14 mayo, 2006

LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA II.-


LLEGAN LOS CRUZADOS.- En la primavera de 1212, los caminos de la Cristiandad se llenaron de cruzados cuya meta era Toledo. Los pobres iban a pie, mendigando por los caminos; los nobles, a caballo, seguidos de sus mesnadas. Entre ellos no sólo concurrían guerreros. También afluían muchedumbres fanatizadas de mujeres, jovenzuelos y personas inútiles para la guerra que acompañarían al ejército expedicionario compartiendo sus privaciones y sometidos a su suerte favorable o adversa. El primero en llegar fue el caballeroso Pedro II de Aragón, el amigo de Alfonso VIII, que aportaba tres mil caballeros con su correspondiente acompañamiento de peones. ¿Y los reyes de Navarra y de León? De estos no se esperaba que movieran un dedo para auxiliar a Alfonso VIII. Es más, el de Navarra sólo estaba esperando a que acabasen las treguas concertadas con Castilla para atacarla; el de León, por su parte, hizo saber que sólo se uniría a la Cruzada si le eran devueltos ciertos lugares y castillos fronterizos que reclamaba como suyos. A principios de junio llegaron cruzados de ultrapuertos, es decir los de fuera de la Península, capitaneados por el arzobispo de Narbona. Eran en su mayoría franceses aunque también los había italianos, lombardos y alemanes.
El ejército almohade se puso por fin en movimiento. Subiendo por los antiguos arrecifes romanos y califales que remontan el Guadalquivir llegó a tierras de Jaén y ascendió en busca de los desfiladeros de Sierra Morena. Al-Nasir estaba bien informado sobre la actualidad y calidad de las tropas que se iban reuniendo en Toledo y procedía con cautela. En lugar de atravesar los pasos de Sierra Morena para enfrentarse a su enemigo en Castilla, como hizo su padre cuando lo de Alarcos, decidió mantenerse a la defensiva y dejar que fueran los cristianos los que hiciesen el viaje por la meseta castellana y los desfiladeros del Muradal. Así tendría de su parte dos elementos: el cansancio y desgaste de los cristianos al final de tan dura marcha y un favorable campo de batalla, puesto que los almohades ocuparían posiciones ventajosas y forzarían a los cristianos a aceptar el combate.
Mientras tanto, en Toledo, los turbulentos huéspedes llegados de Francia no dejaban de causar problemas. El previsor arzobispo había dispuesto que los cruzados acampasen en terreno amable, entre huertas, a orillas del Tajo, apartados del núcleo de la ciudad; pero los extranjeros, sea porque no estaban tan habituados como los peninsulares a la convivencia y respeto con gente de otras religiones o culturas, o simplemente por impaciencia de la sangre y botín que esperaban conseguir en la Cruzada, asaltaron la judería toledana y la saquearon e incluso asesinaron a una parte de sus moradores, lo que llenó de pesar a Alfonso VIII. El 20 de junio, el ejército cristiano partió de Toledo camino del sur. En el cuerpo de vanguardia iban ultramontanos guiados por don Diego López de Haro. A los cuatro días de marcha avistaron la aldea y castillo de Malagón, que era de los moros. Inmediatamente se lanzaron al asalto, arrasaron el lugar e irrumpieron en el castillo que los defensores habían ofrecido entregar a cambio de que se respetaran sus vidas, trato común razonable muy al uso de las contiendas peninsulares. Pero los ultrapuertos, herederos de la tradición intolerante de las Cruzadas, pasaron a cuchillo a casi todos los defensores y refugiados que albergaba la fortaleza. Cumplida la jornada, acamparon allí mismo en espera del grueso del ejército con los reyes de Aragón y Castilla, que llegó al día siguiente, 25 de junio. Ya para entonces se manifestaban los problemas de abastecimiento que eran la plaga de toda expedición importante en aquella época. En aquella tierra que atravesaban los cristianos, casi despoblada y ayuna de recursos, estas privaciones se acentuaban. Con tales problemas llegaron a las márgenes del Guadiana y buscaron los vados para atravesarlo. En estos lugares de aguas poco profundas los almohades habían esparcido artefactos metálicos de cuatro puntas, los llamados abrojos, que se clavaban en los pies de los peones y caballos inutilizándolos para el combate. Con todo, los cristianos sortearon la vía fluvial que los separaba de Calatrava.
CALATRAVA, LA MANZANA DE LA DISCORDIA. Calatrava era, y aún es en sus ruinas, una importante fortaleza que vigilaba el estratégico paso entre Andalucía y Castilla. En 1158, los templarios que la guardaban se reconocieron incapaces de contener el empuje musulmán y la abandonaron. Entonces un grupo de caballeros y de monjes cistercienses se establecieron en ella y la defendieron de los almohades. Esta fue el origen de la Orden de Calatrava, orden monástico-militar que el Papa aprobó en 1164. Sin embargo, a la muerte de Alfonso VII, el convento-fortaleza fue conquistado por los almohades. El ejército cruzado acampó cerca de Calatrava y durante tres días sus jefes estudiaron un plan de ataque. Todos estaban de acuerdo en que no era prudente dejar a sus espaldas una plaza tan importante y buen abastecida que, además, estaba defendida por el andalusí Abu Qadis, experto guerrero de la frontera. Por lo tanto debían tomar el castillo. El día 30 de junio lo atacaron violentamente y lograron conquistar su parte más accesible. Los defensores parlamentaron y Alfonso VIII les concedió franquicia para retirarse salvando sus vidas y algunos bienes. Este acuerdo indignó a los cruzados extranjeros que ya contaban con repetir la degollina de Malagón. Por otra parte, venían muy quejosos de las calores excesivas del mes de junio, de las arideces de la meseta y de las privaciones que desde hacía unos días venía sufriendo el ejército cristiano, a todo lo cual estaban más acostumbrados los peninsulares. Por estas causas, el 30 de junio, la mayoría de los extranjeros se retiraron de la Cruzada y regresaron a sus países de origen. Los más exaltados pretendían tomar Toledo, la capital desguarnecida de Castilla, para vengarse de Alfonso VIII, pero finalmente se conformaron con ir saqueando las juderías de las poblaciones por donde pasaban. Otros se dirigieron a Santiago de Compostela para ganar la peregrinación y no hacer el viaje en balde; todos, en fin, se perdieron por los caminos del Pirineo tal como habían aparecido. Un historiador calcula que la deserción de los ultramontanos redujo al ejército cristiano en un tercio de sus efectivos. La perdida mas grave no fue, sin embargo, el número, sino la calidad, pues muchos de ellos eran veteranos de guerra y soldados profesionales. En Calatrava, ya recuperada para su Orden, descansaron los ejércitos de Castilla y Aragón y se repusieron de hambres pasadas, pues habían encontrado la fortaleza bien avituallada. Allí se les unieron doscientos caballeros navarros al mando de Sancho el Fuerte, que había decidido deponer temporalmente su rencor y enemistad con el castellano para participar en la Cruzada. A dos jornadas de camino estaba Alarcos, a pocos kilómetros de la actual Ciudad Real. Muchos recuerdos tristes debieron de acudir a la memoria de Alfonso VIII a la vista de aquellos campos yermos. En ellos los almohades habían machacado literalmente a su flamante ejército diecisiete años atrás. Durante todo este tiempo el fantasma de Alarcos había perseguido al rey castellano, había mediatizado sus actos y había alimentado su sed de venganza. Otro responsable de Alarcos compartía los sentimientos de Alfonso VIII y volvía a contemplar con él, después de tantos años, el escenario de su desdicha: don Diego López de Haro, el belicoso señor de Vizcaya al que muchos hacían responsable de aquella infamante derrota. Después del abandono de los ultramontanos ninguno de los dos personajes estaría completamente seguro de no estar encaminándose a otro Alarcos de dimensiones aún mayores. Los días 7, 8, 9 de julio los cruzados acamparon a la vista de Salvatierra, otro antiguo castillo cristiano en poder de los musulmanes. Allí pasaron revista a sus efectivos y se prepararon para la batalla. Mientras tanto llegaban informes del ejército almohade. Al-Nasir esperaba a los cristianos a pocos kilómetros de allí, al otro lado de las gargantas del Muradal, donde había montado sus campamentos en estratégicas posiciones. El grueso del ejército almohade se había asentado frente al desfiladero de la Losa, garganta rocosa tan áspera y difícil que "mil hombres podrían defenderla de cuantos pueblan la tierra". El ejército cristiano había de recorrer forzosamente este camino. El día 11, los cristianos acamparon en las Fresnedas. Don Diego López de Haro envío a su hijo don Lope con un destacamento a las alturas del puerto del Muradal, hoy Despeñaperros, para que reconociese el terreno y ocupase la pequeña meseta que allí existe. Los expedicionarios ganaron rápidamente las alturas y avistaron el castillo de Ferral, adelantado de Sierra Morena, donde se había instalado la avanzada almohade que vigilaba el desfiladero de la Losa. En cuanto descubrieron a los cristianos, los almohades salieron a hostigarlos. Al día siguiente, 12 de julio llegó el ejército cristiano al pie de Sierra Morena y nuevas tropas reforzaron a la vanguardia instalada en la meseta del Muradal. Al amanecer del día 13, el resto del ejército se les unió y acampó en la llanada. Los vigilantes almohades abandonaron prudentemente el castillo del Ferral y se replegaron hacia el sur. Los dos ejércitos estaban separados solamente por el desfiladero de la Losa fuertemente custodiado por los almohades. La situación de los cristianos era delicada. Sus enemigos podrían hacer, son dificultad, una carnicería de cualquier ejército que se aventurase por aquellas angosturas. Por otra parte, el paraje donde habían acampado los cruzados era áspero e inhóspito. Quizá lo más sensato fuera abandonarlo lo antes posible y bajar de nuevo al llano porque, además, los víveres escaseaban nuevamente. Avanzar hacia el ejército almohade a través de la mortal ratonera de la Losa era suicida. Hubo consejo de reyes y señores. Los más prudentes proponían desandar lo andado, descender al pie de la sierra y buscar otro paso que atravesara las montañas. Pero Alfonso VIII temía que esta retirada acabara por agotar y desmoralizar a sus huestes. Por otra parte, lo más probable era que los almohades guardaran igualmente todos los pasos de la comarca. No había alternativa. Tratarían de forzar el desfiladero de la Losa yendo en línea hacia el enemigo. La perspectiva de repetir lo de Alarcos debió de amargar aquel día a muchos veteranos.

LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA I.-


PRELIMINARES.- La batalla de Las Navas de Tolosa, representó para el Islam, lo mismo que la de Midway para los japoneses, en la II Guerra Mundial o la del Ebro para la II República española. Es cierto que los cristianos, no supieron, entonces, llevar a cabo “la explotación del éxito” como los Estados Unidos o Franco, pero después de ella “ya nada fue como antes”. A cinco kilómetros de Santa Elena, el pueblo más septentrional de la provincia de Jaén, junto al paso de Despeñaperros, existe un paraje donde los restos de armas antiguas son tan abundantes que durante siglos han surtido a los labriegos de la comarca del hierro necesario para la fabricación de sus herramientas. Es el campo de batalla de las Navas de Tolosa. El combate ocurrió en el año 1212, pero en realidad, toda la historia comenzó mucho antes. Cuando el califato de Córdoba se descompuso en un mosaico de pequeños estados (los llamados reinos taifas), los reinos cristianos del Norte aprovecharon la oportunidad para ampliar sus fronteras hasta el río Tajo y tomara Toledo. Los débiles reyezuelos de taifas tuvieron que comprar la paz y la protección de los monarcas cristianos pagando crecidos tributos anuales. Por aquel tiempo los almorávides, una confederación de tribus bereberes, habían forjado un poderoso imperio que se extendía por lo que hoy es Marruecos, Mauritania, parte de Argelia y cuenca del río Senegal. La creciente presión cristiana no dejaba más alternativa a los cada vez más débiles reyezuelos andalusíes que solicitar ayuda a los almorávides. Pero no se atrevían a dar este paso porque temían que sus rudos correligionarios del desierto se prendaran de las fértiles huertas y populosas ciudades de al-Andalus y se las arrebataran. Finalmente el rey Motamid de Sevilla se atrevió a dar el paso decisivo y firmó un pacto con el sultán almorávide. Prefería, alegó, ejercer de camellero en Africa a ser porquero en Castilla. Los almorávides enviaron un ejército que derrotó a los castellanos en Zalaca o Sagrajas (1086). Después ocurrió lo que se temía: barrieron a los reyezuelos de taifas, unificaron al-Andalus y lo incorporaron a su imperio. Como suele ocurrir, los fieros vencedores acabaron siendo conquistados por la superior cultura de los vencidos y los nuevos conquistadores se aficionaron al refinamiento de la sociedad hispanomusulmana, suavizaron sus costumbres y se civilizaron. Es decir, desde la óptica fundamentalista, se corrompieron. Hacia 1140 la fortaleza moral y el militarismo de los almorávides se habían mitigado tanto que su imperio se fraccionó y en al-Andalus volvió a aparecer una generación de pequeños reinos taifas tan débiles como los anteriores. La balanza del poder militar se inclinaba de nuevo hacia los reinos cristianos.
LA AMENAZA ALMOHADE. La decadencia almorávide favoreció el surgimiento de un grupo bereber en los macizos del Atlas, que se rebeló contra los almorávides y formó una confederación de kabilas regentada por dos asambleas de jeques. Tras los violentos combates, los almohades conquistaron el norte de Africa y pusieron sus ojos en al-Andalus. Sus califas adoptaron el título de Miramamolín (Amir ul-Muslimin) o Príncipe de los Creyentes. Al rey Alfonso VII de Castilla no se le ocultaba el paralelismo de la nueva situación con la del período anterior. Por lo tanto se propuso evitar el fortalecimiento de los reinos de taifas o el intervencionismo, ya iniciado, de los almohades. Alfonso VII logró asegurarse los pasos que comunican Andalucía con la Meseta y en una audaz expedición conquistó el puerto de Almería (1147), pero a la postre la empresa resultaba excesiva para las fuerzas de Castilla e incluso para las del propio rey, que al regreso de una de sus expediciones se sintió enfermo y expiró un caluroso día de agosto bajo una encina del puerto de Fresneda, en Sierra Morena. Muerto el rey, toda su obra en Andalucía se desmoronó al instante y sus temores no tardaron en confirmarse. Los almohades atravesaron Sierra Morena y atacaron Castilla: el nuevo rey Alfonso VIII, intentó contenerlos en Alarcos (1195), pero sufrió una tremenda derrota. Después de Alarcos Castilla no tenía nada que oponer a la furia africana. Los almohades asaltaron la plaza fuerte de Calatrava, cuya guarnición pasaron a cuchillo, y alcanzaron en sus correrías hasta las puertas de Toledo y Madrid. La línea del Tajo apenas podía contenerlos. Sin embargo el prolongado esfuerzo de uno y otro bando y los aconteceres de la política interior del imperio almohade aconsejaron pactar. En 1197 Castilla y el Miramamolín concertaron una tregua de diez años. Alfonso VIII tenía, además, problemas con los reinos cristianos de León y Navarra: pactó con el rey de León para tener el flanco cubierto y luego cayó con todo su poder sobra los dominios de Sancho el Fuerte, rey de Navarra, su recalcitrante enemigo, al que obligó a firmar la paz. Después de las rencillas y guerras en el período anterior, el primer lustro del siglo XIII trajo laboriosa calma para todas las partes. Desde el desastre de Alarcos, Alfonso VIII solo vivía para preparar la revancha. En 1209, sintiéndose ya suficientemente fuerte, atravesó la frontera para atacar Jaén y Baeza mientras los freires de Calatrava iban contra Andujar. Después de este preludio bélico, los dos bandos preparaban la guerra. Alfonso VIII sólo contaba con la amistad de Aragón y tenía motivos para temer que León y Navarra atacarían su reino por el norte si concentraba su ejército en el sur. Solamente el Papa podía garantizar la neutralidad de sus enemigos si declaraba Cruzada su guerra contra los almohades, lo que automáticamente obligaría a los otros reinos cristianos a respetar sus fronteras so pena de incurrir en excomunión. El Papa Inocencio III accedió. En los púlpitos se toda Europa se predicó la nueva Cruzada para mayo de 1212. Los que concurrieran e ella obtendrían plena remisión de los pecados. Además el Papa excomulgaría a cualquiera que pactara con los mahometanos y ordenó a los reyes cristianos que aplazaran sus discordias personales en favor de la magna empresa común.
Por la parte almohade los preparativos no eran menos activos. Al-Nasir, el Miramamolín de los almohades, hijo del vencedor de Alarcos y de la esclava cristiana Zahar (flor), salió de Marraquech al frente de un gran ejército en febrero de 1211. Al-Nasir tenía treinta años. Era, según una crónica árabe, alto, de tez pálida, barba rubia y ojos azules, valeroso, cauto y avaro. No hablaba mucho porque era tartamudo. Se decía que había jurado sobre el Corán conducir a sus tropas hasta Roma y abrevar sus caballos en el Tiber. El ejército almohade se dirigió primero a Rabat y de allí a Alcazarquivir. Mientras tanto sus correos recorrían el imperio instando a los gobernadores a preparar lo necesario para la próxima y decisiva Guerra Santa. El ejército almohade iba creciendo con las tropas que llegaban de su vasto imperio. Su magnitud planteaba problemas de administración y abastecimiento pero Al-Nasir procuraba enmendar lo yerros y estimulaba a sus colaboradores haciendo decapitar a los funcionarios incompetentes. Una potente escuadra aguardaba el ejército en Alcázar Seguer. En mayo, las tropas cruzaron el Estrecho y desembarcaron en Tarifa adonde solícitos funcionarios de al-Andalus acudieron para homenajear al Miramamolín.
Pasó un año antes de que los ejércitos se enfrentaran en una acción definitiva. En este tiempo Alfonso VIII hizo una cabalgada por Levante y llegó hasta el mar. Al-Nasir por su parte puso sitio a la plaza fuerte fronteriza de Salvatierra. La fortaleza resistió dos meses de riguroso asedio antes de entregarse. En este tiempo, dice un cronista, las golondrinas que habían anidado en la tienda de Al-Nasir, empollaron y sacaron sus crías a volar. Conquistada la plaza, el Miramamolín regresó a Sevilla e intensificó los preparativos guerreros. Poco después de caída Salvatierra falleció el infante Fernando de Castilla, todavía adolescente. La muerte de su hijo bienamado, que ansiosamente esperaba hacer sus primeras armas contra los almohades, apenó profundamente a Alfonso VIII. El rey buscó alivio a su dolor entregándose a una intensa actividad militar mientras duró el buen tiempo, y en invierno se enfrascó en los aspectos diplomáticos de la Cruzada.

EPOCA GLORIOSA DEL ISLAM EN OCCIDENTE.-

ALMOHADES Y ALMORAVIDES.-
El Islam de Occidente vivió un tiempo histórico relativamente homogéneo entre el triunfo de los almorávides – que llegaron como una respuesta a la supuesta degeneración moral y religiosa de los musulmanes - y la extinción de los almohades, desde el ultimo tercio del siglo XI hasta el último del XIII, no obstante las diferencias profundas que separaron a ambos movimientos religioso-políticos. A pesar de sus victorias frente a
Alfonso VI de León y Castilla, Yusuf ibn Tasfin no pudo recuperar Toledo, aunque sí unificar paulatinamente al-Andalus bajo su dominio, deponiendo a los diversos reyes taifas. El apogeo almorávides se alcanzo en época de Ali ibn Yusuf (1107-1124), aunque no consiguió evitar la conquista de Zaragoza por Alfonso I de Aragón, ni la consolidación cristiana en Toledo, asediada por ultima vez en 1139, ni una primera revuelta en Córdoba, en 1120, que anunciaba el descontento de muchos andalusíes ante los nuevos dueños del país. Con todo, la amenaza mayor provenía del Magreb, donde el mahdí Ibn Tumart difundía desde 1124 un nuevo movimiento religioso, el de los almohades o al-Muwahhidun (Confesores del Uno), cuyas consecuencias políticas no tardarían en dejarse sentir. El Imperio almorávide se fundamentó a la vez en factores militares y religiosos. Su ejército incorporó novedades de armamento y táctica en las batallas, y añadió al núcleo sahariano originario, tropas de Marruecos y mercenarios turcos, y algunos cristianos, pero las guarniciones nunca se mezclaron con la población local y, sobre todo en al-Andalus, los almorávide mantuvieron su superioridad, aunque utilizaban andalusíes en la administración, incluso en el Magreb.
El prestigio religioso procedía de su afán de retorno a la pureza primitiva del Islam: los emires se rodean de un consejo de faquíes que llevan a cabo un esfuerzo de reforma moral y de mejora en la práctica jurídica; tras la conquista de al-Andalus, justificada con dictámenes o fatwa de sabios como Gazali, Yusuf ibn Tasfin tomó un titulo nuevo, no califal, el de Amir al-Muslimin, que expresaba el deseo de reforzar los lazos de la umma y el deseo de inspirarse en las prácticas gubernamentales malikíes del califato de Bagdad, tal como aparecían sintetizadas en la obra de Mawardi. No obstante, las buenas intenciones de los almorávide tropezaron también con el escollo fiscal. Una vez concluidas las conquistas, el producto del zakat, del quinto del botín y del jaray y la yizya no bastaron. A Ali ibn Yusuf se debe la creación, que perduraría, de una sisa o derecho de mercado (qabalat) muy rentable debido a la potenciación del comercio en al-Andalus y el Magreb gracias a la unión política y al dominio de las rutas saharianas. El tráfico de cereales, aceite, cuero, oro del Sudan, cobre, hierro y madera atrajo la atención de las repúblicas mercantiles italianas - Pisa, Génova, Venecia - desde mediados del siglo XII, y de Cataluña algo después, y comenzaron a tejerse unos lazos mercantiles característicos del Mediterráneo occidental durante varios siglos.
El movimiento almohade tuvo una fuerza doctrinal mucho mayor. Ibn Tumart había conocido a Gazali, "ideólogo del estado selyucida" (Laroui), y recibió su influencia, así como la de Ibn Hazm de Córdoba y la de algunas ramas esotéricas del si´ismo, del que toma la figura del mahdí, útil para agrupar voluntades en torno a una teología rica en matices pues incorpora incluso algunos de raíz mu'tazilí en orden a la "elaboración racional de una definición de Dios y de sus atributos, uso del razonamiento silogístico y de la interpretación alegórica del Corán" (Laroui), pero que es, además, compatible con expresiones piadosas de tipo sufí capaces de movilizar la religiosidad colectiva y de dar mayor profundidad a la fe islámica. Los comienzos almohades fueron modestos, e incluso conocieron la derrota en su refugio montañoso de Tinmall. El mahdí murió en 1130 y dos años después su sucesor, Abd al-Mu'min (m. 1163) tomaba el título si´i de Amir al-Mu´minin, para acentuar sus distancias con respecto a los almorávide, y comenzaba una cadena de conquistas y adhesiones políticas: el Este de Marruecos hasta 1139, luego, Tremecén (1144), Fez (1145), Marrakech (1146), el Magreb central (Bugía, 1152) y, en fin, Túnez e Ifriqiya en 1159, desplazando a los poderes locales ziríes e hilalíes. Había conseguido dominar todo el Magreb excepto sus bordes saharianos sureños, que fueron el punto de partida de los almorávide, y, desde 1151, recibía peticiones para intervenir en al-Andalus, donde habían resurgido diversos reinos de taifas, pero fue su sucesor Abu Ya'qub Yusuf (1163-1184) quien intervino en la península desde 1171, unificó el territorio musulmán, fijó su capitalidad en Sevilla e inició una época de reconstrucción interior y de difícil equilibrio militar que tuvo sus momentos culminantes en la victoria de Alarcos sobre
Alfonso VIII de Castilla (1195), obtenida por Abu Yusuf Ya'qub (1184-1199) y en la tremenda derrota de Las Navas de Tolosa o al-Uqab (1212), padecida por Muhammad al-Nasir (1199-1213) frente al rey castellano y sus aliados, tremenda porque el sultán había movilizado unas 600.000 personas, procedentes en su mayoría del Magreb. Después de sus primeros tiempos como "democracia teocrática", el movimiento almohade había pasado a sustentar una monarquía hereditaria que chocaba con frecuentes revueltas internas -siete principales entre 1147 y 1213- y también con resistencias exteriores como las de los almorávide Ibn Ghaniya, dueños de Baleares e incluso de Túnez en 1203, hasta que al-Nasir recuperó Ifriqiya y conquistó las Baleares en 1206-1207. En 1195, por ejemplo, Ya'qub había tenido que regresar al Magreb para hacer frente a una crisis interna y perdió la oportunidad de aprovechar las posibilidades abiertas por la victoria de Alarcos. Pero los sultanes almohades consiguieron ejercer un poder estable y bien organizado gracias a la adopción de modelos políticos árabes y a la integración en ellos de andalusíes y, sobre todo, de beréberes, mientras que se producía un proceso de islamización en el Magreb de intensidad desconocida hasta entonces. Los restos arquitectónicos de la época almohade en Tremecén, Marrakech, Fez, Rabat o Sevilla, son testimonio tanto de una potencia política y militar como de una época en la que aumentó mucho el influjo cultural andalusí en el Magreb. A los motivos, ya expuestos, que permiten comprender mejor el porque del poder almohade, añadamos ahora otros dos: sus medios financieros y militares.
La fiscalidad de los sultanes potenció los medios tradicionales, reorganizó el jaray, considerando propiedad del sultán incluso las viviendas en algunas ciudades, como Túnez, y continuó con la práctica de los impuestos sobre el comercio interior, además de regular las aduanas en los tráficos exteriores dominados cada vez más por los mercaderes genoveses a través de tratados comerciales. Expresión de la estabilidad fue la moneda de oro, la dobla o dinar Yusufí, acuñada por el segundo sultán, que sería imitada en la España cristiana, y el característico dirham de plata cuadrado. Los almohades dispusieron todavía de una marina potente: para la proyectada expedición a al-Andalus en 1163 se reunieron unos 400 barcos. Y de un ejercito heterogéneo de árabes, beréberes y mercenarios en el que predominaba la caballería. Aquel imperio se disgregó entre 1223 y 1269, y ninguno de los poderes que le sucedieron en
el Magreb pudo alcanzar ni sus dimensiones ni su importancia política. Cuando murió Yusuf al-Muntasir (1213-1223), estallaron rivalidades en el seno de la familia reinante, y los sultanes renunciaron a sus apoyos tradicionales para fiarse cada vez más de mercenarios hilalíes, meriníes y cristianos de Castilla. En realidad, los sultanes coetáneos de la España de la Restauración, tampoco conseguían que los ciudadanos les pagasen tributos en la totalidad territorial de lo que, hoy, se conoce como Marruecos. De hecho, Abdelkrim – contemporáneo de Don Miguel Primo de Rivera y Alfonso XIII, y auto titulado Emir del Rif – no solo estaba en rebeldía respecto de españoles y franceses, sino frente al sultán, por cuanto la creación del estado marroquí, no puede considerarse, objetivamente, hasta 1956.
Revuelta en Ifriqiya, donde continuó hasta 1233 la revuelta del último de los almorávide Ibn Ghaniya, su vencedor, Abu Zakariya, estableció su propia dinastía, la de los hafsíes, y proclamó la plena independencia desde 1236. En al-Andalus no se reconoció al nuevo sultán en 1223, el poder almohade desapareció desde 1230, y se desencadenó un complejo proceso de disgregación interna acelerado por las decisivas conquistas cristianas (Córdoba, 1236, Valencia, 1238, Sevilla, 1248) que produjeron, como efecto secundario y residual, el nacimiento del emirato nasrí en
Granada. En el Magreb central se instaló la nueva dinastía de los Zayyaníes o Abdalwadíes, en Tremecén, libre de cualquier obediencia a los almohades desde 1248. Y en el oeste, la ruina de su poder benefició a los meriníes, que tomaron la capital almohade, Marrakech, en 1269, y se proclamaron sus sucesores legítimos. El gran imperio había desaparecido pero "nada muestra mejor la importancia de la epopeya almohade que la fascinación que ejerció sobre los soberanos magrebíes posteriores. Todos quisieron recoger y hacer que fructificara su herencia..." Con los almohades, probablemente, el Magreb incorporó "un modelo de estado, una cultura y una fe que le permitieron desde entonces permanecer reconociéndose en una tradición" (Laroui).

MARRUECOS CON ALMORAVIDES Y ALMOHADES.-


Estos itinerarios nos muestran las profundas, complejas y fértiles relaciones que se dieron entre las dos orillas del Mediterráneo. En aquella época debió existir una población muy densa que llamó la atención de todos los geógrafos de la época junto a un intenso aprovechamiento del espacio, gracias a la irrigación y el acondicionamiento de la infraestructura vial y de acogida (puentes, valizajes, albergues, almacenes de suministros, etc.), con la explotación de la riqueza del subsuelo. Estas potencialidades fueron aprovechadas por los Almorávides y Almohades, que impulsados por una serie de motivaciones religiosas y deseos de conquista, crearon imperios que dominaban todo el Occidente musulmán, incluido al-Andalus y las Islas Baleares, estableciéndose así la unión entre el Mediterráneo y las orillas africanas de Senegal -Níger.
Durante más de 150 años, el Magreb y al-Andalus vivieron momentos que se cuentan entre los más prósperos y brillantes de su civilización material y espiritual.
El oro africano se transformó en una moneda fuerte en los mercados mediterráneos. Las grandes metrópolis, Marrakech, Fez, Sijilmassa, Sevilla, Ceuta, Granada, Bugía, Ceuta, Tlemecén y Túnez, se embellecen y se agrandan, llegando a alcanzar algunas de ellas una población cercana a los 100.000 habitantes. Sus talleres suministran productos acabados de sus industrias: tejidos finos de lana, de lino, de seda, diversos objetos de hierro, cobre y vidrio; la marroquinería, la cerámica policroma, la pasamanería, conocen una gran difusión a gran escala en el Mediterráneo occidental. Las fábricas de papel de Ceuta, Fez, y Játiva, cerca de Valencia, estimulan su consumo y la circulación del escrito.
Más allá del Estrecho, las activas ciudades de al-Andalus expiden sus mercancías: brocados de Málaga, de Murcia o de Granada; cerámica de Valencia y de Málaga; los astilleros navales de Ceuta, Almería y Bugía, se ven animados por una febril actividad. Los puertos atlánticos marroquíes exportan cereales, ganado y cueros del interior hacia al-Andalus. Negociantes europeos descargan allí las armas de la Lombardía, la quincallería y la mercería de Milán y de Ginebra, la cristalería de Venecia, etc.
La prosperidad económica se ve acompañada por una intensa actividad intelectual y artística. En esa época surgen sabios y científicos como. Los médicos Ibn Zuhr e Ibn Tufail, los filósofos Ibn Baya (Avempace) e Ibn Rushd (Averroes).
Del punto de vista arquitectónico, monumentos sin par dan testimonio del alto nivel alcanzado en el siglo XII. Citemos como ejemplos, las mezquitas y alminares Koutubia en Marrakech, Tinmel en el Alto Atlas, la Torre de Hassan, el recinto y las puertas de Rabat, la Giralda y los restos del Alcázar de Sevilla.
Recorriendo hoy día una y otra parte del Estrecho de Gibraltar, el observador atento podrá apreciar, in situ, ocho siglos después, la magnitud de esta civilización cuyas tradiciones permanecen vivas tanto en Marruecos como en al-Andalus.

Río Cabe. Herederos de Ali Bey.-

Hace muy poco más de dos siglos Manuel Godoy envió a Marruecos a un catalán llamado Domingo Badía con la comisión de levantar a las tribus del Atlas y el desierto contra el sultán y entregar la tierra al imperio español. El hombre, fingiéndose un príncipe árabe de nombre Alí Bey y con los buenos saquetes de peluconas que obtuvo del valido-consorte de Carlos IV, se dio un garbeo por el país jerifiano, se solazó a sus anchas y dejó escrito un libro que, en definitiva, fue lo único aprovechable de su monumental superchería. Ahora no nos interesa discutir la veracidad o fantasía de sus informaciones o la caradura golfa con que embaucó al sin par Godoy, la lumbrera que se hizo cargo de una España imperial y muy pocos años más tarde la dejó pordiosera y en cueros y bien preparada para la ruina que sobrevino. Pero tampoco nuestro objeto es hacer juicios históricos sobre el esplendoroso Príncipe de la Paz, o acerca de la improbable credulidad de los moros al simular tragarse la añagaza, nos conformamos con recordar de qué modo un truhán se sirvió de Marruecos como pretexto para hacer caer en sus embelecos a un tonto. Un tonto con altas responsabilidades en el estado.
En nuestros días, mandando por delante a un Alí Bey contemporáneo llamado González y en compañía de su cuate Slim, otro genio del gobierno ha ideado una excelente vía para establecer una concordia eterna y fraternal con el vecino del sur: la Alianza de Civilizaciones. Como los tiempos ya no dan para expansiones coloniales, construyamos un templo de bondad, equilibrio y amor, con la sonrisa en los morros y el buen talante en el corazón. Sólo con eso caerán las murallas de Jericó con que los marroquíes se protegen de nuestra agresiva penetración. Y lo están deseando los pobres, tan incomprendidos e injustamente tratados de nuestra parte. Ya se sabe: Marruecos-España, un malentendido histórico. Nunca hubo guerras, degollinas y apresamiento de inocentes, Diego de Torres y su misión de rescatar cautivos jamás existió, ni los mercedarios, ni Monte Arruit, ni etc. El mar nos une – y Mohamed nos separa - como saben bien los pescadores de Barbate y como atestigua toda la línea de atalayas costeras que en Andalucía gritan cómo fue el pasado en realidad; la burocracia represiva marroquí, que tan estupendamente controla las salidas clandestinas, se apresta a trincar los cuartos españoles para seguir haciendo lo mismo; los servicios secretos del Majzen garantizan una cooperación perfecta contra el terrorismo y el tráfico de drogas. Por tanto, la Alianza de Civilizaciones da su primer paso glorioso saltando por encima de diferencias y suspicacias infundadas. Ya lo ha dicho el luminoso ministro de Exteriores: el pueblo español así lo pide (no hay más que preguntar a los habitantes de El Ejido, Roquetas o Níjar para corroborar la clarividencia del prócer), en consecuencia es normal que quien le escribe los discursos involucre al Jefe del Estado en la gansada de la Alianza de Civilizaciones para vestir el muñeco de los negocios que algunos están haciendo. Y hacer negocios no es malo, pero vender humo creando expectativas fantásticas de entendimiento político, cultural y humano, ya entra de lleno en el terreno de la tomadura de pelo. Aunque los acuerdos políticos y administrativos a que se llegue no merezcan la más mínima fiabilidad –como siempre ha sido –, no hay que preocuparse: algunas buchacas engordarán bonito y el Godoy de turno, timonel infalible y sempiterno Rendido (de cansancio y de lo otro), prosigue su atractivo proyecto de arrasar lo que resta de España, por el norte, por el este, por el sur…
Portugueses: aprovechen y reclamen Olivenza, que resultaría lo menos malo de todo, pues, en definitiva, sería una forma de que la ciudad quedara en casa y a salvo de esta panda de asadores de manteca.
Serafín Fanjul.

TARIK Y MUZA. LA INVASIÓN.-


En el año 711 se perdió España para la civilización grecolatina y la religión cristiana, que después de siete siglos habían convertido el mosaico de tribus de la península Ibérica en una de las provincias más importantes del Imperio Romano. Todavía es un enigma histórico, por utilizar el título de uno de los grandes estudiosos de este período, Claudio Sánchez Albornoz, cómo lo que las legiones romanas tardaron 200 años en conquistar pudieron tomarlo los musulmanes en apenas dos años, después de una sola gran batalla, la mal llamada del Guadalete. Aunque conocemos perfectamente las campañas de Tarik y Muza para dominar la España visigoda, lo militar - un ejército de unos 20.000 hombres - no basta para explicar el colapso total, el hundimiento de un reino que tenía detrás más siglos de historia y una civilización más rica que la inmensa mayoría de las naciones actuales. Don Rodrigo era el rey de España en aquel año fatídico y su nombre ha quedado asociado al enigma del suceso y a lo que tiene de presagio y advertencia. Si la navegación para cruzar el estrecho, fue realizada con viento de levante – nada improbable en el mes de Julio – y efectivamente zarparon de Alcázar Sheguer - El Castillo Pequeño - el abatimiento en la misma, les llevó hasta la playa de Los Lances – por algo se llamará así - de Tarifa, en la comarca natural de La Janda.
Era Rodrigo dux, o sea, duque de la Bética cuando murió el rey Vitiza, que pertenecía a uno de los clanes visigodos más poderosos. Como de costumbre, el clan trató de sentar en el trono a los hijos del difunto y, también como de costumbre, muchos nobles godos se negaron a aceptarlos. Lo hacían en nombre del principio de monarquía electiva, tradicional en aquellos pueblos germánicos que irrumpieron en la Historia de roma como Los Bárbaros del Norte, aunque en realidad estuvieran muy romanizados y vinieran sobre todo del Este. Sucede que esa monarquía electiva había convertido cada sucesión regia en una orgía de sangre, en un asesinato tumultuoso donde se decapitaba no sólo a reyes o aspirantes, sino también a familiares, deudos y allegados, para debilitar las candidaturas rivales mediante una dura campaña electoral en pleno cráneo o a la altura del gaznate.
Después de Recaredo, un siglo antes, quedó unificado religiosamente el reino y se acordó una colaboración estrechísima entre Iglesia y Estado. Todo parecía encaminarse hacia el establecimiento de una dinastía que diese continuidad y paz al reino, pero el morbo gótico, la costumbre de tirar de puñal, veneno y espada para acceder al Trono, fue más fuerte que la lógica y el interés. Es cierto que la Iglesia podía haber impuesto normas menos salvajes de conducta, negándose a legitimar al que llegara al Trono asesinando. Ese era el designio de Recaredo y, sin duda, el de los grandes obispos de la familia cartagenera de Leandro e Isidoro de Sevilla. Sin embargo, el fracaso fue estrepitoso. Y a Rodrigo le tocó recoger los frutos de ese desastre a orillas del Guadalete.
La pérdida de España, la destrucción de ese reino visigodo que heredaba una tradición romana y germánica de siete siglos, no se debió, sin embargo, a una conjura palaciega, al impulso irresistible de los musulmanes, a una hecatombe militar o a una guerra civil. Todo eso estuvo presente, pero no era bastante. En la raíz de los males del Estado visigodo estuvo un problema que parece muy abstracto pero que tiene consecuencias bien concretas y cuya actualidad no hace falta señalar: la división de poderes.
España se vino abajo por la mezcla y confusión de lo privado y lo público, lo religioso y lo laico, lo civil y lo militar. Desde el III Concilio de Toledo, los reyes mandaban mucho en la Iglesia y los obispos tomaban parte en la administración de Justicia. La legitimidad, por tanto, estaba en permanente almoneda y cuanto más se corrompían los obispos menos podía pedir cuentas a los reyes, que se ceñían la corona con las manos manchadas de sangre. La Justicia no sólo carecía de independencia sino que dependía de un sinfín de clanes, civiles y eclesiásticos, regionales y gremiales, hasta el punto de que sólo la inseguridad judicial era segura. Los obispos eran nombrados por razones de familia o de partido. Los administradores romanos, que tiempo atrás intentaron conservar los visigodos, habían derivado hacia formas pre-feudales de dependencia. Puede decirse que no existía ni un solo poder autónomo. En consecuencia, el Poder era tan arbitrario como inestable y en vez de preservar algo, lo amenazaba todo.
La muerte de Vitiza acabó con un breve periodo de falsa paz. Su predecesor, Egica, había copiado algunos excesos de Calígula con el añadido de un antisemitismo paranoico: creía sinceramente que los judíos conspiraban contra él, por lo que decretó su liquidación; y los judíos, naturalmente, conspiraron contra él. Vitiza pareció remediar algunas locuras de Egica, pero casi nadie distinguía ya los peligros reales de los imaginarios y los problemas generales de los particulares. Una guerra civil caótica y dispersa estalló en 710 y, al año siguiente, Rodrigo, elegido rey por un grupo importante de nobles agrupado en lo que pomposamente llamaban Senado, tuvo que hacer frente a tres conflictos militares simultáneos: las intrigas y alzamientos del clan vitiziano, la rebelión episódica - pero endémica - de los vascones y la amenaza musulmana en el Magreb Occidental. Era Rodrigo probablemente el primer militar de aquel tiempo - por eso lo nombraron - pero no podía hacer milagros. Cuando extinguía la fogata vascona, una hoguera de insospechadas proporciones se encendió en el Norte de Africa: los vitizianos pactaron con los bereberes recientemente convertidos al Islam una alianza para acabar con él.
No era una alianza contra natura ni representaba novedad alguna. Pensemos que Hermenegildo, que llegó a santo una vez decapitado, pactó con los bizantinos para eliminar a su padre. Y hazañas semejantes esmaltan toda la era visigoda. En el fondo, como suele suceder en las épocas de degradación institucional, todo el mundo pensaba que los atropellos contra la Ley y la moral iban a ser sólo temporales. No sospechaban los vitizianos que los hombres de Tarik y Muza no se iban a limitar a derrotar a Rodrigo sino que los iban a liquidar también a ellos y a quedarse con el reino que tan trabajosamente unificaron Leovigildo y Recaredo. Así que fueron traidores pero, sobre todo, estúpidos. Por anteponer a todo sus intereses partidistas acabaron perdiendo todo y a todos.
El personaje real y legendario que simboliza esa traición vitiziana es Don Julián -cuyo nombre varía según las crónicas posteriores: Ulyán, Ullán, Urbán, Julián -, gobernador militar de y guardián del Estrecho, que en un momento dado, por su relación con el bando vitiziano, pactó la entrega de la ciudad y trasladó al Peñón con barcos de cabotaje a varios miles de guerreros a las órdenes de Tarik. Esa roca convertida en cabeza de playa tomó su nombre y se llamó Yebel Tarik, la Roca de Tarik, derivando luego en latín romanceado hasta Gibraltar.
Mientras Tarik y luego Muza, su jefe, iban conquistando ciudades para el Califa de Bagdad, con la ayuda de los vitizianos y la colaboración inestimable y razonable de los judíos, Rodrigo había bajado de Vasconia a toda prisa para cortarle el paso. Se encontraron junto al Guadalete y, tras algunos días de merodeo, entraron en combate. Según el romance, «en la octava batalla» las alas de su ejército, dirigidas por vitizianos, lo traicionaron abandonando súbitamente el campo y permitiendo la aniquilación del cuerpo central mandado por el propio Rodrigo, que desapareció de la Historia para entrar en la Leyenda.
Fueron tan graves y duraderas las consecuencias de aquella batalla que, con el tiempo, se tejió un relato según el cual Julián, para vengar la seducción o violación de su hija Florinda (llamada la Caba por los muslimes, esto es, la Prostituta) entregó a los moros la católica España con el seductor Rodrigo a la cabeza. No era posible explicar que se perdiera tan gran reino cristiano en una sola batalla, ni que en el 714 ya no quedara ni rastro del poderío visigodo. La pérdida de España se entendió desde entonces como una derrota del patriotismo por falta de virtud, de ahí que se achacara simbólicamente a un pecado sexual la catástrofe militar, política y religiosa que supuso para el mundo cristiano la incorporación de España a los dominios islamitas. Sin embargo, gracias a esa metáfora, la Reconquista tuvo un referente mítico y un objetivo último que alimentaron durante casi 800 años los sueños y ambiciones de los cristianos, unidos o dispersos, de uno u otro reino, contra la Media Luna. Los godos, que fueron un desastre vivos, resultaron eficacísimos después de muertos.
Y en el fondo, la leyenda de que España se perdió por particularismos exacerbados, por falta de valores morales en las instituciones y por un déficit de ética colectiva ejemplificado en el rey Rodrigo, respondía a una realidad. Lejana, dirán algunos, muy lejana. Sólo en el tiempo.
Bajaron la guardia y se produjo la “Alianza de Civilizaciones”.

TORREMOLINOS, NO ES TURISTICO.-

UNA JUNTA DE JUGUETE.- La Junta – siempre con el mayor espíritu de colaboración respecto de Málaga y su provincia – ha decidido NO considerar a Torremolinos, como “Municipio turístico”. Si, por el contrario, al de Santiponce – Itálica famosa y todo aquello - que, al contrario que Torremolinos, NO está gobernado por el Partido Popular.
Acaso por eso, por “proximidad”, su Consejería de Turismo – que nunca comprendí que radicase en Sevilla - supone más méritos para ser “Municipio Turístico” a Santiponce (Sevilla), que a Torremolinos, algo tan absurdo que se explica por si mismo. ¿Y el Consejero del ramo, quiere presentarse para alcalde de Marbella? ¿Con estos antecedentes “penales”?
Le aconsejo que marche hasta el sevillano Parque de María Luisa y, cuando encuentre una coquina viva, vuelva. Igual no le da tiempo a presentarse: mejor; se evita una “inritación”.

CARTA DE AZNÁR AL DIARIO ABC.-


El ABC de hoy trae en portada una fotografía mía y un titular "Aznár: Está claro que el 11-M es parte de la ofensiva del terrorismo islamista". La información procede de mi intervención, ayer, en la presentación de Robert Kagan en un acto organizado por FAES.
No deseo que pueda interpretarse aquello que yo pienso de manera diferente a como realmente pienso. La frase exacta de la que se extrae el titular es la siguiente: "Después de los horribles atentados del 11 de septiembre de 2001, un verdadero acto de guerra en contra de la civilización, y después de lo que hemos vivido en Bali, en Estambul, en Casablanca, en Madrid o en Londres, está claro que el terrorismo islamista ha decidido emprender una ofensiva en toda regla para imponer su tiranía opresiva". Esta frase, en términos muy similares, la he pronunciado numerosas veces en los últimos dos años, dentro y fuera de España. No supone ninguna novedad en mi percepción de la tragedia del 11-M. Si al hablar del terrorismo islamista a partir del 11 de septiembre menciono Londres, Bali, Estambul, Casablanca, y también el atentado de Atocha, es porque existe la percepción generalizada en España y en todo el mundo de que elementos islamistas tuvieron un determinado grado de participación en la autoría material.
No dispongo de información suficiente para determinar hasta dónde llega ese grado de participación, ni si ésta es completa y excluyente de cualquier otra. Tampoco me corresponde hacerlo. Pero quiero asegurar que mantengo todas y cada una de las afirmaciones que realicé en la Comisión Parlamentaria de investigación del 11-M, ante la cual hablé durante once horas el día 29 de noviembre de 2004.
Sigo creyendo que los autores intelectuales de esos atentados, los que hicieron esa planificación, los que yo antes he preguntado cuándo, quién y por qué deciden ese día, precisamente ese día, no anden en desiertos muy remotos ni en montañas muy lejanas.
Sigo teniendo la idea muy clara de que hubo esa planificación estratégica y creo que hay algunos que la aprovecharon al máximo.
Sigo pensando que investigar es la mejor fórmula de conocer la verdad, y de decir la verdad a todos los ciudadanos, y por eso ahora –como hice en la Comisión – pido que se investigue.
Reafirmo lo dicho ante la Comisión tan sólo por deseo de aclarar lo que pienso acerca de la investigación de la tragedia terrorista del 11-M. Por encima de ello están algunas ideas que siempre he sostenido: el deseo común de todo terrorista de someter nuestras libertades y nuestro modo de vida, la necesidad de una indestructible firmeza moral de todas las democracias para derrotar -no transigir, sino derrotar- al terrorismo, y el recuerdo a todas las víctimas, testimonio vivo de dignidad de la democracia.
Con el afecto de siempre.
Esta carta fue la respuesta del Presidente a una tergiversación de ABC, sobre su intervención en FAES. La carta no fue publicada, fue “referida”. ABC, ahora, es “así”.

MORALEDA A LO SUYO: LA INFAMIA.-

DE LA MONCLOA A MOLINA DE SEGURA,
PASANDO POR BARBATE.
Moraleda, el SEC – Secretario de Estado para la Comunicación – no para de “comunicar”. Instalado en su sectarismo antidemocrático, miente como un bellaco al servicio de la nefasta permanencia de sus amigos en el poder. Y - como en el fondo es un chapucero – cuando se ve descubierto, vuelve a mentir – ha sido un error técnico - se disculpa y a seguir.
El tal Moraleda envió los siguientes mensajes:
Pero fue descubierto y se “disculpó”, de la manera tan “original” que puede comprobarse. Su teléfono no solo es “móvil” – que yo sepa, no tienen patas ni se mueve, en todo caso, portátil – sino tan listo que se comunica solo, sin la intervención humana.Por otra parte, en Molina de Segura, dos concejales del PSO – antes PSOE – han falseado un Acta para poder “demostrar” que otro concejal – este del PP, naturalmente – había votado a favor de una resolución que podía favorecer a su mujer. En realidad, llegado el momento de aquella votación, el edil popular, prudente él, se había ausentado. Ahora, este, manifiesta que – si el miércoles no han dimitido los dos “pájaros cantores” – los llevará a los tribunales. Se equivoca: ha de hacerlo en cualquier caso, para conseguir su inhabilitación. Los chorizos, no merecen que se les de “cuartelillo”.

Me recuerdan a un alcalde de Barbate – Serafín Núñez, de la misma reata - que, cuando se intentaba registrar de entrada un documento en su Ayuntamiento, previamente había de leerlo y, caso de “no gustarle”, lo devolvía. Yo lo registraba de entrada en lo que, entonces, se llamaba Gobierno Civil, y – consecuentemente con su idiosincrasia – me puso en su “lista negra”. Todo un demócrata sociata. Terminó inhabilitado, su mejor destino, el que mereció siempre. Era un “pregonao”.

13 mayo, 2006

MAHOMA NO ES DE TRIANA.-


Como aquel título de John Lennon: «Imagine». Imagine que con las técnicas de procesamiento de imágenes, ponen en una página de Internet una fotografía de Mahoma en la que el profeta aparece con el pecho atravesado por un semáforo y con un órgano sexual masculino en la mano. Si quieren digo esto último de una manera más fina y delicada: con un carajo en la mano.
¿Se imaginan la que se hubiera formado, dónde habrían llegado las amenazas, las protestas diplomáticas, la violencia de los fundamentalistas, las manifestaciones, la ola de chilabas? ¿Se imaginan la furia coránica contra los medios que hubieran publicado tal imagen? Si por representar a Mahoma con una bomba por turbante está en marcha una guerra santa que llega hasta esta España de los 200 asesinados por el terrorismo islamista en el 11-M, no es difícil suponer la que se habría formado si en el periódico danés ponen a Mahoma verga en mano. Y dejen de imaginar, porque lo que nadie se ha atrevido a hacer con el profeta del Alá de los moros, ni lo hará nunca, lo perpetraron aquí contra la Madre del Dios de los cristianos, contra la Virgen de la Esperanza de Triana.
Y estamos en la habitual reescritura políticamente correcta de las tradicionales batallas de moros y cristianos. A diferencia de lo que ocurre en Villajoyosa, ahora son los mahometanos los que ganan siempre en las fiestas de moros y cristianos. Aunque parezca increíble, la Virgen de la Esperanza trianera apareció representada como digo en una manipulación fotográfica inserta en Internet.
El puñal que atraviesa su augusto pecho había sido trucado y trocado por un semáforo. En su divina mano, besada por la fe de generaciones y generaciones de trianeros, habían cambiado el pañuelo de encajes y devociones por un pene tamaño XL. ¿Y qué ha ocurrido en Triana? ¿Asaltaron las masas de hermanos de la Esperanza la casa de quien tal había puesto en Internet, para meterle fuego a su ordenador? ¿Pregonaron su nombre por esquinas de alfares y fraguas? ¿Lanzaron gritos de sangre y venganza? Nada de eso. Muy civilizadamente, la Hermandad de la Esperanza de Triana acudió a los tribunales, por si los hechos eran constitutivos de delito de escarnio a la religión católica.
¿Y qué ha pasado? Pues lo que puede esperarse en una nación donde uno que dice que es artista explica por televisión cómo asar un Crucificado al horno y no passsa nada. Lo que puede esperarse en una nación donde en todos los periódicos sale la foto de Carod-Rovira con la corona de espinas de Jesucristo, mofándose a pie de cruz jerosolimitana no sólo del Hijo de Dios, sino sobre todo de los que creen en Él, y no passsa nada. Con el escarnio a la Esperanza de Triana ha ocurrido lo mismo, pero con suprema sentencia judicial: no passsa nada. Claro, era la Esperanza de Triana, no Mahoma.
Téngase en cuenta que la Esperanza de Triana es venerada en una capilla cuya ampliación han pagado los hermanos de la cofradía, y no radica en una mezquita alzada en terrenos donados por el Ayuntamiento de una ciudad cultural y sociológicamente católica, por aquello de la alianza de civilizaciones que nos toca los que riman.
El abogado de la hermandad lo ha dicho bien claro: «Esto ha sido mucho más grave que la publicación de la caricatura de Mahoma y aquí no ha pasado nada». El escarnio no sólo ha sido a la Virgen de la Esperanza, sino a sus devotos.
Por ejemplo, a la memoria de Antonio Ordóñez, Beethoven del toreo de Ronda, que fue su hermano mayor. Se han mofado hasta de Paquirrín, emocionado músico en la banda de la cofradía. Pero, claro, ¿Paquirrín es moro o algo? ¿Y le ha regalado el Ayuntamiento a la hermandad 7.450 metros cuadrados para hacer una mezquita o algo? ¡Pues entonces...!

Antonio Burgos.

12 mayo, 2006

LAS ARMADAS DEL MUNDO.-



Durante muchos años, especialmente a principios del pasado siglo, existían múltiples clasificaciones de las diferentes fuerzas navales del mundo, que establecían con criterios más o menos objetivos cuales eran las más poderosas. Así, se establecían clasificaciones en función del tonelaje total, el número de buques de línea, el número de cañones de gran calibre, etc. Sin embargo, con el paso de los años y como consecuencia de lo que se complicó el combate naval, este tipo de "clasificaciones" cayeron en el olvido, fundamentalmente porque se comprobó que poco tenían que ver con la realidad: así, la Royal Navy era en 1939 superior a la Armada Imperial Japonesa según todas las posibles "clasificaciones"; sin embargo, cuando comenzó la guerra, Gran Bretaña tuvo el buen criterio de huir de la Flota Combinada Japonesa como de la peste… porque sus almirantes eran conscientes de que poco podían hacer con sus pequeños portaaviones de 35 - 40 aparatos frente a los de 80 de los japoneses. Además, la aparición del radar, el sonar, la guerra electrónica, los misiles antiaéreos, antibuque, etc. complicaron de tal forma las posibles clasificaciones, que ninguna institución medianamente seria ha dedicado esfuerzos a este tema en los últimos años. Sin embargo, con el objetivo de intentar dar a los no iniciados una idea de la situación de la Armada Española frente a las de otros países, se resume esta clasificación.
Para establecer cualquier clasificación es necesario, en primer lugar, objetivar una serie de reglas y normas. Como primera idea, y dado que se van a analizar múltiples factores, será bueno utilizar una clasificación por puntos dentro de cada aspecto a analizar. Así, se va a establecer un criterio de puntuación que prime más a los primeros, como suele hacerse en muchas competiciones deportivas. Además, se adjudicará a cada "clasificación" un peso concreto en la "nota" total de una armada, ya que la nota en portaaviones, por ejemplo, parece más importante que la correspondiente a buques de apoyo logístico. Inicialmente, se van a analizar los siguientes aspectos:
Portaaviones y poder aéreo embarcado, a este aspecto se le concederá triple importancia.
Fuerza de escoltas, dentro de la que se tendrán en cuenta tres aspectos, cada uno de los cuales contará como una clasificación, es decir, tendrá el peso total de tres clasificaciones. Los tres aspectos a considerar serán: Capacidad antiaérea, antisubmarina y capacidad contra blancos de superficie
Fuerza submarina, también con triple importancia.
Fuerzas de desembarco, teniendo en cuenta sólo el componente naval (no la Infantería de Marina).
Fuerzas logísticas, que permitan mantener a la flota en alta mar.
Fuerzas de combate costero.
Fuerzas de guerra de minas. Cuando se hizo este estudio, España carecía de la Fuerza para Guerra de minas que posee ahora.
Con estas nueve clasificaciones, dos de ellas de triple peso, se obtendrá una puntuación final sobre 325 puntos, que se presenta en función de las unidades navales en servicio a lo largo del año 1998, por lo que la situación española, hoy, es aun mejor.

CONCLUSIONES. A partir de las puntuaciones globales presentadas, se pueden extraer una serie de interesantes conclusiones:
La US Navy es, indiscutiblemente, la más poderosa del mundo (no hacía falta esta clasificación para poder afirmarlo) y lo va a seguir siendo durante muchos años. La posibilidad que llegó a existir de que la antigua URSS amenazase la primacía naval de los EEUU ha desaparecido completamente. De hecho, la Royal Navy puede volver a ostentar un más que digno segundo puesto si prosigue la actual degradación de la capacidad naval rusa. La Marine Nationale francesa mantiene una cuarta posición clara, siendo las cuatro primeras clasificadas las únicas armadas con una capacidad de proyección de fuerza a nivel mundial (quizá de forma más limitada Rusia, debido a su escasa operatividad y a la carencia de una red de bases terrestres, de la que si disponen Francia y Gran Bretaña).

Existe un segundo grupo de cuatro armadas: la japonesa, la italiana, la española y la india, con una fuerza naval significativa, bastante equilibrada y una capacidad importante de proyectar fuerza en sus respectivos hemisferios. La marina japonesa es, con diferencia, la más fuerte del grupo y la única que podría pasar de este segundo grupo al primero; para ello, deberían darse dos circunstancias: 1/ debería disponer de submarinos de propulsión nuclear y 2/ debería construir al menos un portaaviones sobre el que fundamentar un cierto poderío aeronaval (circunstancias ambas que difícilmente se darán, no por falta de capacidad económica o industrial sino, mas bien, por decisión política). Las otras tres armadas de este grupo no parecen de momento tener potencial como para pasar al primer grupo. Además, se da la circunstancia de que estas cuatro armadas tienen una importante dependencia tecnológica de alguna de las primeras (en concreto, de los EEUU, salvo la India, que depende de Rusia). La más floja del grupo es, con diferencia, la India que además se ha visto beneficiada por el criterio utilizado, al desentenderse en muchos casos de la calidad de los equipos. Ciertamente, su inclusión en este grupo es bastante generosa.
En un tercer plano, y como potencias de nivel continental, cabe destacar a las marinas de China, Alemania, Holanda, Brasil, Taiwan y Turquía. Estas armadas podrían, eventualmente, optar a unirse al grupo de las potencias "hemisféricas" en los próximos años, en base a reforzar sus aspectos más débiles (los buques obsoletos de China y Brasil, el excesivo énfasis alemán y holandés en la guerra costera y en la antisubmarina respectivamente, etc.).
A continuación, existe un grupo de armadas de importancia regional, que podrían pesar en un conflicto localizado, pero carecen prácticamente de capacidad de proyección de fuerza. Estas armadas serían las de Corea del Sur, Grecia, Canadá, Tailandia y Australia. Además, sin demasiada dificultad, cualquiera de éstas podría incorporarse al grupo anterior.
El resto de las armadas del mundo tienen una capacidad casi puramente costera, aunque puedan destacar en aspectos concretos. De hecho, figuran entre las 16 mayores en un máximo de tres aspectos y nunca en las posiciones de cabeza.
En cuanto a la Armada Española, decir que se le ha adjudicado una dignísima séptima plaza, que a lo largo de los próximos años tenderá probablemente a consolidarse (o incluso a mejorar hasta la sexta posición) gracias a las nuevas F-100, los buques anfibios, etc. Sin embargo, por múltiples razones (reducida entidad numérica, carencia de submarinos nucleares, falta de una red de bases terrestres de apoyo...) no podrá optar a ascender al grupo de las grandes potencias navales. La Armada Española puntúa en casi todos los campos, salvo en la guerra costera, aunque en ninguno ocupa una posición superior a la quinta.
Finalmente, decir que la clasificación obtenida es bastante correcta, especialmente para juzgar armadas de una cierta entidad. En los 19 ó 20 primeros puestos se hallan, en un orden razonable, las armadas que tienen que estar. Sin embargo, a partir del 20º lugar, refleja más bien una buena posición de una armada en un aspecto concreto, lo cual no significa que, por ejemplo en un hipotético (e imposible) enfrentamiento entre las armadas de Perú y Egipto saliese victoriosa la primera (más bien ocurriría al contrario) aun cuando sus posiciones indiquen lo contrario. Además, el simple hecho de estar por encima de otra armada en la clasificación no significa una clara superioridad en caso de guerra; así en un caso concreto se debería hacer un estudio pormenorizado, tener en cuenta el posible apoyo aéreo desde tierra, aspectos logísticos, etc. Por otra parte, una pequeña diferencia de puntos quiere decir bien poco; por ejemplo, los seis puntos que separan en la clasificación (120 frente a 114) a las armadas italiana e española no significan que la italiana sea superior a la española, sino de hecho un "empate" técnico entre dos armadas terriblemente igualadas en su capacidad, aunque en aspectos concretos una sea superior a la otra. Además, en otros casos, una diferencia mayor puede ser engañosa; así, aunque la Armada Rusa gana a la Británica por 14 puntos, mi opinión personal es que la realidad operativa pondría realmente a los rusos en la tercera (o incluso 4ª) posición. O bien, los 5 puntos de diferencia entre la Armada Española y la India reflejan una brecha tecnológica y operativa mucho mayor que la existente entre España e Italia, separadas por 6 puntos. Pero, como ya se ha dicho, esta clasificación tiene sus defectos, ya que, en caso contrario, sería imposible de establecer...
En las fotografías, el Grupo Alfa y los nuevos cazaminas, que "se adornan".
Basado en un estudio de José Ignacio Lago.

LA TECNOLOGÍA STEALTH.-







Stealth es un término colectivo usado para describir todas las formas de camuflaje visual, electrónico, electro-óptico y acústico. Aunque es difícil buscar un término equivalente en castellano, podría traducirse por alguno de los siguientes o mejor dicho por la suma de todos ellos: camuflaje, secreto, sigilosidad, silencio, disimulo, cautela... El stealth ha sido un rasgo característico de las tácticas y los diseños militares desde las primeras guerras y más concretamente ha sido la clave en las operaciones con submarinos desde que estas comenzaran. No sorprende, por tanto, que la tecnología relacionada con la guerra antisubmarina haya recibido una enorme inversión para contrarrestar la sigilosidad de los modernos submarinos nucleares de alta velocidad y profunda cota de inmersión. En la superficie del mar, sin embargo, los sensores radar, electro-ópticos o visuales de los sensores enemigos han tenido normalmente ventaja sobre los sistemas defensivos de camuflaje. Esto era debido a que los buques destacaban enormemente sobre el medio en el que se movían. Esta realidad, unida al avance de las tecnologías de los multi-sensores, ha catapultado de forma extraordinaria la importancia del stealth. De toda plataforma se dice hoy en día que tiene una determinada "Cross - Section" (CS), tanto radar como visual o electro-óptica. El valor de esta CS es una función del ángulo desde el que se "enfoque" la plataforma. Para tratar de reducir el valor de esta CS se pueden tomar muchas medidas.
Nuevas construcciones. En ellas se hace necesario determinar previamente si es más importante disminuir la radar cross - section (RCS) en la horizontal o en ángulos elevados, dependiendo de los ataques esperados por esa plataforma.
Reducción de la RCS.
Costados del casco con un determinado ángulo hacia fuera.
Costados de la superestructura con ángulo hacia dentro.
Mamparos de la superestructura dirigidos en 4 direcciones preferentes.
Evitar diedros y triedros.
Equipos sobre cubierta, así como sus basadas, deben de ser analizados de forma que reflejen, en el radar, lo mínimo posible.
Esconder en la medida de lo posible pescantes, botes...
Eliminación de candeleros.
Reducción de la firma de infrarrojos.
Reducción de la firma acústica.
Reducción de la firma magnética.
Reducción de corrientes estáticas.
Construcciones existentes. Cuando las formas ya no pueden ser modificadas o supongan un gasto excesivo se hace necesario el empleo de materiales absorbentes radar (RAM). Con ellos se puede disminuir en gran medida la RCS. Con estos materiales se reduce significativamente la distancia de detección, lo cual, unido al hecho del uso de decoys con una RCS mayor que la de la propia plataforma, significa una gran ventaja táctica. La RCS de una fragata típica puede ser de unos 25000 m2. Ante ellos, los 2000 m2 de RCS de un chaff parecen no tener muchas posibilidades de seducir los sofisticados rádares existentes en la actualidad. Sin embargo una reducción de la RCS de la misma fragata a un valor de unos 600 m2 es posible mediante el uso de determinados materiales absorbentes radar. En el diseño de estos materiales se han de tener en cuenta las frecuencias usadas normalmente por los rádares de vigilancia e iluminación. En general, la banda de 6-18 Ghz cubre la mayoría de los sistemas de misiles antibuque conocidos. Sin embargo en otras plataformas como los tanques la frecuencia está sobre los 98 Ghz.
Materiales Stealth. Estos materiales se presentan en numerosas formas dependiendo del modo de aplicación y del lugar y el medio en el que vayan a trabajar. Por ejemplo un material para aviones será resistente a la erosión, presión diferencial y ataques por parte del fuel mientras que en buques han de trabajar en el duro ambiente marino y resistir el día a día de la operación de los mismos. Paneles absorbentes radar. Son fácilmente transportables y se diseñan para ser temporalmente fijados sobre la estructura del buque. Absorben la energía radar en una ancha banda. Pueden ser colocados en el tránsito hacia el escenario de la guerra y transferidos en la mar de un barco a otro. Láminas absorbentes radar. Similares a las anteriores pero diseñadas para instalaciones más prolongadas. Tienen menor peso que los paneles, lo cual debe ser siempre tenido en cuenta por la pérdida de estabilidad que significa la adición de pesos altos. Losas absorbentes radar. Cumplen unas especificaciones más exigentes que las láminas. Para su uso en aviones han de tener una alta resistencia a la abrasión, no despegarse por los efectos del vuelo y ser eléctricamente neutras para no interferir en los tests que se efectúan en el mantenimiento diario. Material absorbente aplicado en spray. Para zonas de difícil acceso o en aquellas sobre las que resulta difícil fijar otro tipo de materiales como palos de buques o tomas y salidas de aire y gases. Estos materiales suelen ser más pesados que los anteriores. Espumas ligeras. Se usan en zonas donde es necesario que exista una transparencia a la salida de ondas radar (Domos, antenas...) Películas reflectoras radar. Usadas en cristales de aviones, helicópteros y puentes de gobierno de buques. Pueden ser aplicadas y sustituidas con suma facilidad. Materiales absorbentes radar para construcción. Usados para evitar ecos de edificios o torres altas de cualquier tipo cercanas a los aeropuertos para evitar confundir a los aviones.
Además de todo lo citado hasta aquí, hay que contemplar la solución de emplear materiales absorbentes radar estructurales desde la construcción o con ocasión de obras de gran carena de buques.
Conclusiones. La sigilosidad, el silencio, el camuflaje... en definitiva el Stealth es un complejo término que incluye una amplia variedad de materiales y disciplinas científicas. Siempre que se desee reducir la RCS de una plataforma es necesario un análisis detenido del problema usando un software específicamente diseñado para este propósito. Este análisis sugerirá la solución más efectiva. Lo cierto es que en todas las nuevas construcciones de buques de combate, el STEALTH es un concepto que ya no puede ser olvidado. Como punta de lanza de esta tecnología en España tenemos en las fragatas de la clase F-100, también con sistema AEGIS.

En las fotografías se demuestra la diferencia entra buques que poseen o no, esta tecnología.
Basado en y resumido de un estudio del Ingeniero Naval Indalecio Seijo Jordán.

NUESTRAS FRAGATAS F – 100 II.-


Para cualquier eventualidad. La arquitectura naval de las F-100 españolas sigue de cerca la arquitectura de los DDG-51. Lo más destacable en su figura es el bloque tronco piramidal situado tras el puente, y que hace de soporte de los mástiles de antenas y de las antenas de apertura sintética (nótense los dibujos octogonales que se aprecian en las superficies verticales). Sus paredes son inclinadas, y están recubiertos de material “stealth”, lo que hace que la signatura radar sea inferior a la de los “Ticonderoga”. Delante del puente están los alveolos del lanzador vertical Mk 41 versión larga, que es el lanzador del arma principal del buque, el misil antiaéreo SM-2 block III. Estas dos estructuras (lanzador de misiles y dimensión del “mastack” de antena) imponen el tamaño de la manga del buque y, en consecuencia, determinan en parte el desplazamiento del mismo. Respecto a otros buques de la Armada, la manga de las F-100 es mayor. Pero aun así es menor que la de sus primos norteamericanos (18 m de manga en los "Ticonderoga"; 20´1 m en los "Arleigh Burke"; 17´5 m para las F-100). Es un mérito de los diseñadores haber conseguido limitar el desplazamiento a 5.900 TM sin que la altura de antena ni la superficie de apertura efectiva de los radares se haya visto afectada. Con casi un 60% del porte de los cruceros “Ticonderoga” las fragatas F-100 desempeñan las mismas misiones con la misma fiabilidad. La estructura piramidal soporte de las antenas tiene una ventaja adicional, y es que conforma una ciudadela que alberga la mayor parte de la electrónica y del sistema de mando y control (CIC) del buque, por lo que la protección NBQ (nuclear, biológica y química) del navío se hace más sencilla, puesto que las zonas a proteger están muy agrupadas entre sí. La gran automatización de los sistemas de a bordo permite reducir la dotación del buque a 216 tripulantes, lo que es un número realmente reducido para un buque del porte de las F-100. El sistema SPY - 1D alrededor del cual se han construido las fragatas ha sido mejorado en España por ingenieros españoles en el marco del convenio de cooperación tecnológica que permitió la cesión de la licencia del SPY - 1. España ha sido la primera nación del mundo en recibir esa tecnología de los Estados Unidos. Lo que no habla mal de la capacidad técnica de la empresa Navantia y de los demás contratistas, entre los que destaca la corporación Indra En un entorno tecnológico tan puntero, el adiestramiento de las dotaciones de las F-100 es un punto crítico. Tener un sistema excelente con unos operadores mediocres no es el mejor modo de incrementar la operatividad de la flota. Para formar dotaciones con la calidad adecuada se ha establecido un programa de intercambio y adiestramiento con la Marina de los Estados Unidos, a la par que instructores de Indra y/o Navantia y otras empresas se encargan de la formación de los operadores de sistemas que embarcarán en las F-100.
Zafarrancho de combate. La primera unidad de la serie, la F-101 “Álvaro de Bazán”, se encuentra, en el momento en que escribo esto, realizando sus pruebas finales en la mar, junto con su "primo" el destructor DDG-87 "Masson". La F-102 “Don Juan de Borbón”, que fue botada en Febrero de 2.002, sigue sus obras en los astilleros de Navantia - Ferrol. Durante el año 2.003 ha caído al agua la tercera de la serie, la F-103 “Blas de Lezo”. Y en 2.005 la última, de la primera serie, la F-104 “Méndez Núñez”. Una formación típica del Grupo Alfa estará compuesta por el “Príncipe de Asturias”, de dos a cuatro escoltas ASW “Santa María” y una o dos escoltas AAW F-100. Esta TF española tendrá capacidad para atacar cualquier blanco enemigo, en la mar o en tierra, de día o de noche, en el Atlántico central y septentrional o en el Mediterráneo. Además, tendrá capacidad de autodefensa suficiente para repeler cualquier amenaza submarina no nuclear y para combatir contra una TF de similar porte y características. Pero es que además nuestra Armada aún tendrá escoltas AAW y ASW suficientes para formar una segunda TF que dé protección al Grupo Delta (grupo anfibio de la Armada) mientras pone en tierra con casi total impunidad al Tercio de Armada, unidad de infantería de marina de tamaño brigada dotada de material pesado y motorizado que es una de las unidades de élite de nuestras Fuerzas Armadas; mientras, los Harrier Plus del Grupo Alfa machacan la costa y los blancos enemigos. La situación del Grupo Delta mejorará, incluso, si se construye el previsto LHD, que además de incrementar la capacidad de transporte de material, supondrá una pista de vuelo auxiliar para los Harrier Plus y para los helicópteros de ataque del Tercio de Armada. La coordinación de estas fuerzas navales no es un problema. El “Príncipe de Asturias” está diseñado para operar como nave almirante y en consecuencia posee los sistemas de comunicaciones y de intercambio de datos precisos. Las fragatas F-100 también tienen, gracias a sus sistemas, capacidad para operar como capitanas de TF. El desarrollo de la fase militar del Hispasat permite disponer de comunicaciones bi direccionales buque-buque y buque-tierra con apoyo en satélite, y por tanto, menos sensibles a las perturbaciones de un entorno de guerra electrónica (EW o Electronic Warfare). Las condiciones serán mucho mejores si al final se pone en órbita el planificado satélite español de defensa. Una fuerza basada en tierra necesitaría (son estimaciones de la OTAN, no fantasmagorías de barra de bar) unos 50 aviones de caza y ataque modernos dotados de armas antibuque y pilotos entrenados en estas misiones para poder amenazar realmente al Grupo Alfa. Los países de nuestro entorno se dividen en dos categorías. Los que tienen una capacidad operativa igual o superior a la indicada, y los que no. Todos los que entran en la primera categoría son aliados de España en el seno de la OTAN. Los segundos, mucho mejor informados que nuestros estrategas de salón, se toman muy en serio la capacidad de proyección de fuerza, sobre la tierra o sobre la mar, que tiene nuestra Armada. Con las F-100 nuestra Armada posee además un sistema con capacidad (limitada, eso sí) para proteger el territorio nacional contra la amenaza de misiles de crucero. Esta capacidad se verá notablemente incrementada cuando las F-100 pueden portar el SM-2 block IV, que ya ha demostrado su capacidad como arma anti-balística en ensayos realizados por los EE.UU. Cuando, en un futuro, se desarrolle el previsto SM-3, que dispondrá además de capacidad para atacar blancos en tierra, las F-100 tendrán, además de mayor capacidad antiaérea y anti-balística, un arma capaz de atacar blancos situados a varios centenares de kilómetros de nuestras costas. Y todo esto sin modificar el lanzador vertical, que admite las ojivas de estas tres armas. Como decía antes: las naciones de nuestro entorno que tienen una capacidad similar son aliadas de España en el seno de la OTAN. Y las que no están en la OTAN no se toman nuestra Armada a broma.
Lo que queda por venir. El riesgo tecnológico asumido por Navantia y demás contratistas ha dado sus frutos. Y no sólo porque las F-100 sean unas naves magníficas. La Real Armada Noruega ha firmado con Navantia un contrato para la compra de cinco fragatas de la serie F-310, que son en esencia una versión reducida de las F-100 con un equipo SPY - 1D simplificado y más barato, llamado SPY - 1K, con prestaciones muy similares al de las F-100. Atraídas por este éxito de exportación, otras naciones (Singapur, Taiwán, Brasil…) se han interesado en la adquisición de buques muy similares a las F-310.Otras naciones del mundo están construyendo buques AEGIS para sus propias flotas, como Japón (destructores clase “Kongo”), o están planificando su construcción (Alemania, Reino Unido, Italia…). Todos estos países han consultado a Navantia, a Indra y a otras empresas españolas para firmar contratos que permitan la transferencia de la tecnología y del “saber hacer” acumulado por los españoles en el desarrollo de las F-100. En este sentido, España se encuentra a la cabeza de la innovación tecnológica en el sector naval militar. Es evidente que en cuanto otras naciones del mundo tengan también capacidad AAW con “tecnología AEGIS” la ventaja tecnológica y operativa de la Armada Española se verá reducida. Será entonces el momento de pasar a nuevos proyectos para mantener la ventaja. Por ejemplo, en el reemplazo del “Príncipe de Asturias” por un portaaviones más moderno. Pero en cualquier caso, las naciones que previsiblemente tendrán voluntad política, dinero y capacidad para operar este tipo de naves (conviene no perder de vista que una cosa es comprar el buque más moderno del mundo y otra cosa tener dotaciones lo bastante experimentadas como para operarlo bien) seguirán perteneciendo a la categoría de naciones amigas o aliadas en el seno de la OTAN. Y, mucho mejor informados que los filósofos de taberna españoles, las naciones que no entran en esa categoría miran a la Armada con envidia y se dicen: “quién tuviera aunque sólo fuera un par de F-100…”
En la fotografía la F 103 "Blas de Lezo"

Inspirado en un estudio de José Manuel Rodríguez Gómez-Escobar.

NUESTRAS FRAGATAS F – 100 I.-



Introducción. De todos los tópicos que circulan por la piel de toro, y que encuentran sus más entusiastas divulgadores entre los filósofos de taberna, esos que igual enmiendan la plana a un ministro que conocen las técnicas para ganar siempre al fútbol, hay dos, muy extendidos, que aquí destaco: que nuestras Fuerzas Armadas son de risa y que nuestras Fuerzas Armadas están obsoletas tecnológicamente. Semejante pareja de proposiciones carecen de fundamento, al menos en el caso de la Armada Española, como trataré de demostrar a lo largo del siguiente artículo. Pero ya se sabe que para determinados españoles es mejor fuente de información el vecino del quinto que la web del Ministerio (sospechosa siempre de ser parcial por interesada), lo que es cierto tanto para estos temas como para otros asuntos, desde las emisiones radioeléctricas hasta la reforma educativa.
Avistado a proa. Para comenzar, hay que remontarse a 1.989, año en que se cancela el programa NFR – 90, ya referido. La cancelación de este programa supuso para la Armada la anulación de las unidades que tenían que seguir, en el orden de construcción, a las fragatas clase “Santa María”. Puesto que los objetivos de la defensa nacional obligaban a la puesta en servicio de nuevas unidades que complementasen a las “Santa María”, para determinar las características de las nuevas unidades se activó, en 1.991, un programa de evaluación de viabilidad cuyos objetivos eran: 1) determinar el tipo de buque de escolta que necesitaba la Armada; 2) determinar los plazos deseables de construcción y entrega y 3) determinar la viabilidad tecnológica de la construcción. El punto 3 depende en gran medida de cómo se defina el punto 1, y ambos tienen una consecuencia muy clara: el coste de cada buque. Este programa de evaluación asumía ya de por sí un riesgo importante. Mientras que el proyecto NFR-90 era un proyecto multinacional en el que unos países podían apoyar sus debilidades en las fortalezas de otros, ahora la Armada obraba por su cuenta y riesgo. Ciertamente la Armada contaba con el apoyo de la experiencia adquirida por la entonces Bazán en el ensamblaje y pruebas finales de construcción de las “Santa María”, y contaba con el apoyo de consultores tecnológicos externos con experiencia en proyectos similares de otros países, especialmente de la Real Armada Holandesa y de la Marina de los Estados Unidos. Pero aun así, el riesgo era considerable. El programa de evaluación comenzó definiendo las futuras F-100 como escoltas antisubmarinas (ASW; Anti-Submarine Warfare), para luego redefinirlas como escoltas antiaéreas (AAW; Anti-Air Warfare), como consecuencia de las experiencias habidas en las Malvinas y en el Golfo Pérsico, también referidas. Este cambio se debió a varias razones, tácticas y estratégicas. Con la desintegración de la U.R.S.S. y la reducción de la capacidad operativa de la Marina rusa, la amenaza submarina era menor que la estimada a finales de los años 80. Por otro lado, la apreciación de las amenazas estratégicas contra España en la nueva situación internacional obligaba a tomar en cuenta el equilibrio de fuerzas en el Norte de África y la capacidad tecnológica (potencial, al menos) de Argelia y Libia para desarrollar misiles de crucero con alcance suficiente como para amenazar el Sur y el Levante español. Además de estos factores, la Armada tenía ya 11 escoltas ASW entregadas o listas para entregar (cinco fragatas clase “Baleares” y 6 fragatas clase “Santa María”), pero carecía de escoltas AAW especializadas. Este último punto cobraba importancia desde el momento en que la principal fuerza de choque de la flota, el Grupo Alfa centrado en el porta aeronaves “Príncipe de Asturias”, carecía de una protección antiaérea de envergadura suficiente como para desplegar nuestra fuerza aeronaval. Las fragatas clase “Santa María”, aunque son magníficos escoltas, carecen de capacidad antiaérea de largo alcance. Esa capacidad sólo puede obtenerse (hasta que entren en servicio las F-100) usando los aviones Harrier Plus del “Príncipe de Asturias” en patrullas aire - aire de largo alcance, misión defensiva que distrae fuerzas aéreas de las misiones ofensivas que debería desempeñar el Grupo Alfa como misión primaria. Pero esta capacidad defensiva basada en los Harrier es útil sólo en el caso de amenaza de aviones contra el Grupo Alfa. Si hablamos de una amenaza basada en misiles guiados los Harrier son de poca utilidad. De la capacidad de defensa aérea del propio “Príncipe de Asturias” mejor no hablamos, pues siempre han sido uno de los puntos de mayor debilidad del buque, al estar limitada a cuatro montajes CIWS (Close-In Weapons System; sistema de defensa cercana) multi tubo Meroka, de corto alcance y de eficacia limitada contra misiles. En estas circunstancias era muy deseable contar con escoltas antiaéreas que reforzasen la defensa del Grupo Alfa, liberasen al componente aéreo del “Príncipe de Asturias” de su papel defensivo (hasta donde fuera posible) y equilibrasen las capacidades de las unidades de la flota, hasta ese momento mayoritariamente orientadas a la amenaza submarina.
El corazón del guerrero. Determinado este punto, se hacía preciso determinar el sistema de armas y de electrónica que mejor rendimiento ofreciera en función del dinero disponible y de las misiones asignadas. En principio, y dado que España se embarcó con Holanda y Alemania en el proyecto de "Fragata Trilateral" se consideró el uso de un sistema multifunción APAR, una versión pequeña del cual ya era usado por la Real Armada Holandesa. Pero según el proyecto se iba despeñando por el mismo camino que el NFR-90, y los costes económicos y tecnológicos del desarrollo completo del APAR iban de más en más, la Armada optó por el sistema SPY - 1D, el único radar multifunción operativo existente en el mundo, un sistema caro pero más avanzado y sin dudas, de mucho mejor rendimiento que el APAR. Esta decisión supuso un riesgo calculado para la Armada al optando por un sistema ya probado pero de mayor complejidad tecnológica. Llegados a este punto, es preciso volver a retroceder en el tiempo para entender lo que representa el sistema SPY - 1D. A principios de los años 80 la Marina de los Estados Unidos lanzó un programa destinado a construir nuevos buques de escolta antiaérea para los Grupos de Combate (Task Forces en inglés, o TF por sus siglas) de sus portaaviones. Cada TF de portaaviones llevaría la escolta de al menos una de estas unidades. Siendo estos buques la piedra angular de la defensa antiaérea de la TF, debían tener capacidad de detección a muy largo alcance (más allá del horizonte de la TF), capacidad para detectar, “enganchar” y seguir a varios blancos a la vez, sistemas de armas capaces de batir todos esos blancos de forma simultánea y por supuesto, sistemas que permitieran el intercambio de información entre los equipos de detección y los equipos de las armas, y que permitieran sincronizar varios sistemas (radares/iluminadores y armas, básicamente) entre sí. Además, y como capacidad secundaria, estos buques se integrarían en la red diseñada según la Iniciativa de Defensa Estratégica (ISD por sus siglas en inglés; esto es lo que popularmente se ha denominado “Guerra de las Galaxias”) para proteger a los Estados Unidos del ataque de misiles crucero y balísticos. A estos buques se los denominó AEGIS en código.
Buques Aegis. Aegis es el nombre que recibía el escudo de Zeus según la mitología. Para cumplir todas estas especificaciones se desarrolló el radar multipropósito SPY - 1, que es el verdadero corazón del sistema AEGIS. El SPY - 1 está formado por varias antenas de apertura sintética. Los alimentadores de las antenas permiten configurar la anchura y potencia del haz emitido; además están sincronizados entre sí para permitir entre varios alimentadores la conformación de los lóbulos según las necesidades del buque. Los lóbulos conformados pueden variar el ancho de su apertura desde los 30º en exploración normal a los 4º cuando el haz se conforma con máxima directividad para seguir a un solo blanco. En una detección típica, el haz de exploración detecta a un blanco (aéreo o de superficie) en uno de sus barridos y tras ello uno de los operadores humanos conforma un lóbulo estrecho para que siga al blanco de forma continua. El blanco es seguido desde el radar principal hasta que se toma la decisión de atacarle, momento en que se pasan los datos del seguimiento (distancia, azimut, elevación, rumbo y velocidad del blanco) a un iluminador secundario sincronizado con el arma que va a atacar ese blanco. Normalmente el arma será un misil que tras el disparo se auto orienta hacia el blanco siguiendo el reflejo de la señal radar iluminante. En el último tramo, con el misil a corta distancia del blanco, el misil enciende su radar para guiarse por sus propios medios. Batido el blanco, el iluminador secundario se apaga. Si el misil falla, el radar principal vuelve a “enganchar” el blanco en uno de sus barridos y el proceso de seguimiento y ataque comienza de nuevo. En el caso de que el arma elegida sea un cañón, el radar del propio cañón captura la señal reflejada por el blanco y le proporciona al arma los datos de distancia lineal y angular necesarios para mantener al cañón apuntado sobre el blanco, hasta destruirlo. Este proceso muestra las dos dificultades básicas de este sistema: mantener en el aire varios lóbulos de radar entre sí, sin que se interfieran; y coordinar y presentar los datos de los radares de forma coherente para los operadores humanos. El caso es que el SPY - 1 hace las dos cosas, y además, permite la integración con otros sistemas electrónicos. Sin embargo, para que el radar tenga un funcionamiento óptimo necesita tener una notable altura de antena y necesita tener una apertura física grande. Ambas cuestiones se solucionan (en parte) con la apertura sintética. Pero es que, además, para incrementar la apertura física, los diseñadores adoptaron la solución revolucionaria de integrar las antenas en las superficies verticales del buque en lugar de “colgarlas” de los mástiles. Esto permite disponer de una apertura física de varios metros cuadrados, suficiente como para poner en el aire varias haces radar a la vez, hasta 20. El alcance del radar con esta disposición es de 400 km. Suficiente para garantizar la defensa aérea a larga distancia de una TF. Pero como nada es gratis, a cambio el tamaño del buque y la signatura o sección radar del propio buque AEGIS se incrementan. Este hecho señala una de las características principales de las unidades AEGIS: su arquitectura está construida alrededor del SPY - 1, y no se trata, como en otros buques más “clásicos”, de un casco al que se le han ido añadiendo sistemas y equipos. A principios de los 80 el dinero para Defensa no era problema en Estados Unidos y en consecuencia se ordenó la construcción de 32 cruceros AEGIS clase “Ticonderoga”. El primero de ellos entró en servicio en el año 1.983. El sistema AEGIS fue un éxito inmediato. El buque, en cambio, no tanto. Los cruceros clase “Ticonderoga” son grandes (unas 9.800 TM de desplazamiento) y por tanto muy caros. Su velocidad (32 nudos máximo) es inferior a la de los portaaviones a los que tiene que escoltar, y, gracias a las grandes superficies verticales, es muy detectable en el radar. Por ello la Marina de los Estados Unidos decidió construir una versión de escolta más reducida (6.700 TM en los primeros buques), rápida y navegable, con una versión más pequeña, moderna y barata del SPY - 1, el SPY - 1D, y con características “stealth” a fin de enmascarar en el radar la signatura del buque. Estas unidades, clasificadas como “destructores”, comenzaron a entrar en servicio en 1.991 y forman la clase “Arleigh Burke” ó DDG-51, por las siglas de la primera unidad.
Inspirado en un estudio de José Manuel Rodríguez Gómez-Escobar.