Cabalgata es cabalgada. Es decir, los Reyes Magos cabalgaron hasta Belén siguiendo el rumbo señalado por la Estrella de Oriente. Lo hicieron sobre caballos. Los Magos no eran tontos y fueron sus ayudantes, los pajes, los que recorrieron las muchas leguas en las jorobas de los dromedarios, que no camellos. Así lo establece la tradición. Por ello, y sin sentir animadversión -todo lo contrario-, hacia nuevas fórmulas, ideas y montajes, en la Cabalgata de Reyes de Madrid los únicos que respetaron su origen y tradición fueron los guardia civiles a caballo que anunciaron la llegada de los Reyes, Melchor, sobre una carroza blanca en forma de flor de lis, Gaspar sobre un lirio y Baltasar acomodado en una bella rama floral. Gaspar, además, con un pañuelo palestino anudado a su real gaznate. Lo que hubo en Madrid fue un gran espectáculo, pero nada de cabalgata. Guste o no guste, la Navidad como la Epifanía, son fiestas religiosas. La primera conmemora el nacimiento del Niño Dios, y la segunda el reconocimiento y posterior ofrenda al Dios recién nacido de los Magos de Oriente. En la noche anterior al día de Reyes, los niños asistieron a un espectáculo brillante, musical, artístico y multicolor, pero no a la Cabalgata de Reyes, porque ahí - excepto los guardias civiles -, no cabalgó nadie, ni sobre caballos, ni sobre camellos ni sobre dromedarios. Un cachete a la tradición y un intento de aligerar, una vez más, el contenido y significado cristiano de la fiesta. La asesora de las Artes, Alicia Moreno, la que no se presenta a las elecciones con el Partido Popular y posteriormente trabaja para la Oposición en el Ayuntamiento gobernado por el Partido Popular con el apoyo mayoritario de los madrileños, ha reconocido en distintas ocasiones su distancia con la religión. Y encomienda la creación y organización de sus brillantes espectáculos, que no cabalgatas, a una señora, Delia Piccirilli, que confunde a los Reyes Magos con la carabina de Ambrosio, la trompa de Eustaquio y el coño de la Bernarda. Nada que oponer a su talento escenográfico, pero lo suyo no son las cabalgatas de Reyes, como tampoco los adornos navideños que cubrieron años atrás el primer andamio de la Castellana con mensajes deliciosamente ridículos. Todo políticamente correcto y religiosamente atroz, con tan desmesurada presencia de la cursilería que a su lado, la imagen de cuatro cisnes blancos, tirando de una barca dorada en un lago cubierto por nenúfares y con la Cenicienta a bordo, sería la imagen de la sobriedad y la medida. Ese Melchor en carroza con forma de flor de Lis, ese Gaspar con pañuelo palestino y ese Baltasar en rama floral, podrían haberse llamado Luismi, Kevin Ramón y Jhonatán, pero no Melchor, Gaspar y Baltasar. Las sonrisas del señor Alcalde y de la eterna asesora que no se presenta a las elecciones mientras los tres gamberros se dirigían a la multitud, encantadoras. Como encantada estará la señora Piccirilli con su remuneración, que se la merece, pero no por una cabalgata que no lo fue. Y un detalle a tener en cuenta para el espectáculo del año próximo. Que sólo se lancen al público gominolas. Ayer, el Samur atendió a más de un padre con la frente abierta de un caramelazo. Felices Reyes.
Alfonso Ussía.
Alfonso Ussía.
NI USSIA NI YO, SOMOS “NORMALES”.
LA CABALGATA, MÁS CERCA DEL CARNAVAL QUE DE "UNA TRADICIÓN CATÓLICA" SEGÚN AGUIRRE. COBO REPLICA QUE LOS "CIUDADANOS NORMALES" ESTABAN "ENCANTADOS".
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha criticado hoy la cabalgata de Reyes que organizó el Ayuntamiento de la capital el pasado día 5, a pesar de no haberla visto por estar ese día fuera de la capital. A su juicio, estaba "más cerca de un desfile de Carnaval que de la celebración de una tradición católica" como son los Reyes Magos. El paseo de sus majestades tuvo este año como protagonistas la naturaleza, el agua y el cuidado del planeta, entre otras referencias medioambientales, pero ni rastro de camellos, incienso, oro y mirra.
Aguirre ha hecho estas declaraciones esta mañana en el programa de Telemadrid El Círculo a primera hora donde ha comentado que la tarde del día 5 de enero no estaba en Madrid, por lo que no pudo presenciar la cabalgata de Reyes. El vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, ha contestado a las críticas de Aguirre. A su juicio, los "ciudadanos normales" que presenciaron la Cabalgata de Reyes de la capital el pasado día 5 "estaban encantados" e "incluso había gente emocionada", aunque "este es un país libre y todo el mundo puede opinar".
Cobo ha añadido que en las cabalgatas "siempre, siempre, siempre" ha habido, "con esta corporación, con la anterior, con la que estaba Esperanza Aguirre (1983-1995), con todas", carrozas de centros comerciales "que no estaban, obviamnte, cuando ocurrieron los hechos hace 2.000 años pero que siempre aportaban una nota de color". "A mí me ha gustado mucho pero respeto a aquellas personas que no les pueda gustar", ha manifestado. En todo caso, el número dos de Alberto Ruiz-Gallardón ha recordado a Aguirre que se trata de uno "de los acontecimientos más vistos" de la ciudad de Madrid.
AJUSTE DEL PRESUPUESTO.
Poco después, ha vuelto a intervenir Aguirre a "aclarar para el Ayuntamiento" sus palabras. La presidenta ha matizado que ella no ha calificado "para nada" la cabalgata porque no pudo verla, pero sí que "había oído que tenía más parecido con un desfile de los de Carnaval" que con la celebración de la fiesta de los Magos de Oriente. "Eso no es una opinión propia -ha subrayado Aguirre- porque no la he visto (la cabalgata) ni en directo ni en televisión".
Melchor, Gaspar y Baltasar -los concejales Luis Asúa (PP), Daniel Álvarez (IU) y Daniel Viondi (PSOE)- iban sobre tronos de mimbre pintados con brillantina blanca e iluminados con 2.000 bombillas. Las carrozas, rodeadas por 100 pajes vestidos de blanco y azul y preparadas con 1.000 caramelos sin gluten de comercio justo, formaban dos flores de loto y una rama cuajada de hojas. Y ni rastro de los camellos, el oro, el incienso y la mirra. Tampoco hay bolas de navidad ni muérdago ni campanas ni ninguno de los tópicos de estas fechas en las luces que han alumbrado la ciudad.
Además de convertir a sus majestades en los ecorreyes, el Ayuntamiento de Madrid les ajustó el cinturón. El presupuesto pasó de 1.300.000 euros el año pasado a 950.000 euros en 2009, o lo que es lo mismo, de 35 carrozas a 27 (entre Ayuntamiento y entidades privadas) que hacían referencia a las cuatro estaciones, cuajadas de animales, plantas y seres mitológicos que viven en los bosques. El desfile terminó en Cibeles, donde los Reyes Magos pronunciaron un discurso y se despidieron con un espectáculo pirotécnico y música de Vilvaldi.
LA CABALGATA, MÁS CERCA DEL CARNAVAL QUE DE "UNA TRADICIÓN CATÓLICA" SEGÚN AGUIRRE. COBO REPLICA QUE LOS "CIUDADANOS NORMALES" ESTABAN "ENCANTADOS".
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha criticado hoy la cabalgata de Reyes que organizó el Ayuntamiento de la capital el pasado día 5, a pesar de no haberla visto por estar ese día fuera de la capital. A su juicio, estaba "más cerca de un desfile de Carnaval que de la celebración de una tradición católica" como son los Reyes Magos. El paseo de sus majestades tuvo este año como protagonistas la naturaleza, el agua y el cuidado del planeta, entre otras referencias medioambientales, pero ni rastro de camellos, incienso, oro y mirra.
Aguirre ha hecho estas declaraciones esta mañana en el programa de Telemadrid El Círculo a primera hora donde ha comentado que la tarde del día 5 de enero no estaba en Madrid, por lo que no pudo presenciar la cabalgata de Reyes. El vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, ha contestado a las críticas de Aguirre. A su juicio, los "ciudadanos normales" que presenciaron la Cabalgata de Reyes de la capital el pasado día 5 "estaban encantados" e "incluso había gente emocionada", aunque "este es un país libre y todo el mundo puede opinar".
Cobo ha añadido que en las cabalgatas "siempre, siempre, siempre" ha habido, "con esta corporación, con la anterior, con la que estaba Esperanza Aguirre (1983-1995), con todas", carrozas de centros comerciales "que no estaban, obviamnte, cuando ocurrieron los hechos hace 2.000 años pero que siempre aportaban una nota de color". "A mí me ha gustado mucho pero respeto a aquellas personas que no les pueda gustar", ha manifestado. En todo caso, el número dos de Alberto Ruiz-Gallardón ha recordado a Aguirre que se trata de uno "de los acontecimientos más vistos" de la ciudad de Madrid.
AJUSTE DEL PRESUPUESTO.
Poco después, ha vuelto a intervenir Aguirre a "aclarar para el Ayuntamiento" sus palabras. La presidenta ha matizado que ella no ha calificado "para nada" la cabalgata porque no pudo verla, pero sí que "había oído que tenía más parecido con un desfile de los de Carnaval" que con la celebración de la fiesta de los Magos de Oriente. "Eso no es una opinión propia -ha subrayado Aguirre- porque no la he visto (la cabalgata) ni en directo ni en televisión".
Melchor, Gaspar y Baltasar -los concejales Luis Asúa (PP), Daniel Álvarez (IU) y Daniel Viondi (PSOE)- iban sobre tronos de mimbre pintados con brillantina blanca e iluminados con 2.000 bombillas. Las carrozas, rodeadas por 100 pajes vestidos de blanco y azul y preparadas con 1.000 caramelos sin gluten de comercio justo, formaban dos flores de loto y una rama cuajada de hojas. Y ni rastro de los camellos, el oro, el incienso y la mirra. Tampoco hay bolas de navidad ni muérdago ni campanas ni ninguno de los tópicos de estas fechas en las luces que han alumbrado la ciudad.
Además de convertir a sus majestades en los ecorreyes, el Ayuntamiento de Madrid les ajustó el cinturón. El presupuesto pasó de 1.300.000 euros el año pasado a 950.000 euros en 2009, o lo que es lo mismo, de 35 carrozas a 27 (entre Ayuntamiento y entidades privadas) que hacían referencia a las cuatro estaciones, cuajadas de animales, plantas y seres mitológicos que viven en los bosques. El desfile terminó en Cibeles, donde los Reyes Magos pronunciaron un discurso y se despidieron con un espectáculo pirotécnico y música de Vilvaldi.
POCO A POCO LAS COSAS SE SABEN.
EL CONCEJAL DEL "PAÑUELITO" ERA DE IZQUIERDA "HUNDIDA".
PALESTINAZO.
Al concejal de Izquierda Unida lo hicieron rey mago y se colgó un pañuelo palestino para ir en la carroza del Alfalfal, entendiendo por Alfalfal ese campo de alfalfa progre que es la extravagante empresa municipal de Arte y Cultura. «¡Fenómeno nuevo! -exclamó Nietzsche, descojonándose, en 1871-. El Estado como estrella para guiar la cultura». En Madrid, donde no llega el Estado, que es la izquierda, llega el Ayuntamiento, que en el reparto de alfalfa cultural también es la izquierda, aunque luego venga el marido de Susan Sarandon, que es lo que parece, a hacerle feos a Gallardón. ¿Qué hace el concejal de Izquierda Unida con un pañuelo palestino en la Cabalgata? Para los inteligentes, el payaso. Y para los de su clase, pegar el palestinazo. ¿Fue ocurrencia suya o de los comisarios del Alfalfal? El Alfalfal, como se sabe, es cosa de Alicia Moreno, el Malraux de Gallardón, que cada día, animado por las encuestas interesadas, se las echa más de De Gaulle. Entre «Marca» y «Marca», ¿habrá leído Rajoy el «Chacal» de Frederic Forsyth? Para el ramo de cabalgatas, Alicia Moreno, cuyo lema profesional es «todo es cultura, menos los toros», tiene a su amiga Delia, la Piccirilli, que explicó así su idea de cabalgata: «Reuniremos todos los elementos en torno al cielo, porque eso nos permite hacer muchas propuestas plásticas aéreas, la gente mirará al cielo, a las estrellas, a las nubes, lo que nos recordará el famoso dicho: «De Madrid al cielo»». Ciertamente, de la Piccirilli nadie podrá decir lo que Pemán dijo del Nebrija, al que acusara de «pedantería erudita» por decir de los tres Reyes Magos que «ni eran tres ni eran Reyes ni eran Magos». Lo bueno de mirar al cielo siguiendo al dedo de la Piccirilli es que no vemos el pañuelo palestino del Gaspar de Izquierda Unida, esa ideología derrotada que juega su última carta: la cultura. ¿Qué hubieran dicho en el Alfalfal si se aparecen Melchor con una estrella de David en la pechera o Baltasar cantando «Una mamá yiddish»? Tan hasta los testes de alfalfa progre estamos, que ya no sabemos si la «Parade de trois elephants» sería, aparte de un homenaje a Al Gore, un barrito del elefante viajero de Sara Mago.
I. R. Quintano.
Al concejal de Izquierda Unida lo hicieron rey mago y se colgó un pañuelo palestino para ir en la carroza del Alfalfal, entendiendo por Alfalfal ese campo de alfalfa progre que es la extravagante empresa municipal de Arte y Cultura. «¡Fenómeno nuevo! -exclamó Nietzsche, descojonándose, en 1871-. El Estado como estrella para guiar la cultura». En Madrid, donde no llega el Estado, que es la izquierda, llega el Ayuntamiento, que en el reparto de alfalfa cultural también es la izquierda, aunque luego venga el marido de Susan Sarandon, que es lo que parece, a hacerle feos a Gallardón. ¿Qué hace el concejal de Izquierda Unida con un pañuelo palestino en la Cabalgata? Para los inteligentes, el payaso. Y para los de su clase, pegar el palestinazo. ¿Fue ocurrencia suya o de los comisarios del Alfalfal? El Alfalfal, como se sabe, es cosa de Alicia Moreno, el Malraux de Gallardón, que cada día, animado por las encuestas interesadas, se las echa más de De Gaulle. Entre «Marca» y «Marca», ¿habrá leído Rajoy el «Chacal» de Frederic Forsyth? Para el ramo de cabalgatas, Alicia Moreno, cuyo lema profesional es «todo es cultura, menos los toros», tiene a su amiga Delia, la Piccirilli, que explicó así su idea de cabalgata: «Reuniremos todos los elementos en torno al cielo, porque eso nos permite hacer muchas propuestas plásticas aéreas, la gente mirará al cielo, a las estrellas, a las nubes, lo que nos recordará el famoso dicho: «De Madrid al cielo»». Ciertamente, de la Piccirilli nadie podrá decir lo que Pemán dijo del Nebrija, al que acusara de «pedantería erudita» por decir de los tres Reyes Magos que «ni eran tres ni eran Reyes ni eran Magos». Lo bueno de mirar al cielo siguiendo al dedo de la Piccirilli es que no vemos el pañuelo palestino del Gaspar de Izquierda Unida, esa ideología derrotada que juega su última carta: la cultura. ¿Qué hubieran dicho en el Alfalfal si se aparecen Melchor con una estrella de David en la pechera o Baltasar cantando «Una mamá yiddish»? Tan hasta los testes de alfalfa progre estamos, que ya no sabemos si la «Parade de trois elephants» sería, aparte de un homenaje a Al Gore, un barrito del elefante viajero de Sara Mago.
I. R. Quintano.
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