EL CALENTAMIENTO GLOBAL SE HA CONVERTIDO EN UN CAMPO DE BATALLA EN EL QUE DISTINTOS GRUPOS DE INTERÉS SE DISPUTAN EMPLEOS, FONDOS PARA LA INVESTIGACIÓN... Y LA POTESTAD DE IMPONER PROHIBICIONES AL MUNDO ENTERO.
Los climatólogos están divididos respecto al nivel de calentamiento, respecto a si éste se debe a la industrialización o se explica por causas naturales, respecto a si es posible reducirlo a un costo razonable o si es más conveniente adaptarse a sus efectos... Y mientras algunos estudios pronostican grandes catástrofes, otros sostienen que el incremento de las temperaturas puede ser beneficioso para la Humanidad.
Los científicos sólo están de acuerdo en que la temperatura media de la Tierra se ha elevado en 0,8 grados en los últimos cien años. ¿Qué significa eso? Nadie lo sabe con certeza. El mundo no se percató de sus efectos. No obstante, en todas partes los políticos prometen, cuando libran campañas electorales, atacar el problema con el máximo rigor. Y los Parlamentos están aprobando duras leyes para reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2), el principal causante del calentamiento del planeta. El problema, pues, se ha politizado.
Los climatólogos que obtienen más fondos de investigación son los que más han logrado atemorizar a la gente, con sus modelos y pronósticos apocalípticos. Los más extremistas exigen que se reduzcan drásticamente las emisiones de CO2 – hasta un 90% por debajo del nivel registrado en 1990 – para el año 2050. Aseguran que para el 2100, y debido al derretimiento de las grandes masas de hielo de Groenlandia, el nivel de los océanos subirá casi siete metros, lo cual provocará la inundación de las ciudades costeras y llevará la ruina a millones de personas.
Quienes ponen en duda esas predicciones son amenazados por los fanáticos con campañas de desprestigio que arruinen sus carreras en la comunidad científica. Los escépticos son considerados traidores. La lucha es sin cuartel; como si la verdad pudiera imponerse por la fuerza.
Los escépticos aseguran que no existen pruebas de que todo el calentamiento sea causado por el incremento de las emisiones de CO2. Aluden en este punto a la actividad del Sol, lo que explica el calentamiento verificado en la Edad Media. Si las causas del aumento de las temperaturas fueran en gran parte naturales, nada podría hacerse al respecto. Por otra parte, desde hace diez años el calentamiento se ha detenido. Y muchos economistas aseguran que el calentamiento producirá más beneficios que daños.
No acaban aquí las complicaciones. EEUU ya no es el mayor emisor de CO2. Es China. Los países en desarrollo están exentos de cumplir los acuerdos de Kioto, y es difícil imaginar que Pekín acepte embridar su crecimiento para reducir las emisiones de CO2. China cuenta con enormes reservas de carbón mineral, y construye una nueva central térmica de carbón cada mes. Por otra parte, la India será en breve uno de los principales emisores de CO2, y tampoco aceptará reducir su crecimiento para contentar a los ecologistas de los países ricos. Lo mismo vale para los demás países pobres. El precio de reducir las emisiones de CO2 es el estancamiento.
Por otro lado, estudios recientes indican que las nubes marrones de Asia generan más calentamiento que las emisiones de CO2 procedentes de las plantas de energía eléctrica y los vehículos de los países ricos. Dichas nubes, formadas por ceniza, polvo y humo, que tienen más de tres kilómetros de espesor y una extensión mayor a la de los EEUU, provienen de la combustión de madera, leña y bosta de vaca. ¿Cómo obligarán a utilizar combustibles limpios y caros a los miles de millones de pobres de todo el mundo que sólo cuentan con leña y bosta para cocinar?
Más preocupante es la intención de la burocracia internacional estatista de restringir a un costo excesivo las emisiones de CO2, para así intentar reducir el calentamiento. Sería una medida que no sólo pudiera fracasar, sino que frenaría el crecimiento económico y condenaría a los países pobres a seguir siéndolo. Mucho mejor sería promover el desarrollo, dado que un mundo más rico y próspero tendrá mejores posibilidades de lidiar con el calentamiento global que uno sumido en el atraso.
Porfirio Cristaldo Ayala, corresponsal de AIPE en Paraguay y presidente del Foro Libertario.
Los científicos sólo están de acuerdo en que la temperatura media de la Tierra se ha elevado en 0,8 grados en los últimos cien años. ¿Qué significa eso? Nadie lo sabe con certeza. El mundo no se percató de sus efectos. No obstante, en todas partes los políticos prometen, cuando libran campañas electorales, atacar el problema con el máximo rigor. Y los Parlamentos están aprobando duras leyes para reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2), el principal causante del calentamiento del planeta. El problema, pues, se ha politizado.
Los climatólogos que obtienen más fondos de investigación son los que más han logrado atemorizar a la gente, con sus modelos y pronósticos apocalípticos. Los más extremistas exigen que se reduzcan drásticamente las emisiones de CO2 – hasta un 90% por debajo del nivel registrado en 1990 – para el año 2050. Aseguran que para el 2100, y debido al derretimiento de las grandes masas de hielo de Groenlandia, el nivel de los océanos subirá casi siete metros, lo cual provocará la inundación de las ciudades costeras y llevará la ruina a millones de personas.
Quienes ponen en duda esas predicciones son amenazados por los fanáticos con campañas de desprestigio que arruinen sus carreras en la comunidad científica. Los escépticos son considerados traidores. La lucha es sin cuartel; como si la verdad pudiera imponerse por la fuerza.
Los escépticos aseguran que no existen pruebas de que todo el calentamiento sea causado por el incremento de las emisiones de CO2. Aluden en este punto a la actividad del Sol, lo que explica el calentamiento verificado en la Edad Media. Si las causas del aumento de las temperaturas fueran en gran parte naturales, nada podría hacerse al respecto. Por otra parte, desde hace diez años el calentamiento se ha detenido. Y muchos economistas aseguran que el calentamiento producirá más beneficios que daños.
No acaban aquí las complicaciones. EEUU ya no es el mayor emisor de CO2. Es China. Los países en desarrollo están exentos de cumplir los acuerdos de Kioto, y es difícil imaginar que Pekín acepte embridar su crecimiento para reducir las emisiones de CO2. China cuenta con enormes reservas de carbón mineral, y construye una nueva central térmica de carbón cada mes. Por otra parte, la India será en breve uno de los principales emisores de CO2, y tampoco aceptará reducir su crecimiento para contentar a los ecologistas de los países ricos. Lo mismo vale para los demás países pobres. El precio de reducir las emisiones de CO2 es el estancamiento.
Por otro lado, estudios recientes indican que las nubes marrones de Asia generan más calentamiento que las emisiones de CO2 procedentes de las plantas de energía eléctrica y los vehículos de los países ricos. Dichas nubes, formadas por ceniza, polvo y humo, que tienen más de tres kilómetros de espesor y una extensión mayor a la de los EEUU, provienen de la combustión de madera, leña y bosta de vaca. ¿Cómo obligarán a utilizar combustibles limpios y caros a los miles de millones de pobres de todo el mundo que sólo cuentan con leña y bosta para cocinar?
Más preocupante es la intención de la burocracia internacional estatista de restringir a un costo excesivo las emisiones de CO2, para así intentar reducir el calentamiento. Sería una medida que no sólo pudiera fracasar, sino que frenaría el crecimiento económico y condenaría a los países pobres a seguir siéndolo. Mucho mejor sería promover el desarrollo, dado que un mundo más rico y próspero tendrá mejores posibilidades de lidiar con el calentamiento global que uno sumido en el atraso.
Porfirio Cristaldo Ayala, corresponsal de AIPE en Paraguay y presidente del Foro Libertario.
El rollo este del calentamiento global, no es mas que una idea nacida desde el comunismo residual, a fin de paralizar la industria de los Estados Unidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario