DE RUMASA A ENDESA.
El golpe que posiblemente le faltaba dar a este Gobierno para apuntillar la imagen internacional de España ha sido su veto y el de su partido a que Manuel Conthe, presidente aún de la CNMV, comparezca ante la Comisión de Economía y Hacienda del Congreso para informar de lo sucedido con las danzas de la pública italiana Enel y del pájaro anillado Acciona para hacerse con el control de Endesa, pese a que la ley prohibía hacerlo por estar entonces vigente la OPA de E.ON, retirada ayer al haber sido sólo aceptada por el 6,01 por ciento del capital. Este monumental escándalo, centrado en el órgano regulador del mercado de valores, enmarca la muy previsible iniciativa del Consejo de Administración de Endesa de denunciar el pacto de los dos actores principales del enredo, Enel y Acciona, con la propia E.ON, al tirar ésta la toalla ante las tropelías cometidas al amparo y por impulso de Ferraz y la Moncloa. La denuncia podría presentarse tanto en la Audiencia Nacional como en la SEC norteamericana, el órgano regulador equivalente a la CNMV. Larga es la crónica de la injerencia socialista en el fuero del mercado y de la presión sobre las instancias dirimentes. Lo hizo sobre la presidencia del Tribunal Constitucional, ocupada por aquella eminencia del Derecho que fue Manuel García Pelayo, para que su voto decidiera la constitucionalidad del expolio de Rumasa. Y para validar los atropellos cometidos contra la Ley de Opas, a propósito de Endesa, el poder político del mismo signo movió los peones al objeto de que la mayoría de hecho en el Consejo prevaleciera sobre lo definido por el Derecho. Manuel Conthe, que en la anterior OPA de Gas Natural sobre Endesa no se cubrió precisamente de gloria, al conminar a la primera eléctrica española a que “no se moviera” frente a la acción de la gasística, sí parece haberlo hecho ahora, cuando se ha rebelado contra el voto secuaz y sostiene dimisión condicionada a una declaración formal, en sede parlamentaria, sobre lo sucedido en este caso de los concurrentes a la adquisición de Endesa. Uno, E.ON, conforme a derecho; los otros dos, contra derecho. Y los tres en conjunto, por vía de pacto y contra derecho también, según las tesis de la eléctrica, en su próxima petición de medidas cautelares ante la Audiencia Nacional. El embrollo al que se ha llegado por virtud de la injerencia política del Gobierno y en razón de intereses que se habrán de aclarar es, justo, la razón y la materia por las que se presume que Manuel Conthe pretende comparecer en el Congreso. Lógico resulta, por tanto, que el Gobierno y el partido dominantes pongan pies en pared y pretendan que la comparecencia no se produzca.
El golpe que posiblemente le faltaba dar a este Gobierno para apuntillar la imagen internacional de España ha sido su veto y el de su partido a que Manuel Conthe, presidente aún de la CNMV, comparezca ante la Comisión de Economía y Hacienda del Congreso para informar de lo sucedido con las danzas de la pública italiana Enel y del pájaro anillado Acciona para hacerse con el control de Endesa, pese a que la ley prohibía hacerlo por estar entonces vigente la OPA de E.ON, retirada ayer al haber sido sólo aceptada por el 6,01 por ciento del capital. Este monumental escándalo, centrado en el órgano regulador del mercado de valores, enmarca la muy previsible iniciativa del Consejo de Administración de Endesa de denunciar el pacto de los dos actores principales del enredo, Enel y Acciona, con la propia E.ON, al tirar ésta la toalla ante las tropelías cometidas al amparo y por impulso de Ferraz y la Moncloa. La denuncia podría presentarse tanto en la Audiencia Nacional como en la SEC norteamericana, el órgano regulador equivalente a la CNMV. Larga es la crónica de la injerencia socialista en el fuero del mercado y de la presión sobre las instancias dirimentes. Lo hizo sobre la presidencia del Tribunal Constitucional, ocupada por aquella eminencia del Derecho que fue Manuel García Pelayo, para que su voto decidiera la constitucionalidad del expolio de Rumasa. Y para validar los atropellos cometidos contra la Ley de Opas, a propósito de Endesa, el poder político del mismo signo movió los peones al objeto de que la mayoría de hecho en el Consejo prevaleciera sobre lo definido por el Derecho. Manuel Conthe, que en la anterior OPA de Gas Natural sobre Endesa no se cubrió precisamente de gloria, al conminar a la primera eléctrica española a que “no se moviera” frente a la acción de la gasística, sí parece haberlo hecho ahora, cuando se ha rebelado contra el voto secuaz y sostiene dimisión condicionada a una declaración formal, en sede parlamentaria, sobre lo sucedido en este caso de los concurrentes a la adquisición de Endesa. Uno, E.ON, conforme a derecho; los otros dos, contra derecho. Y los tres en conjunto, por vía de pacto y contra derecho también, según las tesis de la eléctrica, en su próxima petición de medidas cautelares ante la Audiencia Nacional. El embrollo al que se ha llegado por virtud de la injerencia política del Gobierno y en razón de intereses que se habrán de aclarar es, justo, la razón y la materia por las que se presume que Manuel Conthe pretende comparecer en el Congreso. Lógico resulta, por tanto, que el Gobierno y el partido dominantes pongan pies en pared y pretendan que la comparecencia no se produzca.
Y, por idéntica regla de tres, que el PP, desde la oposición, apoye la comparecencia. Pero lo que da un mordiente específico a la situación es la inversión de las alineaciones parlamentarias en torno a este particular. Los socialistas se han quedado solos en su trapisonda; y por los suelos, la imagen de España como país serio, en el que las instituciones son respetadas, y fiables los comportamientos de los poderes públicos. Desde el tiempo transcurrido se perfila el contraste entre las dos presidencias comentadas. Con Manuel García Pelayo, un Gobierno socialista se salió con la suya; con Manuel Conthe parece que no. Más bien saldrá muy escaldado. Este alto funcionario aporta referencia bastante para los jueces, y el asunto de Endesa puede desbordar el horizonte de la presente legislatura.
José Javaloyes.
No comparto la mayoría de las afirmaciones de este artículo. Si lo publico es por la amistad con “el sobrino de uno de los citados”, concretamente de D. Manuel, no de Manolo. Y, porque como decía Luís Miguel Dominguín, “que hablen de mi, aunque sea bien”.
José Javaloyes.
No comparto la mayoría de las afirmaciones de este artículo. Si lo publico es por la amistad con “el sobrino de uno de los citados”, concretamente de D. Manuel, no de Manolo. Y, porque como decía Luís Miguel Dominguín, “que hablen de mi, aunque sea bien”.
En las fotografías, Don Manuel, la guapa alcaldesa y Gonzalo, el mas juguetón de la gran saga.
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