30 julio, 2007

LA TOMA DE MALAGA III.-






DIVERSIÓN EN GUADIX.
Otras ayudas que intentaron los musulmanes fueron también deshechas, así en Guadix un morabito tunecino exaltado llamado Ibrahim al-Guerví, logró que unos 400 seguidores, viejos gomeres y otros se les uniesen y por lugares apartados acercase a las posiciones el Marqués de Cádiz. Murió la mitad de ellos y apresada la otra mitad incluido el Guerví. Éste pidió ver al rey. Fue llevado a la tienda y el rey dormía. En la antesala se encontraban don Álvaro de Portugal y la Marquesa de Moya, los confundió y los agredió con su alfanje, siendo reducido por la guardia.
El jefe de la Artillería Francisco Ramírez de Madrid se debió emplear a fondo para destruir las dos torres que defendían el puente sobre el río Guadalmedina. Fruto del ardor de la contienda fue herido en la cabeza y allí mismo armado caballero por el rey Fernando.
Hasta en tres ocasiones pidieron clemencia al rey Fernando los representantes de la Ciudad pero el Zegrí continuó en sus trece durante todo el tiempo encastillado en Gibralfaro y cuando la ciudad cayó, no hubo consideración por parte del “Católico”, pues su bondad había sido burlada en varias ocasiones.
Tras la rendición, el comendador de León, don Pedro de Toledo, capellán y limosnero regio, recibió la orden de recibir la ciudad y tomar las medidas para la entrada triunfal de los Reyes Católicos.
El día 18 de agosto de 1487 entró don Pedro de Toledo en la ciudad con los atributos propios de la gesta realizada.
La conquista del reino de Granada comienza, pues, con la toma de
Alhama por los cristianos en febrero de 1482. A los pocos meses, Muley Hacen se refugia en Málaga al ser destronado por su hijo Boabdil con el apoyo de los abencerrajes que habían regresado del exilio.
Durante la
Reconquista los árabes construyeron gran cantidad de torres de defensa para la ciudad; así, al oeste Torremolinos, al norte Puerto de la Torre (antiguo camino a Antequera), al noroeste las 11 torres de Alhaurín de la Torre (de las que no quedan restos) y la torre de Alhaurín el Grande y al este la de Torre de Benagalbón. La conquista de la ciudad de Málaga por los Reyes Católicos en agosto de 1487 supuso un episodio sangriento en la guerra final por la conquista del Reino de Granada.
Después de un largo asedio cortando las entradas de agua y víveres a la ciudad, desde el 5 de mayo al 18 de agosto, el poderoso ejército castellano formado por 12.000 jinetes, 25.000 infantes y 8.000 soldados más de apoyo, logró tomar la ciudad defendida por 15.000 gomeres africanos y guerreros malagueños. El asedio de la ciudad fue uno de los más largos de la
Reconquista, duró 6 meses y cortó el suministro de alimentos, rindiéndose estos el 13 de agosto de 1487, la población fue castigada a la esclavitud o a pena de muerte, con excepción de veinticinco familias que pudieron permanecer en Málaga, como mudéjares, en el recinto de la morería. La conquista de Málaga supuso un durísimo y definitivo golpe para el reino nazarí de Granada que perdía así su principal puerta marítima.
El rey
Fernando de Aragón decidió aplicar un castigo excepcional y se negó a conceder una capitulación honrosa para los vencidos. Excepto el grupo del mercader Alí Dordux que rindió la ciudad a espaldas del arraez Hamad al Tagrí o El Zegrí que resistiría en el castillo de Gibralfaro unos días más, los 15.000 supervivientes fueron convertidos en esclavos. Entre 5.000 y 6.000 cristianos repoblaron la provincia (1.000 la capital). En un primer momento se levantaron cuatro parroquias en la capital: las iglesias del Sagrario - dedicada a San Pedro, fundada en 1488 y reconstruida en el siglo XVIII, San Juan, Santiago y Santos Mártires.
Hacia el año 1.300 la Dinastía Musulmana de Los Nazaríes, que reinó en Málaga desde el Siglo XIII al XV, construyó la Torre de Defensa situada al final de la Calle San Miguel, conocida ya en las Ordenanzas de 1.497 como "Torre de los Molinos", y años más tarde denominada también de Pimentel, en honor de D. Rodrigo Pimentel, Conde de Benavente (Zamora), que ayudó militarmente a los Reyes Católicos con 2.000 caballos y 4.999 peones – siempre uno menos de los que aportaba el Rey - en la Campaña de la conquista de Granada y la Toma de Málaga allá por 1.487, cinco años antes de que Colón descubriera América. La Torre tiene 12 metros de altura, fabricada de adobe de tierra, y estaba compuesta de dos plantas con ventanas vigilantes al mar y una terraza. Se entra a ella por una escalera que sale del antiguo Molino del Rosario. Al día de hoy, está totalmente derruida por dentro y algunas grietas ponen en peligro su fachada.
Seguramente, atraídos por aguas y manantiales, algunos moros ilustres tendrían villas y palacios por aquí, pero si las hubo, el tiempo y la mano del hombre, no nos dejaron ninguna huella de su existencia.
Sobre la Mezquita Aljama de la medina, hizo Fernando elevar la Iglesia de la Encarnación, sobre la que unos años después se levantaría la actual Catedral de Málaga. En términos de relación Iglesia Estado, además tomó las siguientes medidas:
Otras medidas inmediatas del día 18 de Agosto de 1487 fueron: limpiar de cadáveres las calles, liberar a los cautivos cristianos que tenían los moros y levantar un gran altar en la Puerta de Granada para los servicios religiosos, Tedeum de acción de gracias.
Los hechos aquí narrados ocurrieron en el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna, pero aún existían gestos caballerescos propios del Medioevo, tanto en un bando como en el otro, así el Zegrí pensaba: Yo acepté el gobierno de Málaga y juré defender el honor de los que confiaron en mí. Me ha faltado ayuda de dentro y de fuera. Si la hubiese recibido, habría muerto peleando. “El Zegrí”
Igual que hiciese en Vélez, el rey Católico realizó una serie de gestos de gran importancia en el inmediato devenir de la ciudad tomada:
Restauró las murallas de la ciudad.
Abasteció de alimentos, agua y municiones.
Instauró las sedes de varias órdenes religiosas.
Puso en funcionamiento un hospital con médicos y cirujanos.
Nombró a don García Manrique jefe de la ciudad.
Y, todos, a fundar Cofradías de Semana Santa.
El rey con los prisioneros fue muy duro, habían desechado su bondad tres veces y debió pensar que debía ser ejemplarizante, pues aún quedaban otros capítulos por recorrer de la Reconquista. Así, a mujeres, viejos y niños los hizo cautivos, y a los varones les dio una alternativa prácticamente imposible, deberían irse y volver “todos” con 30 doblas de oro en un plazo de 8 meses mancomunadamente, es decir, no podría fallar nadie, so pena de esclavitud. Para los judíos y criptojudíos y renegados, aquellos que primero apostasiaron del judaísmo y después del catolicismo y que se habían refugiado al calor de “el Zegrí”, el castigo fue terrible, aunque dejó su ejecución a dos judíos que trabajaban para él: Abraham Senior e Isaac Abarbanel.
Con fecha 7 de septiembre de 1487, dotaron a dos personajes de cédula de repartidores: Cristóbal Mosquera y Francisco Alcaraz. Tras dejar todas las tareas realizadas y encomendadas a hombres de su confianza, los Reyes Católicos levantaron el Real y se marcharon a Córdoba, a su Cuartel General, para preparar la siguiente campaña, la que les llevaría a conquistar en 1488 Vera, Vélez Blanco y Vélez Rubio y en el año siguiente 1489 Guadix, Baza y Almería. Habían puesto punto final a unas de las campañas reconquistadoras más importantes y difíciles, si la que hubiese sido poco menos que imposible la toma de Granada en el invierno de 1491 - 1492.

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