17 julio, 2007

«ASÍ RECUPERAMOS PEREJIL».-





EXCLUSIVA / DOS DE LOS 28 COMANDOS NARRAN SU ASALTO AL ENCLAVE.
Oficial F. J. (licenciado en Empresariales): «Llevábamos armas de visión nocturna, ellos montaron sus fusiles, los cargaron, pero no hubo opción a que los utilizaran» Enfermera A. P. R. (28 años): «Cuando terminó la operación estábamos emocionados, nos abrazamos. después vino el cansancio y el bajón de adrenalina»
RABASSA (ALICANTE).- Nadie diría, al mirar sus grandes ojos verdes y su dulce cara de niña, que esta mujer de 28 años puede utilizar una pistola con mayor destreza que la mayoría de los hombres y que está preparada para atender a sus compañeros heridos en condiciones extraordinariamente difíciles.
Ella es A. P. R. Su nombre es secreto. Forma parte de un Grupo de Operaciones Especiales con sede en la localidad alicantina de Rabassa.
En la unidad, al mando del general Pedro María Andreu, hay 800 soldados profesionales, la mitad de ellos jefes y oficiales.
Cuando A.P.R. participa en una acción, desconecta su móvil y ni su familia ni sus amigos más íntimos saben dónde está. Sencillamente, ella les dice que se va «de maniobras».
El jueves 11, sonó el teléfono de A.P.R. El 17, participó, junto a otros 27 boinas verdes, en el desalojo de la isla Perejil. Fue la única mujer que tomó parte en la acción.
«Estoy soltera. Soy diplomada universitaria en enfermería. Luego hice las oposiciones para entrar en la Sanidad militar. Llevo en el Ejército cuatro años. Siempre he sido aventurera y me gusta el espíritu que tiene esta unidad. Por eso me metí aquí. No tengo familiares ni antepasados que hayan hecho la carrera militar».
-¿Cuál es su rango en la unidad?
-Prefiero no decirlo.
-¿En cuántas operaciones ha participado?
-Como ésta, ninguna, pero sí he estado en otras acciones. Por ejemplo, en una misión de lucha humanitaria en Mozambique.
-¿En qué consistía su trabajo?
-Fuimos allí durante el periodo de las inundaciones. Mucha gente se quedó sin casa y sin nada. Se construyó un campo de refugiados y nuestra misión era atender a toda aquella gente. Allí estuve un mes.
-¿Cómo fue esa experiencia?
-Muy dura, pero también muy bonita. Me quedé muy sorprendida de lo que el Ejército fue capaz de hacer. Trabajamos al límite de nuestras fuerzas en unas condiciones muy duras. Me impactó todo lo que vi. Cómo vivía la gente, la pobreza, la miseria, cómo se adaptaban a todas esas situaciones tan terribles.
-¿Cuando entró aquí pensó que una de las cosas que iba a hacer era salvar vidas de civiles en un rincón perdido de Africa?
-No. Me di cuenta de que la única y real ONG que hay en el mundo es el Ejército.
-¿Cómo empezó para usted la Operación RS (en el Grupo de Operaciones Especiales la llaman “Operación Cantado”, porque, según el general Andreu, «estaba cantada»)?
-Me avisaron como a todo el mundo. En el momento en el que me llamaron, yo estaba viendo un concierto de Estopa y me vine corriendo.
-¿Cómo le avisaron?
-Me llamó al móvil gente que yo conocía. Me dijeron que se había activado la red de alerta. Yo avisé a otra gente, según una orden precisa que se sigue, y ya está.
-¿Cuándo sucedió eso?
-El jueves de la semana pasada, cuando se invadió la isla.
-Desde entonces hasta que se puso en marcha la operación, ¿usted estuvo acuartelada?
-Sí.
-¿Y qué hace durante el tiempo en que está acuartelada?
-Estar preparada para salir a cualquier sitio en cualquier momento.
-¿Y además?
-Cada uno comprueba que tiene todo su material, hace sus ensayos, etcétera.
-¿Cuándo se dio la orden concreta de entrar en acción?
A.P.R. duda un momento, no sabe si debe responder a esa pregunta y consulta con la mirada al general Andreu, que está presente en la conversación, no con espíritu censor, sino más bien para cuidar a su gente. Andreu toma la palabra.
-En la prensa se ha manejado una hora en la que el Gobierno dio la orden.
-¿En torno a las dos de la madrugada?
-Puede ser.
Vuelvo a mirar a A.P.R.
-Una vez que eso sucede, cuando ya se dio la orden de entrar en acción, ¿que pasó?
-No estoy autorizada a contarlo.
-¿Toda la gente que participó salió de aquí, del cuartel de Rabassa?
-Los que salimos de aquí participamos todos.
-¿Hubo soldados de otras unidades?
-Creo que sí, hubo gente de otros sitios.
-Una vez que los helicópteros salieron de aquí, ¿dónde fueron?
-Esa información no la podemos dar.
-¿Fueron a un buque de guerra? ¿A la base de Morón?
-No, eso no se puede contestar.
-¿Se estudió otra forma de llegar a la isla Perejil que no fuera en helicóptero?
-Esa información no es de mi competencia.
Entonces, interrumpe el general Andreu: «Se estudiaron otras alternativas, pero, analizados todos los pros y contras, se optó por esa forma de actuar».
De nuevo miro a A.P.R., que mira con respeto a su general.
-¿Qué arma llevaba usted cuando participó en la operación?
-La que me corresponde... una pistola.
-¿Cuál era su misión?
-Yo era la enfermera del grupo. Por tanto, debía atender cualquier posible baja que hubiera y estabilizarla hasta que llegara un medio de evacuación para llevársela. El equipo que yo llevo permite un soporte vital básico.
-¿Cuánto tiempo tardó en llegar el helicóptero desde la base de operaciones a la isla?
-Sinceramente, no lo sé. Perdí la noción del tiempo. Sólo sé que hubo un momento en que me dijeron que quedaban cuatro minutos para llegar.
-¿Ni siquiera puede decir si estuvo volando una o dos horas?
-No, porque en el helicóptero uno intenta dormirse, porque hace mucho calor y también necesitas desconectar un poco.
-O sea, que usted puede dormir antes de entrar en acción.
-Dormir exactamente, no. Sí quedarme un poco traspuesta.
-Cuando puso pie en la isla Perejil, ¿qué sintió?
-Que tenía que cumplir mi misión. Cada uno de nosotros sabía lo que tenía que hacer y yo lo hice.
-¿Todo lo tenían estudiado? ¿La isla, su orografía...?
-Sí, claro.
Más tarde, en una conversación fuera de micrófono, el general Andreu me desveló que el Grupo de Operaciones Especiales había ensayado varias veces una operación similar, en los días previos al asalto, en un lugar de características idénticas a Perejil.«Se ensayó hasta que todo quedó perfecto. Nada podía dejarse a la improvisación», remachó con orgullo profesional el general.
Volvamos a A.P.R. y sus expresivos ojos verdes.
-¿En qué supuesto hubiera utilizado su arma?
-Nosotros tenemos unas normas que siempre cumplimos y sólo en determinados casos, muy puntuales, usamos las armas. De todas formas, mi misión no era esa.
-¿Se les advirtió de que uno de los objetivos prioritarios de la operación era no causar bajas?
-Sí.
-¿En qué idioma se les pidió a los marroquíes que depusieran sus armas y se entregaran?
-Desde donde yo estaba había tanto ruido y hacía tanto viento que casi no lo oía. Pero, bueno, estaba previsto que desde la megafonía del helicóptero se les dieran los mensajes en árabe, francés y español.
-Cuando se entregaron, ¿usted se encargó de hacerles una revisión médica?
-No, eso se lo hicieron en Ceuta.
-¿Se les maniató?
-Se les trató como se trata normalmente a un prisionero.
De nuevo interviene el general Andreu. «Por motivos de seguridad, dado que luego tenían que trasladarse en helicóptero hasta Ceuta, se les puso una especie de cinta adhesiva en las muñecas».
Interrogo otra vez a A. P. R.
-¿Qué hicieron al ver que la operación había terminado con éxito?
-Entre la gran subida de adrenalina que supone, casi no te lo crees. Estábamos emocionados. Nos abrazamos. Después vino el cansancio y el bajón de adrenalina.
-¿Cuánto tiempo llevaba sin dormir cuando todo acabó?
-Un día entero.
-¿Cómo lo han celebrado?
-Lo celebramos el viernes aquí, en el cuartel, con una parrillada. Al general Andreu le tiramos a la piscina... vestido.
Miro a general, que sonríe.
«Afortunadamente, estaba en chandal».
-General, ¿les llamó esa noche Aznár?
-Recibimos un mensaje de felicitación de su Majestad el Rey y otro del presidente del Gobierno.
A.P.R. se marcha. Me da la mano con un apretón fuerte mientras me sonríe. Minutos después entra en el despacho del general un hombre alto y fornido vestido de uniforme. Se trata de F.J., un oficial del Grupo de Operaciones Especiales que tuvo una participación muy destacada en el desalojo de la isla Perejil.
-¿Usted estaba al mando de uno de los comandos?
-Correcto. Había un equipo de acción principal, que tenía como objetivo neutralizar a los marroquíes, y un equipo de protección. Yo mandaba ese segundo equipo.
-¿Usted pudo ver cómo se desarrolló toda la operación?
-Sí, perfectamente. Esa era mi misión.
-¿Sabía usted cuántos soldados marroquíes había en la isla?
-Con certeza, no. Siempre hay un margen de error. Manejamos un número de entre 10 y 20 personas.
-¿Se manejó la hipótesis de que hubiera soldados escondidos en una cueva que hay en la isla?
-Sí. Disponíamos de fotografías aéreas y, tras analizarlas, rechazamos esa hipótesis. La cueva no tiene acceso por tierra.
-¿Sintió que en algún momento, tras bajar del helicóptero, los marroquíes pudieran responder con sus armas?
-Ese era el mayor riesgo. Pero los medios de visión nocturna que llevábamos nos hubieran permitido identificar inmediatamente cualquier intento de agresión y lo hubiéramos neutralizado de forma inmediata.
-Cuando llegaron ¿era de noche?
-Era noche cerrada.
-¿Cómo reaccionaron los marroquíes?
-Su reacción fue la que esperábamos. Se les pidió que se rindieran y se les aseguró que no iban a sufrir daños. Su primera respuesta fue refugiarse.
-¿Se refiere a los tres centinelas?
-Sí. Los tres centinelas abandonaron sus puestos de vigilancia y se escondieron.
-¿Abandonaron sus armas?
-No. Iban armados. Y, de hecho, montaron sus fusiles de asalto. Los cargaron, pero no hubo opción a que los utilizaran.
-¿No se resistieron en ningún momento?
-No. El brigada que estaba al mando del grupo, un suboficial ya mayor, actuó con sensatez y ordenó deponer las armas a sus hombres y que también se rindieran los que estaban escondidos.
-¿Por qué tardaron tanto tiempo en salir los otros tres que estaban en la caseta?
-Por miedo. No se atrevían a salir. A pesar de las seguridades que se les daban... pues, claro, póngase en su lugar.
-¿Tenían equipo de radio en la caseta?
-Sí. Y, de hecho, trataron de enlazar varias veces, pero no lo lograron.
-¿Qué tipo de armas llevaba usted?
-Las reglamentarias del Ejército, pero con ciertas modificaciones. Podemos hacer tiro en condiciones absolutamente adversas.
-¿Usted cree que ellos esperaban un ataque por parte de España?
-No. En todo caso, yo creo que ellos pensaban que se podía intentar llegar a la isla con una embarcación.
-Cerca de la isla había una patrullera marroquí. ¿Qué misión tenía?
-Precisamente ésa, evitar un desembarco.
-Pero la patrullera no hizo nada.
-No se le dio opción por parte de nuestras patrulleras.
-El ministro de Defensa, Federico Trillo, dijo que había tenido información al minuto de la operación. ¿Cómo lo hicieron?
-Eso fue así, pero no le puedo responder cómo lo hicimos.
-¿Usted no se sintió eufórico cuando vio que todo había terminado con éxito?
-No. Hubiera sido una falta de profesionalidad [se ríe].
-¿Cuánto tiempo lleva usted en el Grupo de Operaciones Especiales?
-Mucho, 16 años.
-¿Ha participado en muchas operaciones?
-En Kosovo, en Bosnia, etc.
-¿Usted estaría dispuesto a participar en una operación antiterrorista?
-Si cumple las condiciones que marca la Constitución, perfectamente. Por supuesto.
-¿Por qué se dedicó usted a esto?
-Yo terminé la carrera de Empresariales. Pero cuando empecé a trabajar me encontré insatisfecho. Buscaba algo más y aquí lo encontré.
-¿Ahora está satisfecho? -Absolutamente.
UN GRUPO DE ÉLITE PARA CASOS ESPECIALES.
MADRID.- El Mando de Operaciones Especiales (MOE), una parte de cuyos efectivos asaltaron la isla Perejil, está integrado en el Núcleo de Apoyo a la Fuerza de Maniobra. Este grupo interviene en operaciones que, por sus especiales características, no son encomendadas a las unidades tradicionales de las Fuerzas Armadas.
Estos boinas verdes llevan a cabo acciones directas como, por ejemplo, ataques a objetivos críticos, captura o recuperación de personas o guía de misiles inteligentes. También realizan informaciones sobre actividades de fuerzas enemigas, localizan armas especiales, comprueban daños, adiestran a fuerzas militares españolas o aliadas.
El Mando de Operaciones Especiales fue creado en 1997, en sustitución de seis Grupos de Operaciones Especiales (GOE) que habían sido creados durante los años 80.
Su jefatura fue fijada al principio en Jaca (Huesca), pero a finales del año 1999 fue trasladada a Rabassa (Alicante).
Las unidades operativas que dependen del MOE son los Grupos de Operaciones Especiales denominados Valencia III, con base en Alicante; Tercio del Ampurdán IV, con sede en Barcelona, y la Bandera de Operaciones Especiales de La Legión, situada en Ronda (Málaga).
La estructura de estas unidades permite formar patrullas de reconocimiento y equipos básicos u operativos de acción directa, que integran siempre un máximo de seis individuos.
Sus miembros reciben una formación general para operaciones especiales y para cada misión concreta que les encomiendan. Además, cada uno de ellos tiene una especialidad, como por ejemplo navegador, tirador selecto, experto en explosivos y destrucciones o en transmisiones y sanidad.
CASIMIRO GARCIA-ABADILLO. El Mundo. 21.07.2002.

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