01 enero, 2009

PALESTINA. LA PARTICION DE LA ONU II.-

COMO SIEMPRE, UNA CHAPUZA II.


LA GUERRA DE LOS SEIS DIAS Y SUS CONSECUENCIAS.
Tras la segunda guerra Árabe-israelí, la imagen del presidente egipcio Nasser salió fortalecida en todo el mundo árabe, que asistió al crecimiento de un ambiente nacionalista en el que los deseos de revancha contra Israel ocupaban un lugar muy destacado. La formación de un comando militar árabe unificado que concentró sus tropas en torno a las fronteras, junto con el cierre de los estrechos de Tirán por parte de Egipto y la insistencia de Nasser, en 1967, de que la UNEF abandonara la zona del canal, hicieron que Israel se adelantara a los preparativos ofensivos árabes y atacara Egipto, Jordania y Siria, simultáneamente, el 5 de junio de ese mismo año. La guerra de los Seis Días finalizó con la decisiva victoria de Israel. Las fuerzas aéreas israelíes, equipadas con modernos aviones franceses, fueron el principal instrumento de la destrucción de los ejércitos árabes.
Tras la guerra de los Seis Días, Israel anexionó la franja de Gaza y la península del Sinaí que había conquistado a Egipto, la parte árabe del Jerusalén oriental – que ya no soltarán sino por la fuerza y hacen bien - y Cisjordania, que ocupó a Jordania, y los Altos del Golán, arrebatados a Siria. El territorio que quedó bajo jurisdicción israelí después de la guerra de 1967 era aproximadamente cuatro veces superior al área que se le había otorgado tras el armisticio de 1949. Los territorios ocupados tenían una población árabe de aproximadamente 1,5 millones.
A partir de 1967, los territorios ocupados se convirtieron en la principal preocupación política de Israel. La derecha y los líderes de los partidos religiosos ortodoxos del país se oponían a la retirada de Cisjordania y Gaza, que consideraban parte de Israel. En la Alineación Laborista, las opiniones estaban divididas: unos estaban a favor de la retirada y otros defendían el mantenimiento sólo de aquellas zonas que se consideraran de vital importancia para la seguridad militar de Israel. Muchos partidos pequeños, entre ellos el Partido Comunista, también se oponían al mantenimiento de la ocupación de los territorios conquistados. Sin embargo, la mayoría de los israelíes apoyaban la postura de la anexión de Jerusalén oriental y de su unión con el sector judío de la ciudad, y el gobierno, dirigido por los laboristas, unió formalmente ambos sectores pocos días después de que finalizara la guerra de 1967. En 1980 la Kneset aprobó una ley en la que se declaraba a Jerusalén “completa y unificada” como capital eterna de Israel.
Tras la guerra de 1967 se produjo un aumento del nacionalismo palestino. Varias organizaciones guerrilleras de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) cometieron actos terroristas contra escuelas, mercados, estaciones de autobús y aeropuertos israelíes, con el objetivo manifiesto de “liberar Palestina”. Los ataques terroristas contra los israelíes, en su patria o en el extranjero, hicieron que la opinión pública se opusiera al reconocimiento de la OLP y a cualquier tipo de negociación con ésta, pero el grupo consiguió ganar un amplio apoyo internacional, e incluso el reconocimiento de la ONU, como “único representante legítimo de los palestinos”. En los Juegos Olímpicos que se celebraron en Munich (Alemania) en el verano de 1972, un comando palestino asesinó a 11 atletas israelíes.
Recién terminada la Guerra de los Seis Días, circulaba por Madrid una historieta. Durante el conflicto, las avanzadillas egipcias – los egipcios perdieron buena parte de su fuerza aérea, destruida en tierra por los Mirage – detectaron movimiento y un sargento fue enviado al mando de un sección para averiguar que estaba pasando. Al poco se oye una gran ensalada de tiros y el sargento egipcio vuelve solo, herido, con el uniforme hecho jirones y el capitán le pregunta. El sargento responde “Ha sido una emboscada, mi capitán; no era un israelita, eran dos”.
LA GUERRA DEL YOM KIPUR Y LA DECADA SIGUIENTE.
En 1973, Egipto y Siria se unieron en una guerra contra Israel para recuperar los territorios que habían perdido en 1967. Ambos estados iniciaron una ofensiva por sorpresa sobre Israel el 6 de octubre, fecha del Yom Kipur, el día de ayuno sagrado para los judíos. Las primeras operaciones árabes en la península del Sinaí fueron exitosas, aunque el signo de la contienda varió, tras la reacción del Ejército de Israel, durante las tres siguientes semanas. Los árabes se granjearan el apoyo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y de la mayor parte de los países en vías de desarrollo. Arabia Saudí y Kuwait financiaron al Ejército árabe, haciendo posible que Egipto y Siria recibieran las armas soviéticas más sofisticadas, y los Estados árabes productores de petróleo iniciaron el embargo de sus exportaciones de crudo a Estados Unidos y a otros países occidentales como represalia por su ayuda al Estado judío.

Israel tuvo que hacer frente a serios problemas financieros, que fueron aliviados en parte por la gran asistencia militar y económica que le prestó Estados Unidos. Sin embargo, esta ayuda estadounidense no fue suficiente para evitar la espiral descendente de la economía israelí. En sus esfuerzos por impulsar un acuerdo de paz, el presidente de Estados Unidos Richard Milhous Nixon encargó a su secretario de Estado (ministro de Asuntos Exteriores), Henry Alfred Kissinger, la tarea de negociar los acuerdos de paz entre Israel por un lado y Egipto y Siria por otro. En 1974, Kissinger consiguió la separación de las fuerzas militares de Israel y Egipto en el Sinaí, y de Israel y Siria, en los Altos del Golán.
A la guerra del Yom Kipur siguieron crecientes disturbios en Israel y constantes críticas a sus dirigentes políticos. Entre los resultados del “terremoto” (así se denominó a los sucesos de 1973) una comisión de investigación, dirigida por el presidente del Tribunal Supremo de Israel, fue muy crítica con los mandos del Ejército debido a su modo de dirigir la guerra. El descontento generalizado llevó a la dimisión de la primera ministra, Golda Meir, y de su gabinete en abril de 1974. Meir (que había sido la sucesora de Eskhol en 1969) fue sustituida por Isaac Rabin. Rabin fue incapaz de detener la inflación y el deterioro de la economía y su reputación quedó dañada al descubrirse que él y otros miembros del Partido Laborista estaban involucrados en transacciones financieras ilícitas. Como resultado de esto, la Alineación Laborista perdió las elecciones a la Kneset de 1977. Menajem Beguin, el nuevo primer ministro, encabezó el movimiento Likud, bloque formado en 1973 por grupos nacionalistas que se oponían a cualquier concesión territorial a los árabes.
CUANDO SE PRESUMIA LA PAZ.
Las relaciones entre Israel y los palestinos entraron en una nueva fase a finales de la década de 1980, con la aparición de la intifada, una serie de levantamientos populares que tuvieron lugar en los territorios ocupados y en los que se produjeron manifestaciones, huelgas y ataques con piedras a los soldados y civiles israelíes. La dura respuesta del gobierno israelí generó críticas tanto por parte de Estados Unidos como de la ONU.
La coalición entre el Likud y los laboristas se deshizo en marzo de 1989. Entonces, Shamir encabezó un gabinete provisional hasta junio de 1990, momento en que formó un nuevo gobierno. En 1989 y 1990 más de 200.000 judíos procedentes de la entonces disuelta Unión Soviética se establecieron en Israel. Esta nueva oleada migratoria —alentada por el gobierno de Shamir, pero que fue mal acogida por palestinos y por árabes residentes en Israel— minó la economía nacional. Durante la guerra del Golfo Pérsico, en la que muchos palestinos apoyaron de forma abierta a Irak, misiles Scud alcanzaron Israel en repetidas ocasiones, hiriendo a más de 200 personas y destruyendo casi 9.000 viviendas en la zona de Tel Aviv. Israel, contrariamente a su política habitual, no tomó represalias, en parte porque Estados Unidos estableció bases de misiles tierra-aire Patriot para destruir los misiles iraquíes.
Las relaciones entre Israel y los palestinos entraron en una nueva fase a finales de la década de 1980, con la aparición de la intifada, una serie de levantamientos populares que tuvieron lugar en los territorios ocupados y en los que se produjeron manifestaciones, huelgas y ataques con piedras a los soldados y civiles israelíes. La dura respuesta del gobierno israelí generó críticas tanto por parte de Estados Unidos como de la ONU.
La coalición entre el Likud y los laboristas se deshizo en marzo de 1989. Entonces, Shamir encabezó un gabinete provisional hasta junio de 1990, momento en que formó un nuevo gobierno. En 1989 y 1990 más de 200.000 judíos procedentes de la entonces disuelta Unión Soviética se establecieron en Israel. Esta nueva oleada migratoria - alentada por el gobierno de Shamir, pero que fue mal acogida por palestinos y por árabes residentes en Israel - minó la economía nacional. Durante la guerra del Golfo Pérsico, en la que muchos palestinos apoyaron de forma abierta a Irak, misiles Scud alcanzaron Israel en repetidas ocasiones, hiriendo a más de 200 personas y destruyendo casi 9.000 viviendas en la zona de Tel Aviv. Israel, contrariamente a su política habitual, no tomó represalias, en parte porque Estados Unidos estableció bases de misiles tierra-aire Patriot para destruir los misiles iraquíes. Las primeras conversaciones de paz global entre Israel y delegaciones que representaban a los palestinos y a los Estados árabes vecinos se iniciaron en octubre de 1991, en Madrid, en la Conferencia de Paz sobre Oriente Próximo. Después de que el Likud perdiera las elecciones parlamentarias en junio de 1992, el líder del Partido Laborista, Isaac Rabin, formó un nuevo gobierno.
Los acontecimientos en Oriente Próximo dieron un giro inesperado en 1993. Tras unas negociaciones secretas, el primer ministro israelí, Rabin, y el presidente de la OLP, Yasir Arafat, se reunieron en la ciudad de Washington, y acordaron firmar un histórico tratado de paz. Israel permitió la creación de un gobierno autónomo, primero en la franja de Gaza y en Jericó, en Cisjordania, y más tarde en las demás zonas de Cisjordania en las que no hubiera población judía. A comienzos de 1994, las negociaciones sobre la autonomía se interrumpieron temporalmente después de que un colono judío matara al menos a 29 palestinos árabes en una mezquita en Hebrón, en Cisjordania. En mayo de 1994, las tropas israelíes se retiraron de Jericó y de las ciudades y campos de refugiados de la franja de Gaza y esta área quedó bajo la administración de la Autoridad Nacional Palestina. En julio de 1994, el primer ministro Rabin y el rey Hussein de Jordania firmaron un tratado de paz que ponía fin a 46 años de enfrentamientos entre ambos Estados. El acuerdo, que se firmó en la Casa Blanca en presencia del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, asentó las bases para un tratado de paz definitivo.
El primer ministro israelí, Isaac Rabin, fue asesinado el 4 de noviembre de 1995 en Tel Aviv por un judío perteneciente a un grupo de extrema derecha hasta entonces desconocido. Fue sustituido por Simón Peres. Los sucesivos atentados terroristas indiscriminados llevados a efecto por miembros del grupo fundamentalista islámico Hezbolá, provocaron en 1996 el bombardeo israelí del sur del Líbano como represalia.
En las elecciones celebradas en mayo de ese mismo año, Simón Peres resultó derrotado por el candidato derechista del Likud, Benjamín Netanyahu, por un estrecho margen de votos. Se inició entonces un estancamiento, cuando no un retroceso, en el proceso de paz puesto en marcha años antes, pese a las presiones ejercidas por la comunidad internacional (con Estados Unidos a la cabeza) y la moderación con que actuó la Autoridad Nacional Palestina presidida por Yasir Arafat.
Pese al estancamiento de las negociaciones con los palestinos, en enero de 1997 se completó y firmó el acuerdo por el que Israel se comprometía a la retirada de sus tropas del núcleo urbano de Hebrón. En concreto, el desalojo incluía el 80% de la ciudad, manteniendo su presencia en torno a los asentamientos judíos existentes. No obstante, las autoridades israelíes decidieron un mes después poner en marcha su proyecto de construcción de viviendas en Jerusalén Este, lo que fue considerado por los palestinos como una violación de los acuerdos firmados. Las negociaciones entraron de nuevo en un punto muerto. Los ataques terroristas perpetrados por grupos islamistas a mediados de 1997 llevaron a que Israel demandara a las autoridades palestinas una mayor eficacia contra las actividades de esos grupos. Particularmente preocupantes para Israel fueron los atentados suicidas con bomba efectuados por miembros del grupo islámico Hamas. En respuesta, agentes del Mossad, los servicios secretos israelíes, intentaron sin éxito asesinar en la capital jordana a Jaled Meshal, máximo dirigente de Hamas. La acción enturbió las relaciones jordano-israelíes.
Asimismo, los ataques efectuados por grupos islamistas libaneses en la zona de seguridad y el norte de Israel provocaron inquietud en el gobierno de Netanyahu. En 1998 Israel ofreció la retirada de la zona de seguridad, bajo control judío desde 1985, a cambio de que Líbano garantizase que no se producirían más ataques terroristas contra el norte de Israel. El gobierno libanés rechazó la oferta, proponiendo como alternativa la retirada incondicional del Ejército israelí.
Netanyahu obtuvo el respaldo de la Kneset pese a las críticas procedentes tanto de la izquierda como de la derecha parlamentaria. Su amenaza de obstaculizar la ocupación judía del sector oriental de Jerusalén, ordenado por un magnate estadounidense de origen judío, provocó la ira de los grupos derechistas, mientras que su apoyo a los asentamientos de colonos en Cisjordania, así como otras actuaciones, fueron contempladas por la izquierda como un intento por desmontar el proceso de paz iniciado años atrás. A comienzos de 1998, la coalición gubernamental salvó por un estrecho margen el voto de censura promovido por la oposición parlamentaria.
A mediados de ese mismo año se celebró el 50 aniversario de la creación del Estado de Israel. Mientras, las negociaciones de paz permanecían estancadas en lo referente a los temas fundamentales: así, Arafat rechazó conversar sobre asuntos de relevancia hasta que Israel no efectuara su retirada del sector de Cisjordania aún controlado por el Ejército hebreo, en tanto que Israel se opuso a seguir adelante con la retirada de sus tropas hasta que los palestinos no actuaran con mayor firmeza contra los grupos terroristas que amenazaban su seguridad.
El acuerdo alcanzado entre ambas partes en el mes de octubre - gracias a la mediación de la secretaria de Estado estadounidense, Madeleine Albright, y la participación del presidente estadounidense, Bill Clinton, y del monarca jordano, Husayn - preveía la retirada israelí de un 13% de Cisjordania a cambio de que la Autoridad Nacional Palestina se comprometiera a reforzar la seguridad en la zona. Pese a que la retirada se inició al mes siguiente, el primer ministro israelí optó por congelar la retirada en diciembre, lo que provocó una grave crisis política ante la incapacidad del primer ministro para alcanzar un acuerdo de paz definitivo con los palestinos. La Kneset, dividida, se decantó a favor de su autodisolución y de la convocatoria de elecciones para el mes de mayo, en las que se elegiría, por separado, al nuevo primer ministro y a los componentes de la nueva legislatura. Se esperaba que de los comicios surgiera una nueva mayoría parlamentaria que acometiera las conversaciones con otro talante distinto al mantenido por Netanyahu, que se presentó a la reelección.
El triunfo correspondió al candidato laborista, Ehud Barak, un general retirado que prometió la consecución de una paz estable basada en la fortaleza y la seguridad. Netanyahu, derrotado, anunció su dimisión como máximo dirigente del Likud y su retirada de la vida política. El 6 de julio de 1999, Barak formó un gobierno de coalición que contó con el respaldo de un Parlamento escorado hacia la izquierda, en el que los pequeños partidos se constituyeron en árbitros de la situación frente a la evidente pérdida de votos de las grandes formaciones, en particular del Likud.
El nuevo gabinete, integrado inicialmente por nueve laboristas, cinco representantes de partidos religiosos y otros cinco de grupos de centro y de izquierda, y ampliado en agosto con cinco nuevos miembros, entre los que se encontraban dos representantes de los movimientos pacifistas, puso como objetivo de su principal actividad la obtención de la paz en Oriente Próximo. En septiembre de ese año, Barak firmó con Arafat la aplicación de los acuerdos establecidos en octubre del año anterior pero paralizados poco después por Netanyahu. El pacto modificaba el anterior en el sentido de ampliar los territorios palestinos en Cisjordania a cambio de nuevas medidas de seguridad para Israel. El gobierno de Barak aprobó el 5 de marzo de 2000 la retirada del Ejército israelí del sur de Líbano antes del mes de julio de ese año.
Las primeras conversaciones de paz global entre Israel y delegaciones que representaban a los palestinos y a los Estados árabes vecinos se iniciaron en octubre de 1991, en Madrid, en la Conferencia de Paz sobre Oriente Próximo. Después de que el Likud perdiera las elecciones parlamentarias en junio de 1992, el líder del Partido Laborista, Isaac Rabin, formó un nuevo gobierno.
En las elecciones celebradas en mayo de ese mismo año, Simón Peres resultó derrotado por el candidato derechista del Likud, Benjamín Netanyahu, por un estrecho margen de votos. Se inició entonces un estancamiento, cuando no un retroceso, en el proceso de paz puesto en marcha años antes, pese a las presiones ejercidas por la comunidad internacional (con Estados Unidos a la cabeza) y la moderación con que actuó la Autoridad Nacional Palestina presidida por Yasir Arafat.
Las negociaciones entre Israel y Siria, que habían continuado de manera esporádica desde el final de la Conferencia de Paz celebrada en Madrid en 1991, también se vieron afectadas con la llegada del Likud al poder. El presidente sirio Hafiz al-Assad había valorado como muy positivos los progresos realizados a mediados de la década de 1990 y esperaba continuar las negociaciones de paz en el punto en el que las habían dejado él y los anteriores gobernantes israelíes. Sin embargo, Netanyahu y sus socios de coalición eran partidarios de volver a fijar las bases para un futuro acuerdo y renegociar los asuntos centrales, lo que provocó la paralización del proceso. El futuro de los Altos del Golán, la paz y la normalización de relaciones, así como el control sobre los recursos acuíferos, quedaron de este modo sin resolver.
Pese al estancamiento de las negociaciones con los palestinos, en enero de 1997 se completó y firmó el acuerdo por el que Israel se comprometía a la retirada de sus tropas del núcleo urbano de Hebrón. En concreto, el desalojo incluía el 80% de la ciudad, manteniendo su presencia en torno a los asentamientos judíos existentes. No obstante, las autoridades israelíes decidieron un mes después poner en marcha su proyecto de construcción de viviendas en Jerusalén Este, lo que fue considerado por los palestinos como una violación de los acuerdos firmados. Las negociaciones entraron de nuevo en un punto muerto. Los ataques terroristas perpetrados por grupos islamistas a mediados de 1997 llevaron a que Israel demandara a las autoridades palestinas una mayor eficacia contra las actividades de esos grupos. Particularmente preocupantes para Israel fueron los atentados suicidas con bomba efectuados por miembros del grupo islámico Hamas. En respuesta, agentes del Mossad, los servicios secretos israelíes, intentaron sin éxito asesinar en la capital jordana a Jaled Meshal, máximo dirigente de Hamas. La acción enturbió las relaciones jordano-israelíes.
Asimismo, los ataques efectuados por grupos islamistas libaneses en la zona de seguridad y el norte de Israel provocaron inquietud en el gobierno de Netanyahu. En 1998 Israel ofreció la retirada de la zona de seguridad, bajo control judío desde 1985, a cambio de que Líbano garantizase que no se producirían más ataques terroristas contra el norte de Israel. El gobierno libanés rechazó la oferta, proponiendo como alternativa la retirada incondicional del Ejército israelí.
Netanyahu obtuvo el respaldo de la Kneset pese a las críticas procedentes tanto de la izquierda como de la derecha parlamentaria. Su amenaza de obstaculizar la ocupación judía del sector oriental de Jerusalén, ordenado por un magnate estadounidense de origen judío, provocó la ira de los grupos derechistas, mientras que su apoyo a los asentamientos de colonos en Cisjordania, así como otras actuaciones, fueron contempladas por la izquierda como un intento por desmontar el proceso de paz iniciado años atrás. A comienzos de 1998, la coalición gubernamental salvó por un estrecho margen el voto de censura promovido por la oposición parlamentaria.
A mediados de ese mismo año se celebró el 50 aniversario de la creación del Estado de Israel. Mientras, las negociaciones de paz permanecían estancadas en lo referente a los temas fundamentales: así, Arafat rechazó conversar sobre asuntos de relevancia hasta que Israel no efectuara su retirada del sector de Cisjordania aún controlado por el Ejército hebreo, en tanto que Israel se opuso a seguir adelante con la retirada de sus tropas hasta que los palestinos no actuaran con mayor firmeza contra los grupos terroristas que amenazaban su seguridad.
El acuerdo alcanzado entre ambas partes en el mes de octubre —gracias a la mediación de la secretaria de Estado estadounidense, Madeleine Albright, y la participación del presidente estadounidense, Bill Clinton, y del monarca jordano, Husayn I— preveía la retirada israelí de un 13% de Cisjordania a cambio de que la Autoridad Nacional Palestina se comprometiera a reforzar la seguridad en la zona. Pese a que la retirada se inició al mes siguiente, el primer ministro israelí optó por congelar la retirada en diciembre, lo que provocó una grave crisis política ante la incapacidad del primer ministro para alcanzar un acuerdo de paz definitivo con los palestinos. La Kneset, dividida, se decantó a favor de su autodisolución y de la convocatoria de elecciones para el mes de mayo, en las que se elegiría, por separado, al nuevo primer ministro y a los componentes de la nueva legislatura. Se esperaba que de los comicios surgiera una nueva mayoría parlamentaria que acometiera las conversaciones con otro talante distinto al mantenido por Netanyahu, que se presentó a la reelección.
El triunfo correspondió al candidato laborista, Ehud Barak, un general retirado que prometió la consecución de una paz estable basada en la fortaleza y la seguridad. Netanyahu, derrotado, anunció su dimisión como máximo dirigente del Likud y su retirada de la vida política. El 6 de julio de 1999, Barak formó un gobierno de coalición que contó con el respaldo de un Parlamento escorado hacia la izquierda, en el que los pequeños partidos se constituyeron en árbitros de la situación frente a la evidente pérdida de votos de las grandes formaciones, en particular del Likud.
El nuevo gabinete, integrado inicialmente por nueve laboristas, cinco representantes de partidos religiosos y otros cinco de grupos de centro y de izquierda, y ampliado en agosto con cinco nuevos miembros, entre los que se encontraban dos representantes de los movimientos pacifistas, puso como objetivo de su principal actividad la obtención de la paz en Oriente Próximo. En septiembre de ese año, Barak firmó con Arafat la aplicación de los acuerdos establecidos en octubre del año anterior pero paralizados poco después por Netanyahu. El pacto modificaba el anterior en el sentido de ampliar los territorios palestinos en Cisjordania a cambio de nuevas medidas de seguridad para Israel. El gobierno de Barak aprobó el 5 de marzo de 2000 la retirada del Ejército israelí del sur de Líbano antes del mes de julio de ese año.
LA HOJA DE RUTA.
La formulación de un nuevo plan de paz, la denominada Hoja de Ruta, auspiciada por Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y la ONU, supuso, a mediados de 2003, un tímido reinicio del diálogo y trajo un frágil alto el fuego. Tal circunstancia se produjo, en buena parte, gracias a la figura de Mahmud Abbas, quien desde abril de ese año ejercía el cargo de primer ministro palestino (asumiendo determinadas funciones hasta entonces en manos de Arafat, al cual Sharon rechazaba como interlocutor y acusaba de no hacer nada por evitar las acciones terroristas). La actitud de los grupos palestinos más extremistas, partidarios de proseguir la lucha armada, y la reacción de los sectores israelíes más conservadores, para los que era inaceptable contemplar el establecimiento de un Estado palestino, como hacía la Hoja de Ruta, dificultaron de momento su aplicación.
En enero de 2004, Sharon anunció su intención de promover un plan para proceder a la retirada israelí de la franja de Gaza. El oficialmente denominado Plan de Desconexión (que terminó de enfrentar a Sharon con el ala más dura de su partido y de su gobierno, así como, en general, con el conjunto del conservadurismo radical) fue aprobado en octubre de 2004, con un elevado coste político para el primer ministro, que consiguió su tramitación parlamentaria gracias al apoyo de la oposición y vio como su gobierno veía cada vez más reducido su apoyo en la cámara. En diciembre de ese año, incluso, Sharon destituyó a los cinco ministros del Shinui, que votaron en contra de los presupuestos para 2005 con la intención de bloquear la materialización del plan de evacuación de Gaza. Sharon decidió pactar con la izquierda y formar otro gobierno de unidad nacional. Su nuevo ejecutivo, en el que ingresaron los laboristas y el ultraortodoxo Torá y Judaísmo, fue investido por la Kneset en enero de 2005.


También en enero de 2005, Abbas se convirtió en presidente de la Autoridad Nacional Palestina tras vencer en las elecciones que fueron convocadas al morir Arafat en el anterior mes de noviembre. De inmediato, Sharon le invitó a retomar el diálogo y Abbas comprometió su gestión a la consecución de un alto el fuego. Después de celebrarse una cumbre entre ambos el 8 de febrero, en Sharm el Sheij (Egipto), Sharon y Abbas anunciaron haber alcanzado un acuerdo para poner fin a la violencia y reiniciar las negociaciones de paz según el camino marcado por la Hoja de Ruta.
En agosto de ese año 2005, fueron desmantelados los 21 asentamientos israelíes de Gaza, que tuvieron que abandonar sus, aproximadamente, 8.000 colonos. Asimismo, el día 12 del mes siguiente, se retiraron las últimas tropas que Israel mantenía en aquel territorio. La verificación del Plan de Desconexión, la gran apuesta de Sharon (que le enfrentó a buena parte de la derecha y al movimiento colono), puso así fin a un periodo de 38 años durante el cual Israel había prolongado su ocupación de la franja, que pasó a depender de la ANP (aunque Israel conservaría el control de las aguas jurisdiccionales, del espacio aéreo y de las fronteras).
También en 2005, en noviembre, las elecciones internas del Partido Laborista otorgaron el triunfo a Amir Peretz, quien derrotó a Peres. En el transcurso de ese mismo mes, el nuevo líder de la izquierda puso fin a la participación laborista en la coalición gubernamental de Sharon y demandó la convocatoria de comicios anticipados. Sharon, discutido como ya se ha dicho por sectores del Likud y abandonado ahora por el laborismo (de cuyo apoyo parlamentario dependía el gobierno) promovió el adelanto electoral requerido por Peretz, renunció a la presidencia del Likud y a su militancia en el mismo, y anunció que concurriría a las elecciones (fijadas para el 28 de marzo de 2006) como candidato a primer ministro por un nuevo partido, Kadima (Adelante).
Sin embargo, el 4 de enero de 2006, Sharon sufrió un grave infarto cerebral y, tras ser intervenido quirúrgicamente y quedar en situación de coma inducido, su viceprimer ministro, Ehud Olmert, se convirtió en primer ministro en funciones. Aquel primer mes de 2006 todavía depararía más incertidumbres para el futuro de Israel y, en general, de Oriente Próximo; el día 25, Hamas lograba la victoria por mayoría absoluta en las elecciones legislativas palestinas, lo que ponía a dicha organización radical en claras condiciones de constituir el gobierno de la ANP (lo haría, el 29 de marzo, con Ismail Haniya como primer ministro). Olmert anticipó que las relaciones del ejecutivo israelí con uno palestino formado por Hamas estaban supeditadas a que el grupo extremista rechazara de forma explícita el terrorismo, reconociera al Estado de Israel y renunciara a su destrucción, y respetara los acuerdos alcanzados desde 1993 entre israelíes y palestinos. En los esperados comicios israelíes del 28 de marzo de ese año 2006, Kadima fue, con 29 escaños, la formación que logró mayor representación; a continuación quedó el Partido Laborista (20), en tanto que el Likud sufrió una auténtica debacle al obtener tan solo 12 diputados (al igual que el ultraortodoxo Shas). En mayo, Olmert (que el mes anterior había sustituido oficialmente como primer ministro a Sharon, cuya incapacidad para ejercer el cargo fue declarada permanente) pasó a presidir un gabinete de coalición en el que Kadima tendría por socios al Partido Laborista, Shas y al Partido de los Pensionistas.
A finales de junio de ese año 2006, milicianos palestinos mataron a dos soldados israelíes y capturaron a un tercero en un puesto de la frontera con Gaza. El gobierno de Olmert ordenó la detención de ocho ministros y 20 diputados de Hamas e inició la que sería una prolongada serie de ataques en la franja que costarían la vida a decenas de personas. Poco después, el 12 de julio, miembros de las milicias de Hezbolá del sur de Líbano atacaron la base fronteriza militar israelí de Zarit, matando a ocho militares y secuestrando a otros dos. Olmert calificó el hecho de “acto de guerra” y responsabilizó del mismo al gobierno de Líbano por su supuesta relajación en el cumplimiento de la resolución 1.559 de la ONU, que requería el desarme de Hezbolá (organización a la que la diplomacia israelí vinculaba directamente con Hamas, Siria e Irán). Tras negarse a un intercambio de prisioneros, Israel emprendió una severa ofensiva en Líbano, a la que Hezbolá respondió con el lanzamiento de cohetes contra ciudades del norte de Israel, como Haifa. Desde diversos medios de la comunidad internacional se condenó el desproporcionado uso de la fuerza empleado por el Ejército de Israel y la naturaleza indiscriminada de sus operaciones, que ocasionaron la muerte de numerosos civiles.
LA ACTUALIDAD.
Tras la retirada israelita de la franja de Gaza y tras un enfrentamiento civil entre palestinos, Gaza ha quedado – elecciones – en manos de los terroristas de Hamas – apoyados por Irán – y Cisjordania en manos de los ex terroristas de Al Fatah, los mismos que ni siquiera se entienden entre ellos.

CREDO LEGIONARIO.-



El espíritu del legionario: Es único y sin igual, de ciega y feroz acometividad, de buscar siempre acortar la distancia con el enemigo y llegar a la bayoneta.
El espíritu de compañerismo: Con el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos.
El espíritu de amistad: De juramento entre cada dos hombres.
El espíritu de unión y socorro: A la voz de ¡A mí la legión!, sea donde sea, acudirán todos y, con razón o sin ella, defenderán al legionario que pida auxilio.
El espíritu de marcha: Jamás un legionario dirá que está cansado hasta caer reventado. Será el cuerpo más veloz y resistente.
El espíritu de sufrimiento y dureza: No se quejará de fatiga, ni de dolor, ni de hambre, ni de sed, ni de sueño; hará todos los trabajos: cavará arrastrará cañones, carros; estará destacado, hará convoyes; trabajará en lo que le manden.
El espíritu de acudir al fuego: La Legión, desde el hombre solo hasta la Legión entera, acudirá siempre a donde oiga fuego, de día, de noche, siempre, siempre, aunque no tenga orden para ello.
El espíritu de combate: La Legión pedirá siempre, siempre, combatir, sin turno, sin contar los días, ni los meses, ni los años.
El espíritu de la muerte: El morir en el combate es el mayor honor. No se muere más que una vez. La muerte llega sin dolor y el morir no es tan horrible como parece. Lo más horrible es vivir siendo un cobarde.
La bandera de la Legión: Será la más gloriosa porque la teñirá la sangre de sus Legionarios.
Todos los hombres legionarios son bravos: Cada nación tiene fama de bravura; aquí es preciso demostrar qué pueblo es el más.
José Millán Astray y Terreros.

31 diciembre, 2008

ANDA QUE NO VA GENTE EN EL CARRO.-

Tras la navideña y regia metáfora del carro que debemos sacar del atolladero, lo dije aquí el domingo: «Mucha gente va en lo alto del carro, Majestad, como para que tengamos que tirar. Y no se baja ninguno...» Pero no es lo mismo decirlo así que ponerle caras a ese carro donde va más gente que en la carriola del Rocío que ponen en los programas rosas de la tele una y otra vez, y en la que salen Isabel Pantoja y Julián Muñoz oficiando el público morreo de la leña marismeña.
Un lector me ha escrito poniéndole caras al carro, caras andaluzas y sevillanas: «¿Usted se ha fijado bien en el carro ése del que hay que tirar ¿Ha reparado en lo que han metido dentro, usted? Yo lo he estado mirando despacito y se me ha puesto la pelleja como a un pollo de Simago con sarpullíos. Como esos horteras que van al Rocío montados en un remolque cantando lo del cordón renegrío, el carro en cuestión va empetao con los hermanos de Chaves y sus respectivas proles; con las familias de Zarrías, Monteseirín, el cursi de la pipa, Luis Pizarro, los asesores de la Junta y Diputaciones, los colocados en empresas públicas y a todo el ejército del carné en la boca, a quienes estamos obligados a mandarles el sueldo a su casa. Yo no sé usted, don Antonio, pero conmigo que no cuenten para tirar del carro...»
El carro, la verdad, tiene que ser grandecito. Todo lo contrario que una solución habitacional. En el carro, de momento, van los 644 asesores que tiene Zapatero en la Moncloa, que nos cuestan al año 28,3 millones de euros, más los 355.000 euros de «gastos de Palacio» y más los 45.000 euros en urinarios digitales para que estas criaturitas alivien sus vejigas con igual facilidad con la que su señorito nos alivia las carteras para mantener su corte del faraón.
En el carro van los 131 millones de euros que este verano, cumpliendo su tradición personal, espurreó Teresa Fernández de la Vega por diversos países sudamericanos, en su anual excursión con sus amigas, que es la versión aeronáutica, estival e hispánica del carro.
En el carro van los hijos y los nietos de exiliados en dichos países americanos, que hay que buscar para encontrar votos, y que nos van a costar 40 millones de euros.
En el carro van los bomberos militares de la UME, como si no hubiera bomberos en los ayuntamientos y las diputaciones, caprichito castrense de Zapatero que nos ha costado 1.660 millones de euros, como si el Ejército estuviera para apagar fuegos y para quitar la nieve en las carreteras, lo que hay que ver, mi coronel.
En el carro van los 20,3 millones que le quitamos al Tercer Mundo, para que Barceló hiciera su mamarrachada genial en la cúpula de la ONU.
En el carro va el cocheciño fantastiquiño de Touriño, que nos costó 480.000 euros.
En el carro va el plan para combatir la violencia machista, que nos cuesta 28,3 millones de euros.
En el carro van las «embajadas» de Cataluña, que nos costarán 95 millones de euros en el 2009, para que el hermano de Carod Rovira quede bien colocado.
En el carro va el Ministerio de Igual Da (que lo haya o no), cuyo montaje nos ha costado 83 millones de euros.
En el carro van los muebles del despacho de la Fernández de la Vega, que nos han costado 64.000 euros, anda que son de Ikea.
En el carro va el coche tuneado del tuneante Benach (he dicho tuneante, no tunante), que entre unas cosas y otras nos costó 89.276 euros, para que el muchacho tenga un reposapiés acorde con su alto rango de su mangancia.
En el carro va la mesa de Belloch, el alcalde de Zaragoza, que nos ha costado 180.000 euros, qué pedazo de mesa, ni la de la última cena de Leonardo.
En el carro van los informes encargados por la Generalidad de Cataluña, por ejemplo uno copiado y pegado de Internet que ha costado 12.000 euros y otro sobre el uso de ambientadores que ha costado 1.392 euros.
Y nadie se baja del carro. Y no se ahorra un solo euro de la cantidad de despilfarros y de gente inútil que van en lo alto del carro, y a pesar de ello hay que tirar de él.
¿Pues sabe usted lo que le digo? Que del carro van a tirar ellos. Con sus mulas todas.
Antonio Burgos.

CASA MIRA.-

Poco podía imaginar aquel día de noviembre de 1890, cuando el viejo Severino cogió una burra cargada de turrones y enfiló desde tierras alicantinas hacia Málaga, que cuatro generaciones después su apellido sería sinónimo del turrón por excelencia en esta tierra a la que llegó, me imagino, por los extraños azares de la vida. Y es que Severino se apellidaba Mira, y su éxito en aquellas navidades en Málaga fue tan tremendo, que volvió a su Jijona natal sin una sola pieza y al año siguiente repitió la experiencia, pero ya vino en diligencia, que entonces era como coger el AVE hoy. En fin, que un buen día, Severino Mira se cansó de tantas idas y venidas y decididó venirse a vivir a la capital de la Costa del Sol y antes de que llegara el siglo XX abrió un pequeño despacho en lo que hoy es calle Nueva. El negocio fue prosperando lentamente y pronto se incorporaron al mismo los hijos del emprendedor Severino: Liborio, Teresa, Alejandro y Prudente, quienes recogieron el testigo (fundamentalmente Liborio) y ampliaron la oferta comercial con los primeros helados de turrón, aprovechando la vieja tradición jijonenca.
Pocos saben que para aquellos primeros helados, Casa Mira traía en carretas nieve desde la Sierra de las Nieves. Durante la guerra civil los Mira regresaron a Jijona para retornar a Málaga cuando acabó la contienda para de nuevo abrir el negocio de calle Nueva, que durante la contienda civil fue la sede de la CNT.
Hacer helados y turrones en los momentos que siguieron a la guerra civil fue un verdadero milagro. No había de nada, pero la imaginación pudo con las carencias. Casa Mira siguió su rumbo y su vinculación con Málaga se hizo cada vez más fuerte, y así en 1943 se abrió la segunda tienda, en calle Larios. El éxito continuó, y al negocio se incorporaron los hijos de Liborio, o sea los nietos de Severino, Liborio, María y Prudente, y se abrieron nuevas tiendas, en la plaza de Pío XII (Carranque), en Compás de la Victoria y en Paseo de Sancha (esta última, la única que no existe hoy en día). Casa Mira goza de excelente salud, a Dios gracias, cuatro generaciones después, y sigue ofreciendo el mejor turrón de Andalucía según los expertos. Hoy también se han incorporado a la empresa bisnietos de Severino, conformando la cuarta generación, como Fernando Mira, por ejemplo. Los productos son de elaboración propia, con los secretos originales del bisabuelo Severino, aquel admirable emprendedor que un día llenó las alforjas de una burra de turrones y se vino a Málaga a venderlos...
Pedro Luis Gómez.

BLESA.-

No albergo duda alguna de que Blesa es el hombre más importante de España. Blesa por aquí, Blesa por allá, Blesa por allí y Blesa por acullá. ¿Quién es Blesa? El presidente de Cajamadrid. ¿Quiénes se pelean por Blesa? La presidenta de la Comunidad de Madrid y el señor Alcalde y Regidor de la Villa y Corte, cuya amistad con Blesa se deduce compacta como el hormigón. Blesa lleva la tira de años en Cajamadrid, y Esperanza Aguirre estima que ha llegado la hora de su relevo. Se dice que Blesa, el hombre más importante de España -insisto-, se ha hecho con los hilos del poder y se entiende mejor con los que no le votaron que con los que le pusieron en su mullido sillón. Ignoro las razones de la disputa, por cuanto no termino de interesarme en demasía por esos rincones de la economía. Lo que está claro es que la Comunidad de Madrid ha aprobado una nueva ley que establece la posibilidad de que Blesa principie su mudanza, y de que el Regidor de la Villa y Corte ha interpretado a su manera. Esperanza Aguirre, a su vez, ha manifestado que esa interpretación confusa de la nueva ley por parte de Gallardón se debe a un hecho concluyente. Que Gallardón no se la ha leído. Y éste, acorralado por la situación, ha reaccionado amparándose en su primo de Zumosol. «Me apoya Rajoy». No es un argumento. Que Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón no son, como escribiera Wodehouse, dos corazones que laten al unísono, es cosa sabida. Y que Rajoy se siente más a gustirrinín con Gallardón que con Aguirre, es también evidente. Pero que se enfrenten tan abiertamente por Blesa resulta chocante. Si yo fuera Blesa estaría encantado con el crecimiento de mi vanidad. También preocupado por el futuro, porque el apoyo de las leyes es más consistente que el de Rajoy, por importante que sea. Reconozco que me produce una acusada indiferencia lo que vaya a suceder con Blesa, al que deseo conocer en profundidad porque tiene que ser encantador. Que Blesa despierte esa admiración en Gallardón y ese apoyo en Rajoy nos abre la ventana del porvenir. Tiene que ser nuestro Obama. Blesa y Obama, los hombres del año. Teníamos ante nuestras napias al hombre del futuro, y no nos habíamos dado cuenta de ello. El problema es que si Gallardón lo quiere tanto, Rajoy tanto lo apoya y Blesa es tan adorable como sugiere la pareja, les va a mojar la oreja a los dos en menos que canta un gallo. «Todo en esta vida tiene un límite, hasta la provincia de Badajoz», escribió Jardiel. Y uno cree que el batiburrillo montado en torno a Blesa ha sobrepasado la línea de lo admisible. Si la ley autoriza la rendición de Blesa -más difícil que la de Breda, según se ve-, por más que a Gallardón le duela y a Rajoy se le anime el apoyo, nada se podrá hacer. Tendrá que irse. Y de nuevo le ganará la partida Esperanza Aguirre a Gallardón, que no acierta últimamente en la elección de sus caballos favoritos, escrito sea el símil hipodrómico con todos los respetos. Los que nos movemos por debajo de la boina del poder, nos topamos en ocasiones con sorpresas como la de Blesa. Sólo falta que Su Santidad el Papa, en su próxima aparición pública en la Plaza de San Pedro, formule la siguiente pregunta. «¿Y lo de Blesa, cómo ha terminado?». A este hombre hay que hacerle un homenaje con entrega de placa y discursos en el café. Tiene que ser importantísimo.
Alfonso Ussía.

INTERECONOMIA - RADIO.-

EMISORA CON BUEN PORVENIR.
En la fotografía, Lorenzo Soriano, que también colabora con la emisora canaria.

30 diciembre, 2008

OTRA DE TALANTE.-

En "La Mañana" de COPE, Carlos Cuesta, redactor jefe de Expansión, ha contado una anécdota que tiene como protagonista a Fernando Moraleda. Tras finalizar una Comisión Parlamentaria que tenía como objeto de debate la tarifa eléctrica, Moraleda respondió con un "si quieres tener más hijos te jodes" a un diputado que se quejó de las medidas adoptadas, ya que al tratarse de una tarifa eléctrica estándar, iba a perjudicar claramente a cualquiera que quisiera ampliar su familia.
Entre tanto, Zp le quiere <comer la boca> a Barak Hussein:
Zapatero: "Obama nos ha traído fuerzas nuevas al bando de la política". Lo dice en "El Mundo".
En el mundo de la literatura el negro no es un natural del Congo. Es todo aquel que escribe de encargo y cobro para que su trabajo sea firmado por otro escritor. Hay escritores de muy extensa y voluminosa obra que no han escrito ni una sola palabra. Los negros, cuando se consideran maltratados, acostumbran a ser traidores. Martínez Remis, quejoso de la poca generosidad de Julia Maura, copió íntegro un texto de Oscar Wilde que doña Julia firmó para que fuera publicado en ABC. Luis Calvo, director del periódico, un loco lúcido, genial y culto, recordó haber leído ese mismo texto previamente, y al fin dio con su verdadero autor. Al día siguiente publicó en la «Tercera» de ABC ambos artículos. «Lo que escribe Julia Maura» y «Lo que escribe Oscar Wilde». Eran idénticos de pe a pa. Y pocos años atrás, la estupenda presentadora de televisión Ana Rosa Quintana, le encomendó la creación de una novela a su ex-cuñado, el cual, vacío de ideas, no tuvo otra ocurrencia que fusilar literalmente una novelucha de poca monta. El resultado fue bochornoso y a punto estuvo de terminar con la brillante carrera periodística de la falsa autora. Pero hay negros excepcionales. Negros envidiables, que manejan la palabra y los conocimientos con una destreza sólo al alcance de los escritores elegidos. Uno de ellos es el negro del Presidente Zapatero, que ha firmado en el diario «El Mundo» un artículo extraordinario, merecedor del «Cavia», del «González Ruano» y del «Ortega y Gasset» simultáneamente. Churchill podría haberlo escrito, y también De Gaulle, que dominaba su idioma desde el prodigio, como Konrad Adenauer, el canciller que reinventó Alemania con su sabiduría. Pero Zapatero no. Nuestro actual Presidente del Gobierno no nos permite intuir que detrás de sus vulgaridades parlamentarias y literarias palpite el talento de un escritor de tan altas virtudes. El artículo publicado en «El Mundo» y que se titula «El horizonte del cambio» es un trabajo excepcional, repleto de citas cultísimas y oportunas, y desarrollado con una claridad y brillantez difícilmente comparables. No tiene Zapatero que sentirse herido o molesto con esta apreciación. A los presidentes de Gobierno les escriben frecuentemente sus discursos. Para eso están los gabinetes de prensa y los asesores particulares. Sucede que Zapatero ha dado un paso excesivamente largo, y a partir de ahora va a tener que buscar sus negros en las altas montañas de la literatura española. Ya no se le va a permitir un artículo para salir del paso o un discurso repleto de vaciedades, oquedades y lugares comunes. Se sabe que el negro no es Pepiño Blanco ni Pedro Castro, el sutil alcalde de Getafe. Probablemente nunca sabremos la identidad del gran escritor que ha llevado a Zapatero a la atalaya de la literatura y el pensamiento político. Sí, en cambio, nos consta quienes no han podido ser los autores de su formidable artículo. Pero no me siento feliz con esa sencilla deducción. Lo fácil me produce un profundo aburrimiento. Ese negro puede ser un escritor de fama, un catedrático prestigioso, un analista reconocido y hasta un asesor que ha pasado por la vida sin saber que su destino no es el de la asesoría, sino el del talento literario al servicio de la libertad. No pararé hasta dar con la identidad del gran escritor que le escribe a Zapatero. España necesita su cultura y su claridad.
Alfonso Ussía.

29 diciembre, 2008

YEBEL MUSA Y PEREJIL

MIS TEMPORADAS EN CHAUEN.-










LA FAMILIA INFANTE. (DE CASARES, COMO SU PRIMO BLAS).
Todo a su alrededor, era peculiar y diferente.
Eran seis hermanos que no quisieron casarse, ninguno, para no “dejar solos al resto”. El mayor de todos ellos, Emilio, era un emprendedor nato que había construido una pequeña presa y producía electricidad para la ciudad con su empresa “Electra Xaunía”. También tenía una muy mecanizada – para aquellos tiempos – fábrica de curtidos. El otro varón, Rafael, era un poco retrasado y le daba por pellizcar a las moras, con los consiguientes disgustos y problemas. Acudía a la oficina de la empresa, mas que nada para no dar la lata en casa.
Antonia era la mayor de las chicas y llevaba la vara de mando en la casa. Isabela, estaba enferma, de no se que – creo que era algo pulmonar - y estaba mucho tiempo en cama, muy aburrida. Era muy dulce, muy simple, una monería. Por fin las jovencitas, Matilde y Lola, que pasaban temporadas en casa.
Tenían una vivienda en la misma Plaza del Parador, cuyas ventanas traseras daban a la Alcazaba, entonces muy solitaria, pero con su precioso jardín muy cuidado. Era una casa “alargada”, muy alargada y estrecha, muy diferente a todo lo que yo había visto, enternecedora, mágica – de vez en cuando se escuchaban unos extraños ruidos, bastante mosqueantes - y fría como ella sola. Un año, estando allí, cayó una nevada de escándalo y las pasé canutas. Pero volvía siempre.
Encontraba entre ellos el mimo que mis padres no se permitían concederme y se me daban todos los caprichos a los que no estaba acostumbrado. En verano iba con Lola a la piscina del Parador o a la Militar, situada abajo, en el Chauen moderno, construido por los españoles. Y, por las tardes a Raselmaa, a probar – y degustar – el agua de un Uad lau recien nacido.
Alguna vez caminábamos hasta el Sidi Gualo, como llamaban los naturales de la zona a un falso morabito – allí no había nadie enterrado – construido por los militares de Intervención, porque “hacía mono” en aquella loma. Por el camino, disfrutábamos de la fruta que nos íbamos encontrando, sin problemas.
En espera de que Lola estuviese lista para salir, paseaba, en absoluta soledad por los jardines de la Alcazaba, contemplando – horrorizado – las mazmorras con oxidados grilletes, testigos del cautiverio de muchos compatriotas. O me iba a leer – entre sol y sombra – el “Africa Deportiva”, que me traía del único puesto de prensa existente entonces en la ciudad – allá abajo – un morillo muy simpático, Omar, que, continuamente, se reía dijese yo lo que dijese: un tío tan amable como simpático.
Recién muerto mi padre, fuimos un día con Alfonso Aramburu y Mani. El, estrenaba un Taunus, el calor era insoportable, el coche se calentaba. Olía a tragedia.
Muchos años después, recién casado, volví a ver a los Infante. Alguno se había muerto – Isabela y Matilde – y Emilio estaba muy viejecito. Les habían expropiado “a la moruna”, sin indemnizaciones y estaban muy justos. Cobraban pequeñas cantidades con absoluta irregularidad. Y ya no vivían en la casa mágica, sino en un piso en la parte nueva. Todo era distinto y mucho más triste.
Hicimos una excursión a lo alto de la montaña situada frente al Parador – los cuernos de Chauen – desde la que se podía observar todo el cauce del Uad Lau y el Mediterráneo y allí, en lo alto, comprobé que la ciudad, que se me antojaba silenciosa, “respiraba” más de lo que yo pensaba.
Y otra a Bab Barret, Las Puertas del Viento, camino de Bab Taza – es decir de La Meseta y el Rif – donde tomamos te en una cafetín sobre un valle, en el que el único sonido era el producido por las esquilas de las ovejas que allí pastaban. A la vuelta, nos sorprendió una espesísima niebla y con visibilidad de un par de metros, llegamos a Chauen ya entrada la noche. Tardamos cuatro veces más que a la ida.
Cuenta la leyenda que, junto a la añosa encina de la fotografía, Boabdil - que pasó por allí cuando su exilio - continuaba llorando su desgracia.
CHAUEN: DEMASIADA RETORICA.
Situada a 60 kilómetros de Tetuán, ocupando un lugar destacado en el corazón de los habitantes del Norte, Xauen, que en Bereber significa ‘cuernos’ refiriéndose a los nudos montañosos que dominan la ciudad. Está dotada con una multitud de atractivos que ofrece a sus visitantes sus encantos tan característicos que la distinguen.
Confinada por un cinturón de montañas, sus bonitos paisajes y climas suaves, el aire puro y el sol primaveral, todo ajustado por la naturaleza para que los aficionados de las montañas puedan satisfacer sus deseos.Pequeña localidad refugiada entre los picos gemelos del la montaña, Xauen es un remanso de paz abrumado por pequeñas casas blancas y azules. Sus callejuelas, cubiertas por rodillos, corren alrededor de plazoletas florecidas, que suben, descienden, se envuelven como para volverse de nuevo al inicio, y se cruzan como en un laberinto alborozado.Toda la poesía de la naturaleza verde sorprende inmediata y asombrosamente al visitante. Turistas españoles eligieron a esta hermosa ciudad para pasar este fin de semana en una colosal tranquilidad. “Elegimos Xauen porque es un pequeña ciudad, propia, calmosa y dónde no hay estafas como en otras”, declara una joven española.Porque a los españoles les encanta esta localidad, y la respuesta de los turistas a esta pregunta es simple, “conocemos más a Xauen y Arzila que otras ciudades, nos atrae su paisaje y su simplicidad”, explican.Entre todos sus encantos, está la Medina, lugar que hay que recorrer sin perder detalle. Sus estrechas calles de casas blancas y añil y ventanas con rejas albergan talleres de artesanía, telares de seda y lana y tiendas de antigüedades, cuero, plata y madera. La ciudad cuenta con 43 bazares que comercializan sus productos de artesanía y antigüedades.La plaza de Uta Al Hmam está considerada el mirador de la ciudad y a cualquier hora del día se llena de personas que deambulan o se relajan en los diferentes cafetines donde se puede degustar un vaso de té a la menta, unos pinchitos o comerte un ‘tajine’.La simplicidad de sus habitantes, su acogida y su hospitalidad legendaria se aprecia mucho por el visitante que siempre está considerado como un gran huésped y que se siente es entusiasmado por la recepción de sus habitantes.La ciudad dispone de todos los activos para la reactivación de turismo, paisaje, la belleza de sus terrenos ecológicos para aficionados del turismo rural y su clima suave propicia ciertas potencialidades con recursos del agua. También contiene varios ríos, de carácter estacional y que vierten en el mar Mediterráneo. Además, algunos de estos ríos alimentan los ríos del Lucus y del Uargha.La diversidad del paisaje que presenta esta ciudad provoca a sus visitantes, de ahí las numerosas formas de abordarlo según la temporada y sus aficiones d deportivas. Visto el interés que el Estado tiene actualmente para la región en cuanto a inversión turística, Xauen parece bien lanzada en el desarrollo de este sector. Sin embargo los esfuerzos que quedan por hacer en cuanto a las infraestructuras de carreteras así como los medios de transporte en la salida y los procedentes de otras ciudades. Estos dos últimos representan por el momento el eslabón escaso para un verdadero despegue de turismo. Considerada una ciudad santa - seis mezquitas, 10.000 habitantes - gracias a las montañas que la rodean, permaneció protegida contra las incursiones extranjeras y prosperó gracias a la llegada de refugiados musulmanes llegados de España.Xauen fue durante siglos una ciudad considerada sagrada, donde se prohibía la entrada a los extranjeros. Por esta razón se ha mantenido con pocas alteraciones toda su fisonomía medieval. Los cambios en la estructura urbana y poblacional de Xauen son muy recientes. Fueron las tropas españolas las que abrieron Xauen al tomar el control de toda la zona norte de Marruecos para instaurar el protectorado concedido por la Conferencia de Algeciras (1906) y definido por el tratado hispano-francés de 1912. Cuando los españoles llegaron, la ciudad tenía una importante población judía sefardí que hablaba judeoespañol. Xauen fue una de las principales bases del ejército español, y en esta ciudad se arrió la última bandera española en 1956. Como en otras ciudades que pertenecieron al protectorado español, gran parte de sus habitantes habla español. La ciudad fue fundada en 1471 en el emplazamiento de una pequeña población bereber. Su población original estuvo compuesta sobre todo por exiliados de Al-Andalus, tanto musulmanes como judíos. Razón por la cual la parte antigua de la ciudad tiene una apariencia muy similar a las de los pueblos andaluces, con pequeñas callejuelas de trazado irregular y casas encaladas.
JAMAL OUAhBI

28 diciembre, 2008

SOL SISTERE.-





PARTIDAS DE VERDIALES.-
Un año más, los verdiales tomaron la Venta San Cayetano, en Puerto de la Torre, en la que actuaron 28 pandas en la Fiesta Mayor de Verdiales, celebrada en la barriada malagueña de Puerto de la Torre. De las agrupaciones que participaron en la gran fiesta de los verdiales de Málaga, que comenzó al mediodía ante la presencia de miles de ciudadanos pese al mal tiempo, dos de ellas lo hicieron fuera de concurso.
Las pandas del estilo Comares (un total de cinco) fueron las primeras en actuar, y después le llegó el turno a las del estilo Montes (11), finalizando las del estilo Almogía (10). En el estilo Comares resultaron premiadas, en la categoría de grupo: 1º: 1ª de Comares; 2º Raíces de Málaga; 3º Arroyo Conca; 4º Los Romanes; 5º El Borge.
En la categoría de parejas: 1º las pandas 1ª de Comares y la de Raíces de Málaga; 2º Arroyo Conca; 3º El Borge; 4º Los Romanes. En la categoría de Baile de Trenzaíllo: 1º: 1ª de Comares; 2º Arroyo Conca; 3º Raíces de Málaga; 4º Los Romanes; 5º El Borge.
Por su parte, en Montes resultó ganadora la Primera del Puerto de la Torre, seguida de Jotrón y Lomillas y, en tercer lugar, Santón Pitar. En parejas también venció la primera del Puerto así como en el baile del trenzaíllo, aunque empatada con Jotrón y Lomillas.
Esta celebración anual, que este año alcanza su edición número 47, se ha convertido ya en un referente para este arte, puesto que en cada ocasión acuden miles de personas para disfrutar de un día típicamente malagueño.

Por esta zona – por los Montes de Málaga – se estila desde tiempos de los iberos, dicen, la Fiesta de Verdiales, que celebraba, precisamente, que los días ya, serían más largos, asunto tan importante para aquellos seres primitivos que no disponían de Gas Natural, Endesa, Repsol, Lukoil y Sacyr – ICO - del Rivero: probablemente, en el dato antropológico, esté el origen del concepto turístico “Costa del Sol” y en la desvergüenza el resto.
Naturalmente, que sin suecas nunca hubiese existido Torremolinos. Antecedente: Mi antecesor el embajador D. Antonio Pimentel, cuando enamora y traslada a sus naranjales de Sanlúcar la Mayor, a la recién abdicada por amor, reina Cristina. Fue, el sanluqueño, el primer Parador de Turismo y supongo que sirvió de inspiración a D. Manuel Fraga.
Como verás en la foto adjunta, ya los Verdiales se celebran – también – incluso en el solsticio de verano, con el patrocinio de todo bicho viviente, lo que constituye una total y absoluta aberración. Tanto como declarar de interés turístico (¿?) la Semana Santa. ¿Interviene la Junta de Andalucía? Siniestro total.

DIPUTACION PROVINCIAL Y LA IGNOMINIA.-


UTRERA MOLINA LA DESMEMORIA HISTORICA Y LA FALTA DE VERGÜENZA.
Hace algunos años, Manuel Alcántara me presentó a don José Utrera Molina, con quien le unía una entrañable amistad desde la juventud. De Manuel Alcántara, que a sus ochenta años sigue amarrado a su Olivetti, regalando a manos llenas su genio irónico en la tribuna volandera de los periódicos, uno ha recibido muchos tesoros de magisterio vital y literario; y entre esos tesoros ocupa un lugar preponderante el conocimiento de Utrera Molina, que es el epítome del hombre bueno en el sentido esencial de la palabra: honrado a machamartillo, de una gallardía estoica y una bondad aquietada por la sabiduría. Caballero humanísimo, compasivo ante la desgracia ajena, dotado de una fina sensibilidad, hondamente religioso y leal a sus convicciones, Utrera Molina es un hombre que puede sentirse orgulloso de muchas cosas, pero de ninguna hace ostentación; porque es rasgo de nobleza no encumbrarse ante los dones que recibimos, como lo es no enfangarse en el rencor cuando la adversidad nos lanza su zarpazo.
Utrera Molina fue ministro de Franco. Antes fue gobernador civil en varias provincias españolas, y siendo aún muy joven ostentó la subjefatura provincial del Movimiento en Málaga, la ciudad que lo alumbró y a la que siempre ha encomendado sus desvelos. Los malagueños no excesivamente perjudicados por la «amnesia histórica» que los apóstoles del odio están propagando recordarán que fruto de esos desvelos es el impulso de la Seguridad Social en su provincia, la fundación de residencias de ancianos, la lucha contra el chabolismo, la institución de una Universidad Laboral. Durante décadas, muchos malagueños desfilaron por los despachos que Utrera Molina ocupó; y a todos los atendió con diligencia, la misma que empleó en el desempeño de sus funciones. Porque Utrera Molina entendió siempre sus responsabilidades políticas como una vocación de servicio; y en años difíciles, cuando España tenía que alzarse sobre los escombros de una guerra crudelísima, sirvió al Estado y a los españoles abnegadamente, sin otro afán que mejorarles la vida. Desde la atalaya de sus ochenta y dos años, desgastados en el servicio de sus compatriotas, Utrera Molina puede contemplar con legítimo orgullo su existencia. Porque lo que define el sentido de una vida, lo que define una vida con sentido, es la lealtad a lo que uno ha sido.
Hace unos días, unos politiquillos miserables acordaron despojar a Utrera Molina del título de Hijo Predilecto de la ciudad de Málaga, amparándose en la aplicación de la Ley de (Des)Memoria Histórica. Ocurrió este episodio abyecto en el pleno de la Diputación Provincial de Málaga, con el voto favorable de los profesionales del odio y la inhibición de los representantes de la derecha, que una vez más vuelven a demostrar que son un hatajo de pusilánimes. Naturalmente, el aspaviento de unos politiquillos miserables en nada ultraja el honor de Utrera Molina, de quien podemos decir, como en aquel poema de Cernuda, que nunca buscó la consideración mundana, sino la ocasión de ser fiel consigo y unos pocos, aunque el desvío «siempre es razón mejor ante la grey». Y aun me atrevería a añadir que, del mismo modo que Cernuda nos aconsejaba interpretar como «formas amargas del elogio» los sarcasmos que los miserables nos arrojan, Utrera Molina debe interpretar este episodio de vileza como un timbre de gloria; porque el odio y la pusilanimidad de los viles no hacen sino enaltecernos.
En la reedición reciente de las memorias de Utrera Molina, Sin cambiar de bandera, se incluye una carta de su nieto Rodrigo, en la que podemos leer: «Tú guiabas cuando otros sólo seguían, por eso intentaron marginarte en el pretérito, exiliarte en el presente y desahuciarte del futuro. Tu lealtad te supuso conocer el sabor de la traición, pero fue exactamente eso lo que dio tanta importancia a tu fidelidad... Es el motivo por el que en mi voz, cuando hablo de ti con mis amigos, se puede denotar orgullo de ser tu nieto. Orgullo y gratitud...». En la lectura de estas líneas preñadas de verdad y emoción hallará consuelo don José Utrera Molina en este trance, mientras los apóstoles del odio y los pusilánimes se refocilan en sus mezquindades. Pero las mezquindades de los miserables no logran sino aquilatar el honor de los hombres buenos.
Juan Manuel de Prada. www.juanmanueldeprada.com

HABLA PENDON, PRESIDENTE SOCIATA DE LA DIPUTACION.
No guardo ningún sentimiento de revancha ni de venganza. Lo que sí tengo claro es que las decisiones que se tomen en cualquier institución pública en época de dictadura están invalidadas en democracia. Hay que hacer una permanente reivindicación de los valores democráticos, y, lógicamente, entre ellos están las distinciones, honores y reconocimientos que se otorgan a determinadas personas o colectivos. Y desde el respeto que me merecen todas las personas que en su día fueron distinguidas por la Diputación, el equipo de gobierno entendía que había que poner en valor esa máxima de que las decisiones adoptadas cuando hay ausencia de libertad no pueden tener validez en periodos de libertad y democracia.

NOTA DEL "EDITOR":
Don José Utrera Molina, malagueño, es hombre honrado y justo, de acrisolada lealtad y siempre defendió los mismos principios. Pudo permitirse el lujo de escribir unas Memorias con el título “Sin cambiar de bandera”. Y es mas de izquierdas que muchos de estos “nuevos ricos” de la política.
Tiene mala suerte: Gallardón es su yerno.
Pendón, maestro de profesión, presidente sociata de la Diputación provincial, varias veces acusado y/o procesado por desórdenes públicos – siendo presidente – provocados al enfrentarse de madrugada ebrio a la policía… “usted no sabe con quien está hablando…” hace honor a su apellido.

LA CAPTURA DE GARCÍA ATADELL.-

LAS "BRIGADAS DEL AMANECER". MADRID 1936.
El 24 de noviembre de 1936 arribó al puerto de Santa Cruz de La Palma, en su última escala, el trasatlántico francés Mexique, procedente de St. Nazaire y La Coruña en viaje a La Habana, con una expedición de 213 pasajeros en tránsito. La llegada de un barco de este porte siempre era motivo de expectación entre la población palmera, y sobre todo en los primeros meses de la guerra civil, con la isla dominada por las autoridades del nuevo régimen, mientras que en la España peninsular cientos de jóvenes canarios, y entre ellos también bastantes palmeros, combatían al lado del bando sublevados en armas contra el Gobierno de la República.En aquella ocasión, la escala del Mexique provocó un revuelo que tuvo una amplia resonancia cuando una patrulla de militares y falangistas subió a bordo y procedió a la detención de varios pasajeros, entre ellos Agapito García Atadell, "improvisado policía terrorista". Entre los detenidos figuraba el periodista Rafard, del Ateneo de Madrid, catalogado como "revolucionario" y que, según la información de entonces, había intervenido en los sucesos de Jaca y en "otros actos extremistas".Según publica la crónica de DIARIO DE AVISOS, García Atadell, jefe de la brigada checa madrileña, fue descubierto por el citado Rafard, ya que viajaba con un pasaporte cubano expedido por el vicecónsul del citado país en Alicante, lo cual contribuyó al éxito de la operación.La noticia publicada el 27 de noviembre denota el acento de la cuestión: "Muchas y dolorosas cosas podríamos decir de este negro sujeto, sin entrañas ni corazón, que llenó de pavura todo el suelo madrileño. Se sabe que este jefe endemoniado de los comienzos de la guerra civil dejó su oficio de tipógrafo para seguir una lucha detectivesca y sin freno contra todo en los reinos de su amarga opinión".Adjetivos tales como "alimaña comunista", "cobarde y desnaturalizado troglodita rojo" y "sátiro de la historia humana", aparecen en la crónica de DIARIO DE AVISOS, que relata su huida de Alicante de Marsella y su detención en la capital palmera por la brigada dirigida por Mur Blanco, que luego se ocuparía de su traslado a la capital tinerfeña. La noticia de su detención la dio a conocer la emisora FA8AK, siguiendo las instrucciones de la Comandancia Militar de la isla.Autores como Pío Moa y José María Zavala han abordado la figura de este personaje, al que el segundo de ellos incluye en su libro Los gánsters de la Guerra Civil (Plaza & Janés, 2006) y le dedica un capítulo titulado Atadell, el asesino enmascarado. ¿Quién era este hombre? Nacido en Vivero (Lugo) el 28 de mayo de 1902, era tipógrafo de profesión y en sus primeros años de actividad fue detenido en varias ocasiones debido a su línea comunista y revolucionaria. En 1928 se trasladó a Madrid para trabajar en los talleres de El Sol y La Voz, afiliándose también al Partido Socialista. Pronto exhibió sus dotes dialécticas, alcanzando puestos de confianza y simpatizando con el ala de Indalecio Prieto, frente al radicalismo de Largo Caballero.Estando en Madrid echó mano de una curiosa argucia, haciendo compuesto su apellido a partir del apodo de su madre, Talleda, convirtiéndolo en Atadell, con el que se instaló en la secretaría del partido, con un sueldo de 850 pesetas mensuales. Entre sus "méritos" de esta época figura su papel de agitador de la huelga convocada en el diario ABC en 1934, que fracasó debido a la enérgica oposición del director del rotativo, el marqués de Luca de Tena.Poco después del Alzamiento del 18 de julio de 1936, el director general de Seguridad pidió a todos los partidos de izquierda que aportasen listados de personas afectas que pudieran ser nombrados agentes de policía, entre los que se encontraba García Atadell, propuesto como candidato de los socialistas.Un buen número de estos improvisados agentes de la autoridad fue agregado a la Brigada de Investigación Criminal y funcionaban con plena autonomía al mando de García Atadell, asumiendo la denominación de Milicias Populares de Investigación con sede en el incautado palacio de los Condes del Rincón, en el número uno de la calle Martínez de la Rosa.La plantilla de la checa estaba integrada por 48 agentes, de la que era segundo jefe Ángel Pedrero García y como jefes de grupo figuraban Luis Ortuño y Antonio Albiach Giral, empleado este último en la Gráfica Socialista situada en el número 98 de la calle San Bernardo."Para la realización de sus fechorías -escribe José María Zavala-, los chequistas de Atadell contaban con el respaldo de la autoridad oficial y de la Agrupación Socialista Madrileña, así como de la minoría parlamentaria del Partido Socialista, cuyos representantes, incluido algún ministro como Anastasio de Gracia, visitaban la checa y alentaban a sus miembros".Además, la prensa también se hacía eco de las "proezas" de los esbirros de Atadell, elogiando sus actuaciones, publicando fotos del propio Atadell y de las diversas personalidades políticas y parlamentarias que visitaban sus locales. Entre otros ejemplos figura la noticia publicada por el diario Informaciones, el 17 de septiembre de 1936, dando cuenta de la detención, a manos de Atadell, de los hermanos Vidal y Díaz, y del capitán Rodríguez del Villar, quienes, sin pasar por una prisión oficial, fueron asesinados por los sicarios de la checa.El Heraldo de Madrid también lo presentaba como "un defensor de la República", en los siguientes términos: "Agapito García Atadell, uno de los más esforzados defensores de la República, a la que está prestando desde los primeros días del alzamiento militar grandes servicios como organizador y director de la Brigada de Investigación que lleva el nombre de este joven luchador de la democracia española".La Brigada de García Atadell practicó unas ochocientas detenciones, la mayoría de las cuales acabaron en trágicos paseos con asesinatos en la Ciudad Universitaria, aunque, curiosamente, la actividad principal de la checa era el robo a mansalva, gracias a la información aportada por la organización sindical socialista de los porteros de Madrid, logrando con ello información de la ideología política y religiosa de los vecinos y, sobre todo, de su posición económica. Sólo así se puede entender que lograra atesorar millones en dinero y joyas, con parte de las cuales, valoradas en 25 millones de pesetas de la época, había intentado en vano fugarse a La Habana.El Heraldo de Madrid dice, en su edición del 20 de agosto de 1936, que la brigada de García Atadell "ha adquirido gran fama por sus magníficos hallazgos de tesoros escondidos por el clero y la gente de derechas" y en la edición del día 26 reconoce que "un solo saqueo realizado en la casa número 5, de la calle Conde de Xiquena, les ha proporcionado 4 millones de pesetas en metálico, joyas y objetos de arte".Hasta el 22 de octubre, en que García Atadell y sus secuaces escaparon de Madrid llevando consigo su botín, la situación estaba controlada por los anarcosindicalistas. "Manejaban las mejores armas -escribe José María Zavala-, conducían los coches más lustrosos, degustaban la comida más apetecible, ocupaban sólidos edificios... palacios incluso, de los cuales se incautaban para levantar ateneos libertarios o círculos de barriada. Se apoderaban de fincas enteras habitadas y colocaban en cada puerta un cartel con el sello de la FAI, que decía: ’Incautada para la Contraguerra’. Era la señal de que los inquilinos debían satisfacer a esta organización clandestina los recibos de alquiler a fin de mes. Un negocio tan ilegal como rentable en tiempos de guerra". La situación alcanzó tal despropósito, que el ministro de Hacienda, Juan Negrín, intervino en el asunto, enfrentándose a descalificaciones e insultos, lo que provocó, finalmente, la actuación de la guardia del ministerio.El ministro de Gobernación, Ángel Galarza, y el director general de Seguridad, Manuel Muñoz, atemorizados por la FAI, dejaban que García Atadell actuase a su antojo, aunque éste recibía del segundo todo el apoyo necesario para cometer crímenes y expolios, es decir, que se había convertido en su aliado para el crimen y el pillaje.Sin embargo, a finales de octubre de 1936, García Atadell se sentía inseguro en Madrid. Amenazado por comunistas y anarquistas y ante el temor de que las tropas nacionales entraran en Madrid en cualquier momento, en unión de otros tres indeseables, Luis Ortuño, Pedro Penabad y Ángel Pedrero, huyeron a Alicante. Aunque poseía un importante botín, sin embargo carecía de suficiente dinero en efectivo, razón por la cual se le ocurrió la idea de saquear la cuenta corriente de su esposa, Piedad Domínguez, domiciliada en el Banco Hispano Americano, consiguiendo que ésta "donase a la causa" la cantidad de 35.000 pesetas.Con dicho dinero partieron los cuatro socios en coche hasta Santa Pola, y después a Alicante, donde García Atadell logró que el vicecónsul de Cuba les extendiese una cédula de súbditos cubanos, con fecha anterior al levantamiento militar para no infundir sospechas. Luego, el vicecónsul medió ante su homólogo argentino para que les permitiese embarcar en el buque de la citada nacionalidad 25 de Mayo, lo que en efecto consiguieron, embarcando el 12 de noviembre en viaje a Marsella.García Atadell y sus acompañantes, así como sus respectivas amantes, desembarcaron en Marsella, donde el primero de ellos vendió parte de su botín, unos brillantes, a cambio de 84.000 francos. Como Francia no era un país seguro y Cuba se había convertido en el objetivo final del viaje, se desplazaron a St. Nazaire donde embarcaron el 19 de noviembre a bordo del trasatlántico Mexique.El barco hizo una escala en La Coruña. Durante el viaje, Atadell trabó amistad con un pasajero llamado Ernesto Ricord, al que convenció para que desembarcase y tratase de traer noticias frescas de la situación. Ricord se hizo pasar por falangista y fue a ver al jefe de Falange en La Coruña, al que confesó sus sospechas de que a bordo viajaban "rojos españoles" que era preciso detener en cuanto el barco hiciera escala en Santa Cruz de La Palma. Ricord recibió instrucciones para que no los perdiera de vista, a lo que éste se comprometió y cuando regresó a bordo ofreció todos los detalles a su compañero Atadell.Cuando el Mexique fondeó en Santa Cruz de La Palma, Ricord puso en marcha el plan de Atadell para no levantar sospechas en las autoridades de la isla, que habían sido alertadas desde la escala del barco en La Coruña. Durante la travesía, Atadell se granjeó la simpatía de muchos pasajeros y de la tripulación, a la que obsequiaba con cuantiosas propinas.Procedió, así, a señalar como presuntos culpables a dos pasajeros, uno de los cuales resultó ser un procurador de Bilbao de apellido Zaldivea y el otro era un periodista llamado Rafart, que había escrito en el Diario de Madrid y cuya neutralidad en la guerra le hizo exilarse voluntariamente a La Habana. Rafart reaccionó con virulencia ante su detención y señaló como sospechoso al verdadero culpable, un hombre de gruesas gafas y pasaporte cubano que no era otro que el propio Atadell. Cuando los militares y falangistas que subieron a bordo procedieron a detenerle, éste reaccionó con la mayor naturalidad y les siguió con un gesto risueño y antes de enfilar la escala, dijo a los presentes: "No se preocupen, señores. Se trata de un pequeño error que inmediatamente se aclarará".Mientras permaneció en tierra, Atadell conservó la calma en todo momento y esperó a que apareciera su cómplice Ricord, quien explicó a las autoridades su condición de persona de confianza del jefe de Falange de La Coruña y defendió la inocencia de su cómplice, asegurando que se trataba de una persona honorable, a la que conocía desde hacía tiempo y por la que él mismo respondía y juró que la denuncia del periodista Rafart era una absurda patraña para tratar de salvarse él mismo.Resuelto el asunto, los dos sujetos regresaron de nuevo al barco y Atadell explicó a los pasajeros que estaban pendientes de su vuelta de que todo había sido un malentendido. Luego, imperturbable, se dirigió a su camarote, cuando apenas faltaba una hora para que el barco continuase su viaje.Sin embargo, de pronto sucedió algo inesperado. Uno de los falangistas vestidos de paisano a los que no había convencido las explicaciones de Ricord, los siguió y se acercó hasta el camarote de Atadell y observó cómo éste, desde el pasillo, se abrazaba entusiasmado a dos hombres. Uno era el propio Ricord y el otro era Pedro Penabad. A su lado, sobre la cama, había una maleta. Guiado por un presentimiento, irrumpió en el camarote y detuvo a los tres hombres, que fueron conducidos a tierra -a Atadell hubo que arrastrarlo, cuentan testigos presenciales- y entonces se desveló la auténtica trama.Trasladados primero a Santa Cruz de Tenerife y después a Sevilla, García Atadell -que entonces contaba 34 años- y Penabad Rodríguez, fueron condenados a muerte en consejo de guerra y la sentencia ejecutada, mediante la horca, el 15 de julio de 1937, en el patio de la prisión hispalense, siendo enterrado al día siguiente por los hermanos de la Santa Caridad en el cementerio de San Fernando.Vituperado, al final, por los propios partidarios de la zona republicana por su extremada crueldad, en sus momentos finales escribió una carta dirigida a Indalecio Prieto, que el general Queipo de Llano leyó desde los micrófonos de Radio Salamanca la misma noche de su ajusticiamiento, en la que dice lo siguiente:"Ya no soy socialista. Muero siendo católico. ¿Qué quiere que yo le diga? Si fuese socialista y así lo afirmase a la hora de morir estoy seguro de que usted y mis antiguos camaradas lamentarían mi muerte y hasta tomarían represalias de ella. Hoy, que nada me une a ustedes, considero inútil decirle que muero creyendo en Dios. Usted, Prieto, antiguo amigo y antes camarada, piense que aún es tiempo de rectificar su conducta. Tiene corazón y ése es el primer privilegio que Dios les da a los hombres para que se consagren a Él. Rezaré por ustedes y pediré al Altísimo su conversión".
Juan Carlos Díaz Lorenzo. Santa Cruz de La Palma.

LA GRAN CAMPANADA.-

JUGARA DE EXTREMO DERECHA.
A las 03.15 de la madrugada del día de hoy – 28.12.08 - la Página Web del Real Madrid, ha publicado la noticia: Barak Hussein Obama, renuncia a la Presidencia de los Estados Unidos de América, para fichar por el equipo merengue por cuatro temporadas, renovables.
En la operación ha terciado Zapatero, que destinará un aval de 100.000 millones de € - detraídos de los millones a los bancos - para facilitar el fichaje.
New York Times, prepara – según las cadenas de TV, CNN y FOX – un editorial terrorífico, que llevará por título “¿Y para eso te hemos votado, negro?”
Nunca se había dado un caso como este, para el que la Constitución americana tiene previsto que el Presidente saliente prorrogue por cuatro años más. Zapatero al enterarse, ha ordenado la vuelta de las tropas españolas en Afganistán – de coraje – y ha desterrado a Pepiño Blanco al Islote de Perejil, porque le aseguró que el Vicepresidente electo sería quien se haría cargo de la Casa Blanca.
George W. Bush – tras una rueda de prensa en su rancho tejano, en la que anunció “¡repetimos!” - ha llamado a consultas a su amigo “Ansar”, al objeto de pasar juntos la noche de fin de año, en las islas Azores.
Quien lo iba a decir: el Madrid, por fin, contrata un jugador que no está lesionado.
Ros_Press.