Durante mi última visita a Ceuta, ocurrió algo muy desagradable, como consecuencia de lo cual, envié al Delegado del Gobierno all´, este escrito. Por cierto, que no fue el único; me detuvieron, si, pero "les dolió la cabeza" hasta en el Ministerio, en Madrid, desde donde me llamaron por teléfono para disculparse. Respuesta por escrito, ni una.
EXMO. SR. DELEGADO DEL GOBIERNO EN CEUTA.
Exmo Sr.
A las 08.30. h. del pasado día 15 de Enero, dos miembros del Cuerpo de Policía Nacional, llamaron a la puerta de la habitación 303 del Hotel “La Muralla” de Ceuta. Cuando abrí, uno de ellos, me indicó que pesaba sobre mí una orden de busca y captura del año 1986 y había de acompañarles a Comisaría. Me identifiqué con el permiso de conducir y una denuncia – adjunto fotocopia – por sustracción del DNI, cursada el día .27.12.2003 en la Comisaría Central de Málaga.
Durante dicho año ocupaba yo el destino de Jefe de la Sección de Proyectos y Obras de la entonces Junta del Puerto de Algeciras – La Línea, por lo que estaba en contacto diario con Policía Nacional y Guardia Civil – me unía además, una buena relación con el entonces capitán de la G. C, Sr. Barahona (ahora General retirado, creo) — además de que el entonces mi cuñado – oficial de Infantería, D. José Díaz – Otero Arias – estaba destinado en Policía Nacional (precisamente fue comandante en Ceuta), por lo que era metafísicamente imposible que no me localizasen los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. También puse en su conocimiento que había viajado, durante los últimos 30 días, tanto a Gran Canaria (Hotel Parque de Las Palmas) donde pasé la noche de fin de año en la casa de un viejo amigo de la infancia (precisamente su antecesor en el cargo, Javier Cosío Romero) y también a Zahara de los Atunes (hotel Gran Sol), por lo que era sorprendente que las policías de tres provincias no reaccionasen ante mi presencia.
Por todo ello les propuse que – bajo palabra de no salir del hotel hasta que llamasen al Juzgado y puesto que a las 09.00 h. podían comunicarse con él – esperaría a que aclarasen el asunto. Lo admitieron y, ya que estaba despierto, me vestí a fin de bajar a desayunar.
No había acabado de hacerlo, cuando volvieron a llamar a la puerta. Parece ser que, en contacto con algún superior, les convencieron de lo contrario. Puestas así las cosas, accedí a acompañarles. Mi sorpresa fue grande cuando me introdujeron en un coche celular y, mas aun, cuando me introdujeron en Comisaría por la puerta de detenidos. Nadie me había leído mis derechos y yo pensaba que iba por mi propia voluntad. Protesté e intenté entrar en Comisaría por otra puerta, pero se negaron e, inmediatamente, hube de entrar por la puerta de detenidos, sin haberlo sido formalmente y, UNA VEZ DENTRO, me los leyeron. El policía que me llevó hasta Comisaría, pretendía – falsamente – que me había leído mis derechos en el hotel, e ignoro por que razón <> – falta de consecuencia consigo mismo, supongo – dentro de Comisaría. Naturalmente, que porque NO lo había hecho antes.
Intervino, entonces, otro miembro del Cuerpo – creo que era Comisario – quien me aclaró que el asunto NO databa de 1986, sino de 1998 y que estaba detenido. Este señor me hizo saber que estaba molesto conmigo por mi comportamiento, a lo que le respondí, tajantemente, que yo no había insultado a nadie y que me limitaba a ejercer dos derechos: el de la libre expresión y el del noble arte de la discrepancia. Un mas que significativo silencio, fue la respuesta.
Y allí permanecí por espacio de cuarenta minutos – más o menos – de pie, en un pasillo, porque nadie me ofreció un asiento. Si que hubo alguna insinuación y se llegó a pronunciar, relacionada conmigo, la palabra calabozo. Indiscutiblemente, como amenaza coercitiva. Cuando solicité un vaso de agua, despectivamente, se me señaló un lavabo y allí hube de beber de mi propia mano. Como anécdota, le haré saber que la zapatilla del grifo estaba averiada, y como quiera que goteaba, habían colocado debajo un recipiente de plástico cortado “en plan soviético”, lo que le concedía un aspecto tan lamentable como tercermundista.
Durante ese tiempo, presencié escenas que no me gustaron nada.
1.- Un policía, al paso de un detenido – supongo – de origen marroquí, le llamó “hijo de pu…”
2.- Otro se dedicó a hacer sonar un pito o sirena, lo que parece que despertaba la hilaridad de sus compañeros. Muy edificante en horas de servicio. Realmente ejemplar y propio de personas de elevado coeficiente mental.
3.- Desde un despacho interior se oyeron fuertes voces en castellano. Imitando el lenguaje de los Marines - USA, que, repetidamente, decían: ”Si, señor, a sus órdenes, señor”. Me gusta ese lenguaje y lo utilizo cuando voy al bar “Rex” – Avda. Herrera Oria nº 1, Málaga – de broma, con el dueño y sus compañeros, pero NUNCA de servicio.
Solamente se me ocurre un comentario: ¡Viva la Guardia Civil!
Por fin recibieron desde el Juzgado malagueño, la noticia de que el asunto había sido SOBRESEIDO aquel mismo año por el mismo Juzgado y me pusieron en libertad. Por cierto que la mala educación NO es un delito, pero bien podían haberse brindado a llevarme hasta el hotel. El policía que abría la puerta, se limitó a decirme ante mi requerimiento de que la abriera, “que siguiese andando – los tres escalones que seguro conoce — que ya la abriría”. Muy amable y lleno de sensibilidad y cortesía ante un ciudadano inocente, sin ninguna duda, ya.
Si me permite una sugerencia, no le vendría mal al policía que fue al hotel, un curso de aritmética básica para no confundir 1986 con 1998 y otro de rigor operativo, a la hora de detener a un ciudadano.
Como quiera que debemos suponer que la Policía española es igual de eficaz en todas las provincias, tampoco estaría de mas reconocer que, si presenté copia de una denuncia que DEMUESTRA mi comparecencia en la Comisaría de Málaga – precisamente de Málaga – diecinueve días antes y NO había sido detenido, el sentido común obligaba a pensar en una determinada dirección: la de que algo inusual estaba sucediendo. Pero cursos de sentido común, no es posible impartirlos a todo el que, presuntamente, los necesita.
La cuestión es que hace más de cinco años que el Juzgado malagueño anuló la orden de busca y captura, y se han enterado en Málaga, en Gran Canaria y en Cádiz, pero no en Ceuta. Y se ha producido una detención que – todavía – no voy a considerar presuntamente ilegal pese al defecto en la forma, aunque si innecesaria.
El hecho es que la administración ha cometido un error. Si usted me comunica que es responsabilidad del Poder Judicial, lo trasladaré a dicha Jurisdicción. Pero si es en Ceuta, donde se han olvidado de <> la orden, la responsabilidad es de la Policía ceutí. Y por los documentos que guardo de aquel sucedido, deduzco que el error es, presuntamente, “caballa”.
Deseo solucionar este asunto de manera pacífica y razonable. Me basta, pues, con la disculpa formal, sin paliativos y por escrito, de los tres policías que intervinieron: los que me llevaron hasta el hotel y el que estaba al mando en ese momento y no aceptó mi primitiva sugerencia.
Exmo Sr.
A las 08.30. h. del pasado día 15 de Enero, dos miembros del Cuerpo de Policía Nacional, llamaron a la puerta de la habitación 303 del Hotel “La Muralla” de Ceuta. Cuando abrí, uno de ellos, me indicó que pesaba sobre mí una orden de busca y captura del año 1986 y había de acompañarles a Comisaría. Me identifiqué con el permiso de conducir y una denuncia – adjunto fotocopia – por sustracción del DNI, cursada el día .27.12.2003 en la Comisaría Central de Málaga.
Durante dicho año ocupaba yo el destino de Jefe de la Sección de Proyectos y Obras de la entonces Junta del Puerto de Algeciras – La Línea, por lo que estaba en contacto diario con Policía Nacional y Guardia Civil – me unía además, una buena relación con el entonces capitán de la G. C, Sr. Barahona (ahora General retirado, creo) — además de que el entonces mi cuñado – oficial de Infantería, D. José Díaz – Otero Arias – estaba destinado en Policía Nacional (precisamente fue comandante en Ceuta), por lo que era metafísicamente imposible que no me localizasen los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. También puse en su conocimiento que había viajado, durante los últimos 30 días, tanto a Gran Canaria (Hotel Parque de Las Palmas) donde pasé la noche de fin de año en la casa de un viejo amigo de la infancia (precisamente su antecesor en el cargo, Javier Cosío Romero) y también a Zahara de los Atunes (hotel Gran Sol), por lo que era sorprendente que las policías de tres provincias no reaccionasen ante mi presencia.
Por todo ello les propuse que – bajo palabra de no salir del hotel hasta que llamasen al Juzgado y puesto que a las 09.00 h. podían comunicarse con él – esperaría a que aclarasen el asunto. Lo admitieron y, ya que estaba despierto, me vestí a fin de bajar a desayunar.
No había acabado de hacerlo, cuando volvieron a llamar a la puerta. Parece ser que, en contacto con algún superior, les convencieron de lo contrario. Puestas así las cosas, accedí a acompañarles. Mi sorpresa fue grande cuando me introdujeron en un coche celular y, mas aun, cuando me introdujeron en Comisaría por la puerta de detenidos. Nadie me había leído mis derechos y yo pensaba que iba por mi propia voluntad. Protesté e intenté entrar en Comisaría por otra puerta, pero se negaron e, inmediatamente, hube de entrar por la puerta de detenidos, sin haberlo sido formalmente y, UNA VEZ DENTRO, me los leyeron. El policía que me llevó hasta Comisaría, pretendía – falsamente – que me había leído mis derechos en el hotel, e ignoro por que razón <
Intervino, entonces, otro miembro del Cuerpo – creo que era Comisario – quien me aclaró que el asunto NO databa de 1986, sino de 1998 y que estaba detenido. Este señor me hizo saber que estaba molesto conmigo por mi comportamiento, a lo que le respondí, tajantemente, que yo no había insultado a nadie y que me limitaba a ejercer dos derechos: el de la libre expresión y el del noble arte de la discrepancia. Un mas que significativo silencio, fue la respuesta.
Y allí permanecí por espacio de cuarenta minutos – más o menos – de pie, en un pasillo, porque nadie me ofreció un asiento. Si que hubo alguna insinuación y se llegó a pronunciar, relacionada conmigo, la palabra calabozo. Indiscutiblemente, como amenaza coercitiva. Cuando solicité un vaso de agua, despectivamente, se me señaló un lavabo y allí hube de beber de mi propia mano. Como anécdota, le haré saber que la zapatilla del grifo estaba averiada, y como quiera que goteaba, habían colocado debajo un recipiente de plástico cortado “en plan soviético”, lo que le concedía un aspecto tan lamentable como tercermundista.
Durante ese tiempo, presencié escenas que no me gustaron nada.
1.- Un policía, al paso de un detenido – supongo – de origen marroquí, le llamó “hijo de pu…”
2.- Otro se dedicó a hacer sonar un pito o sirena, lo que parece que despertaba la hilaridad de sus compañeros. Muy edificante en horas de servicio. Realmente ejemplar y propio de personas de elevado coeficiente mental.
3.- Desde un despacho interior se oyeron fuertes voces en castellano. Imitando el lenguaje de los Marines - USA, que, repetidamente, decían: ”Si, señor, a sus órdenes, señor”. Me gusta ese lenguaje y lo utilizo cuando voy al bar “Rex” – Avda. Herrera Oria nº 1, Málaga – de broma, con el dueño y sus compañeros, pero NUNCA de servicio.
Solamente se me ocurre un comentario: ¡Viva la Guardia Civil!
Por fin recibieron desde el Juzgado malagueño, la noticia de que el asunto había sido SOBRESEIDO aquel mismo año por el mismo Juzgado y me pusieron en libertad. Por cierto que la mala educación NO es un delito, pero bien podían haberse brindado a llevarme hasta el hotel. El policía que abría la puerta, se limitó a decirme ante mi requerimiento de que la abriera, “que siguiese andando – los tres escalones que seguro conoce — que ya la abriría”. Muy amable y lleno de sensibilidad y cortesía ante un ciudadano inocente, sin ninguna duda, ya.
Si me permite una sugerencia, no le vendría mal al policía que fue al hotel, un curso de aritmética básica para no confundir 1986 con 1998 y otro de rigor operativo, a la hora de detener a un ciudadano.
Como quiera que debemos suponer que la Policía española es igual de eficaz en todas las provincias, tampoco estaría de mas reconocer que, si presenté copia de una denuncia que DEMUESTRA mi comparecencia en la Comisaría de Málaga – precisamente de Málaga – diecinueve días antes y NO había sido detenido, el sentido común obligaba a pensar en una determinada dirección: la de que algo inusual estaba sucediendo. Pero cursos de sentido común, no es posible impartirlos a todo el que, presuntamente, los necesita.
La cuestión es que hace más de cinco años que el Juzgado malagueño anuló la orden de busca y captura, y se han enterado en Málaga, en Gran Canaria y en Cádiz, pero no en Ceuta. Y se ha producido una detención que – todavía – no voy a considerar presuntamente ilegal pese al defecto en la forma, aunque si innecesaria.
El hecho es que la administración ha cometido un error. Si usted me comunica que es responsabilidad del Poder Judicial, lo trasladaré a dicha Jurisdicción. Pero si es en Ceuta, donde se han olvidado de <
Deseo solucionar este asunto de manera pacífica y razonable. Me basta, pues, con la disculpa formal, sin paliativos y por escrito, de los tres policías que intervinieron: los que me llevaron hasta el hotel y el que estaba al mando en ese momento y no aceptó mi primitiva sugerencia.
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