DE LA PUENTE BAHAMONDE HACE FRENTE A SU PRIMO EN TETUÁN.-
Lo largo de la madrugada del 18 de julio se entregaron las tropas que custodiaban el aeródromo de Sania Ramel, que se convirtió en el último bastión leal al Gobierno de la República en el Norte de África. Al frente de este destacamento se encontraba el Comandante De la Puente Bahamonde, y los Capitanes Álvarez del Manzano y Bermúdez Reina, el Teniente Pedro Segura, los Alféreces Alvarez Esteban, Carrillo Blas, Mariano Cabrero, Salvador Sorroche Hernández, el Brigada, Gregio Arche Pascual, los Sargentos Víctor Díaz Martínez y Celestino Rodríguez Usano, así cómo un buen numero de soldados. El jefe del Aeródromo recibió diez horas antes de su rendición las primeras noticias por parte del Alto Comisario. Pocas horas después le volvió a indicar que probablemente durante la noche o la madrugada sería el aeródromo atacado por fuerzas rebeldes, compuestas por Regulares y Artillería, y que por lo tanto debía preparar su defensa.
Instaló cuatro ametralladoras sobre una torreta e iluminó la carretera de entrada con las luces de todos los coches de que disponía. El Comandante detuvo dentro de las instalaciones del aeródromo al Capitán Manuel Rodríguez Rivero y el Alférez Vicente Fraile Valbuena, por estar implicado en la sublevación. A la caída de la noche ordenó al Capitán Alvarez del Manzano, salir con dos camiones por la carretera hacia Ceuta y volcarlos en el puente de Smir, para impedir la llegada de fuerzas de La Legión destacada en el acuartelamiento de Dar Riffien, no lográndolo, porque varias camionetas sublevadas se les acercaban y dado lo exiguo de las fuerzas que llevaba, prefirió conservarlas y no disminuir la defensa del aeródromo. Sobre las 23,30 horas el Comandante ordena al Alférez Mariano Cabrero, que con una camioneta y cuatro soldados marcasen los ángulos del campo de aterrizaje con trapos y un cubo de gasolina y se quedara en la pista al cuidado de las citadas hogueras en espera de los trimotor prometidos por Casares Quiroga. Sobre las dos de la madrugada, recibió una llamada del jefe de la sublevación en Tetuán, Sáenz de Buruaga, amenazándole con la llegada a las instalaciones de una columna, y una batería de artillería, exigiéndole su rendición. A lo que el Comandante De la Puente Bahamonde contesto:
“¡Tendrán que pasar por encima de los encargados de la defensa de la República, único gobierno legal en este momento!, ¿En que concepto me ordena Vd. que me rinda? ¿Quién es usted para darme tales ordenes?”
El Teniente Coronel Buruaga afirmaría días más tarde:
“El jefe del aeródromo me contesta de muy mala forma, y que antes de entregar el aeródromo tendríamos que pasar por encima de su cadáver, además empleando al final frases mal sonantes”.
Sobre las 4,30 horas de la madrugada del 18 de julio, comenzó el ataque al Aeródromo por parte de las tropas que habían venido desde Tetuán. Tras recibir varios impactos, tener algunas bajas y observar la precaria situación en la que se hayan y comprobar que están completamente rodeados decidió que la resistencia seria muy difícil y con ella tan solo contribuiría sin ningún resultado practico aumentar el derramamiento de sangre, tras unos 40 minutos de ataque, decidieron no seguir luchando, pero antes, realizaron diferentes averías en 10 aviones Breguet XIX, rompiendo sus depósitos de gasolina, radiadores y las ruedas del tren de aterrizaje. El aeródromo se rinde. El Comandante De la Puente Bahamonde, a las 5.15 horas, enarboló un pañuelo blanco, pidiendo con ello el cese de las hostilidades, cruzo por la pista de aterrizaje y salió al ramal de la carretera de Rió Martín a Ceuta. Ordenando a sus compañeros salir y formaran de uno en uno y sin armas en la pista. Se les acerco el Comandante de Regulares Serrano Muntaner a quien le entrego su pistola. Todos fueron detenidos y traslados a la Fortaleza Militar del Hacho en Ceuta.El general Franco, a su llegada a Tetuán el 19 de julio, fue notificado de la actitud de su primo. La sobrina del general, algunos años después, comentaba: “Franco y Ricardo eran mas hermanos que primos, pero de adultos, se habían agudizado sus diferencias ideológicas. Franco lo había sustituido de su puesto durante la revolución de Asturias y en una de sus muchas discusiones, había exclamado Franco: Un día no voy a tener mas remedio, que fusilarte”.
Tanto Álvarez-Buylla como De la Puente y sus compañeros militares implicados en la defensa del aeródromo fueron trasladados a Ceuta y encarcelados en la fortaleza del monte Hacho. El 2 de agosto se celebró el consejo de guerra y al día siguiente se envió un escrito a Franco, como máxima autoridad para que aportara su enterado de la sentencia a muerte o el indulto. El general pensaría que el indulto se consideraría como un signo de debilidad y decidió ceder la firma al segundo jefe, Luís Orgaz, quien firmó la sentencia. Como dato anómalo fue fusilado a las cinco de la tarde del 4 de agosto de 1936. Tras consultar cientos de procedimientos nunca tuvo lugar una ejecución por la tarde. Estaba claro que querían dar por finalizado este consejo de guerra y cuanto antes mejor.
Mientras el jefe del aeródromo era fusilado, en otro calabozo contiguo se encontraba el Alto Comisario, Arturo Álvarez-Buylla, desde el 14 de agosto. Su proceso no estaba requiriendo tanta premura de tiempo pese a que fueron los dos detenidos el mismo día y el fiscal les acusó de análogos cargos. El 15 de abril de 1937 pasó a capilla y con las primeras luces del día siguiente fue fusilado. Una vez, tomado el aeródromo, se nombra jefe de las fuerzas aéreas al Comandante Julio García de Cáceres. Para reponer los aviones destruidos por los sucesos en la toma del aeródromo se trasladaron desde Larache tres Breguet, con los que se pudieron organizar los primeros servicios de bombardeo y reconocimiento sobre el Estrecho. Se comenzó el paso de tropas hacia la península por vía aérea, ya que la marinería en su mayoría siguió fiel al Gobierno. El 20 de julio, con tres aparatos recompuestos y un trimotor Fokker se comienza a trasladar soldados hacia la península, en un primer viaje 20 legionarios de la V bandera al mando del Teniente Gassols y, por la tarde, otros 20 legionarios con el jefe de unidad, Comandante Castejón, y el Dornier, a 24 Regulares del III Tabor de Larache con el Comandante Rodríguez Herrán, en dos viajes. En los tres primeros días fueron transportados un total de 200 soldados a los aeródromos con bases en Sevilla y Jerez. También se contó con los hidros de Ceuta. El 26 de julio se agrega un Douglas, procedente de la base de Tablada y al finalizar julio ha podido ser transportados a la península 897 hombres, casi todos Legionarios y Regulares, pero era evidente que a este ritmo el Ejército de África (unos 25.000 hombres) hubieran tardado más de nueve meses en cruzar el Estrecho, el paso de un convoy marítimo se hacia vital.
Lo largo de la madrugada del 18 de julio se entregaron las tropas que custodiaban el aeródromo de Sania Ramel, que se convirtió en el último bastión leal al Gobierno de la República en el Norte de África. Al frente de este destacamento se encontraba el Comandante De la Puente Bahamonde, y los Capitanes Álvarez del Manzano y Bermúdez Reina, el Teniente Pedro Segura, los Alféreces Alvarez Esteban, Carrillo Blas, Mariano Cabrero, Salvador Sorroche Hernández, el Brigada, Gregio Arche Pascual, los Sargentos Víctor Díaz Martínez y Celestino Rodríguez Usano, así cómo un buen numero de soldados. El jefe del Aeródromo recibió diez horas antes de su rendición las primeras noticias por parte del Alto Comisario. Pocas horas después le volvió a indicar que probablemente durante la noche o la madrugada sería el aeródromo atacado por fuerzas rebeldes, compuestas por Regulares y Artillería, y que por lo tanto debía preparar su defensa.
Instaló cuatro ametralladoras sobre una torreta e iluminó la carretera de entrada con las luces de todos los coches de que disponía. El Comandante detuvo dentro de las instalaciones del aeródromo al Capitán Manuel Rodríguez Rivero y el Alférez Vicente Fraile Valbuena, por estar implicado en la sublevación. A la caída de la noche ordenó al Capitán Alvarez del Manzano, salir con dos camiones por la carretera hacia Ceuta y volcarlos en el puente de Smir, para impedir la llegada de fuerzas de La Legión destacada en el acuartelamiento de Dar Riffien, no lográndolo, porque varias camionetas sublevadas se les acercaban y dado lo exiguo de las fuerzas que llevaba, prefirió conservarlas y no disminuir la defensa del aeródromo. Sobre las 23,30 horas el Comandante ordena al Alférez Mariano Cabrero, que con una camioneta y cuatro soldados marcasen los ángulos del campo de aterrizaje con trapos y un cubo de gasolina y se quedara en la pista al cuidado de las citadas hogueras en espera de los trimotor prometidos por Casares Quiroga. Sobre las dos de la madrugada, recibió una llamada del jefe de la sublevación en Tetuán, Sáenz de Buruaga, amenazándole con la llegada a las instalaciones de una columna, y una batería de artillería, exigiéndole su rendición. A lo que el Comandante De la Puente Bahamonde contesto:
“¡Tendrán que pasar por encima de los encargados de la defensa de la República, único gobierno legal en este momento!, ¿En que concepto me ordena Vd. que me rinda? ¿Quién es usted para darme tales ordenes?”
El Teniente Coronel Buruaga afirmaría días más tarde:
“El jefe del aeródromo me contesta de muy mala forma, y que antes de entregar el aeródromo tendríamos que pasar por encima de su cadáver, además empleando al final frases mal sonantes”.
Sobre las 4,30 horas de la madrugada del 18 de julio, comenzó el ataque al Aeródromo por parte de las tropas que habían venido desde Tetuán. Tras recibir varios impactos, tener algunas bajas y observar la precaria situación en la que se hayan y comprobar que están completamente rodeados decidió que la resistencia seria muy difícil y con ella tan solo contribuiría sin ningún resultado practico aumentar el derramamiento de sangre, tras unos 40 minutos de ataque, decidieron no seguir luchando, pero antes, realizaron diferentes averías en 10 aviones Breguet XIX, rompiendo sus depósitos de gasolina, radiadores y las ruedas del tren de aterrizaje. El aeródromo se rinde. El Comandante De la Puente Bahamonde, a las 5.15 horas, enarboló un pañuelo blanco, pidiendo con ello el cese de las hostilidades, cruzo por la pista de aterrizaje y salió al ramal de la carretera de Rió Martín a Ceuta. Ordenando a sus compañeros salir y formaran de uno en uno y sin armas en la pista. Se les acerco el Comandante de Regulares Serrano Muntaner a quien le entrego su pistola. Todos fueron detenidos y traslados a la Fortaleza Militar del Hacho en Ceuta.El general Franco, a su llegada a Tetuán el 19 de julio, fue notificado de la actitud de su primo. La sobrina del general, algunos años después, comentaba: “Franco y Ricardo eran mas hermanos que primos, pero de adultos, se habían agudizado sus diferencias ideológicas. Franco lo había sustituido de su puesto durante la revolución de Asturias y en una de sus muchas discusiones, había exclamado Franco: Un día no voy a tener mas remedio, que fusilarte”.
Tanto Álvarez-Buylla como De la Puente y sus compañeros militares implicados en la defensa del aeródromo fueron trasladados a Ceuta y encarcelados en la fortaleza del monte Hacho. El 2 de agosto se celebró el consejo de guerra y al día siguiente se envió un escrito a Franco, como máxima autoridad para que aportara su enterado de la sentencia a muerte o el indulto. El general pensaría que el indulto se consideraría como un signo de debilidad y decidió ceder la firma al segundo jefe, Luís Orgaz, quien firmó la sentencia. Como dato anómalo fue fusilado a las cinco de la tarde del 4 de agosto de 1936. Tras consultar cientos de procedimientos nunca tuvo lugar una ejecución por la tarde. Estaba claro que querían dar por finalizado este consejo de guerra y cuanto antes mejor.
Mientras el jefe del aeródromo era fusilado, en otro calabozo contiguo se encontraba el Alto Comisario, Arturo Álvarez-Buylla, desde el 14 de agosto. Su proceso no estaba requiriendo tanta premura de tiempo pese a que fueron los dos detenidos el mismo día y el fiscal les acusó de análogos cargos. El 15 de abril de 1937 pasó a capilla y con las primeras luces del día siguiente fue fusilado. Una vez, tomado el aeródromo, se nombra jefe de las fuerzas aéreas al Comandante Julio García de Cáceres. Para reponer los aviones destruidos por los sucesos en la toma del aeródromo se trasladaron desde Larache tres Breguet, con los que se pudieron organizar los primeros servicios de bombardeo y reconocimiento sobre el Estrecho. Se comenzó el paso de tropas hacia la península por vía aérea, ya que la marinería en su mayoría siguió fiel al Gobierno. El 20 de julio, con tres aparatos recompuestos y un trimotor Fokker se comienza a trasladar soldados hacia la península, en un primer viaje 20 legionarios de la V bandera al mando del Teniente Gassols y, por la tarde, otros 20 legionarios con el jefe de unidad, Comandante Castejón, y el Dornier, a 24 Regulares del III Tabor de Larache con el Comandante Rodríguez Herrán, en dos viajes. En los tres primeros días fueron transportados un total de 200 soldados a los aeródromos con bases en Sevilla y Jerez. También se contó con los hidros de Ceuta. El 26 de julio se agrega un Douglas, procedente de la base de Tablada y al finalizar julio ha podido ser transportados a la península 897 hombres, casi todos Legionarios y Regulares, pero era evidente que a este ritmo el Ejército de África (unos 25.000 hombres) hubieran tardado más de nueve meses en cruzar el Estrecho, el paso de un convoy marítimo se hacia vital.
Francisco Sánchez.
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