01 febrero, 2009

EL SEÑORÍO SE LLAMA JULIÁN ROSENDE.-

La casa, que tenía un defecto: no era nuestra.

Alvaro Cámpos, Margarita Torroba y Gómez Acebo - compañera de curso de mi madre en el Colegio Inglés... y de Jaime Milans del Bosch y Ussía, mis padres y un moro que mi padre "le puso en suerte" a Margarita.
Usual a la sazón: en "El Látigo".
Taurino desde pequeño. El empresario, Don Gerardo Rodriguez; todo se quedaba "en casa"
Sin mi abuelo, Julián Rosende se quedaba "cojo".

El remolcador, para ir a Perejil o despedir a Vicente y Ana. "Abyla" o "Don Enrique".
Alfonso Murube.

1º de Abril de 1939. Alcalde en funciones.

DE REGRESO AL PASADO... LAS SAUDADES.
He llegado a Ceuta cargado de recuerdos. De recuerdos que alimentan el peso de la nostalgia que pretende revivir lo que ya paso sin poder realizar el milagro de vivir dos veces.
Sin darme cuenta estoy subiendo la cuesta de la Hípica.
En una loma vigilante del Estrecho como siempre, continua con heridas abiertas por el tiempo y la dejadez el chalet "victoriano" - exactamente de estilo colonial ingles, Gerardito, ya sabes que mi madre, para esas cosas (también para otras), era "implacable" - de Ybarrola. Inconfundible su estilo, su aire británico, su personalidad encuadrado en un paisaje que no es el suyo.
Lo observo en su decrepitud y los recuerdos vuelven frescos y palpitantes desde la noche de los tiempos.
Allí a sus jardines, a su aire limpio, me llevaban mis padres de pequeño. Y yo era feliz jugando con José Ignacio, con Carlos y con Pepe a contar los barcos que pasaban hasta traspasar la invisible línea del horizonte. Es curioso como algunos mayores impactan sin saberlo en la frágil personalidad de los pequeños .
Yo aun hoy a los sesenta y seis años tengo esculpido en la retina el señorío de Julián Rosende.
Desde su cuerpo enjuto de olivo sabio, respiraba un hombre bueno. Un hombre culto que hizo de la educación y las buenas maneras un dogma y de la amistad un sacramento. Su frágil figura tal vez confundía a los que no le conocían pero era estrecharle la mano y comprobar que encerraba un señorío innato que solo lo da la cuna.
Me alegro ahora que camino de regreso al hotel de que los recuerdos me hayan inspirado este pequeño homenaje que te debia.Tal vez duerma en el papel el sueño de los justos. Pero estoy seguro de que tu desde donde estas ya lo has leído.
Te lo debía Julián Rosende porque aquel señorío que yo observaba con atención desde la curiosidad de un niño, ha sido un hilo de conducta que siempre he perseguido.

Gerardo Rodriguez López. Bachiller por el Instituto Hispano Marroquí de Ceuta... y muchas otras cosas.


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