LA SITUACIÓN.
El 11 julio de 2002, una embarcación de la Guardia Civil del Mar procedente de Ceuta, avistaba poco después de las 1400 horas dos banderas marroquíes izadas, una tienda de campaña y a una docena de individuos que, trepando por la escarpada costa de la ensenada de Levante o del Rey, se habían instalado en la isla del Perejil. Los individuos iban uniformados con unos monos de la Gendarmería marroquí, y su mando lo ostentaba el capitán de corbeta Said Gournari de la Marina Real Marroquí - antiguo alumno de la extinta ETEA (Escuela de Transmisiones y Electrónica de la Armada, en Vigo) donde cursó la especialidad de Electrónica - que se negó a obedecer a los requerimientos de los guardias civiles de abandonar la isla.
Puesto el hecho en conocimiento de la cadena de mando de los ministerios del Interior y Defensa, esa misma tarde se reunía el ministro de Defensa con los miembros de la junta de jefes de Estado Mayor para tratar esa flagrante violación de la soberanía española en una isla, que aunque situada frente a la costa de Marruecos, dista tan sólo siete millas de Tarifa, estando además dentro del radio de acción de las piezas de artillería de costa del MACTAE (Mando de Artillería de Costa del Estrecho). Naturalmente la situación no se debía resolver a cañonazos, y el problema que se debatía a los más altos niveles era la forma de recuperar la isla del Perejil sin escalar desmesuradamente la crisis ni empeorar de forma irreversible las relaciones entre España y Marruecos. Quizá si esa misma noche se hubieran enviado dos “stol” helitransportados de la Unidad de Operaciones Especiales (UOE) de la Infantería de Marina, cuyo acuartelamiento de San Carlos en San Fernando se encontraba a tan sólo 50 millas náuticas del escenario de la invasión, la crisis se hubiera abortado antes de nacer; pero no fue así, y al día siguiente la invasión era noticia de primera página en todos los medios de comunicación social, y las reivindicaciones de Marruecos eran una provocación constante para todos los españoles dignos de este nombre.
En tanto en cuanto no se tomaba una decisión a nivel político, los Estados Mayores de los tres ejércitos y el Estado Mayor Conjunto de la Defensa empezaron a estudiar las diferentes líneas de acción, teniendo en cuenta los diversos factores que afectaban al problema y las distintas hipótesis a considerar. No había que olvidar el caso de las Malvinas, en que los argentinos consideraron la hipótesis que los británicos no iban a organizar una fuerza expedicionaria para recuperar las islas, y cuando la task force de la Marina británica se hizo a la mar, no existía un plan alternativo para evitar su reconquista.
Lo primero a considerar era la amenaza que podría cernirse sobre las tropas españolas en el caso de intentar una operación para recuperar la isla. Extrayendo y analizando los datos de Marruecos en el conocido anuario Military Balance, llama la atención el desequilibrio existente entre los tres ejércitos, a favor del de Tierra, algo que tiene su explicación si pensamos que Marruecos siempre tiene omnipresente el conflicto del Sáhara, donde el Frente Polisario materializa una guerrilla sin elementos aéreos ni navales.
El potente Ejército de Tierra, creado en 1956 a raíz de la independencia de Marruecos, ha sufrido en los últimos 25 años, y como consecuencia de la expansión hacia el sur, un enorme crecimiento, habiendo pasado de 80.000 hombres en 1975, año de la ocupación del Sáhara Español, a más del doble, unos 175.000, aunque, eso sí, con el 80 por 100 de sus efectivos desplegados en las provincias saharauis, estacionando el resto de sus unidades en las proximidades de su potencial enemigo argelino, con el que sostuvo una corta guerra a comienzos de los 60. En esencia el Ejército Real consta de una brigada ligera de seguridad, de guarnición en el área de Rabat para guardia y protección del rey Mohamed VI, una brigada acorazada con carros M-60, dos brigadas paracaidistas y tres brigadas de infantería mecanizadas. Además de estas grandes unidades, existe una pléyade de regimientos y batallones desplegados a lo largo y ancho del extenso territorio marroquí, amén de unidades de operaciones especiales. El total de unidades acorazadas y mecanizadas se estima en unas 2.600, contando con 320 carros de combate norteamericanos M-60 y 185 M-48A5 similares a los españoles, estando pendientes de recibir los más modernos T-72B de origen bielorruso (nota de "Las Historias...", dichos T-72B, según el Jane´s Internacional ya dotan a las FFAA Marroquíes, en un número suficiente como para equipar una brigada Acorazada).
En el ámbito naval, sus buques son bien conocidos, pues la mayoría han sido construidos en astilleros españoles, como es el caso de la hasta ahora su unidad más potente de su Marina, la corbeta clase Descubierta, Lt. Col. Arrahmani, dotada de misiles Exocet y torpedos antisubmarinos. De acuerdo con el prestigioso anuario Jane's Fighting Ships, mucho más moderna es la fragata Mohamed V, entregada en marzo de este mismo año por los astilleros franceses de L´Átlantique en Saint Nazaire, similar a las de la clase Floreal de la Marina francesa y dotada asimismo de misiles antibuque Exocet. El grueso de las unidades de la Marina real marroquí lo forman una treintena de patrulleros de las clases Lazaga (4) y Cormorán (6), construidos igualmente por Izar; Osprey Mk-II (4), de construcción danesa; PR-72 (2), PR-32 (10) y OPV- 64 (6) de construcción francesa; en total 32 patrulleros de diversas características.
Exceptuando los cuatro Lazaga que cuentan con misiles Exocet MM-38 antibuque, el resto de los patrulleros sólo cuenta con cañones con calibres que oscilan entre los 76 mín de los Lazaga y PR-72 a los 40 mm del resto, con la excepción de los pequeños PR-32, que sólo llevan un cañón de 20 mm. Existen además una treintena de lanchas de la Gendarmería, Arcor 46 (18) y Arcor 53 (15), de nulo valor militar, dedicadas a la represión del contrabando y tráfico de drogas.
Todas estas unidades se encuentran repartidas entre el Mediterráneo y el Atlántico, estacionadas en sus base principales de Casablanca y Alhucemas. Los efectivos totales alcanzan los 8.000 hombres, la mayoría procedentes del servicio militar obligatorio que dura 18 meses, incluyendo a los 1.500 infantes de marina, en su mayoría estacionados en Alhucemas, que cuentan con un reducido número de buques y embarcaciones de desembarco.
Los comienzos de la Real Fuerza Aérea marroquí fueron con aviones soviéticos, Mig-15 y Mig-17, y su modernización posterior consistió en la adquisición de aviones norteamericanos F-5 y franceses Mirage F-1 que todavía perduran, aunque se está pendiente de adquirir aviones F-16 de origen saudita, que elevarán notablemente la capacidad aérea. En total la Fuerza Aérea marroquí cuenta con unos 200 aparatos entre aviones y helicópteros, de los que aproximadamente unos 70 son cazas de los dos tipos antes mencionados.
Un rápido análisis de todo lo anteriormente expuesto nos lleva a la conclusión que las FAS marroquíes están compuestas por un numeroso y mecanizado Ejército de Tierra, con tropas aguerridas y adiestradas gracias a ese extenso campo de maniobras que es el Sáhara Occidental, aunque desplegadas en su mayoría en el sur. La Marina, más propia de un servicio de guardacostas que de una armada oceánica, se compone de unidades de pequeño porte, armadas con cañones de pequeño calibre, con la excepción de los seis buques antes mencionados dotados de misiles Exocet, estando organizadas y concebidas para cubrir sus prolongadas costas, desde la frontera con Argelia hasta la de Mauritania, para vigilar y controlar sus ricos bancos pesqueros y reprimir el contrabando y el tráfico ilegal de drogas e inmigrantes. Su Fuerza Aérea, a todas luces necesitada de una modernización (de ahí la adquisición de los F-16), y con un adiestramiento que presuponemos inferior al de cualquier fuerza aérea de la OTAN, puede no obstante alcanzar objetivos al otro lado del Estrecho si el país atacado no dispone de una defensa aérea eficaz.
Contralmirante JOSE Mª TREVIÑO RUIZ. RGM, Octubre de 2002.
El 11 julio de 2002, una embarcación de la Guardia Civil del Mar procedente de Ceuta, avistaba poco después de las 1400 horas dos banderas marroquíes izadas, una tienda de campaña y a una docena de individuos que, trepando por la escarpada costa de la ensenada de Levante o del Rey, se habían instalado en la isla del Perejil. Los individuos iban uniformados con unos monos de la Gendarmería marroquí, y su mando lo ostentaba el capitán de corbeta Said Gournari de la Marina Real Marroquí - antiguo alumno de la extinta ETEA (Escuela de Transmisiones y Electrónica de la Armada, en Vigo) donde cursó la especialidad de Electrónica - que se negó a obedecer a los requerimientos de los guardias civiles de abandonar la isla.
Puesto el hecho en conocimiento de la cadena de mando de los ministerios del Interior y Defensa, esa misma tarde se reunía el ministro de Defensa con los miembros de la junta de jefes de Estado Mayor para tratar esa flagrante violación de la soberanía española en una isla, que aunque situada frente a la costa de Marruecos, dista tan sólo siete millas de Tarifa, estando además dentro del radio de acción de las piezas de artillería de costa del MACTAE (Mando de Artillería de Costa del Estrecho). Naturalmente la situación no se debía resolver a cañonazos, y el problema que se debatía a los más altos niveles era la forma de recuperar la isla del Perejil sin escalar desmesuradamente la crisis ni empeorar de forma irreversible las relaciones entre España y Marruecos. Quizá si esa misma noche se hubieran enviado dos “stol” helitransportados de la Unidad de Operaciones Especiales (UOE) de la Infantería de Marina, cuyo acuartelamiento de San Carlos en San Fernando se encontraba a tan sólo 50 millas náuticas del escenario de la invasión, la crisis se hubiera abortado antes de nacer; pero no fue así, y al día siguiente la invasión era noticia de primera página en todos los medios de comunicación social, y las reivindicaciones de Marruecos eran una provocación constante para todos los españoles dignos de este nombre.
En tanto en cuanto no se tomaba una decisión a nivel político, los Estados Mayores de los tres ejércitos y el Estado Mayor Conjunto de la Defensa empezaron a estudiar las diferentes líneas de acción, teniendo en cuenta los diversos factores que afectaban al problema y las distintas hipótesis a considerar. No había que olvidar el caso de las Malvinas, en que los argentinos consideraron la hipótesis que los británicos no iban a organizar una fuerza expedicionaria para recuperar las islas, y cuando la task force de la Marina británica se hizo a la mar, no existía un plan alternativo para evitar su reconquista.
Lo primero a considerar era la amenaza que podría cernirse sobre las tropas españolas en el caso de intentar una operación para recuperar la isla. Extrayendo y analizando los datos de Marruecos en el conocido anuario Military Balance, llama la atención el desequilibrio existente entre los tres ejércitos, a favor del de Tierra, algo que tiene su explicación si pensamos que Marruecos siempre tiene omnipresente el conflicto del Sáhara, donde el Frente Polisario materializa una guerrilla sin elementos aéreos ni navales.
El potente Ejército de Tierra, creado en 1956 a raíz de la independencia de Marruecos, ha sufrido en los últimos 25 años, y como consecuencia de la expansión hacia el sur, un enorme crecimiento, habiendo pasado de 80.000 hombres en 1975, año de la ocupación del Sáhara Español, a más del doble, unos 175.000, aunque, eso sí, con el 80 por 100 de sus efectivos desplegados en las provincias saharauis, estacionando el resto de sus unidades en las proximidades de su potencial enemigo argelino, con el que sostuvo una corta guerra a comienzos de los 60. En esencia el Ejército Real consta de una brigada ligera de seguridad, de guarnición en el área de Rabat para guardia y protección del rey Mohamed VI, una brigada acorazada con carros M-60, dos brigadas paracaidistas y tres brigadas de infantería mecanizadas. Además de estas grandes unidades, existe una pléyade de regimientos y batallones desplegados a lo largo y ancho del extenso territorio marroquí, amén de unidades de operaciones especiales. El total de unidades acorazadas y mecanizadas se estima en unas 2.600, contando con 320 carros de combate norteamericanos M-60 y 185 M-48A5 similares a los españoles, estando pendientes de recibir los más modernos T-72B de origen bielorruso (nota de "Las Historias...", dichos T-72B, según el Jane´s Internacional ya dotan a las FFAA Marroquíes, en un número suficiente como para equipar una brigada Acorazada).
En el ámbito naval, sus buques son bien conocidos, pues la mayoría han sido construidos en astilleros españoles, como es el caso de la hasta ahora su unidad más potente de su Marina, la corbeta clase Descubierta, Lt. Col. Arrahmani, dotada de misiles Exocet y torpedos antisubmarinos. De acuerdo con el prestigioso anuario Jane's Fighting Ships, mucho más moderna es la fragata Mohamed V, entregada en marzo de este mismo año por los astilleros franceses de L´Átlantique en Saint Nazaire, similar a las de la clase Floreal de la Marina francesa y dotada asimismo de misiles antibuque Exocet. El grueso de las unidades de la Marina real marroquí lo forman una treintena de patrulleros de las clases Lazaga (4) y Cormorán (6), construidos igualmente por Izar; Osprey Mk-II (4), de construcción danesa; PR-72 (2), PR-32 (10) y OPV- 64 (6) de construcción francesa; en total 32 patrulleros de diversas características.
Exceptuando los cuatro Lazaga que cuentan con misiles Exocet MM-38 antibuque, el resto de los patrulleros sólo cuenta con cañones con calibres que oscilan entre los 76 mín de los Lazaga y PR-72 a los 40 mm del resto, con la excepción de los pequeños PR-32, que sólo llevan un cañón de 20 mm. Existen además una treintena de lanchas de la Gendarmería, Arcor 46 (18) y Arcor 53 (15), de nulo valor militar, dedicadas a la represión del contrabando y tráfico de drogas.
Todas estas unidades se encuentran repartidas entre el Mediterráneo y el Atlántico, estacionadas en sus base principales de Casablanca y Alhucemas. Los efectivos totales alcanzan los 8.000 hombres, la mayoría procedentes del servicio militar obligatorio que dura 18 meses, incluyendo a los 1.500 infantes de marina, en su mayoría estacionados en Alhucemas, que cuentan con un reducido número de buques y embarcaciones de desembarco.
Los comienzos de la Real Fuerza Aérea marroquí fueron con aviones soviéticos, Mig-15 y Mig-17, y su modernización posterior consistió en la adquisición de aviones norteamericanos F-5 y franceses Mirage F-1 que todavía perduran, aunque se está pendiente de adquirir aviones F-16 de origen saudita, que elevarán notablemente la capacidad aérea. En total la Fuerza Aérea marroquí cuenta con unos 200 aparatos entre aviones y helicópteros, de los que aproximadamente unos 70 son cazas de los dos tipos antes mencionados.
Un rápido análisis de todo lo anteriormente expuesto nos lleva a la conclusión que las FAS marroquíes están compuestas por un numeroso y mecanizado Ejército de Tierra, con tropas aguerridas y adiestradas gracias a ese extenso campo de maniobras que es el Sáhara Occidental, aunque desplegadas en su mayoría en el sur. La Marina, más propia de un servicio de guardacostas que de una armada oceánica, se compone de unidades de pequeño porte, armadas con cañones de pequeño calibre, con la excepción de los seis buques antes mencionados dotados de misiles Exocet, estando organizadas y concebidas para cubrir sus prolongadas costas, desde la frontera con Argelia hasta la de Mauritania, para vigilar y controlar sus ricos bancos pesqueros y reprimir el contrabando y el tráfico ilegal de drogas e inmigrantes. Su Fuerza Aérea, a todas luces necesitada de una modernización (de ahí la adquisición de los F-16), y con un adiestramiento que presuponemos inferior al de cualquier fuerza aérea de la OTAN, puede no obstante alcanzar objetivos al otro lado del Estrecho si el país atacado no dispone de una defensa aérea eficaz.
Contralmirante JOSE Mª TREVIÑO RUIZ. RGM, Octubre de 2002.
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