DEMANDA DE CEBRIAN. LOSANTOS, LEYENDA URBANA.
Con Federico Jiménez Losantos está ocurriendo como con las leyendas urbanas. Se empieza viendo desaparecer una lagartija por el sumidero del baño y se termina asegurando que las alcantarillas de la metrópoli están infestadas de cocodrilos gigantes que devoran a los sin techo. Realmente, el éxito de Losantos en La Mañana de la COPE va más allá de los que en efecto enchufan el dial, como se demuestra cuando todos dicen haberle escuchado cosas que jamás pronunció siguiendo el curso de sus deseos y temores más íntimos y subrepticios.
No otro es el itinerario que siguen los mitos. A Billy el Niño le atribuían tantos homicidios que se hubiese hecho abuelo contando sólo con el tiempo necesario para apretar tantas veces el gatillo. A Jiménez Losantos muchos juran haberlo visto en cinco callejones oscuros distintos a la misma hora estrangulando a una pobre ancianita. El mito no hace sino adquirir enormes proporciones, y Federico hoy no es un hombre ni un nombre, sino una psicosis colectiva, como la del hombre del Saco o la del tío Saín (quien chupaba el tuétano de los críos que no dormían), que se extiende entre esos lectores de un único periódico que dan crédito a consejas de viejas.
Porque el consejero delegado del grupo Prisa, Juan Luis Cebrián, a quien Jaime Campmany me aseguraba haberlo llamado "Janlí" alguna de las veces en que lo tuvo en sus rodillas, ha pasado de escribir novelas de intriga y destape a recoger testimonios del rico folklore local sobre alguien al que (y hablamos de Jiménez Losantos) no le gustaría que lo condenaran los tribunales por lo que ha dicho, sino por lo que Cebrián ordena que se ha escuchado. Pero no se puede condenar al producto de un miedo cerval basándose en los mitos que corren por ahí.
El derecho a la libertad de expresión no puede ser ilimitado, clama Cebrián desde las páginas de su periódico que, ahora que se ha muerto el "don", es más suyo que nunca. Si fuera por el consejero delegado, a quien se le ha puesto una cara de millonario que espanta, se debería poder callar a los que no le gustan sólo con la presunción de lo que quisieron decir, de las ancianitas que cuentan que han estrangulado y los callejones oscuros donde han sido vistos. Cebrián se ha tomado demasiado en serio lo que aprende en las sociedades secretas de altos vuelos.
J. A. Martínez Abarca. L. D.
Con Federico Jiménez Losantos está ocurriendo como con las leyendas urbanas. Se empieza viendo desaparecer una lagartija por el sumidero del baño y se termina asegurando que las alcantarillas de la metrópoli están infestadas de cocodrilos gigantes que devoran a los sin techo. Realmente, el éxito de Losantos en La Mañana de la COPE va más allá de los que en efecto enchufan el dial, como se demuestra cuando todos dicen haberle escuchado cosas que jamás pronunció siguiendo el curso de sus deseos y temores más íntimos y subrepticios.
No otro es el itinerario que siguen los mitos. A Billy el Niño le atribuían tantos homicidios que se hubiese hecho abuelo contando sólo con el tiempo necesario para apretar tantas veces el gatillo. A Jiménez Losantos muchos juran haberlo visto en cinco callejones oscuros distintos a la misma hora estrangulando a una pobre ancianita. El mito no hace sino adquirir enormes proporciones, y Federico hoy no es un hombre ni un nombre, sino una psicosis colectiva, como la del hombre del Saco o la del tío Saín (quien chupaba el tuétano de los críos que no dormían), que se extiende entre esos lectores de un único periódico que dan crédito a consejas de viejas.
Porque el consejero delegado del grupo Prisa, Juan Luis Cebrián, a quien Jaime Campmany me aseguraba haberlo llamado "Janlí" alguna de las veces en que lo tuvo en sus rodillas, ha pasado de escribir novelas de intriga y destape a recoger testimonios del rico folklore local sobre alguien al que (y hablamos de Jiménez Losantos) no le gustaría que lo condenaran los tribunales por lo que ha dicho, sino por lo que Cebrián ordena que se ha escuchado. Pero no se puede condenar al producto de un miedo cerval basándose en los mitos que corren por ahí.
El derecho a la libertad de expresión no puede ser ilimitado, clama Cebrián desde las páginas de su periódico que, ahora que se ha muerto el "don", es más suyo que nunca. Si fuera por el consejero delegado, a quien se le ha puesto una cara de millonario que espanta, se debería poder callar a los que no le gustan sólo con la presunción de lo que quisieron decir, de las ancianitas que cuentan que han estrangulado y los callejones oscuros donde han sido vistos. Cebrián se ha tomado demasiado en serio lo que aprende en las sociedades secretas de altos vuelos.
J. A. Martínez Abarca. L. D.
EA, EA, EA, EL “JANLI” SE CABREA.-
FURIOSO DESAHOGO EN LAS PÁGINAS DE EL PAÍS. CEBRIÁN LLAMA "PERSONAJE SINIESTRO" A UN JUEZ POR ARCHIVAR UNA QUERELLA CONTRA JIMÉNEZ LOSANTOS.
Se acabó lo del respeto a los jueces. El consejero delegado de Prisa desahoga este viernes, en dos páginas de El País, una cólera atrabiliaria e inconsolable contra un magistrado de lo Penal de Madrid que acaba de archivar una querella de Juan Luís Cebrián contra el director de La Mañana de COPE. "Personaje siniestro", "niño bonito de la Judicatura", o "desvergonzado", lo descalifica, pretendiendo así – declara – emular el estilo de Jiménez Losantos sobreseído por el juez. Fiel a la tradición de la casa, de linchamiento contra quienes no se pliegan, el ejecutivo de Prisa firma un libelo matón e histérico sin claros precedentes, ni siquiera en un diario como El País. En su Auto de archivo, el juez considera que las opiniones de Jiménez Losantos "deben quedar amparadas en el legítimo ejercicio de la libertad de expresión y de crítica".
El juez titular del Juzgado de lo Penal número 40 de Madrid ha dictado el pasado 19 de julio un Auto de sobreseimiento libre y archivo de la denuncia por injurias y calumnias presentada el pasado 21 de febrero por Juan Luís Cebrián Echarri contra el director de La Mañana, de COPE, Federico Jiménez Losantos.
El consejero delegado de Prisa se sintió difamado cuando Jiménez Losantos comentó en su programa, el 27 de octubre de 2006, una conferencia pública de Cebrián del día anterior, en la que el ex director de los Servicios Informativos de TVE defendió la versión gubernamental del 11-M, despreció a los medios independientes que han probado sus falsedades y arremetió contra los policías que constataron antecedentes del uso por ETA de ácido bórico, como el encontrado a un detenido por el 11-M.
Cebrián denunció haber sido víctima de "multitud de expresiones despectivas" y de imputaciones de delitos como "el cerco y acoso a las sedes del PP la víspera de las Elecciones Generales" del 14 de marzo de 2004, la "creación de un entramado para ocultar e impedir la realidad y autoría del mismo", así como "la puesta en marcha de maniobras tendentes a linchar a unos policías honrados", según resume el Auto judicial.
El magistrado razona, antes de adoptar su decisión, que es preciso considerar "la trascendencia del debate político", así como las "dos posturas opuestas sobre recientes y decisivos episodios de nuestra historia", elementos indispensables de un análisis jurídico, y que dan pleno sentido a la opinión del director y editorialista de La Mañana de COPE.
Al juez no se le escapa, además, que la COPE y los medios de Prisa siguen "líneas informativas radicalmente opuestas sobre los grandes temas que preocupan a la ciudadanía, no exentas de enfrentamientos personales, con descalificaciones recíprocas e invectivas de parecido jaez".
OPINIONES "AMPARADAS EN EL LEGÍTIMO EJERCICIO DE LA LIBERTAD".
El magistrado Enrique de la Hoz García entiende que, "debidamente contextualizados los hechos, ponderado el clima de enfrentamiento político y la trascendencia de la materia opinable", las opiniones de Federico Jiménez Losantos
"deben quedar amparadas en el legítimo ejercicio de la libertad de expresión y de crítica proclamado en el artículo 20.1 a) de la Constitución, por cuanto el ánimo que las inspiró, empleando el estilo sarcástico, vehemente y ácido de su autor, no fue tanto lesionar la dignidad de su destinatario cuanto poner de manifiesto mediante la exageración una conducta que considera reprobable censurando no tanto una persona física a título particular como la actuación del Consejero Delegado de un grupo de medios de comunicación, y todo ello con el objeto de buscar el mayor grado de discusión y deliberación política en un asunto público del máximo interés y preocupación".
Tampoco aprecia el juez elementos para estimar la denuncia por calumnias, ya que "del calor de las palabras del querellado no cabe inferir sin más la imputación de una infracción criminal concreta e inequívoca al querellante, y menos que tales expresiones, proferidas de forma exaltada, lo sean con propósito infamante, sino más bien para destacar un estado de opinión compartido por buena parte de la ciudadanía".
El juez vuelve a invocar "el calor superior de la libertad de expresión" y recuerda la evidencia de que, en torno a las conclusiones sobre la autoría del 11-M, "la opinión pública y la clase política también están divididas".
Basándose en estos y otros fundamentos jurídicos, el juez acuerda "el archivo" de las actuaciones, "al entender que los hechos a los que se refieren no revisten caracteres de delito".
FURIBUNDA REACCIÓN DE EL PAÍS.
La reacción de Juan Luís Cebrián y de El País ha llegado este viernes, en forma de un artículo extenso y desbocado del ex director del diario y actual consejero delegado de Prisa.
Cebrián recurre a la caricatura resentida y el trazo grueso más denigrante contra el juez de lo Penal número 40 de Madrid, intentando parodiar el estilo de Jiménez Losantos para insultar al magistrado como, según el autor de La Rusa, lo haría el director de La Mañana de COPE.
"Personaje siniestro", llama Cebrián en la tercera línea de su artículo al juez, cuyos actos "menoscaban el prestigio de la democracia", que "no demuestra padecer vergüenza alguna por ello" y "se comporta como el niño bonito de la judicatura".
Fuera de sí, el directivo de Prisa la emprende hasta contra el apellido del juez, aferrándose a una fórmula de mofa un tanto pueril que repite a lo largo de todo el artículo, creyéndola, quizá, un hallazgo de su ingenio: "De la Hoz aunque nada tenga que ver con el Martillo", llama al principio al juez, cuando le coge el gusto al chascarrillo y sigue, erre que erre, hasta el final del libelo: "De la Hoz aunque en Ningún Caso Del Martillo", "De La Hoz Aunque En Ningún Caso del Marillo", "De la Hoz Aislada del Martillo", repite obsesivo, en un estilo más propio de las chanzas en los patios de colegio que de un diario, lo que refleja la degradación ética y mental del que fue considerado periódico de referencia durante la Transición.
El jefe ejecutivo de Prisa aprovecha su revés judicial para compararse con los Príncipes de Asturias por el caso de la revista El Jueves, y reincide en una petición de censura contra medios y periodistas no afectos –Cebrián lo llama "límites respecto al uso y abuso de la libertad de expresión"–, una de sus obsesiones más recurrentes desde que El País ha perdido el monopolio de la influencia ideológica a manos de la explosión de la Prensa en Internet.
"Más de cuatro décadas de desempeño del periodismo y cientos de procedimientos judiciales incoados contra mí en razón de dicha circunstancia, me permiten no tener ninguna mala conciencia por reconocer que ni siquiera el derecho a la libre expresión, con ser columna esencial del régimen democrático, puede ser ilimitado", proclama Cebrián.
A su juicio, las extralimitaciones y abusos a los que hay que poner coto se localizan "desde hace años" en "determinados medios, vinculados por lo común a la derecha política y al integrismo religioso", que "vienen atizando verbalmente la hoguera de la tensión, propiciando un ambiente irrespirable en nuestra vida política".
Cebrián, autor de los insultos e imputaciones más denigrantes que ha recibido un ex presidente del Gobierno – en este caso, Aznár, acribillado desde las páginas de El País y, en particular, por el consejero delegado de Prisa – así como de reiterados ataques personales y campañas de asesinato de imagen de jueces y periodistas no afectos al poder de su empresa, brama en las páginas de su diario porque, a su juicio, en España "se protegen judicialmente los desatinos de quienes ejercen la barbarie verbal en nombre de su peculiar y ultramontana idea de España".
FURIOSO DESAHOGO EN LAS PÁGINAS DE EL PAÍS. CEBRIÁN LLAMA "PERSONAJE SINIESTRO" A UN JUEZ POR ARCHIVAR UNA QUERELLA CONTRA JIMÉNEZ LOSANTOS.
Se acabó lo del respeto a los jueces. El consejero delegado de Prisa desahoga este viernes, en dos páginas de El País, una cólera atrabiliaria e inconsolable contra un magistrado de lo Penal de Madrid que acaba de archivar una querella de Juan Luís Cebrián contra el director de La Mañana de COPE. "Personaje siniestro", "niño bonito de la Judicatura", o "desvergonzado", lo descalifica, pretendiendo así – declara – emular el estilo de Jiménez Losantos sobreseído por el juez. Fiel a la tradición de la casa, de linchamiento contra quienes no se pliegan, el ejecutivo de Prisa firma un libelo matón e histérico sin claros precedentes, ni siquiera en un diario como El País. En su Auto de archivo, el juez considera que las opiniones de Jiménez Losantos "deben quedar amparadas en el legítimo ejercicio de la libertad de expresión y de crítica".
El juez titular del Juzgado de lo Penal número 40 de Madrid ha dictado el pasado 19 de julio un Auto de sobreseimiento libre y archivo de la denuncia por injurias y calumnias presentada el pasado 21 de febrero por Juan Luís Cebrián Echarri contra el director de La Mañana, de COPE, Federico Jiménez Losantos.
El consejero delegado de Prisa se sintió difamado cuando Jiménez Losantos comentó en su programa, el 27 de octubre de 2006, una conferencia pública de Cebrián del día anterior, en la que el ex director de los Servicios Informativos de TVE defendió la versión gubernamental del 11-M, despreció a los medios independientes que han probado sus falsedades y arremetió contra los policías que constataron antecedentes del uso por ETA de ácido bórico, como el encontrado a un detenido por el 11-M.
Cebrián denunció haber sido víctima de "multitud de expresiones despectivas" y de imputaciones de delitos como "el cerco y acoso a las sedes del PP la víspera de las Elecciones Generales" del 14 de marzo de 2004, la "creación de un entramado para ocultar e impedir la realidad y autoría del mismo", así como "la puesta en marcha de maniobras tendentes a linchar a unos policías honrados", según resume el Auto judicial.
El magistrado razona, antes de adoptar su decisión, que es preciso considerar "la trascendencia del debate político", así como las "dos posturas opuestas sobre recientes y decisivos episodios de nuestra historia", elementos indispensables de un análisis jurídico, y que dan pleno sentido a la opinión del director y editorialista de La Mañana de COPE.
Al juez no se le escapa, además, que la COPE y los medios de Prisa siguen "líneas informativas radicalmente opuestas sobre los grandes temas que preocupan a la ciudadanía, no exentas de enfrentamientos personales, con descalificaciones recíprocas e invectivas de parecido jaez".
OPINIONES "AMPARADAS EN EL LEGÍTIMO EJERCICIO DE LA LIBERTAD".
El magistrado Enrique de la Hoz García entiende que, "debidamente contextualizados los hechos, ponderado el clima de enfrentamiento político y la trascendencia de la materia opinable", las opiniones de Federico Jiménez Losantos
"deben quedar amparadas en el legítimo ejercicio de la libertad de expresión y de crítica proclamado en el artículo 20.1 a) de la Constitución, por cuanto el ánimo que las inspiró, empleando el estilo sarcástico, vehemente y ácido de su autor, no fue tanto lesionar la dignidad de su destinatario cuanto poner de manifiesto mediante la exageración una conducta que considera reprobable censurando no tanto una persona física a título particular como la actuación del Consejero Delegado de un grupo de medios de comunicación, y todo ello con el objeto de buscar el mayor grado de discusión y deliberación política en un asunto público del máximo interés y preocupación".
Tampoco aprecia el juez elementos para estimar la denuncia por calumnias, ya que "del calor de las palabras del querellado no cabe inferir sin más la imputación de una infracción criminal concreta e inequívoca al querellante, y menos que tales expresiones, proferidas de forma exaltada, lo sean con propósito infamante, sino más bien para destacar un estado de opinión compartido por buena parte de la ciudadanía".
El juez vuelve a invocar "el calor superior de la libertad de expresión" y recuerda la evidencia de que, en torno a las conclusiones sobre la autoría del 11-M, "la opinión pública y la clase política también están divididas".
Basándose en estos y otros fundamentos jurídicos, el juez acuerda "el archivo" de las actuaciones, "al entender que los hechos a los que se refieren no revisten caracteres de delito".
FURIBUNDA REACCIÓN DE EL PAÍS.
La reacción de Juan Luís Cebrián y de El País ha llegado este viernes, en forma de un artículo extenso y desbocado del ex director del diario y actual consejero delegado de Prisa.
Cebrián recurre a la caricatura resentida y el trazo grueso más denigrante contra el juez de lo Penal número 40 de Madrid, intentando parodiar el estilo de Jiménez Losantos para insultar al magistrado como, según el autor de La Rusa, lo haría el director de La Mañana de COPE.
"Personaje siniestro", llama Cebrián en la tercera línea de su artículo al juez, cuyos actos "menoscaban el prestigio de la democracia", que "no demuestra padecer vergüenza alguna por ello" y "se comporta como el niño bonito de la judicatura".
Fuera de sí, el directivo de Prisa la emprende hasta contra el apellido del juez, aferrándose a una fórmula de mofa un tanto pueril que repite a lo largo de todo el artículo, creyéndola, quizá, un hallazgo de su ingenio: "De la Hoz aunque nada tenga que ver con el Martillo", llama al principio al juez, cuando le coge el gusto al chascarrillo y sigue, erre que erre, hasta el final del libelo: "De la Hoz aunque en Ningún Caso Del Martillo", "De La Hoz Aunque En Ningún Caso del Marillo", "De la Hoz Aislada del Martillo", repite obsesivo, en un estilo más propio de las chanzas en los patios de colegio que de un diario, lo que refleja la degradación ética y mental del que fue considerado periódico de referencia durante la Transición.
El jefe ejecutivo de Prisa aprovecha su revés judicial para compararse con los Príncipes de Asturias por el caso de la revista El Jueves, y reincide en una petición de censura contra medios y periodistas no afectos –Cebrián lo llama "límites respecto al uso y abuso de la libertad de expresión"–, una de sus obsesiones más recurrentes desde que El País ha perdido el monopolio de la influencia ideológica a manos de la explosión de la Prensa en Internet.
"Más de cuatro décadas de desempeño del periodismo y cientos de procedimientos judiciales incoados contra mí en razón de dicha circunstancia, me permiten no tener ninguna mala conciencia por reconocer que ni siquiera el derecho a la libre expresión, con ser columna esencial del régimen democrático, puede ser ilimitado", proclama Cebrián.
A su juicio, las extralimitaciones y abusos a los que hay que poner coto se localizan "desde hace años" en "determinados medios, vinculados por lo común a la derecha política y al integrismo religioso", que "vienen atizando verbalmente la hoguera de la tensión, propiciando un ambiente irrespirable en nuestra vida política".
Cebrián, autor de los insultos e imputaciones más denigrantes que ha recibido un ex presidente del Gobierno – en este caso, Aznár, acribillado desde las páginas de El País y, en particular, por el consejero delegado de Prisa – así como de reiterados ataques personales y campañas de asesinato de imagen de jueces y periodistas no afectos al poder de su empresa, brama en las páginas de su diario porque, a su juicio, en España "se protegen judicialmente los desatinos de quienes ejercen la barbarie verbal en nombre de su peculiar y ultramontana idea de España".
No hay comentarios:
Publicar un comentario