
seguro que aparecías,

en seguida y por allí.
Yo reaccionaba nervioso,
siempre con el corazón,
porque tu presencia era,

motivo de desazón.
Tu te mostrabas simpática,
yo parecía antipático,
porque en nuestra relación

abundaba la "política".
Y es que las antipatías
como las cosas de amor,
en jamás de los jamases,

hallaran explicación.
Unas tristes Navidades,
para tí y para mí,
traté de verte, en vano,

pues nunca lo conseguí.
Y, cuando pude hacerlo
que, se reanudaba el curso,
al "Insti" fui a buscarte,

pero se presentó Ortuño.
Tenía apellido torero,
tal que el de "Jumillano",
y sabia como tomar,

la muleta con la mano.
¿ Habías quedado conmigo ?
¿ O lo hiciste con los dos ?
Si grande fue la sorpresa,

mayor fue la decepción.
El auto castigo impuesto,
fue volverme caminando,
bajo la tremenda lluvia.

Agua, hasta el alma llegando.
Pagué tu coquetería,
o pagué mi indecisión,
pero lo pagué con creces,

con muchísimo dolor.
De entre tus cartas, recuerdo
una, tal que abrumadora
y otra que, con mucha guasa,

era mas bien, retadora.
En la segunda decías,
como la única frase:
"realmente tu despedida,

ha sido conmovedora".
En la primera observaba,
su perfecta redacción,
me dejaste sorprendido

y lleno de admiración.
Aun recibí otra mas
y la conteste diciendo
que, "todo lo que se quiere,

depende de los demás".
Y es que había tomado el barco
muy lejos de la ilusión,
hecho polvo, destrozado,

por ti, roto el corazón.
Por fin terminaste el Preu,
Universidad en Madrid
y una mañana de otoño,

por allí, yo aparecí.
De entrada, tu simpatía,
genial, el recibimiento,
pero en seguida "un aviso",

que a mi me sonó tremendo:
"Yo a los hombres les exijo,
mas de lo que tu te crees".
Una tarde, por Gran Vía,

caminábamos despacio,
te cogiste de mi mano,
¡ que feliz fui aquel día !

Fue un instante tan solo,
aislado, sutil, sublime,
inolvidable, grandioso,
tierno y maravilloso.

Mas tarde, en un despiste,
en la rejilla del Metro,
el tacón de tu zapato,
allí, lo introdujiste.

En seguida, me agaché,
a sacarlo, te ayudé,
y mi comentario, fue:
"para esto, yo quedé".

Lo decía muy en broma,
pues que mas querría yo,
que haber tenido el placer,
que serte útil, de nuevo.

En el día de tu santo,
me invitaste a merendar
y me pareció oportuno,
regalarte un collar.

"El collar de la paloma",
árabe libro de amor,
pero a la mía, africana,
jamás, nunca, sujetó.

Ay! viejo collar de cuentas,
donde, ahora, tu estarás,
acaso con los jazmines,
país de nunca jamás.

Y, de nuevo, confundí,
a la griega "pi", con "erre",
al decir que, en Navidades,
te quedabas en Madrid.

Primero, me apunté el tanto,
luego vi la realidad
y mayor fue el desencanto,
al comprobar la verdad:

tanta pena tenías tu,
por no poder a Ceuta ir,
que a la Estación no viniste,
a Manoli, a despedir.

Ella repitió mil veces,
que yo debía ayudarte,
que tu lo necesitabas.
¡ Pero si no me dejabas !

Que si con nula frecuencia,
me abrías tu corazón,
¿ como maravillármela yo,
para ayudarte en su ausencia ?

Ignoras tu de que forma,
tremenda, hubiera deseado,
tenerte en la Estación,
aquélla tarde, a mi lado.

Y ver, juntos, irse el tren,
felices de no marcharnos
y, de la mano, volver,
contentos, ambos, de quedarnos.

Conociendo tu intuición,
quizás te lo figurabas y
esa, no pena o tristeza,
fuera la verdadera razón,

de tu señalada ausencia,
de inexplicable omisión,
de quedarte en tu casa,
aquella triste ocasión.

La noche de fin de año,
contigo quise pasarla
pero tu, mi invitación,
te negaste a aceptarla.

Como tampoco insinuaste,
que me llegase a tu casa,
solo y sin pareja fui:
de que forma me aburrí.

La fiesta me resultó
por todo desangelada,
me sentí triste y solo,
deseando terminara.

Luego seguimos saliendo,
reconozco, yo al "tun-tun",
que me llevabas "de cráneo",
siempre, en cualquier ocasión.

Partidos de baloncesto,
paseos al tímido sol,
y sin que me diese cuenta,
"Lo que el viento se llevó".

Antes, alguna visita
al "Rastro", allá por Cascorro,
recuerdos de un Madrid viejo,
emociones muy bonitas.

Y cuando no lo esperaba,
cual redoble de un tambor,
me sorprendiste una noche
con un enorme plantón.

Vuelta a casa, solitaria
en el alma, desazón,
humedad en el ambiente,
pero seco el corazón.

Dando un rodeo a el Retiro,
a mi casa yo llegué,
con la espalda encorvada
y arrastrando los pies.

Me resultaba increíble
todo lo que me pasó,
por eso pregunté: "madre,
aclara lo que ocurrió".

La contestación fue épica,
de las que dan que pensar,
de las que te dejan frío,
pues determinó una época:

"eres como el flit, mi niño,
las atontas, no las matas",
por lo que determiné comprarme,
un estoque y... la "mulata".

Gran huida hacia delante,
con la que quise buscar,
mi perdido equilibrio,
imposible de encontrar.

Luego, como en el vacío,
viví tu boda dos veces,
y te vi en tres ocasiones,
que son otros tres borrones,

borrones de indecisión,
también de inseguridad.
Con mi escasa madurez,
perdí mi felicidad.

La perdí, entonces; por cierto
que, siempre me ilusioné,
con encontrarte, de nuevo
y, para siempre, esta vez.

La primera, yo te vi,
en el Parque de El Retiro.
Ibas con algún muchacho
y eché la mirada, abajo.

La segunda, ya en Ceuta,
cerca del Puente La Almina,
guapísima y muy mujer,
te dejé ir, otra vez.

La tercera, entre la bruma,
de un día de levante,
en la playa el Tarajal,
pero ya lo dije antes:

me limité a mirarte,
a poner brazos en jarras,
tentando, a chorros, la suerte,
inmadurez, terminante.

La primera vez fue Chemy,
quien de tu boda me habló,
adelantándose en meses,
a lo que luego ocurrió.

Fue un tremendo mazazo,
gran disgusto, inesperado,
pero me hice a la idea,
aunque muy malhumorado.

Cuando, pasados los meses,
tu carta, al buzón, llegó,
yo pensé, ilusionado:
Conchi no se me ha casado .

Ni miré el sobre despacio,
ni me fijé en su textura,
no vi ni las iniciales,
pues tal era mi locura.

Caminé hacia el ascensor,
al son de un vals, encantado,
haciendo planes mentales,
viajando hacia ti, atrapado.

Para qué contar, después,
la enorme desilusión:
hasta tenía, entonces, novia
y todo se terminó.

Comprendí ya, para siempre,
que tuve ánimo canijo,
que jamás dejaría yo,
de tener el "piñón", fijo.

Y debía haber entendido,
que la jalea real,
sin duda solucionaba
todo, en forma total.

Bien claro tu lo decías,
bien alto lo pregonabas,
y era tan evidente,
que yo no me percataba.

Durante unos treinta años,
derrotado moralmente,
solamente supe hacer,
un tabique en el consciente,

para no tener presente
la muy amarga realidad,
de haber perdido para siempre,
toda mi felicidad.

Málaga, Semana Santa,
de hace dos años tan solo,
y en lujosa notaría,
tu, el tabique saltarías

Alguien recitó tu nombre,
Otros comentaron algo,
y yo sentí en mi cerebro,
que el muro se hacía polvo.

Supongo que para siempre,
definitiva, andarás,
ya por toda mi cabeza,
libremente y sin parar.

De cosas yo me enteré,
mas aun imaginé, y
puede que mis deseos,
con la realidad mezclé.

Supe que no terminaste
los estudios que anhelabas
porque también en el cielo,
la llave económica, estaba.

Y comprendí en seguida,
tu añeja actitud en Madrid,
todas tus preocupaciones,
y todas tus frustraciones.

Si me lo hubieses contado,
seguro hubiera escuchado,
y, aunque no lo resolviese,
yo te hubiese confortado.

El mundo perdió una gloria
de la química española,
y yo perdí la esperanza,
triste, en mi batayola.

En mis delirios nocturnos,
traté de imaginarme,
que te perdí por traición,
y una gran conspiración,

de algunos malos amigos,
ocultando la verdad
y también de una sotana,
fuera de la realidad.

Por amigos, engañada,
de un cura, la cacicada,
acaso lo consiguieron:
¿ te casaste, deprimida ?

Ojalá no sea verdad,
deseo equivocarme,
y que no sea de los dos,
tan enorme necedad.

Porque prefiero pensar,
que sí has sido muy feliz,
aunque por ello me quede,
para siempre, ya, sin tí.

Que la tu felicidad,
es el espejo de mi alma,
al que yo debo mirar,
si es que deseo centrarme,

si es que deseo encontrar,
mi equilibrio,
mi alegría,
toda mi felicidad.

Un pregón, tu me inspiraste,
por vía indirecta, te lo envié,
y, al decir de los Macías,
te me ibas a aparecer.

Era en el noventa y uno,
resultó una decepción,
pronto pude darme cuenta,
y mi ánimo se apagó.

Intuía yo este año, famoso
noventa y dos, porque en el aire
flotaba, el aroma del jazmín,
también, junto al de la jara,

que sí venías esta vez,
y, por fin, conseguiría,
ver contigo La Paloma,
con su collar de alegría.

"Otra vez" fueron "amigos",
los que, cual gato al ratón,
se encargaron, diligentes,
de quitarme la razón.

En esta ocasión perdida,
estuvimos, ya, tan cerca,
que resulta indignante,
recibir tamaña afrenta.

Y aunque el corazón me pide,
formar una buena gresca,
el cordón umbilical,
es imposible lo tire.

Por eso, amor por soberbia,
volví a escribir al traidor,
dando datos de Alhaurín,
"asombrao" de mi paciencia.

Solo con mi fantasía,
soy capaz de imaginar,
que los dos, juntos, escuchamos,
(para qué pararse en barras

puestos ya a fantasear),
la marcha procesional,
con música por verdiales,
que es, "Cristo de la Sentencia".

Y si no ocurre, por fin,
aquí seguiré, esperando,
a que, si alguna vez quieres,
y, al alimón toreando,

estemos en condiciones,
porque seas algo atrevida,
de cortarle las orejas,
al negro toro de la vida.

Solo entonces, nos, oiremos,
en medio del tronar grande
de los aplausos perdidos,
los goznes enmohecidos,

que giran hasta partirse:
son todas las puertas grandes,
que para nosotros dos,
chirriarán fuerte, al abrirse.

Y lo harán de par en par,
que solo están aguardando,
un pequeño empujoncito,
de La Esperanza, ayudando.

Que si La Paloma vuela,
recuperará el collar
y un gran palio ochavado,
yo te voy a colocar.

Y si el jilguero se exalta,
entonando Salves frescas,
el tiempo hará el milagro,
y serán, ya, platerescas.

Enormes bajo relieves
del amor y del querer
que consiguió con su fuerza
La Virgen del Gran Poder.

Y todos los callejones
serán por siempre de ensueño,
si yo voy, ya, de tu mano,
por ellos, enloqueciendo,

tan feliz, ensimismado,
satisfecho y realizado,
que en Patio de los Naranjos,

solos, se irán convirtiendo.

Y si las lilas del tiempo,
crecieron entre las rosas,
se detendrán sus espinas,
convirtiéndose en jazmines

de alegría comprimida,
por el paso de los años,
por la claridad de tu alma,
y el ejemplo que es tu vida.

Y al oscuro atardecer,
de vacío y de tinieblas,
seguirá un amanecer,
de resplandor y de luz,

en el que quiero vivir,
envuelto en ellos, cual halo
de Soledad malagueña,
para, entre Las dos, morir.

Invierno /primavera, 1.992

01 mayo, 2006

PUERTOS DEPORTIVOS EN MALAGA.-














A VER SI NOS ACLARAMOS.-

Podemos establecer, para comenzar, que en el término municipal de Málaga no existen puertos deportivos y que nos son necesarios. En el puerto comercial, existe una dársena para vela ligera – que desaparecerá con le profunda remodelación del puerto – y se establecerá algo parecido, en otro lugar sin concretar, insuficiente a todas luces. En el límite este del término municipal, existe una obra marítima sin acabar, a la que todos denominamos – misericordiosamente – puerto deportivo de El Candado – una concesión administrativa - y que no responde, en absoluto, a las necesidades de la ciudad en el siglo XXI, ya que necesita – perentoriamente – una urgente “intervención quirúrgica”. Nació enfermo y continúa con aterramientos sistemáticos que hacen necesario dragados regulares y frecuentes. Por otra parte, sus condiciones de evolución y maniobra – con mar moderadamente gruesa – son inaceptables y peligrosas.
Como quiera que el Club El Candado, no se encuentra en condiciones económicas – tampoco creo que tenga capacidad de obtener crédito, mas bien “debe hasta de callarse” - de acometer las obras de ampliación y abrigo necesarias, sería aconsejable rescatar la concesión para que, tras el oportuno concurso público, una empresa privada – ahorremos gasto público – pueda proceder a ello.
En los alrededores del límite oeste del término municipal - a dos kilómetros del aeropuerto, a seis del centro de la ciudad y a cuatro de Torremolinos - existe un proyecto de una empresa privada, La Marina de Arrajainal, consistente en construir un puerto deportivo interior – es decir, “excavado” en terrenos que son de su propiedad, los mismos que desea expropiar la portavoz municipal socialista - con mil atraques, un campo de golf y unas mil viviendas, además de alguna instalación hotelera, al que se opone frontalmente la Junta de Andalucía, aunque no comprendo el por que. En un reciente coloquio de Popular TV, pudimos escuchar al gerente de “Málaga Port”, simpático y conspicuo miembro del partido dominante en la Junta, asegurar tajantemente, “que el nuevo puerto deportivo iría en San Andrés”, es decir, a “un tiro de piedra” de Arrajainal. Al margen de que no entra en las competencias del brillante gerente, decidir sobre estos temas – por decirlo claro, ni pincha ni corta, por muchos amiguetes que tenga en los altos lugares – no se comprende que aquello que no es bueno en Guadalmar, resulte aconsejable en San Andrés, invadiendo e inutilizando playas muy concurridas y utilizadas. Se trata de los terrenos que la portavoz socialista propone “expropiar”, se supone que para hacer viviendas para los miembros de su partido, ya que no ha explicitado nada al respecto
En mi opinión, en una ciudad construida “a lo largo”, como Málaga en su origen, sería idóneo disponer de, como mínimo, dos puertos deportivos situados en los extremos de su término municipal y lo mas lejanos posible, el uno del otro. Si, además, podemos contar con otros dos, en San Andrés y el Morlaco – tal y como pretende el alcalde - miel sobre hojuelas: eso es riqueza y en una ciudad sin otra industria que el turismo, no caben oposiciones trasnochadas o aldeanas.
A ver si nos aclaramos, Bustinduy’s.

30 abril, 2006

SEGUNDA REPÚBLICA.-


SÍ A LA MEMORIA HISTÓRICA.- Juan Carlos Girauta.
La fotografía del cadáver de José Calvo Sotelo sobre una mesa, con la cara deformada, la pechera de la camisa ensangrentada, el sombrero y la chaqueta arrebujados, resume fielmente el espíritu del Frente Popular. Declaran el 2006 Año de la Memoria Histórica cuando ya ha pasado el 14 de abril y cuando están a punto de pasar el 10 y el 11 de mayo: habría sido de muy mal gusto traer a colación la primera gran quema de iglesias, colegios y edificios religiosos ante la absoluta pasividad del primer gobierno de la República. Tengo la sensación de que esa ley conmemorativa y arrojadiza lleva temporizador. Está montada para que entre en vigor en torno al 18 de julio. A tiempo de comentar un poquito desde las televisiones, sin mala intención, el Alzamiento. Pero van a tener que ajustar mucho el tiro; a poco que la publicación en el BOE se desvíe, igual nos ponemos a hacer memoria histórica por imperativo legal en la madrugada del 12 al 13 de julio, y lo que acaba conmemorándose es el modo en que miembros de La Motorizada de Prieto fueron a hacerle una visita de cortesía a Goicoechea, Gil Robles y Calvo Sotelo, encontrando, para su desgracia, al último. Lo sacaron de la cama y lo metieron en una camioneta de Asalto. Había dentro cuatro tipos de las juventudes socialistas, dos de ellos dirigentes. Un tal Cuenca le descerrajó dos tiros en la nuca al jefe de la oposición monárquica y luego arrojaron su cuerpo frente a la morgue del cementerio de la Almudena. La fotografía del cadáver de José Calvo Sotelo sobre una mesa, con la cara deformada, la pechera de la camisa ensangrentada, el sombrero y la chaqueta arrebujados, resume fielmente el espíritu del Frente Popular. Así querían a la oposición, callada o muerta. Antes de su asesinato, Calvo Sotelo había sido repetidamente amenazado en el Parlamento y fuera de él. Galarza –que siendo fiscal general había acusado públicamente a Alfonso XIII de traición – justificó en las Cortes un eventual atentado personal contra don José. Hay amenazas de La Pasionaria, de la socialista Margarita Nelken y del propio jefe de gobierno Casares Quiroga, el enfermizo e incompetente amigo de Azaña. Quizá el pistoletazo de salida de las celebraciones caiga el 15 de julio. Si es así, el país entero debería consagrar el día a estudiar la sobrecogedora intervención de Gil Robles ante la Diputación Permanente del Congreso. Acusó al gobierno de haber expulsado a la derecha del sistema (¿les suena?), le advirtió de que la mancha del asesinato de Calvo Sotelo no se la sacaría jamás y vaticinó que sería la primera víctima de la violencia que había desatado. ¿Memoria histórica? Ya verán, cada día tiene su afán.