16 mayo, 2006

MALAGA Y EL SUBMARINO C - 3, I.-

HUNDIDO CERCA DE MALAGA.- Miércoles 12 de diciembre de 1936. Amanece un día gris y oscuro en el sur de Andalucía. A pocas millas del puerto de Málaga el submarino “C-3” desplaza lentamente sus 916 toneladas por unas aguas frías y tranquilas. Un escenario triste que parece presagiar la tragedia que no va a tardar en presentarse.
Hace pocos minutos que las campanas de la catedral de Málaga han repicado dos veces y los malagueños se dirigen a sus casas a comer preocupados por la situación del país desde que hace casi cinco meses otras campanas, campanas de guerra, han sonado también dividiendo al país en dos partes que antes o después se saben condenadas a entenderse.
A bordo del submarino ya han comido. De primer plato, caldo gallego, y de segundo, huevos fritos con tomate. En el puente, el comandante del buque, alférez de navío Antonio Arbona, charla con el capitán de la Marina Mercante Agustín García Viñas, agregado a la dotación del submarino como oficial de derrota.
En el mismo puente, el serviola Francisco Fuentes escudriña el horizonte en busca de posibles unidades enemigas. A popa, los marineros Isidoro de la Orden y Arsenio Lidón, malhumorados porque su relevo tarda en llegar, arrojan a la mar los restos del almuerzo.
Todo ocurre de repente. Sin causa aparente el submarino se estremece hundiendo violentamente la proa en el agua mientras se balancea suavemente a estribor. En pocos minutos el “C-3” desaparece bajo las frías aguas dejando como única memoria de su presencia un penacho de denso humo blanco que se disipa pronto, una espesa mezcla de combustible y aceite que desaparece siguiendo la corriente y tres hombres que nadan asustados sin otro rumbo que el de salvar la vida. Se trata del capitán García Viñas y de los dos marineros que deberán la vida a la pereza de sus relevos. No lejos de ellos flotan los cadáveres del comandante y del serviola. El resto, 35 hombres, desaparecen con el submarino que 70 metros más abajo se habrá de convertir para ellos en un sudario de hierro.
El submarino clase “C”
Aquel submarino era el tercero de la serie “C”, del modelo serie 105F, con licencia de la Holland Boat, que mejoraba la anterior, la “B”, en muchos aspectos como velocidad en superficie, rapidez de inmersión y cota máxima, que alargaba hasta los 87 metros. Aunque y debido a que montaba la misma batería que los “B” para un desplazamiento bastante mayor, resultaban inferiores en velocidad y manejabilidad en inmersión. Además empeoraba la estanqueidad, o al menos la rapidez en conseguirla, factor que probablemente tuvo mucho que ver en la rapidez de su pérdida.
En total fueron seis los submarinos que la Constructora Naval Española entregó a la Armada desde su planta de Cartagena entre 1928 y 1930 y que constituyeron genéricamente la clase “C”.
Al estallar la guerra estos seis “C” constituían junto a otros tantos “B” el arma submarina española. Los cuatro primeros de estos “B” tenían como base Mahón y eran pocos útiles para el combate, mientras que los dos últimos juntos a los seis “C” atracaban en Cartagena y constituían realmente la Flotilla, una agrupación bien instruida y entrenada y que contaba además con mucha solera. Se trataba de un buque de73 m. de eslora y 925 TM en superficie – 1144 en inmersión - con un andar de 16 nudos en superficie y 8,5 en inmersión, cuatro tubos lanza torpedos en proa y otros dos en proa. Su tripulación estaba compuesta por cuarenta hombres.
La versión oficial. Naturalmente se ofreció una versión oficial por cada una de las partes. La correspondiente al Ministerio de Marina y Aire Republicano se dio el mismo día 12 y señalaba textualmente lo siguiente:
“A las ocho de la noche.- Esta tarde, a las dos y media, a la altura de Málaga, fue torpedeado por un submarino, evidentemente extranjero, el submarino “C-3”, afecto a la Flota Republicana.
El “C-3” se hundió. Hasta ahora sólo se tienen noticias de que se hayan salvado el capitán de la Marina Mercante Agustín García Viñas y los marineros Isidoro de la Orden Ibáñez y Asensio Lidón Jiménez, los cuales han sido hospitalizados en Málaga, a bordo del buque “Artabro”. La tripulación del “C-3” la componían 47 hombres”.
Naturalmente y con posterioridad a la desaparición del submarino se concretaron algunos puntos oscuros del hundimiento. Así el 22 de diciembre el Jefe de la Flotilla de Submarinos, teniente de navío Remigio Verdiá, comunica al Jefe de la Flota los resultados de la investigación del hundimiento en los siguientes términos:
El submarino “C-3” salió a la mar las 5 horas del día 12 de los corrientes adjuntándose copia de la orden de operaciones. El submarino hizo inmersión a las 5 55 horas hasta las 7 50 horas en que navegó en superficie con un motor diesel a 260 revoluciones, el barco navegó continuamente desde esa hora hasta la hora del accidente, 14 35 de la tarde, unas veces a rumbo y otras en zig - zag esperando avistar al Canarias y a unas 5 millas de Málaga. A esta hora aproximadamente el barco se hundió de proa sin poder asegurar fuese a causa de una explosión por ser contradictorias las opiniones a este respecto. No se observó desde el exterior del buque columna de agua de suficiente altura que haga suponer el choque del submarino con una mina o el impacto de un torpedo, únicamente hay conformidad en que desde el exterior se apreció columna de humo que según unos testigos era blanca y según otros negra. Al hundirse el submarino quedaron flotando cinco náufragos, dos de los cuales se ahogaron. Los tres supervivientes están conformes en afirmar que en la superficie apareció una gran mancha de nafta, trozos de corcho pintado de blanco y pescado muerto lo cual hace suponer que hubo explosión aunque no de importancia tal que pudieran ser notados sus efectos desde el exterior.
Considero debe descartarse por completo la idea de que el buque ha sido torpedeado por las razones siguientes:
1) No se observó columna de agua de 60 u 80 metros de altura como la que produce un torpedo.
2) No se puede demostrar que la explosión fuera grande porque entonces todos los testigos de dentro y fuera del barco la hubieran claramente percibido.
3) Ninguno de los que iban en el puente vieron estela ni periscopio.
4) Ninguno de los pescadores de las proximidades la vieron tampoco.
5) Sobre la cabeza de los náufragos no cayeron restos de explosión.
No pudo ser mina porque aparte de las razones1, 2 y 5, los rastreos que en días sucesivos se hicieron no acusaron la presencia de ninguna mina.
Concretamente el barco al irse a pique rápidamente e inclinado de proa tuvo que ser a causa de una entrada de agua muy rápida hacia esta parte del buque y esta entrada de agua no puede haber sido producida nada más que por la apertura de una gran vía de agua en el casco resistente del buque, siempre producida por una explosión de origen interno.
Esta explosión ha tenido que ser un tubo de lanzar o bien en la batería de proa. La explosión en un tubo de lanzar no puede haber sido el torpedo pues estaríamos en la misma situación que al considerar la explosión al choque de un torpedo, ha debido ser la cámara de aire del torpedo la que ha hecho explosión o bien algún artefacto de relativa pequeña potencia para que sus efectos no sean visibles desde el exterior y colocado por una mano criminal.
No es probable explosión de batería como causa original de la catástrofe pues, la batería no se estaba cargando y no estaba cargada a tope además explosiones de baterías ocurridas en nuestros submarinos han demostrado que el casco resistente no sufre sino únicamente el cajón donde va encerrada aquella. Hay que creer que hubo explosión posterior al perderse el buque como lo demuestran los trozos de corcho que flotaron inmediatamente y que indudablemente provienen de este material que forra el techo de las cámaras de ambas baterías. A continuación se acompañan la declaración de los tres supervivientes, del patrón del pesquero Joven Antonio y del comandante del guardacostas Xauen, testigos presenciales de la catástrofe.
Otra de las comunicaciones entre estos jefes advierte: “Guarde sobre todo esto la mayor discreción pues para efectos internacionales quizá convenga no rectificar la primera versión del hecho y nada más”.
El hecho cierto es que a pesar de estas informaciones posteriores, el Gobierno Republicano no modificó la versión original, ni siquiera en cuanto al número de desaparecidos que fue de 37 y no de 47.
Por parte nacional se mantuvo siempre la versión que “supone” una explosión interna, probablemente de las baterías, como causa del hundimiento. A la finalización de la guerra se llevaron a cabo varios intentos de reflotamiento, uno de ellos con éxito, según una versión oficiosa que da de alta al submarino en la Lista Oficial de Buques de la Armada, en la que permanecería hasta su baja en 1947.
En el momento del hundimiento el guardacostas “Xauen” se encontraba a unas dos millas del submarino en dirección a Málaga. Su tripulación coincide en afirmar que observaron una llamarada muy rápida seguida de una fumarola blanca que ocultó al submarino mientras desaparecía rápidamente hundiéndose de proa. Ningún miembro de la dotación apreció explosión alguna.
En el mismo momento y a unas 3000 yardas del submarino en la demora opuesta al “Xauen”, la tripulación de los pesqueros “Joven Antonio” y “Joven Amalia” se dedicaban a la pesca del boquerón. Su descripción coincide básicamente con la del guardacostas si bien localizan la llamarada y la nube blanca muy cerca de la proa.
Una empleada de la central telefónica de la capital malagueña señala que estaba precisamente observando al submarino en el momento que pudo apreciar una llamarada seguida de una gran nube blanca semejante a una columna de agua detrás de la cual desapareció el buque en pocos segundos.
Existen más versiones de testigos que se dicen presenciales pero resultan poco coherentes y algunas contradictorias en sí mismas. Téngase en cuenta que a la hora en que se produjo el hundimiento el malecón de la ciudad malagueña es zona muy transitada y que el hundimiento se produjo a unas cuatro millas de La Farola por lo que debió existir una cantidad importante de testigos cuya declaración, si se tomó, se perdió con el paso del tiempo.

2 comentarios:

Pecio Submarino dijo...

Hola,

He leido tus comentarios sobre el hundimoento del submarino C3 y me parece un artículo estupendo, por lo cual te felicito. No estoy de acuerdo en tu conslusión de que el submarino no fue torpedeado: efectivamente, son argumento válidos cuando el torpedo choca de lleno con el submarino y explota, pero parace que en este caso el torpedo no debio de explotar, produciendo la ruptura del casco en dos, lo cual lo explica todo.

Saludos

Pecio Submarino dijo...

Hola,

Me han encantado tus comentarios sobre el hundimiento del submarino C3: Felicidades. No obstante discrepor de tu interpretacion sobre las causas del hundimoento. Segun mi informacion, el hundimiento del submarino por lanzamiento de torpoedo esta reflejado en el libro de bitacora del submarino aleman U34, que recientemente se ha "desclasificado"

Saludos

Pecio Submarino