Garzón se ha destapado de manera definitiva, acudiendo en socorro de un Gobierno acorralado por los escándalos relativos tanto a la rendición ante ETA como a la investigación del atentado del 11-M. Y lo ha hecho sin importarle saltarse todas las normas legales y prostituir una Justicia que, como juez, le tocaba defender. Ante el escándalo de la falsificación de un informe policial, falsificación no sólo acreditada por la exhibición de las copias original y modificada del informe, sino también por las copias alteradas de los registros (donde se recurrió al tipex para borrar el rastro del informe original), Garzón ha decidido regalar titulares al Gobierno y tratar de amedrentar a quienes denuncian la corrupción político-policial. Y no se le ha ocurrido otra cosa que imputar un delito de falsedad documental... a los peritos que elaboraron el informe original verdadero.
Repasemos los hechos:
Tres peritos realizan (y firman) un informe pericial en el que se incluían referencias a ETA.
A ese informe se le da curso (quedando constancia en los libros de registro policiales).
Los mandos policiales al servicio del Gobierno deciden modificar esos informes y le encargan una nueva redacción a un superior de esos tres peritos (Ramírez).
El superior de esos tres peritos, ante la imposibilidad de encontrar a nadie que firmara con él, firma él sólo el informe modificado.
El informe modificado presenta muestras evidentes de falsificación., como son: a) el hecho de que se han copiado y quitado párrafos del informe original, sin corregir al mismo tiempo las referencias de paginación; b) el hecho de que las cantidades usadas como muestra sean idénticas a las del primer informe, lo que indica que no hubo un segundo análisis (si lo hubiera habido, se consignarían otras cantidades menores, al haberse consumido parte de la muestra en el primer análisis).
Para borrar el rastro, se alteran con tipex los registros policiales.
Los peritos se dan cuenta en julio de 2006 de que al juez Del Olmo le han enviado un informe manipulado. Es decir, se dan cuenta de que se ha incurrido en un delito de falsedad documental para eliminar del sumario las referencias a ETA. Y, como es su obligación legal, deciden denunciarlo a sus superiores.
Acuden a su ordenador, imprimen una copia del informe que ellos elaboraron el 21 de marzo de 2005, la vuelven a firmar en ese momento (sin alterar el contenido ni la fecha del informe) y denuncian el tema a su jefe inmediato (que ahora ya no es Ramírez, sino un tal Andradas), entregándole la copia del informe.
Ese documento termina filtrado a El Mundo y es publicado, junto con el informe falsificado.
Llega entonces Garzón y, en lugar de imputar a quienes han falsificado el informe original (o, mejor, aún, en lugar de no imputar a nadie, puesto que la Audiencia Nacional no es competente para juzgar delitos de falsedad documental), imputa a quienes redactaron el informe original, no falsificado. Y les imputa diciendo:
que lo que esos tres peritos redactaron originalmente no era más que un mero borrador. Entonces, ¿por qué hubo que rehacer con tipex los registros oficiales?
y que el documento entregado a su jefe inmediato en julio de 2006 acababa de ser firmado en ese momento. ¡Pues claro! Lo que ellos se habían quedado en el ordenador es la copia informática, que no está firmada, y para denunciar el caso a su jefe, vuelven a imprimirla, vuelven a firmarla y la entregan ¿O es que las copias informáticas en Word que el señor Garzón se guarda sí están firmadas?
La lectura completa del Auto de Garzón resulta demencial. Garzón describe cómo el perito del informe falsificado, Ramírez, se limitó a copiar párrafos del informe original de los tres peritos. Sin embargo, el tal Ramírez firma luego ese nuevo informe como si el análisis lo hubiera hecho él. Lo cual SI constituye un delito de falsedad documental. Y, sin embargo, a quien Garzón imputa es... a los tres policías honestos.
Garzón no dice en ningún momento en su Auto (porque no sería verdad) que los tres peritos alteraran el contenido del informe original de 21/3/2005. De hecho, reconoce que lo que los tres peritos entregan en julio de 2006 a su superior es "una copia" del informe original de 21/3/2005. Pero se agarra, para imputar falsedad a los tres policías honestos, a que esa copia la firmaron en julio de 2006 antes de entregarla a su jefe. ¿Y qué quería usted que hicieran, si tenían que denunciar la manipulación? ¿Entregarle a su jefe una copia sin firmar? Lo dicho: demencial.
Los tres peritos pueden estar tranquilos, porque no han cometido ninguna falsedad documental (ya que no alteraron el contenido del informe en ningún modo). Pero Garzón, el mismo juez que tiene en su mesa los informes sobre el chivatazo a ETA, le ha dado un balón de oxígeno al Gobierno, permitiéndole desacreditar a los policías honrados. Gracias, señor Garzón. Gracias por dejar tan claro en qué bando juega usted. Y por hacerlo con tanta torpeza.
Luís del Pino.
Repasemos los hechos:
Tres peritos realizan (y firman) un informe pericial en el que se incluían referencias a ETA.
A ese informe se le da curso (quedando constancia en los libros de registro policiales).
Los mandos policiales al servicio del Gobierno deciden modificar esos informes y le encargan una nueva redacción a un superior de esos tres peritos (Ramírez).
El superior de esos tres peritos, ante la imposibilidad de encontrar a nadie que firmara con él, firma él sólo el informe modificado.
El informe modificado presenta muestras evidentes de falsificación., como son: a) el hecho de que se han copiado y quitado párrafos del informe original, sin corregir al mismo tiempo las referencias de paginación; b) el hecho de que las cantidades usadas como muestra sean idénticas a las del primer informe, lo que indica que no hubo un segundo análisis (si lo hubiera habido, se consignarían otras cantidades menores, al haberse consumido parte de la muestra en el primer análisis).
Para borrar el rastro, se alteran con tipex los registros policiales.
Los peritos se dan cuenta en julio de 2006 de que al juez Del Olmo le han enviado un informe manipulado. Es decir, se dan cuenta de que se ha incurrido en un delito de falsedad documental para eliminar del sumario las referencias a ETA. Y, como es su obligación legal, deciden denunciarlo a sus superiores.
Acuden a su ordenador, imprimen una copia del informe que ellos elaboraron el 21 de marzo de 2005, la vuelven a firmar en ese momento (sin alterar el contenido ni la fecha del informe) y denuncian el tema a su jefe inmediato (que ahora ya no es Ramírez, sino un tal Andradas), entregándole la copia del informe.
Ese documento termina filtrado a El Mundo y es publicado, junto con el informe falsificado.
Llega entonces Garzón y, en lugar de imputar a quienes han falsificado el informe original (o, mejor, aún, en lugar de no imputar a nadie, puesto que la Audiencia Nacional no es competente para juzgar delitos de falsedad documental), imputa a quienes redactaron el informe original, no falsificado. Y les imputa diciendo:
que lo que esos tres peritos redactaron originalmente no era más que un mero borrador. Entonces, ¿por qué hubo que rehacer con tipex los registros oficiales?
y que el documento entregado a su jefe inmediato en julio de 2006 acababa de ser firmado en ese momento. ¡Pues claro! Lo que ellos se habían quedado en el ordenador es la copia informática, que no está firmada, y para denunciar el caso a su jefe, vuelven a imprimirla, vuelven a firmarla y la entregan ¿O es que las copias informáticas en Word que el señor Garzón se guarda sí están firmadas?
La lectura completa del Auto de Garzón resulta demencial. Garzón describe cómo el perito del informe falsificado, Ramírez, se limitó a copiar párrafos del informe original de los tres peritos. Sin embargo, el tal Ramírez firma luego ese nuevo informe como si el análisis lo hubiera hecho él. Lo cual SI constituye un delito de falsedad documental. Y, sin embargo, a quien Garzón imputa es... a los tres policías honestos.
Garzón no dice en ningún momento en su Auto (porque no sería verdad) que los tres peritos alteraran el contenido del informe original de 21/3/2005. De hecho, reconoce que lo que los tres peritos entregan en julio de 2006 a su superior es "una copia" del informe original de 21/3/2005. Pero se agarra, para imputar falsedad a los tres policías honestos, a que esa copia la firmaron en julio de 2006 antes de entregarla a su jefe. ¿Y qué quería usted que hicieran, si tenían que denunciar la manipulación? ¿Entregarle a su jefe una copia sin firmar? Lo dicho: demencial.
Los tres peritos pueden estar tranquilos, porque no han cometido ninguna falsedad documental (ya que no alteraron el contenido del informe en ningún modo). Pero Garzón, el mismo juez que tiene en su mesa los informes sobre el chivatazo a ETA, le ha dado un balón de oxígeno al Gobierno, permitiéndole desacreditar a los policías honrados. Gracias, señor Garzón. Gracias por dejar tan claro en qué bando juega usted. Y por hacerlo con tanta torpeza.
Luís del Pino.
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