UNA HISTORIA DE PELÍCULA EN EL RECUERDO DE LA VERDADERA MEMORIA HISTORICA.
70 años después continúa con más fuerza que nunca la leyenda y el misterio en torno a la famosa imagen del Cristo de Mena, desaparecida en los sucesos de Málaga el 11 de mayo de 1931.
La locura se había apoderado de la gente en la noche del 11 de mayo de 1931 en Málaga. La situación política que vivía España alcanzaba su máxima cota de horror en la capital malacitana en un día y una noche aciagos. Fue la denominada “quema de los conventos” nombre con el que se recuerda el saqueo y destrucción de los conventos e iglesias malagueñas. Numerosas obras de arte de gran valor fueron pasto de las llamas por la locura de la sinrazón. Aquella noche, sacerdotes y monjas tuvieron que huir para evitar la muerte. La barbarie fue tal que Málaga entera era una montaña de fuego y humo. Aquella noche, entre las innumerables pérdidas, desapareció el Cristo de la Buena Muerte, popularmente conocido como reconocimiento a su autor como “Cristo de Mena”, obra del imaginero granadino - malagueño Pedro de Mena y Medrano, auténticas joyas de la imaginería española, y según todos los estudios de la época el crucificado más valioso de la historia del arte europeo.
Hoy, 70 años después, decenas de cofrades siguen buscando, seguros de que no fue pasto de las llamas. El enigma y la leyenda cada vez se hacen más intensos. Los anónimos dando pistas, más reiterativos. ¿Se quemó o se salvó el Cristo de Mena?, La búsqueda infructuosa, continúa. Los más optimistas dicen que el encuentro será pronta realidad. Mientras, Antonio Banderas estudia llevar la historia a la pantalla cinematográfica.Iglesia de Santo Domingo en pleno corazón del Perchel, barrio emblemático de la Málaga de siempre. La locura de decenas de irracionales hace que el bellísimo templo sea pasto de las llamas, y las maravillosas obras de arte que se encontraban en el mismo son apiladas para hacer piras. Un hombre de fuerte complexión y con un impermeable, con una pata de una mesa, subido a uno de los altares, está golpeando sin cesar la imagen de un Cristo crucificado. Es el Cristo de Mena. Los golpes son tremendos, pero la imagen sigue en pié, aunque han saltado hecha añicos una pierna y un trozo del cuero cabelludo. El hombre del impermeable, ayudado por unos cuantos más y jaleados por decenas de “incondicionales”, intenta, por todos los medios descolgar la cruz con la imagen y tirarla al suelo. Misión imposible. El cristo permanece erguido pese a sus esfuerzos titánicos por derribarlo. Son momentos de tensión y de histeria, de odio y de venganza.
El Cristo objeto de iras es el titular de una popular y señera congregación de Málaga, La Congregación de Mena, que toma el nombre, precisamente, de la imagen que es su sagrado titular y el orgullo de toda Andalucía: El mejor crucificado que se haya hecho jamás, según los expertos, salido de la gubia del granadino Pedro de Mena, uno de los grandes imagineros europeos. La portentosa imagen del crucificado se procesionaba con una imagen de una Dolorosa postrada a sus pies, y la devoción por el mismo era intensa en toda Málaga, donde su popularidad era enorme porque además la referida talla era Protector de La Legión, que cada Jueves Santo, desde 1929, acompaña a “su” Cristo por las calles malagueñas en su procesión el Jueves Santo. Ya, desde antes y a título particular acudía el Comandante Franco Bahamonde.
El profesor e historiador malagueño Agustín Clavijo, fallecido hace unos años, definió al Cristo de Mena como la “Obra cumbre en la historia del crucificado de la escultura española”, Calificando su destrucción en 1931 como “la mayor pérdida de todos los tiempos, andaluza en general y malagueña en particular”. El historiador Ricardo de Orueta describió así la talla:”La estatua es un soberbio desnudo, blando y palpitante, de una belleza verdaderamente pagana. Pocas veces conseguirá el arte andaluz morbidez más suave, contorno más puro y proporciones más ajustadas y más hermosas. La cabeza, que está admirablemente trabajada, impone y sobrecoge sin recurrir a notas melodramáticas ni a contorsiones patéticas: Le bastan para ello la severidad de sus facciones y el matiz sombrío que la muerte le ha impreso. Forma un felicísimo contraste con la frescura riente y sensual de todo el cuerpo. Los pies y las manos son de una labor insuperable, y la encarnación en el mismo gusto y con la misma pericia con que está dada la de su compañera, la Virgen de Belén (destruida en la fatídica noche)”
El Cristo de la Buena Muerte se procesionó de forma ininterrumpida entre 1916-1931 y fue tal su impacto entre la población que la gente lo bautizó con el nombre de su autor, “El Cristo de Mena”.Curiosamente, si miles de malagueños salieron detrás de él en procesión en Abril de 1931 un mes después, otros tantos salieron detrás del el mismo pero para destruirlo en una de esas extrañas incongruencias de las que tanto abundan en las historias de los pueblos. Aquel hombre del impermeable había perdido la razón. Sus ojos estaban fuera de órbita y su fuerza descargaba una y otra vez con toda la contundencia que su rencor podía expresar en el cuerpo del Cristo de Mena. Golpes y más golpes, jaleos, y humo… el fuego invadía varias capillas, entre ellas la de la Virgen de Belén totalmente destruida… Los bancos del templo eran la leña que avivaba las llamas, y en medio del pasillo comenzaba a quemarse una de las grandes joyas de los bordados de la Semana Santa de este país: Era el manto verde de la Virgen de la Esperanza “la reina de Málaga” cuya cabeza fue salvada gracias a la valentía de un cofrade. Los fanáticos campaban a sus anchas por toda Málaga. No sólo se quemaba Santo Domingo, si no que la Iglesia de la Merced quedaba totalmente destruida. La autoridad no existía y el gobernador, incapaz de reaccionar, no se atrevía a mandar a los guardias de asalto y a la guardia civil para que se acabara aquella barbarie… Los bomberos, mientras, ni siquiera podían cumplir con su trabajo. Las dos Españas, más que nunca estaban representadas en esa noche nefasta, en la Málaga tranquila que no podía asumir lo que acontecía en sus entrañas. Unos cofrades sin identificar aterrorizados, entre ellos el escultor Francisco Palma García, hermano de la cofradía de Mena y gran enamorado de la obra de Pedro de Mena. Paco Palma no pudo más y de un fuerte empujón reclamó la atención de aquella bestia que insistía en destruir la imagen del crucificado:
¡Para, hombre! ¿No ves que estás destruyendo una obra de arte?
Por fin llegó la policía y gracias a esto se pudo salvar el bueno de Paco Palma. Mientras se salían los incondicionales, rápidamente, Palma, pudo descolgarlo de la cruz y arrancarle la pierna que le quedaba y los brazos al crucificado, Palma buscaba poder recuperar el tronco del crucificado.
Entre todos consiguieron liar el tronco en el manto negro de la Virgen, entre trozos de madera, túnicas y escombros escondieron el tronco del crucificado. Esperaban poderlo encontrar en el mismo sitio al día siguiente…
El día 13 de Mayo, reestablecida la “calma” fueron a buscar lo que quedaría después de la barbarie. Tal fue su asombro cuando no se encontraba ni el manto, ni el resto del Cristo, solo las túnicas y los escombros.
A partir de aquí las llamadas de testigos y las pistas han sido incesantes, pero hasta ahora no se ha podido encontrar nada. Se han hecho radiografías en busca de dobles paredes por edificios importantes etc., pero la busca ha sido inútil. La mayor pista fue dada por una persona anónima, que mandó al periódico SUR una foto del crucificado sin brazos y sin piernas, ésta aseguraba saber el paradero, quedó en llamar un día y no se ha sabido nada más…
A partir de aquí las opiniones son diversas, unos piensan que fue pasto de las llamas, y otros, que pronto lo encontrarán, mientras, Antonio Banderas busca poder llevar el tema a la Gran Pantalla… porque supone que vendería mucho. Pero esa es otra historia.
Ana Patricia Fortes. 2007. / Con “arreglos”.
En las fotografías, algunas de las pruebas de las “hazañas” perpetradas, en nombre de aquel idílico “estado de derecho” que ahora nos quieren “vender”. Tuvieron lugar sola y escasamente, un mes después de haber comenzado aquel paradigma de la sinrazón y de la praxis de la progresía de bufanda.
La imagen del Santísimo Cristo Mutilado, aun puede ser visitada en la Capilla del Sagrario de la Catedral. Se procesionó en Jueves Santo, desde el final de la Guerra, hasta la Transición; en ese momento dejó de salir a la calle con la siguiente excusa oficial: “no convenía que los que vinieran de fuera contemplasen el Santísimo Cristo”.
Los que desconocen su historia, inevitablemente, la repiten.
70 años después continúa con más fuerza que nunca la leyenda y el misterio en torno a la famosa imagen del Cristo de Mena, desaparecida en los sucesos de Málaga el 11 de mayo de 1931.
La locura se había apoderado de la gente en la noche del 11 de mayo de 1931 en Málaga. La situación política que vivía España alcanzaba su máxima cota de horror en la capital malacitana en un día y una noche aciagos. Fue la denominada “quema de los conventos” nombre con el que se recuerda el saqueo y destrucción de los conventos e iglesias malagueñas. Numerosas obras de arte de gran valor fueron pasto de las llamas por la locura de la sinrazón. Aquella noche, sacerdotes y monjas tuvieron que huir para evitar la muerte. La barbarie fue tal que Málaga entera era una montaña de fuego y humo. Aquella noche, entre las innumerables pérdidas, desapareció el Cristo de la Buena Muerte, popularmente conocido como reconocimiento a su autor como “Cristo de Mena”, obra del imaginero granadino - malagueño Pedro de Mena y Medrano, auténticas joyas de la imaginería española, y según todos los estudios de la época el crucificado más valioso de la historia del arte europeo.
Hoy, 70 años después, decenas de cofrades siguen buscando, seguros de que no fue pasto de las llamas. El enigma y la leyenda cada vez se hacen más intensos. Los anónimos dando pistas, más reiterativos. ¿Se quemó o se salvó el Cristo de Mena?, La búsqueda infructuosa, continúa. Los más optimistas dicen que el encuentro será pronta realidad. Mientras, Antonio Banderas estudia llevar la historia a la pantalla cinematográfica.Iglesia de Santo Domingo en pleno corazón del Perchel, barrio emblemático de la Málaga de siempre. La locura de decenas de irracionales hace que el bellísimo templo sea pasto de las llamas, y las maravillosas obras de arte que se encontraban en el mismo son apiladas para hacer piras. Un hombre de fuerte complexión y con un impermeable, con una pata de una mesa, subido a uno de los altares, está golpeando sin cesar la imagen de un Cristo crucificado. Es el Cristo de Mena. Los golpes son tremendos, pero la imagen sigue en pié, aunque han saltado hecha añicos una pierna y un trozo del cuero cabelludo. El hombre del impermeable, ayudado por unos cuantos más y jaleados por decenas de “incondicionales”, intenta, por todos los medios descolgar la cruz con la imagen y tirarla al suelo. Misión imposible. El cristo permanece erguido pese a sus esfuerzos titánicos por derribarlo. Son momentos de tensión y de histeria, de odio y de venganza.
El Cristo objeto de iras es el titular de una popular y señera congregación de Málaga, La Congregación de Mena, que toma el nombre, precisamente, de la imagen que es su sagrado titular y el orgullo de toda Andalucía: El mejor crucificado que se haya hecho jamás, según los expertos, salido de la gubia del granadino Pedro de Mena, uno de los grandes imagineros europeos. La portentosa imagen del crucificado se procesionaba con una imagen de una Dolorosa postrada a sus pies, y la devoción por el mismo era intensa en toda Málaga, donde su popularidad era enorme porque además la referida talla era Protector de La Legión, que cada Jueves Santo, desde 1929, acompaña a “su” Cristo por las calles malagueñas en su procesión el Jueves Santo. Ya, desde antes y a título particular acudía el Comandante Franco Bahamonde.
El profesor e historiador malagueño Agustín Clavijo, fallecido hace unos años, definió al Cristo de Mena como la “Obra cumbre en la historia del crucificado de la escultura española”, Calificando su destrucción en 1931 como “la mayor pérdida de todos los tiempos, andaluza en general y malagueña en particular”. El historiador Ricardo de Orueta describió así la talla:”La estatua es un soberbio desnudo, blando y palpitante, de una belleza verdaderamente pagana. Pocas veces conseguirá el arte andaluz morbidez más suave, contorno más puro y proporciones más ajustadas y más hermosas. La cabeza, que está admirablemente trabajada, impone y sobrecoge sin recurrir a notas melodramáticas ni a contorsiones patéticas: Le bastan para ello la severidad de sus facciones y el matiz sombrío que la muerte le ha impreso. Forma un felicísimo contraste con la frescura riente y sensual de todo el cuerpo. Los pies y las manos son de una labor insuperable, y la encarnación en el mismo gusto y con la misma pericia con que está dada la de su compañera, la Virgen de Belén (destruida en la fatídica noche)”
El Cristo de la Buena Muerte se procesionó de forma ininterrumpida entre 1916-1931 y fue tal su impacto entre la población que la gente lo bautizó con el nombre de su autor, “El Cristo de Mena”.Curiosamente, si miles de malagueños salieron detrás de él en procesión en Abril de 1931 un mes después, otros tantos salieron detrás del el mismo pero para destruirlo en una de esas extrañas incongruencias de las que tanto abundan en las historias de los pueblos. Aquel hombre del impermeable había perdido la razón. Sus ojos estaban fuera de órbita y su fuerza descargaba una y otra vez con toda la contundencia que su rencor podía expresar en el cuerpo del Cristo de Mena. Golpes y más golpes, jaleos, y humo… el fuego invadía varias capillas, entre ellas la de la Virgen de Belén totalmente destruida… Los bancos del templo eran la leña que avivaba las llamas, y en medio del pasillo comenzaba a quemarse una de las grandes joyas de los bordados de la Semana Santa de este país: Era el manto verde de la Virgen de la Esperanza “la reina de Málaga” cuya cabeza fue salvada gracias a la valentía de un cofrade. Los fanáticos campaban a sus anchas por toda Málaga. No sólo se quemaba Santo Domingo, si no que la Iglesia de la Merced quedaba totalmente destruida. La autoridad no existía y el gobernador, incapaz de reaccionar, no se atrevía a mandar a los guardias de asalto y a la guardia civil para que se acabara aquella barbarie… Los bomberos, mientras, ni siquiera podían cumplir con su trabajo. Las dos Españas, más que nunca estaban representadas en esa noche nefasta, en la Málaga tranquila que no podía asumir lo que acontecía en sus entrañas. Unos cofrades sin identificar aterrorizados, entre ellos el escultor Francisco Palma García, hermano de la cofradía de Mena y gran enamorado de la obra de Pedro de Mena. Paco Palma no pudo más y de un fuerte empujón reclamó la atención de aquella bestia que insistía en destruir la imagen del crucificado:
¡Para, hombre! ¿No ves que estás destruyendo una obra de arte?
Por fin llegó la policía y gracias a esto se pudo salvar el bueno de Paco Palma. Mientras se salían los incondicionales, rápidamente, Palma, pudo descolgarlo de la cruz y arrancarle la pierna que le quedaba y los brazos al crucificado, Palma buscaba poder recuperar el tronco del crucificado.
Entre todos consiguieron liar el tronco en el manto negro de la Virgen, entre trozos de madera, túnicas y escombros escondieron el tronco del crucificado. Esperaban poderlo encontrar en el mismo sitio al día siguiente…
El día 13 de Mayo, reestablecida la “calma” fueron a buscar lo que quedaría después de la barbarie. Tal fue su asombro cuando no se encontraba ni el manto, ni el resto del Cristo, solo las túnicas y los escombros.
A partir de aquí las llamadas de testigos y las pistas han sido incesantes, pero hasta ahora no se ha podido encontrar nada. Se han hecho radiografías en busca de dobles paredes por edificios importantes etc., pero la busca ha sido inútil. La mayor pista fue dada por una persona anónima, que mandó al periódico SUR una foto del crucificado sin brazos y sin piernas, ésta aseguraba saber el paradero, quedó en llamar un día y no se ha sabido nada más…
A partir de aquí las opiniones son diversas, unos piensan que fue pasto de las llamas, y otros, que pronto lo encontrarán, mientras, Antonio Banderas busca poder llevar el tema a la Gran Pantalla… porque supone que vendería mucho. Pero esa es otra historia.
Ana Patricia Fortes. 2007. / Con “arreglos”.
En las fotografías, algunas de las pruebas de las “hazañas” perpetradas, en nombre de aquel idílico “estado de derecho” que ahora nos quieren “vender”. Tuvieron lugar sola y escasamente, un mes después de haber comenzado aquel paradigma de la sinrazón y de la praxis de la progresía de bufanda.
La imagen del Santísimo Cristo Mutilado, aun puede ser visitada en la Capilla del Sagrario de la Catedral. Se procesionó en Jueves Santo, desde el final de la Guerra, hasta la Transición; en ese momento dejó de salir a la calle con la siguiente excusa oficial: “no convenía que los que vinieran de fuera contemplasen el Santísimo Cristo”.
Los que desconocen su historia, inevitablemente, la repiten.
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