06 agosto, 2007

UN SOÑADOR PARA UN PUEBLO IV.-

POSGUERRA EN JAPÓN.
MacArthur recibió órdenes de Washington el
29 de agosto de ejercer la autoridad final sobre el país a través de la maquinaria de gobierno existente, incluyendo la figura del Emperador. Algunos han afirmado que este periodo como Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas en Japón, en que dirigió con mano firme al país hacia un nuevo régimen político durante cinco años y medio, es su mayor contribución a la historia. Sin embargo, algunos historiadores critican su trabajo para exonerar de toda investigación criminal al Emperador Showa y al resto de miembros de la familia imperial implicados en la guerra, como los príncipes Chichibu, Asaka, Takeda Tsuneyoshi y Higashikuni Naruhiko[]. El 26 de noviembre de 1945, MacArthur confirmó al Almirante Mitsumasa Yonai que la abdicación del emperador no sería necesaria. MacArthur no solo exoneró a Hirohito, sino que ignoró el consejo de varios miembros de la familia imperial e intelectuales japoneses, que pidieron públicamente la abdicación del Emperador y el establecimiento de una regencia. Por ejemplo, el príncipe Mikasa, hermano menor del Emperador, llegó a afirmar en una reunión del consejo privado, en febrero de 1946, que Hirohito debía asumir la responsabilidad de la derrota; el famoso poeta Tatsuji Miyoshi escribió un ensayo en la revista Shinchô titulado "El Emperador debe abdicar enseguida". Según el historiador Herbert Bix, MacArthur y Bonner Fellers habían preparado su propia aproximación a la ocupación y reforma del Japón. MacArthur proponía no modificar en lo más mínimo la situación de la figura del Emperador; se limitó a continuar la situación existente durante el último año de la guerra, resolviendo sus implicaciones a medida que las circunstancias lo requerían [8]. El plan de acción, llamado "Operación Lista Negra" de manera informal, consistía en separar a Hirohito de los militaristas, manteniéndole como elemento de legitimación de las fuerzas de ocupación aliadas, y usando su imagen para potenciar la transformación del pueblo japonés hacia un nuevo sistema político [9]. Meses antes de que iniciara sus actividades el Tribunal de Tokio, los más altos subordinados de MacArthur trabajaban en atribuir la responsabilidad última de Pearl Harbor a Hideki Tojo.
Citando los debates entre
Harry S. Truman, Dwight D. Eisenhower y el propio MacArthur, Bix afirma que inmediatamente después de desembarcar en Japón, Bonnie Fellers se puso a trabajar en la protección de Hirohito del papel que había desempeñado durante y al final de la guerra, permitiendo a los principales sospechosos de crímenes de guerra coordinar sus versiones, a fin de proteger al Emperador y evitar que pudiera ser juzgado.
Dice también John Dower, Esta exitosa campaña para absolver al Emperador de cualquier responsabilidad de guerra no conoció límites. Hirohito no solo fue presentado como inocente de cualquier acto formal que pudiera hacerle susceptible de ser juzgado por crímenes de guerra. Fue convertido en una figura casi angelical que ni tan solo tenía alguna responsabilidad moral por la guerra. [...] Con el apoyo completo del cuartel general de MacArthur, la acusación funcionó, de hecho, como un abogado defensor del Emperador”.
Para sus admiradores, los profundos sentimientos de MacArthur hacia el derrotado Japón son fácilmente visibles en las fotos de la ceremonia de rendición, en la se mostraba de forma prominente la bandera del
Comodoro Perry. Descendiente de los Perry de Massachusetts y primo lejano del Comodoro, MacArthur se veía a si mismo más como un segundo "integrador" de Japón a los países desarrollados que como un conquistador. Indudablemente, MacArthur y el personal de su Estado Mayor ayudaron a un Japón devastado por la guerra a reconstruirse, instituyendo en el proceso un gobierno democrático, y establecieron un plan de reconstrucción que convirtió al Japón en una de las principales potencias industriales a nivel mundial. Los Estados Unidos, durante ese tiempo, mantuvieron un control firme del Japón y supervisaron su reconstrucción, gracias al hecho de que MacArthur fue el líder interino del país desde 1945 a 1948. En 1946, el personal de MacArthur redactó una nueva Constitución de Japón que renunciaba a la posibilidad de declarar de nuevo la guerra, y reducía de forma considerable el papel del Emperador. Dicha constitución se mantiene todavía vigente. También impulsó cambios en el Parlamento de Japón, obligándolo a adoptar planes de descentralización que dividieron a las grandes compañías japonesas (Zaibatsu), y promovieron la creación de los primeros sindicatos de trabajadores del país. Estos planes de reconstrucción alarmaron a muchos en los departamentos de Defensa y de Estado en los Estados Unidos, en el convencimiento de que entraban en conflicto con la intención de convertir al Japón y su potencia industrial en un freno a la expansión del comunismo en Asia. Algunas de las reformas de MacArthur, como sus leyes laborales, fueron rescindidas en 1948 cuando su control unilateral del país acabó a causa de las injerencias crecientes del Departamento de Estado. MacArthur devolvió el poder al recién formado gobierno japonés en 1949, y permaneció en el país hasta que fue relevado del cargo de Jefe Supremo en Japón por Harry S. Truman el 11 de abril de 1951, fecha en que el presidente Truman reemplazó a MacArthur por el General Matthew Ridgway. En 1952 Japón era ya un estado soberano, regido por la constitución que MacArthur había redactado y defendido.
CRÍMENES DE GUERRA JAPONESES.
A finales de
1945, los jurados militares Aliados juzgaron a más de 4.000 oficiales japoneses por crímenes de guerra. Unos 3.000 fueron condenados a cumplir sentencias de prisión, y 920 fueron ejecutados. Los oficiales acusados se enfrentaron a cargos surgidos de múltiples incidentes, incluyendo la Masacre de Nanking, la Marcha de la Muerte de Bataan y la Masacre de Manila. Voces críticas con el proceso afirman que el General Tomoyuki Yamashita, comandante en jefe japonés en Filipinas, acusado de este último incidente, había perdido el control de sus hombres, y por tanto no debía ser ejecutado. De hecho, las tropas responsables cometieron los crímenes por orden del Conde Tereuchi, y así lo declaró la defensa. Sin embargo, ya que Yamashita no había dimitido de su puesto a pesar de su declarada incapacidad de controlar a sus hombres, se le consideró responsable final de los actos de las tropas bajo su mando y fue ejecutado; el caso se convirtió en el precedente conocido como el "Estandar Yamashita". Se aplicó el mismo criterio de responsabilidad del mando al caso del General Masaharu Homma, quien también fue juzgado y condenado por las atrocidades ocurridas durante la Marcha de la Muerte de Bataan, considerando responsable al general de los actos de sus subordinados a pesar de no hallarse presente, ya que en ese momento se encontraba liderando a sus tropas en la captura de Corregidor. La PBS calificó los juicios de "apresurados". Los críticos de MacArthur suelen deplorar el "doble rasero" empleado, al no llevar hasta sus últimas consecuencias el concepto de "responsabilidad del mando" al mantener al margen al Emperador.

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