25 mayo, 2006

CLUB EL CANDADO: TIENDE A CERO.-

Si aplicásemos la matemática Teoría de Límites al Club El Candado, veríamos que, indefectiblemente, tiende a cero. Y es que, un Club que nació con Campo de Golf, Puerto Deportivo y Sede Social con Tenis, Piscina Olímpica y, ahora, con el deporte que tanto le gusta al presidente Aznár, es un Club para ricos o para socios que, sin serlo, estuviesen dispuestos a mantener semejantes instalaciones. Y fue que no.
El Golf es de solo nueve hoyos, el Puerto Deportivo nació insuficiente y con aterramientos “aterradores” – como consecuencia, los dragados han de ser de periodicidad constante - la Piscina no era posible utilizarla “por falta de trapío de las reses”, la Sede Social – preciosa cuando estaba recién construida – ha sido pignorada por necesidades de subsistencia y/o supervivencia y al Club de Tenis, acaban de darle la puntilla. Pensar que – ante el asombro y desesperación de la Cataluña tenística – su equipo infantil de tenis supo ganar un Campeonato de España por equipos, “en la cara del toro”, produce escalofríos; no en balde uno de los derrotados, el amigo Alex, fue después de los mejores del mundo y defendió reiteradamente a España en Copa Davis. Oda a las Ruinas de Itálica famosa, pues.
Ahora, respecto al tenis, vuelven – eso dicen al menos – a la gestión directa, es decir, al caos del que habían salido. Estaba presente cuando el actual presidente de la entidad, preconizaba que era necesario huir de dicho modo de gestionar, dando razones convincentes para defender su tesis, las mismas razones que olvida ahora. Y créanme: el presidente es un hombre inteligente, aun cuando, en ocasiones, intente demostrarnos lo contrario. Recuerdo que, cuando iniciaba su gestión estaba dispuesto a no contar – en realidad, a “laminar” - a quien luego fue su mano derecha: la Capitana de aquel equipo malagueño Campeón de España, le instaba a probar, a ver que tal le iba. Le invitaba a probar, no a permitir – el “síndrome de abstinencia”, chico, que es mala cosa - que le hiciese tomar una decisión errónea.
Como la letra de aquella canción,

Merecía esta serrana,
Que la fundieran de nuevo,
Como funden las campanas.

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