SONETO A ZAHARA DE LOS ATUNES.-
Sutil salina blanca en el ventoso páramo,
asentamiento humano desde la Edad de Bronce,
plateada bahía abierta a todo el orbe,
idóneo ajarafe para entrañable tálamo.
Litoral arenoso formando playa inmensa,
bajamar anchurosa y extenso arenal duro,
aromas de coquinas y del cangrejo albo,
mediodía brillante, sureña luz intensa.
Vuelan espurgabueyes rumbo al sol de la tarde,
por el abierto valle entre Retín y Plata,
en tanto el paseante aguarda el rayo verde,
por siempre quedo, esperanzado y deseoso,
mirando, confiado, a la mar de levante,
de un Mediterráneo que se hace “Tenebroso”.
Sutil salina blanca en el ventoso páramo,
asentamiento humano desde la Edad de Bronce,
plateada bahía abierta a todo el orbe,
idóneo ajarafe para entrañable tálamo.
Litoral arenoso formando playa inmensa,
bajamar anchurosa y extenso arenal duro,
aromas de coquinas y del cangrejo albo,
mediodía brillante, sureña luz intensa.
Vuelan espurgabueyes rumbo al sol de la tarde,
por el abierto valle entre Retín y Plata,
en tanto el paseante aguarda el rayo verde,
por siempre quedo, esperanzado y deseoso,
mirando, confiado, a la mar de levante,
de un Mediterráneo que se hace “Tenebroso”.
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