ESTRATEGIA.
Además de lo ya mencionado sobre esta ciencia-arte, veamos algo sobre la menos conocida estrategia Revolucionario-Subversiva
Estrategia Revolucionaria: Trata de vencer al enemigo sin combatir (al menos en una guerra declarada); se trata de captar para el propio bando al enemigo. Es una “estrategia sin tiempo”, cuyas armas fundamentales son las ideas (frente a las que valen poco los pertrechos bélicos).
Es una estrategia muy de la edad moderna y no solamente marxista, ya que es una forma más de la agresión encubierta (económica, ideológico-social, etc ‘migraciones, revoluciones, acciones económicas solapadas, incendios, pestes ...’), utilizada a lo largo de los tiempos por algunos estados. Recordemos las famosas frases siguientes
Clausewitz: “La guerra es la continuación de la política por otros medios”
Lenin: “La paz es la continuación de la guerra por otros medios”
La Guerra Revolucionaria está identificada con la Subversión Interior. Solo en las fases avanzadas de esa guerra las organizaciones revolucionarias armadas realizan acciones “militares” capaces de ser combatidas de igual forma.
Revolución es sinónimo de ruptura y cambio profundo, no de mera reforma: una distinta concepción de la vida y de la sociedad, utilizando todos los métodos (legales e ilegales) y aprovechando los descontentos, separatismos y demás posibles vulnerabilidades, para implantar un orden nuevo conforme con los principios ideológicos de los dirigentes revolucionarios.
3.- EL VALOR ESTRATÉGICO DE ESPAÑA.
España puede considerarse como la proa de una Europa que se adentra en el Atlántico, a la vez que es fortaleza-paso entre aquella y África, siendo controladoras del acceso al Mediterráneo y buena parte del mismo. Y más aún, Hispania-Iberia (La Península), patria de los pueblos iberos e hispanoamericanos.
Además, es imprescindible la mención a la unidad geopolítica que constituye la Península, sus archipiélagos y el Magreb.
España es la tercera nación en extensión de Europa, y la segunda en altitud.
Su complicada orografía la han hecho ser considerada como un reducto defensivo (Pirineos, Meseta) natural de importancia. Es, asimismo, como una inmensa base aeronaval enclavada en medio del Atlántico y el Mediterráneo.
Puede ser considerada como el “Centro del Hemisferio Norte Occidental”, privilegiadamente situada entre Norteamérica, Eurasia y el Norte de África (gran parte del resto del hemisferio solo son aguas oceánicas). Controla el estrecho de mayor tráfico mundial. Hasta la caída del Muro y el fin del Pacto de Varsovia, España fue para la OTAN: Base de Refuerzos, Reserva Estratégica y Reducto.
Pero ya en 1969 sus propios documentos, desclasificados recientemente de forma parcial, dejan constancia que la base que de verdad les sigue interesando es Rota. Recientemente el citado General Fernández Monzón ha afirmado que los norteamericanos “realmente consideran que la Península Ibérica es el centro de su mapa mundial y para ellos resulta fundamental el eje Rota-Morón-Torrejón-Zaragoza; antes por la Guerra Fría y ahora porque estamos en la ruta desde EE. UU. hasta el conflictivo Oriente Medio”. El propio General Vernon Walters, quizás el hombre de la CIA y de la inteligencia militar norteamericana más importante y abiertamente relacionado con nuestra Patria y con Marruecos desde el fin de la Guerra Mundial, dijo: “Una España hostil, dueña del Estrecho de Gibraltar, podía dificultar en gran manera la presencia de la VI Flota de los Estados Unidos en el Mediterráneo y, por ende, el apoyo a Italia, Grecia, Turquía e Israel; tanto si se quiere como si no, entonces igual que hoy (1980), la posición estratégica de España es crucial, más aún, indispensable para todo tipo de defensa de Europa y de Oriente Medio” (Grimaldos, Alfredo: La CIA en España. Págs. 257, 21 y 34. Editorial Debate. Madrid, 2006).
Son elementos de fundamental importancia, para “visualizar” lo anterior, el Eje Estratégico español, jalonado por las Baleares, el Estrecho, y las Canarias, y el Triángulo Estratégico Portugués formado por las Azores, Cabo Verde y Lisboa.
La historia, la(s) lengua(s) y la religión de Iberia trascienden desde los tiempos del mayor esplendor del Imperio hasta nuestro días, en los que las naciones de Iberoamérica o Hispanoamérica (fundamentalmente) son un vivo reflejo de España y Portugal. Hoy en día, el mayor número de católicos reza en español (y otra, también considerable, en portugués). Por ello, lo que pase a las “madres patrias” europeas, pues lo que acontezca con una contagiará a la otro parte de la unidad estratégica y cultural que es la Península, tendrá inmediata repercusión en sus hijas americanas; un ejemplo claro y actual es el caso de la “despenalización” del aborto, medida “exportada” desde España. Resumiendo, detrás de España caerán Portugal e Hispanoamérica como frutas maduras.
SITUACIÓN ACTUAL.
Hoy, desaparecida la URSS, cuyo poder hegemónico continental suponía un serio e inmediato peligro de invasión de Europa desde el Este, ha disminuido un tanto el valor estratégico coyuntural de España, pues en aquel supuesto tenía un relevante papel como base logística retrasada, base de operaciones aeronavales y último reducto terrestre.
Por otra parte, ni la política española busca el acercamiento a Portugal (a pesar de lo fácil que sería el encaje en el cuasifederal “Estado de las Autonomías”), ni Portugal se siente abocada a ello (quizás por el desorden que se desprende del “régimen democrático” y la pérdida de peso internacional de España), ni Inglaterra lo consentiría.
En el momento actual, con un Marruecos “pro-occidental” y, por lo mismo, aliado privilegiado de los EE.UU. (fue la primera nación en reconocerles y actualmente es uno de sus pocos “aliados preferentes”) y de Francia (y también, por supuesto, de Arabia Saudí), será apoyado por estas naciones frente a España, como ya ocurrió en el pasado (Guerra de África hasta 1925, Guerra de Ifni-Sahara de 1957, crisis del Sahara desde 1974 hasta nuestros días, etc.); por lo tanto, el más claro peligro de un ataque (encubierto o declarado), aunque no el más peligroso, es el que esta nación representa.
Pero es que, desde siempre, el que España “dominara” las dos orillas del Estrecho (Gibraltar y Ceuta), ha supuesto una pesadilla para Gran Bretaña (y otras naciones), lo que llevó a aquella a la ocupación de La Roca, a pugnar la reducción de nuestro Protectorado en Marruecos y a la segregación de Tánger de él, además de a apoyar encubiertamente a la “República del Rif”, etc.
Los enclaves españoles en el Norte de África (ciudades, islas y peñones) siguen siendo un semillero de odios contra España, pues aún mantiene (siquiera débilmente) el control del Estrecho. A ellos hay que añadir las ambiciones que despiertan las Canarias (por parte de la Unión de Estados Africanos -UEA- y con ciertos “guiños” norteamericanos). La política exterior de EE.UU. prefiere un Marruecos fuerte al sur del Estrecho que una España fuerte en ambos lados y en la fachada atlántica.
Como bien dijo Dosydos en Pazdigital (¡en 2003!): Estados Unidos seguirá “gobernando militarmente” España, como viene haciendo desde hace casi un siglo, aunque permita que el pastel económico lo tomen Marruecos, Francia y Alemania. Si Estados Unidos no interviene, aparentemente, en estos “asuntos internos”, es solo porque no le interesa, de momento, pero que si hace falta lo hará para defender sus intereses en España (sus bases, entre otros). En España todo está “atado y bien atado”, aunque se produzca la desmembración.
En cuanto a la posición francesa, Jesús Cacho escribió aquel 2004 (en El Confidencial del 19-V-04) que, pocos días después del 14-M, la ex ministra de Exteriores, Ana Palacio, tuvo ocasión de charlar con Robert Kagan…; el escritor y periodista del Washington Post relató a la Palacio una conversación suya con un destacado “líder europeo no identificado” quien le dijo que “España no ha sido ni será nunca un país importante en Europa...”. Es decir, traduce Cacho, “para Francia, España será siempre un país periférico, un país segundón, del montón, nunca una primera potencia, capaz de irritar con sus pretensiones la grandeur francesa: no se habían cumplido ni 24 horas de la victoria electoral del PSOE, y el señor Moratinos ya había dado oficialmente por muerto el tratado de Niza, objeto de la discrepancia. España había dejado de ser un problema para el reparto del poder en la nueva Unión Europea (UE) ampliada a 25; Francia había ganado la partida”. Moratinos, actual Ministro de Asuntos Exteriores, está casado con una francesa y es masón de obediencia gala.
Ante esta situación, Marruecos, envalentonado además por nuestra debilidad, y apoyado por el descarado grupo de presión promarroquí aquí existente, así como rearmado y fogueado tras sus guerras en el Sáhara, es igual o superior a España en fuerzas terrestres y aéreas convencionales. La ignominiosa foto, hecha en 2003, a un Secretario General del PSOE posando junto al rey de Marruecos y un mapa en el que el Sahara Español, Canarias, las Plazas de Soberanía y casi media España “son marroquíes” (eso sí, Mohamed tuvo buen cuidado de no incluir ninguna parte del Sur de Portugal, ni del archipiélago de Madeira), es dramáticamente demostrativa. Añadido a esto el factor “inmigración”, el panorama es más que sombrío. Sobre la posible implicación de Marruecos en el 11-M, es muy interesante el libro Quand le Maroc sera islamiste (“Cuando Marruecos sea islamista”. Editorial La Découverte, 2006), escrito por los periodistas Catherine Graciet y Nicolas Beau. Únicamente un Marruecos integrista haría que EE.UU. apoyara una España Fuerte.
Obsérvese que hoy, en los límites de Rusia y el antiguo Pacto de Varsovia, se han generando una cadena de “mini” Estados “colchón”, esquema que podría repetirse frente al África Musulmana. Particularmente, pienso que, además de los estados “colchón” en la periferia de la antigua URSS, se está haciendo algo similar en el Mediterráneo frente a los pueblos del Islam, debilitando algunas naciones para su más fácil control y fomentando el poderío de las que EE.UU considera aliados preferentes (Israel, Marruecos, Turquía). Porque el Mediterráneo, y concretamente el Estrecho de Gibraltar, es el gran foso o barrera frente a emergente poderío islámico y el Tercer Mundo del Sur.
Esto tiene mucho que ver con el mínimo papel que, en la escena internacional y salvo en tiempos de crisis, tienen asignado a España las grandes potencias sajonas. Para aclarar y certificar lo anterior, permítaseme citar un documento recogido en la obra de Juan Garcés “Soberanos e intervenidos”. Editorial Siglo XXI, 2000.
“Las fuerzas externas van a determinar el futuro de España. Los actuales intereses de EE UU y Gran Bretaña en el Mediterráneo occidental muestran la necesidad de estabilidad en la Península Ibérica, por lo menos hasta tanto que se haya podido encontrar una alternativa aceptable a Franco y la Falange [...] Suceda lo que suceda, España no va a tener asignado un papel relevante en el mundo de la posguerra. Ninguna de las grandes potencias ha mostrado disposición alguna de considerarla mucho más que un emplazamiento geográfico, importante en la medida en que domina la entrada occidental al Mediterráneo y es parada de tránsito en las rutas internacionales. (Documento “La situación política en España”, un estudio del War Department, Military Intelligence Service, de 15 de diciembre de 1944, con referencia de archivo ABC 319.1 MIS -12 de septiembre de 1944-)”.
METAHISTORIA.
La palabra “metahistoria” hace referencia a lo que se encuentra “detrás” de los fenómenos históricos (Meta, desde Aristóteles, significa a la vez “más allá” y “después”). Comprende, por ejemplo, el estudio de los factores determinantes de la historia, la investigación del sentido de la historia o, en general, todo cuanto pertenece a la filosofía de la historia.
En este contexto más profundo es como se puede explicar el valor de España y el porqué de muchos de los ataques contra ella, así como la necesidad y trascendencia de su defensa, tanto contra los enemigos de fuera como de dentro.
Como hemos apuntado antes, los críticos a la geopolítica dicen, acertadamente, que todas las teorías son artificiosas (coyunturales) y excesivamente materialistas. Hasta ahora apenas si hemos tratado el plano material de la Geografía, el Comercio, las Técnicas, la Geopolítica, o la recopilación de hechos históricos de relaciones entre Estados o pueblos. En el plano espiritual, la característica determinante de la Hispaniae visigoda, recreada y fortalecida por los Reyes Católicos y, finalmente por Felipe II-IV, es la esencia cristiana, católica concretamente. Ese es el principal valor de España, el que ha trascendido a todas las naciones que de ella nacieron; valor superior a la dominación de esta nación sobre el total de la Península Ibérica, los archipiélagos que la circundan, e incluso parte del Magreb, con el valor estratégico que esto conlleva.
Su labor de defensora de la fe y de la doctrina de Roma, tanto internamente (expulsión de judíos y moriscos; Reforma y vigilancia de la ortodoxia) como externamente, frente a protestantes y mahometanos, así como la cristianización de América y parte de África y el Pacífico, la ha caracterizado. Y lo mismo puede decirse del “Marianismo” secular de nuestras tierras, a pesar de que, desde la Revolución Francesa y la Guerra de la Independencia, los regímenes que la han gobernado no han sido precisamente continuadores de esa tradición confesional cristiana (eran liberales; conservadores o progresistas, pero liberales), y han estado en numerosas ocasiones dirigidos por masones.
En esos valores católicos, y la potencialidad que ellos conllevan, hay que buscar la explicación de la inquina revolucionaria-masónica con la que, desde dentro y desde fuera, se han atacado los intereses y posesiones españolas (la pérdida del Imperio Americano es obra de la Masonería además de Inglaterra) y la mera esencia de España.
Como en 2005 dijo Fray Anselmo A. Navarrete, Abad del Valle de los Caídos: ”Mientras España fue un pueblo de Dios, un pueblo en el que Dios era el primer servido, tuvo su bendición, y fue capaz de superar todos los peligros que amenazaron su existencia, desde el islamismo al comunismo. Hoy tenemos que repetir el lamento del profeta Baruc (3, 10-11): dirigido a su pueblo: ‘¿a qué se debe, Israel, que hayas envejecido tan prematuramente? Es que has abandonado las fuentes de la sabiduría. Si hubieras seguido el camino de Dios habitarías en paz para siempre’.”
Aquí cabe recordar las palabras que Juan XXIII nos dirigió con ocasión de la consagración de esta Basílica (Valle de los Caídos) en 1960: “nos complace alentar a los católicos españoles en su empeño de conservar íntegro y puro su fecundo patrimonio espiritual. La historia es testigo de que los altos ideales cristianos dieron cohesión e impulso a sus antepasados para las grandes empresas, y de que cuando decayeron tales ideales, se mermaron y debilitaron igualmente los lazos de unión, poniéndose en peligro su limpia y heroica trayectoria”.
Recientemente, el Cardenal Primado de España, Monseñor Antonio Cañizares (Semanario Alba, Nº 123) dijo lo mismo: “España será cristiana o no será España”; y lo mismo puede decirse de las naciones hispánicas. Y en esa tesitura estamos; o mejor dicho, poderosas fuerzas externas nos tienen.
Hispánicus. Paz Digital.
Además de lo ya mencionado sobre esta ciencia-arte, veamos algo sobre la menos conocida estrategia Revolucionario-Subversiva
Estrategia Revolucionaria: Trata de vencer al enemigo sin combatir (al menos en una guerra declarada); se trata de captar para el propio bando al enemigo. Es una “estrategia sin tiempo”, cuyas armas fundamentales son las ideas (frente a las que valen poco los pertrechos bélicos).
Es una estrategia muy de la edad moderna y no solamente marxista, ya que es una forma más de la agresión encubierta (económica, ideológico-social, etc ‘migraciones, revoluciones, acciones económicas solapadas, incendios, pestes ...’), utilizada a lo largo de los tiempos por algunos estados. Recordemos las famosas frases siguientes
Clausewitz: “La guerra es la continuación de la política por otros medios”
Lenin: “La paz es la continuación de la guerra por otros medios”
La Guerra Revolucionaria está identificada con la Subversión Interior. Solo en las fases avanzadas de esa guerra las organizaciones revolucionarias armadas realizan acciones “militares” capaces de ser combatidas de igual forma.
Revolución es sinónimo de ruptura y cambio profundo, no de mera reforma: una distinta concepción de la vida y de la sociedad, utilizando todos los métodos (legales e ilegales) y aprovechando los descontentos, separatismos y demás posibles vulnerabilidades, para implantar un orden nuevo conforme con los principios ideológicos de los dirigentes revolucionarios.
3.- EL VALOR ESTRATÉGICO DE ESPAÑA.
España puede considerarse como la proa de una Europa que se adentra en el Atlántico, a la vez que es fortaleza-paso entre aquella y África, siendo controladoras del acceso al Mediterráneo y buena parte del mismo. Y más aún, Hispania-Iberia (La Península), patria de los pueblos iberos e hispanoamericanos.
Además, es imprescindible la mención a la unidad geopolítica que constituye la Península, sus archipiélagos y el Magreb.
España es la tercera nación en extensión de Europa, y la segunda en altitud.
Su complicada orografía la han hecho ser considerada como un reducto defensivo (Pirineos, Meseta) natural de importancia. Es, asimismo, como una inmensa base aeronaval enclavada en medio del Atlántico y el Mediterráneo.
Puede ser considerada como el “Centro del Hemisferio Norte Occidental”, privilegiadamente situada entre Norteamérica, Eurasia y el Norte de África (gran parte del resto del hemisferio solo son aguas oceánicas). Controla el estrecho de mayor tráfico mundial. Hasta la caída del Muro y el fin del Pacto de Varsovia, España fue para la OTAN: Base de Refuerzos, Reserva Estratégica y Reducto.
Pero ya en 1969 sus propios documentos, desclasificados recientemente de forma parcial, dejan constancia que la base que de verdad les sigue interesando es Rota. Recientemente el citado General Fernández Monzón ha afirmado que los norteamericanos “realmente consideran que la Península Ibérica es el centro de su mapa mundial y para ellos resulta fundamental el eje Rota-Morón-Torrejón-Zaragoza; antes por la Guerra Fría y ahora porque estamos en la ruta desde EE. UU. hasta el conflictivo Oriente Medio”. El propio General Vernon Walters, quizás el hombre de la CIA y de la inteligencia militar norteamericana más importante y abiertamente relacionado con nuestra Patria y con Marruecos desde el fin de la Guerra Mundial, dijo: “Una España hostil, dueña del Estrecho de Gibraltar, podía dificultar en gran manera la presencia de la VI Flota de los Estados Unidos en el Mediterráneo y, por ende, el apoyo a Italia, Grecia, Turquía e Israel; tanto si se quiere como si no, entonces igual que hoy (1980), la posición estratégica de España es crucial, más aún, indispensable para todo tipo de defensa de Europa y de Oriente Medio” (Grimaldos, Alfredo: La CIA en España. Págs. 257, 21 y 34. Editorial Debate. Madrid, 2006).
Son elementos de fundamental importancia, para “visualizar” lo anterior, el Eje Estratégico español, jalonado por las Baleares, el Estrecho, y las Canarias, y el Triángulo Estratégico Portugués formado por las Azores, Cabo Verde y Lisboa.
La historia, la(s) lengua(s) y la religión de Iberia trascienden desde los tiempos del mayor esplendor del Imperio hasta nuestro días, en los que las naciones de Iberoamérica o Hispanoamérica (fundamentalmente) son un vivo reflejo de España y Portugal. Hoy en día, el mayor número de católicos reza en español (y otra, también considerable, en portugués). Por ello, lo que pase a las “madres patrias” europeas, pues lo que acontezca con una contagiará a la otro parte de la unidad estratégica y cultural que es la Península, tendrá inmediata repercusión en sus hijas americanas; un ejemplo claro y actual es el caso de la “despenalización” del aborto, medida “exportada” desde España. Resumiendo, detrás de España caerán Portugal e Hispanoamérica como frutas maduras.
SITUACIÓN ACTUAL.
Hoy, desaparecida la URSS, cuyo poder hegemónico continental suponía un serio e inmediato peligro de invasión de Europa desde el Este, ha disminuido un tanto el valor estratégico coyuntural de España, pues en aquel supuesto tenía un relevante papel como base logística retrasada, base de operaciones aeronavales y último reducto terrestre.
Por otra parte, ni la política española busca el acercamiento a Portugal (a pesar de lo fácil que sería el encaje en el cuasifederal “Estado de las Autonomías”), ni Portugal se siente abocada a ello (quizás por el desorden que se desprende del “régimen democrático” y la pérdida de peso internacional de España), ni Inglaterra lo consentiría.
En el momento actual, con un Marruecos “pro-occidental” y, por lo mismo, aliado privilegiado de los EE.UU. (fue la primera nación en reconocerles y actualmente es uno de sus pocos “aliados preferentes”) y de Francia (y también, por supuesto, de Arabia Saudí), será apoyado por estas naciones frente a España, como ya ocurrió en el pasado (Guerra de África hasta 1925, Guerra de Ifni-Sahara de 1957, crisis del Sahara desde 1974 hasta nuestros días, etc.); por lo tanto, el más claro peligro de un ataque (encubierto o declarado), aunque no el más peligroso, es el que esta nación representa.
Pero es que, desde siempre, el que España “dominara” las dos orillas del Estrecho (Gibraltar y Ceuta), ha supuesto una pesadilla para Gran Bretaña (y otras naciones), lo que llevó a aquella a la ocupación de La Roca, a pugnar la reducción de nuestro Protectorado en Marruecos y a la segregación de Tánger de él, además de a apoyar encubiertamente a la “República del Rif”, etc.
Los enclaves españoles en el Norte de África (ciudades, islas y peñones) siguen siendo un semillero de odios contra España, pues aún mantiene (siquiera débilmente) el control del Estrecho. A ellos hay que añadir las ambiciones que despiertan las Canarias (por parte de la Unión de Estados Africanos -UEA- y con ciertos “guiños” norteamericanos). La política exterior de EE.UU. prefiere un Marruecos fuerte al sur del Estrecho que una España fuerte en ambos lados y en la fachada atlántica.
Como bien dijo Dosydos en Pazdigital (¡en 2003!): Estados Unidos seguirá “gobernando militarmente” España, como viene haciendo desde hace casi un siglo, aunque permita que el pastel económico lo tomen Marruecos, Francia y Alemania. Si Estados Unidos no interviene, aparentemente, en estos “asuntos internos”, es solo porque no le interesa, de momento, pero que si hace falta lo hará para defender sus intereses en España (sus bases, entre otros). En España todo está “atado y bien atado”, aunque se produzca la desmembración.
En cuanto a la posición francesa, Jesús Cacho escribió aquel 2004 (en El Confidencial del 19-V-04) que, pocos días después del 14-M, la ex ministra de Exteriores, Ana Palacio, tuvo ocasión de charlar con Robert Kagan…; el escritor y periodista del Washington Post relató a la Palacio una conversación suya con un destacado “líder europeo no identificado” quien le dijo que “España no ha sido ni será nunca un país importante en Europa...”. Es decir, traduce Cacho, “para Francia, España será siempre un país periférico, un país segundón, del montón, nunca una primera potencia, capaz de irritar con sus pretensiones la grandeur francesa: no se habían cumplido ni 24 horas de la victoria electoral del PSOE, y el señor Moratinos ya había dado oficialmente por muerto el tratado de Niza, objeto de la discrepancia. España había dejado de ser un problema para el reparto del poder en la nueva Unión Europea (UE) ampliada a 25; Francia había ganado la partida”. Moratinos, actual Ministro de Asuntos Exteriores, está casado con una francesa y es masón de obediencia gala.
Ante esta situación, Marruecos, envalentonado además por nuestra debilidad, y apoyado por el descarado grupo de presión promarroquí aquí existente, así como rearmado y fogueado tras sus guerras en el Sáhara, es igual o superior a España en fuerzas terrestres y aéreas convencionales. La ignominiosa foto, hecha en 2003, a un Secretario General del PSOE posando junto al rey de Marruecos y un mapa en el que el Sahara Español, Canarias, las Plazas de Soberanía y casi media España “son marroquíes” (eso sí, Mohamed tuvo buen cuidado de no incluir ninguna parte del Sur de Portugal, ni del archipiélago de Madeira), es dramáticamente demostrativa. Añadido a esto el factor “inmigración”, el panorama es más que sombrío. Sobre la posible implicación de Marruecos en el 11-M, es muy interesante el libro Quand le Maroc sera islamiste (“Cuando Marruecos sea islamista”. Editorial La Découverte, 2006), escrito por los periodistas Catherine Graciet y Nicolas Beau. Únicamente un Marruecos integrista haría que EE.UU. apoyara una España Fuerte.
Obsérvese que hoy, en los límites de Rusia y el antiguo Pacto de Varsovia, se han generando una cadena de “mini” Estados “colchón”, esquema que podría repetirse frente al África Musulmana. Particularmente, pienso que, además de los estados “colchón” en la periferia de la antigua URSS, se está haciendo algo similar en el Mediterráneo frente a los pueblos del Islam, debilitando algunas naciones para su más fácil control y fomentando el poderío de las que EE.UU considera aliados preferentes (Israel, Marruecos, Turquía). Porque el Mediterráneo, y concretamente el Estrecho de Gibraltar, es el gran foso o barrera frente a emergente poderío islámico y el Tercer Mundo del Sur.
Esto tiene mucho que ver con el mínimo papel que, en la escena internacional y salvo en tiempos de crisis, tienen asignado a España las grandes potencias sajonas. Para aclarar y certificar lo anterior, permítaseme citar un documento recogido en la obra de Juan Garcés “Soberanos e intervenidos”. Editorial Siglo XXI, 2000.
“Las fuerzas externas van a determinar el futuro de España. Los actuales intereses de EE UU y Gran Bretaña en el Mediterráneo occidental muestran la necesidad de estabilidad en la Península Ibérica, por lo menos hasta tanto que se haya podido encontrar una alternativa aceptable a Franco y la Falange [...] Suceda lo que suceda, España no va a tener asignado un papel relevante en el mundo de la posguerra. Ninguna de las grandes potencias ha mostrado disposición alguna de considerarla mucho más que un emplazamiento geográfico, importante en la medida en que domina la entrada occidental al Mediterráneo y es parada de tránsito en las rutas internacionales. (Documento “La situación política en España”, un estudio del War Department, Military Intelligence Service, de 15 de diciembre de 1944, con referencia de archivo ABC 319.1 MIS -12 de septiembre de 1944-)”.
METAHISTORIA.
La palabra “metahistoria” hace referencia a lo que se encuentra “detrás” de los fenómenos históricos (Meta, desde Aristóteles, significa a la vez “más allá” y “después”). Comprende, por ejemplo, el estudio de los factores determinantes de la historia, la investigación del sentido de la historia o, en general, todo cuanto pertenece a la filosofía de la historia.
En este contexto más profundo es como se puede explicar el valor de España y el porqué de muchos de los ataques contra ella, así como la necesidad y trascendencia de su defensa, tanto contra los enemigos de fuera como de dentro.
Como hemos apuntado antes, los críticos a la geopolítica dicen, acertadamente, que todas las teorías son artificiosas (coyunturales) y excesivamente materialistas. Hasta ahora apenas si hemos tratado el plano material de la Geografía, el Comercio, las Técnicas, la Geopolítica, o la recopilación de hechos históricos de relaciones entre Estados o pueblos. En el plano espiritual, la característica determinante de la Hispaniae visigoda, recreada y fortalecida por los Reyes Católicos y, finalmente por Felipe II-IV, es la esencia cristiana, católica concretamente. Ese es el principal valor de España, el que ha trascendido a todas las naciones que de ella nacieron; valor superior a la dominación de esta nación sobre el total de la Península Ibérica, los archipiélagos que la circundan, e incluso parte del Magreb, con el valor estratégico que esto conlleva.
Su labor de defensora de la fe y de la doctrina de Roma, tanto internamente (expulsión de judíos y moriscos; Reforma y vigilancia de la ortodoxia) como externamente, frente a protestantes y mahometanos, así como la cristianización de América y parte de África y el Pacífico, la ha caracterizado. Y lo mismo puede decirse del “Marianismo” secular de nuestras tierras, a pesar de que, desde la Revolución Francesa y la Guerra de la Independencia, los regímenes que la han gobernado no han sido precisamente continuadores de esa tradición confesional cristiana (eran liberales; conservadores o progresistas, pero liberales), y han estado en numerosas ocasiones dirigidos por masones.
En esos valores católicos, y la potencialidad que ellos conllevan, hay que buscar la explicación de la inquina revolucionaria-masónica con la que, desde dentro y desde fuera, se han atacado los intereses y posesiones españolas (la pérdida del Imperio Americano es obra de la Masonería además de Inglaterra) y la mera esencia de España.
Como en 2005 dijo Fray Anselmo A. Navarrete, Abad del Valle de los Caídos: ”Mientras España fue un pueblo de Dios, un pueblo en el que Dios era el primer servido, tuvo su bendición, y fue capaz de superar todos los peligros que amenazaron su existencia, desde el islamismo al comunismo. Hoy tenemos que repetir el lamento del profeta Baruc (3, 10-11): dirigido a su pueblo: ‘¿a qué se debe, Israel, que hayas envejecido tan prematuramente? Es que has abandonado las fuentes de la sabiduría. Si hubieras seguido el camino de Dios habitarías en paz para siempre’.”
Aquí cabe recordar las palabras que Juan XXIII nos dirigió con ocasión de la consagración de esta Basílica (Valle de los Caídos) en 1960: “nos complace alentar a los católicos españoles en su empeño de conservar íntegro y puro su fecundo patrimonio espiritual. La historia es testigo de que los altos ideales cristianos dieron cohesión e impulso a sus antepasados para las grandes empresas, y de que cuando decayeron tales ideales, se mermaron y debilitaron igualmente los lazos de unión, poniéndose en peligro su limpia y heroica trayectoria”.
Recientemente, el Cardenal Primado de España, Monseñor Antonio Cañizares (Semanario Alba, Nº 123) dijo lo mismo: “España será cristiana o no será España”; y lo mismo puede decirse de las naciones hispánicas. Y en esa tesitura estamos; o mejor dicho, poderosas fuerzas externas nos tienen.
Hispánicus. Paz Digital.
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