16 octubre, 2006

RUMBO.-

AL PARECER, el Gobierno canario en peso, está de acuerdo en algo. Eso, en principio, parecería que tendría que ser bueno o muy bueno. Sin embargo, cuando se habla de la mayor y más importante actividad que se desarrolla en las Islas, y de la que vivimos la inmensa mayoría de los canarios, se debería emplear como máxima, y como mínimo, la más absoluta prudencia en las declaraciones institucionales.
Malo es que el rumbo turístico no esté a estas alturas ni definido ni planteado, y peor es que no tengamos el control de los derroteros de la actividad. Nefasto es que no devolvamos al turismo una buena parte de lo que de él recibimos para engrasar la maquinaria y tenerla siempre nueva, fresca y a punto, con excusas diversas entre las que predomina la de la "austeridad". En esto precisamente, en darle de comer a la vaca nos volvemos "austeros". Tremendo es que la formación turística, por cientos de razones imposibles de enumerar en este espacio, esté tan desatendida, salvo de la mano de Dios, espero, y que la imagen profunda del turista que nos visita no haya arraigado más que para -como mínimo- darnos un "cliché" turbio de entre molestón y depredador. Demoledor es que cada vez perdamos más terreno en la tradicional fidelización de nuestros visitantes por la falta de acciones conjuntas, desde llegadas a salidas, al actuar cada uno a su aire en la acometida desigual que recibe nuestro visitante. Cómico sería ver y oír las actuaciones y declaraciones de algunos responsables locales y no tanto del sector, si no fuera por lo que nos va en ello. Dramático es ver la falta de interés en acometer la búsqueda incesante de nuevos yacimientos y bolsas turísticas, algunas importantísimas y otras que ya estaban arraigadas que no han sido mantenidas con cientos de justificaciones y comentarios explicativos. Trágico, de momento, no me voy a poner, ya que la tragedia es un drama que supone sangre, pero si no ponemos manos a la obra, sí habrá mucho sufrimiento, ya lo hay en las miles de familias que dependen de este sector.
Sin embargo, casi lo peor es notar, palpar, sentir, creer y estar convencidos de que nuestros dirigentes, al máximo nivel, han tirado la toalla en lo que al turismo se refiere. De repente, al parecer todos creen que está agotado, obsoleto, y que no nos sirve como modelo futuro. La industria sin chimeneas, la de mayor crecimiento mundial, la única que crece más, mucho más de 6% anual, la que promueve el desarrollo y la paz, de la que formamos una parte consustancial y que al parecer hay que desmantelar, ojo, sin tener una o varias alternativas a la que saltar, ni bien ni mal estudiadas. Sin haber construido la red de la diversificación en estos años de bonanza y expansión, y sin haber solucionado casi ninguno de los problemas de infraestructuras serias, ni de la elevación del nivel de vida de toda la población, ya que una gran parte, el 25% al parecer, no se ha enterado de lo bien que íbamos, y ahora tenemos que decirles encima que vienen malos tiempos.
No sé la intención ni el motivo de las consignas ni qué tienen preparado, ni a dónde van o quieren ir a parar, pero desde aquí y ahora deben saber que si no alabamos, elogiamos y mimamos a nuestro producto estrella, difícilmente lo colocaremos en los mercados y atraeremos y fidelizaremos a nuestros clientes-turistas, a quienes, como en el amor, sólo valoraremos, de verdad, cuando los perdamos.
A reflexionar.
L. Soriano.

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