31 diciembre, 2008

ANDA QUE NO VA GENTE EN EL CARRO.-

Tras la navideña y regia metáfora del carro que debemos sacar del atolladero, lo dije aquí el domingo: «Mucha gente va en lo alto del carro, Majestad, como para que tengamos que tirar. Y no se baja ninguno...» Pero no es lo mismo decirlo así que ponerle caras a ese carro donde va más gente que en la carriola del Rocío que ponen en los programas rosas de la tele una y otra vez, y en la que salen Isabel Pantoja y Julián Muñoz oficiando el público morreo de la leña marismeña.
Un lector me ha escrito poniéndole caras al carro, caras andaluzas y sevillanas: «¿Usted se ha fijado bien en el carro ése del que hay que tirar ¿Ha reparado en lo que han metido dentro, usted? Yo lo he estado mirando despacito y se me ha puesto la pelleja como a un pollo de Simago con sarpullíos. Como esos horteras que van al Rocío montados en un remolque cantando lo del cordón renegrío, el carro en cuestión va empetao con los hermanos de Chaves y sus respectivas proles; con las familias de Zarrías, Monteseirín, el cursi de la pipa, Luis Pizarro, los asesores de la Junta y Diputaciones, los colocados en empresas públicas y a todo el ejército del carné en la boca, a quienes estamos obligados a mandarles el sueldo a su casa. Yo no sé usted, don Antonio, pero conmigo que no cuenten para tirar del carro...»
El carro, la verdad, tiene que ser grandecito. Todo lo contrario que una solución habitacional. En el carro, de momento, van los 644 asesores que tiene Zapatero en la Moncloa, que nos cuestan al año 28,3 millones de euros, más los 355.000 euros de «gastos de Palacio» y más los 45.000 euros en urinarios digitales para que estas criaturitas alivien sus vejigas con igual facilidad con la que su señorito nos alivia las carteras para mantener su corte del faraón.
En el carro van los 131 millones de euros que este verano, cumpliendo su tradición personal, espurreó Teresa Fernández de la Vega por diversos países sudamericanos, en su anual excursión con sus amigas, que es la versión aeronáutica, estival e hispánica del carro.
En el carro van los hijos y los nietos de exiliados en dichos países americanos, que hay que buscar para encontrar votos, y que nos van a costar 40 millones de euros.
En el carro van los bomberos militares de la UME, como si no hubiera bomberos en los ayuntamientos y las diputaciones, caprichito castrense de Zapatero que nos ha costado 1.660 millones de euros, como si el Ejército estuviera para apagar fuegos y para quitar la nieve en las carreteras, lo que hay que ver, mi coronel.
En el carro van los 20,3 millones que le quitamos al Tercer Mundo, para que Barceló hiciera su mamarrachada genial en la cúpula de la ONU.
En el carro va el cocheciño fantastiquiño de Touriño, que nos costó 480.000 euros.
En el carro va el plan para combatir la violencia machista, que nos cuesta 28,3 millones de euros.
En el carro van las «embajadas» de Cataluña, que nos costarán 95 millones de euros en el 2009, para que el hermano de Carod Rovira quede bien colocado.
En el carro va el Ministerio de Igual Da (que lo haya o no), cuyo montaje nos ha costado 83 millones de euros.
En el carro van los muebles del despacho de la Fernández de la Vega, que nos han costado 64.000 euros, anda que son de Ikea.
En el carro va el coche tuneado del tuneante Benach (he dicho tuneante, no tunante), que entre unas cosas y otras nos costó 89.276 euros, para que el muchacho tenga un reposapiés acorde con su alto rango de su mangancia.
En el carro va la mesa de Belloch, el alcalde de Zaragoza, que nos ha costado 180.000 euros, qué pedazo de mesa, ni la de la última cena de Leonardo.
En el carro van los informes encargados por la Generalidad de Cataluña, por ejemplo uno copiado y pegado de Internet que ha costado 12.000 euros y otro sobre el uso de ambientadores que ha costado 1.392 euros.
Y nadie se baja del carro. Y no se ahorra un solo euro de la cantidad de despilfarros y de gente inútil que van en lo alto del carro, y a pesar de ello hay que tirar de él.
¿Pues sabe usted lo que le digo? Que del carro van a tirar ellos. Con sus mulas todas.
Antonio Burgos.

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