07 agosto, 2006

FIATE DE MI.-

A lo largo de todo este tiempo, he hablado con mucha, con muchísima gente. Unos más interesantes que otros. Algunos con ganas de intoxicar. Otros con fragmentos de información que te ofrecen "por si pueden servir de algo" y entre los cuales se encuentran a veces claves insospechadas.
Pero, de entre todo lo que me han contado a lo largo de estos dos años largos, hay una frase en concreto, tan sólo tres palabras, a la que no paro de darle vueltas.
Esa frase surgió en una conversación con un periodista de uno de los medios escritos más críticos con el gobierno Aznár y más favorable al Partido Socialista. Alguien, por tanto, nada sospechoso para aquéllos que defienden la versión oficial de los hechos. Aquel periodista me contó que, en la mañana del 11-M, recibieron una llamada de uno de sus principales contactos en la Policía. Eran aproximadamente las 12 en punto. Aquel contacto le dijo al periodista: "¡Fíate de mi! Ha sido Al Qaeda". Dos horas y media más tarde, aproximadamente a las 14:30, aquel contacto volvía a llamar y le comunicaba al periodista que en la furgoneta de Alcalá había una cinta coránica y unos detonadores. No le mencionó ningún resto de explosivo. A las 14:30 quedaba todavía una hora para que se iniciara, según los datos oficiales, la inspección ocular de la furgoneta.
No paro de darle vueltas a esa simple frase ("¡Fíate de mi!") que pronunció aquel policía a las 12 de la mañana. A esa hora, todavía no se había encontrado nada que apuntara en una dirección que no fuera ETA. ¿Cómo sabía, entonces, aquel policía que había sido Al Qaeda? ¿Es que ya sabía lo que iba a encontrarse después? ¿O es que a las doce de la mañana alguien había tomado ya la decisión de lo que debía encontrarse?
¿Cuántos contactos policiales entraron en acción aquella mañana, para dirigir a los periodistas de los distintos medios? ¿Tomó alguien la decisión de poner en marcha una campaña de intoxicación consciente? Si es así, resulta estremecedor pensar en qué poca gente hace falta para dirigir a la opinión pública de todo un país. Bastan una, dos, tres personas, bien relacionadas con el mundo periodístico para propalar desde los aparatos del Estado cualquier teoría, acertada o no, bienintencionada o perversa. Una llamada a una docena de medios de comunicación y a un par de agencias bastan para difundir cualquier verdad o cualquier mentira. Lo cual indica hasta qué punto estamos los ciudadanos a merced de cosas que escapan a nuestro control.
Me encantaría saber cómo conocía ese policía a las 14:30 qué cosas se iban a encontrar en la furgoneta de Alcalá. Pero confieso que me preocupa mucho más conocer qué movió a ese policía a decir, a las 12 de la mañana, aquel "¡Fíate de mí!".
Luís del Pino.

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