08 agosto, 2006

EL VOCABULARIO DE LA MENTIRA.-

LAS REITERADAS AGRESIONES CONTRA UN ESTADO DE DERECHO.
Un “alto el fuego” ocurriría si Hizbolá devolviese a los israelíes secuestrados y dejase de lanzar misiles; nunca sería debido a un cese unilateral de bombardeo israelí. De hecho, escucharemos llamamientos internacionales por un alto el fuego solamente cuando los misiles de Hizbolá estén a punto de acabarse.
Los “civiles” en el Líbano tienen munición en sus sótanos y deliberadamente desean atraer el fuego; en Israel están en los refugios para evitarlo. Israel usa armas de precisión para evitar darles; Hizbolá lanza misiles al azar contra Israel para asegurarse que les caigan.
“Daño colateral” se refiere principalmente a las bajas entre los escudos humanos de Hizbolá; jamás puede utilizarse para describir la muerte de civiles en Israel porque allí todo es, con toda intención, un objetivo.
“Ciclo de violencia” se usa para denigrar a los que han sido atacados pero que supuestamente no deben ganar.
“Deliberado” refleja la precisión de las bombas israelíes golpeando sus objetivos; nunca describe los cohetes de Hizbolá que se lanzan con la intención de destruir todo lo que puedan.
“Deplorar” generalmente se alude contra Israel por aquellos que han asesinado a no combatientes o permitido que muriesen, por ejemplo los rusos en Grozny, los sirios en Hama o la ONU en Ruanda y Darfur.
“Desproporcionado” significa que los agresores de Hizbolá, cuyos primitivos cohetes no pueden matar a muchos civiles israelíes, están perdiendo mientras que la sofisticada respuesta de los israelíes es mortal contra esos combatientes. Véase “excesivo”.
Cada vez que oiga el adjetivo “excesivo”, significa que Hizbolá está perdiendo. Cuando no lo oiga, será lo contrario.
Por lo general, los “testigos oculares” no lo son y su testimonio se cita solamente contra Israel.
“Gran preocupación” lo utilizan europeos y árabes porque en privado conceden que no hay futuro para el Líbano a menos que se destruya a Hizbolá y que esto debería ser hecho preferiblemente por los “sionistas” a los que se les puede echar la culpa fácilmente por hacerlo.
“Inocente” se refiere a menudo a los libaneses que ayudan a almacenar cohetes o que viven junto a los que lo hacen. Raramente describe a los israelíes bajo ataque.
Los “militantes” de Hizbolá no llevan uniforme y sus objetivos primordiales no son los israelíes que sí los llevan.
“Multinacional” como en “fuerza multinacional” por lo general significa “mercenarios tercermundistas que simpatizan con Hizbolá”. Véase “pacificadores”.
Los “pacificadores” no cuidan de la paz sino que siempre toman partido por el lado beligerante que sea menos occidental.
“Cuarto de tonelada” se usa para describir lo que en otros ejércitos no israelíes se conoce como bombas de “500 libras” (227 kilogramos).
“En shock” lo usan, en primer lugar, diplomáticos que en realidad no lo están y en segundo término, sólo lo usan contra la respuesta de Israel, nunca por un ataque de Hizbolá.
“Acción de la ONU” se refiere a una acción que Rusia y China no veten. Los operativos de la organización generalmente observan cómo los terroristas se arman ante sus propios ojos. Son casi siempre culpables de lo que acusan a los demás.
¿Qué explica esta distorsión del lenguaje? Mucho.
Primero, tenemos la necesidad del petróleo de Oriente Medio. Quite eso y la guerra recibiría la misma escasa atención que la sangría en África Central.
Luego está el miedo al terrorismo islámico. Si Oriente Medio fuese budista, al mundo le importaría el Líbano tan poquito como le importa el Tibet ocupado.
Y no olvidemos el viejo antisemitismo. Si Rusia o Francia fuesen bombardeados por sus vecinos, Putin y Chirac estarían amenazando con represalias nucleares.
Israel es el símbolo del odiado Occidente. Si fuese cliente de China, nadie se atrevería a decir ni media palabra.
La población y el tamaño es algo a tener muy en cuenta: Cuando hace unos años, India amenazó a Pakistán con bombas nucleares por su apoyo al terrorismo, nadie lanzó ni una reprimenda en serio.
Finalmente, existe la preocupación de que Israel pueda afectar las cosas en Irak. Si no estuviésemos en Afganistán y en Irak tratando de ganar mentes y corazones, no estaríamos presionando secretamente a Israel.
Pero sobre todo, el mundo deplora al estado judío porque es fuerte y puede responder en lugar de sufrir. En realidad, los observadores globales preferirían un par de escenarios en los que los sufridos judíos aprendiesen la lección. La primera es simetría absoluta y equivalencia moral: Cuando Israel es atacado, mata sólo tantos como pierde. Por cada cohete que aterriza, responde como represalia sólo con una bomba, como si cualquier otro agresor en la historia de la guerra alguna vez hubiese cesado sus ataques basándose en semejante lógica insensata.
El segundo desideratum es la destrucción misma de Israel. Irán prometió borrar del mapa a Israel y luego le dio a Hizbolá miles de misiles para cumplir esa promesa. Como respuesta, el mundo duerme a pierna suelta. Si mañana atacaran Tel Aviv con cohetes más potentes, llenos de sustancias químicas o agentes biológicos de Siria o con bombas nucleares iraníes, la comunidad “internacional” haría llamamientos a la “moderación” y seguiría haciéndolo hasta que Israel desapareciera del todo. Y el día después de su desaparición, los europeos y los árabes respirarían aliviados, balbucearían unas cuantas hipocresías, luego sonreirían diciendo un “La vida continua”.
Claro, para ellos, y bastante bien.
En la fotografía, la partición de Palestina en la ONU, 1947. Unas fronteras imposibles de aceptar.
Victor Davis Hanson es historiador militar y ensayista político. Actualmente es miembro permanente de la Hoover Institution tras haber impartido clases en la California State University desde 1984 al frente de su propio programa de cultura clásica. Entre otros medios, sus artículos aparecen en The Washington Post, The Washington Times, Frontpage Magazine, National Review Online, Time o JWR.

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