08 septiembre, 2007

LOS JUEVES, MILAGRO.-

Espero que don Luís García Berlanga, como buen valenciano que es, no se enfade por robarle yo el título de una de sus películas. Una película que fue en su día muy maltratada por la censura, aunque no tanto como lo estamos siendo quienes observamos la política nacional convertida, últimamente, en “la corte de los milagros” y no precisamente por culpa de la “monja de las llagas”, sino a causa de la demagogia. Una demagogia que ya no pretende engañar al público (como la de antaño) sino que sólo busca un hueco en la prensa, un titular. Pondré un ejemplo: el milagro de la vivienda andaluza lanzado urbi et orbe esta semana a las ondas hertzianas y a la prensa. Un pedazo de proyecto cuyos entresijos no merecen que perdamos el tiempo. “Andalucía garantiza por ley un piso a quien gane menos de 3.000 euros al mes”, ese era el titular. Y al verlo impreso quedaron satisfechos los miembros del DIG (Departamento de Ideas Geniales) que trabajan a la orden de don Manuel Cháves y que - he de suponer - han sido los promotores del milagro. Propendo a pensar, sin embargo, que la complejidad que encierra la condición humana no se deja reducir tan fácilmente como creen los del DIG. La prueba está en que la mayoría del público ha visto ya en este asunto la falta de sustancia. ¿Qué pretenden los políticos con estas machadas? Ya lo he dicho: conseguir un titular en algún medio amigo. ¿Y qué consiguen? Que los ciudadanos, sabiendo que todo es pura filfa, piensen que la política es un juego - propio de ilusionistas incompetentes - carente de interés. Luego, esos mismos magos del conejo en la chistera no lamentan como debieran la creciente abstención. Pasan con ligereza sobre el problema del desistimiento ciudadano cuando se les recuerdan algunos desastres. Por ejemplo, los referendos para aprobar los Estatutos andaluz y catalán, en los que sólo participó una exigua minoría de electores.Mas, desgraciadamente, cuando los andaluces que ganan menos de 3.000 euros mensuales comprueben que nadie les va a poner un piso, los responsables del engaño ya estarán vendiendo otras motos sin manillar.
Joaquín Leguina.

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