19 julio, 2006

LIBANO E IRAK.-

NUESTRA POLITICA EXTERIOR IGNORA LA HISTORIA Y SE COLOCA UN PAÑUELO PALESTINO.-
Corto Zapatero equiparó la "fuerza abusiva" de Israel con el terrorismo de Hezbolá, en una expresión de "antisemitismo, antisionismo e israelofobia" y una estrategia de "claudicación frente al terror".
Moratinos, respondió que las primeras palabras del presidente del Gobierno, las de Ibiza, sobre el conflicto entre Israel y el Líbano fueron "importantes, acertadas y oportunas".
Por su parte, Simancas, calificó de "genocida" a Israel cuando desde el jefe del Ejecutivo no ha habido una condena a las acciones de Hezbolá. "La posición del presidente, ha colocado a España en una situación excéntrica, fuera del equilibrio, que nos aleja del corazón de Europa y en franca contradicción con la declaración del Consejo de Ministros de la UE". La guinda, la manifestación convocada – por Zerolo y otros - en varias ciudades de España, contra Israel.
Pero donde riza el rizo, es cuando liga el actual conflicto, como una consecuencia de LA GUERRA DE IRAK. Como consecuencia de esta afirmación, en apoyo de las tesis expuestas por el presidente, se relata lo que sigue:

HISTORIA RECIENTE DEL LIBANO.-
La administración francesa estableció un Estado económicamente viable, pero con conflictos religiosos políticamente amenazadores además de haber establecido unas fronteras poco claras, en especial con Siria, al norte. En 1943 – independencia - los representantes maronitas llegaron a un acuerdo para compartir el poder (el Pacto Nacional) con los musulmanes suníes y otros grupos menores. Sin embargo, el poder real no lo tenían los dirigentes elegidos, sino una elite comercial cada vez más próspera y una clase casi de señores feudales, defendidos por sus propios ejércitos. Muy a menudo los presidentes han estado a merced de fuerzas y grupos más allá de su control, aunque tanto Camille Chamoun (1952-1958) como Fuad Chihab (1958-1964), de la década de 1950, desde ópticas políticas opuestas, establecieron un rígido control del país, lo que permitió —bajo el control cristiano de los puestos clave del estado— el florecimiento económico a partir de especulaciones financieras, que animaron los negocios y las inversiones extranjeras, al tiempo que se producía un destacado desarrollo turístico. Sin embargo, muy poco de esta prosperidad llegó a la población, en la que cada vez el número de chiíes era mayor, y su descontento explotó en manifestaciones y tumultos, y, después de 1975, en una guerra civil.
Líbano ha seguido una política muy delicada y equilibrada con sus vecinos y las grandes potencias. Los maronitas optaron por unas relaciones más cercanas con Occidente y distanciarse del mundo árabe; por el contrario, muchos musulmanes defendían la unidad árabe y una política neutral respecto a las dos superpotencias. Líbano se mantuvo prácticamente al margen de las Guerras Árabe-israelíes, pero la llegada de refugiados palestinos procedentes de los territorios ocupados por Israel, involucraron poco a poco al Líbano en el conflicto árabe-israelí, a partir de la década de 1970. En noviembre de 1969, el general libanés Emile Bustami y el líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), acordaron en el Cairo permitir la libertad de acción de los palestinos en el territorio del Líbano, pudiendo hacer incursiones contra Israel desde bases libanesas. Hacia 1973 alrededor del 10% de la población estaba formada por palestinos. Este acuerdo —que se mantuvo en secreto hasta 1976 para no levantar la protesta de sectores cristianos— seguía la política favorable a la unidad con Siria lo que provocó varios disturbios en el país. En 1949 y 1961 se emprendieron varios golpes para promover la unión con Siria. En 1958, árabes pro Nasser dirigieron una insurrección que culminó con la intervención estadounidense y la retirada del presidente Chamoun. Los siguientes gobiernos trataron de conseguir la unidad árabe. Esta actitud generó recelo en Israel, que además de actuar contra las bases palestinas del sur del Líbano, buscó otros apoyos políticos.
En 1975 estalló la lucha – Guerra Civil - entre los musulmanes libaneses y la facción dominada por los maronitas, conocida como Falange Libanesa. El gobierno central dejó de funcionar mientras unas facciones de milicias fuertemente armadas redujeron Líbano a la anarquía. La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) se unió a la parte musulmana a comienzos de 1976 y Siria (preocupada por la reacción israelí) intervino apoyando a los cristianos y en contra de la OLP que contaba con el apoyo de los grupos más progresistas. Beirut se dividió con una “Línea Verde” de este a oeste, que separaba el norte cristiano del sur musulmán. En junio la Liga Árabe impuso una tregua, confiando a los sirios el mantenimiento de la paz. A pesar de todo continuó la violencia y en 1978 Israel invadió el sur del Líbano en un intento de eliminar las bases palestinas. Una fuerza de la ONU reemplazó a las tropas israelíes, pero continuó prestando ayuda a los maronitas y atacando las bases de la OLP. En junio de 1982, Israel, temeroso del auge sirio y de la actividad palestina, invadió Líbano. Hacia mediados de agosto, tras la mediación estadounidense, los combatientes de la OLP accedieron a abandonar Beirut y muchos fueron evacuados a otros países. Más tarde ese mismo mes, con las tropas israelíes rodeando Beirut, el Parlamento libanés eligió como presidente al líder de la milicia cristiana Bechir Gemayel; tras su asesinato en septiembre, se eligió a su hermano Amin Gemayel para reemplazarle. Como venganza, fuerzas falangistas asesinaron a unos 1.000 palestinos en los campos de refugiados de Sabra y Shatila, en la parte ocupada por Israel en Beirut Occidental. Por esta causa los israelíes se retiraron al sur del Líbano, y en Beirut se estableció una fuerza de paz internacional. Los musulmanes tenían sospechas respecto a las unidades occidentales que apoyaban a un gobierno liderado por cristianos; después de que más de 300 soldados estadounidenses y franceses murieran en un atentado terrorista el 23 de octubre de 1983, las tropas occidentales se retiraron en febrero de 1984. En el vacío de poder resultante, continuaron las luchas entre facciones hasta que en 1985 los israelíes se retiraron dejando una “zona de seguridad” en el sur controlada por sus aliados cristianos, el Ejército del Sur del Líbano (ESL). El partido chií Hezbolá (Partido de Dios) respaldado por los iraníes luchó por esta zona con el ESL, habiendo rechazado un acuerdo de paz, auspiciado por Siria, en diciembre de 1985. El principal objetivo de los chiíes era Beirut Occidental. Los israelíes siguieron haciendo incursiones contra las instalaciones de la OLP en el sur, y un deterioro de las condiciones en Beirut llevó a las tropas sirias a ocupar el sector musulmán en 1987 para terminar con la enemistad entre los libaneses y musulmanes pro palestinos.
Cuando el mandato presidencial de Gemayel expiró en septiembre de 1988, nombró al general cristiano Michel Aoun para encabezar el gobierno. Como los dirigentes libaneses eran incapaces de encontrar un nuevo presidente, las facciones enfrentadas establecieron sus propias administraciones. En octubre de 1989, los negociadores libaneses, reunidos en Arabia Saudita, aceptaron reformar la Constitución de 1926 que daba el poder a los musulmanes; Aoun rechazó el proyecto, amenazando con la partición permanente del Líbano. El 5 de noviembre, el Parlamento, mayoritariamente musulmán, ratificó esta reforma y eligió presidente a René Moawad. Fue asesinado 17 días después, y el Parlamento eligió en su lugar a otro maronita, Elias Haraui. En octubre de 1990, las tropas sirias asentadas en Beirut Oriental, derrotaron a las fuerzas leales a Aoun. Posteriormente el ejército libanés, respaldado por Siria, recuperó el control sobre una gran parte del país, desarmó las milicias y expulsó a la OLP de sus plazas fuertes al sur del Líbano. La guerra se había cobrado la vida de más de 150.000 libaneses desde 1975.
Los comicios celebrados en 1992 para la conformación de una nueva Asamblea supusieron las primeras elecciones legislativas del país en veinte años. En marzo de 1993, el gobierno estableció un presupuesto de 13.000 millones de dólares para intentar afrontar la recuperación económica, aunque parte de esta cantidad debía ser aportada por la comunidad internacional. En julio de 1993, los ataques aéreos israelíes contra las bases de Hezbolá (como represalia por los misiles lanzados por Hezbolá contra territorio israelí) provocaron que más de 200.000 personas tuvieran que abandonar el sur del país, trasladándose al norte en busca de seguridad. El Ejército libanés se unió, en agosto, a las fuerzas de paz que la ONU mantenía en la región, pero no fue posible conseguir el desarme de las milicias de Hezbolá. En enero de 1994, el gobierno emitió acciones de la compañía que se iba a dedicar a la reconstrucción de los distritos comerciales de Beirut. Las escaramuzas entre Hezbolá y las fuerzas israelíes en la “zona de seguridad” de Israel continuaron, multiplicándose los atentados de la organización terrorista y las ofensivas israelíes sobre sus bases, hecho que dificultó la aplicación de los acuerdos de paz sellados, en septiembre de 1993, entre Israel y la OLP. En octubre de 1995, la Asamblea aprobó una reforma constitucional para permitir al presidente, Elias Haraui, prolongar durante tres años su mandato. En febrero de 1996, la Confederación General del Trabajo libanesa convocó una huelga general, reivindicando la duplicación del salario mínimo y un notable incremento de los sueldos de los trabajadores públicos; el gobierno respondió al paro militarizando determinados servicios.
En abril de 1996, tras una serie de incidentes, incluido el lanzamiento de misiles por parte de Hezbolá sobre el norte de Israel, fuerzas israelíes efectuaron una ofensiva por tierra, mar y aire en territorio libanés; sus objetivos eran las bases de Hezbolá, al mismo tiempo que intentar presionar al gobierno de Líbano para que intensificara sus esfuerzos contra el grupo terrorista. La ofensiva tuvo como consecuencias el éxodo masivo de población de las áreas afectadas, considerables daños materiales, y la muerte de numerosos civiles; por su parte, Hezbolá continuó sus ataques durante la operación israelí. La presión internacional para que la ofensiva de Israel finalizara se incrementó después de que un bombardeo israelí sobre un campo de refugiados que la ONU mantenía en Qānā se saldara con la muerte de más de cien civiles libaneses; así, a finales de ese trágico mes de abril de 1996, Israel, Siria y Líbano acordaron un alto el fuego que restableció la situación en el sur libanés. Sin embargo, dos meses después, las unidades de Hezbolá reanudarían sus ataques en la que Israel declaraba su “zona de seguridad”.
Las elecciones generales celebradas durante cinco domingos consecutivos de agosto y septiembre de 1996, supusieron la reelección como primer ministro de Rafic Hariri, quien ya ejercía el cargo desde 1992. Los enfrentamientos armados entre las guerrillas de Hezbolá y las fuerzas israelíes continuaron durante los meses de enero y febrero de 1997 en el sur del país.
En noviembre de 1998, el ex general Émile Lahoud fue elegido presidente de la República por el Parlamento, después de contar con el respaldo del presidente sirio, Hafiz al-Assad. A continuación, Hariri renunció a la jefatura del gobierno, por rechazar los poderes otorgados al nuevo presidente. En diciembre, Lahoud nombró primer ministro a Selim al-Hoss. Las hostilidades en el sur proseguían, y alcanzaron un nuevo punto de máxima tensión en febrero de 1999, cuando, en un ataque de Hezbolá, murió el general israelí Erez Gerstein. La situación cambió a partir de julio de 1999, cuando Ehud Barak se convirtió en primer ministro de Israel. Barak declaró que las tropas de su país deberían abandonar el territorio libanés en julio de 2000. Las fuerzas israelíes comenzaron los preparativos para su retirada de la denominada “zona de seguridad”, que, finalmente, se completó el 24 de mayo de 2000. Por ello, el gobierno libanés declaró la fecha del 25 de mayo como “Día de la Liberación Nacional”. Ello no significó el fin de las hostilidades entre Hezbolá e Israel, que se trasladaron al área de Shebaa, ocupada por Israel y adyacente a los Altos del Golán. A finales de julio de 2000, las fuerzas de paz de la ONU se desplazaron hacia la frontera meridional libanesa para ocupar el vacío dejado por las tropas de Israel.
El 23 de octubre de 2000, tras los resultados de las elecciones legislativas celebradas los días 27 de agosto y 3 de septiembre anteriores, Rafic Hariri sustituyó a Selim al-Hoss como primer ministro. La coalición liderada por Hariri consiguió un extraordinario respaldo popular en las urnas frente a las candidaturas pro sirias y obtuvo la mayoría absoluta en la Asamblea.
Las tensiones entre Líbano e Israel reaparecieron brevemente en marzo de 2001, cuando Líbano desvió el curso del río Hasbani, afluente del Jordán, para abastecer de agua a una población fronteriza del sur. En junio, Siria inició la retirada de sus tropas de Beirut, allí presentes desde el inicio de la guerra civil.
El 15 de abril de 2003, el primer ministro, Hariri, dimitió para permitir la formación de un nuevo gabinete. Al día siguiente, sin embargo, fue confirmado para continuar al frente del gobierno. Finalmente, renunció en octubre de 2004, después de una larga crisis motivada por la prórroga concedida a Lahoud para permanecer en la presidencia, presuntamente por las presiones ejercidas para ello desde Siria, país al que el Consejo de Seguridad de la ONU conminaba en esos momentos para que procediera al definitivo repliegue y retirada de los efectivos militares que aún tenía estacionados en territorio libanés. Para sustituir a Hariri en el cargo de primer ministro, Lahoud designó a Omar Karami.
El 14 de febrero de 2005, un atentado terrorista perpetrado en Beirut por un grupo fundamentalista islámico – todos los países serios, acusaron a Siria - segó la vida del ya ex primer ministro Hariri. La oposición redobló sus ataques contra Siria, a la que consideraba responsable del magnicidio, reclamando con firmeza la definitiva retirada de los aproximadamente 14.000 soldados que continuaban desplegados en territorio libanés, así como que dicho Estado dejara de inmiscuirse en la política interna de Líbano. Damasco negó todas las acusaciones pero, ante la presión internacional, el régimen de Bachar al-Assad anunció que procedería, en dos etapas, a la completa evacuación de sus tropas, proceso que se inició al mes siguiente. En Líbano, se multiplicaron las manifestaciones pidiendo la dimisión del gobierno pro sirio y la consecución de una auténtica independencia. Como consecuencia de las protestas populares, Karami y su gabinete presentaron la dimisión el 28 de febrero. Sin embargo, las fuerzas políticas oficialistas y, en general, todos los sectores partidarios del mantenimiento de la presencia militar siria en el país, con Hezbolá al frente, también se movilizaron. De hecho, en los primeros días de marzo, el Parlamento logró que Karami fuera nuevamente designado primer ministro; sin embargo, al no poder este formar gabinete, tuvo que dimitir en abril. Para dar una salida a la crisis, las fuerzas oficialistas y las de la oposición alcanzaron un acuerdo gracias al cual, el 15 de abril, se convirtió en primer ministro un representante del ala pro siria moderada, Naguib Mikati, quien sí pudo constituir el ejecutivo de transición que debería preparar el proceso para celebrar elecciones. El día 26 de ese mismo mes de abril, los últimos soldados sirios que aún permanecían en territorio libanés abandonaron el mismo, cumpliendo así la resolución 1.559 que el Consejo de Seguridad de la ONU había emitido a finales de 2004. El 30 de junio de ese histórico año 2005, tras celebrarse en cuatro jornadas los citados comicios legislativos, el presidente Lahoud encargó formar gobierno a Fuad Siniora, miembro de la triunfante coalición anti siria formada por Saad Hariri (hijo de Rafik Hariri).

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