06 mayo, 2007

LA PESADILLA ALEMANA.-

PODRIA HABER PASADO.
El Tribunal Supremo alemán acaba de autorizar la presentación de varios cientos de candidaturas del Partido Neonazi a las elecciones locales y a los länder federales. En su sentencia, deja claro que no puede ir más allá en la ilegalización de esas candidaturas porque el Fiscal Federal, de acuerdo con el Gobierno Federal, no ha instado la ilegalización del Partido Neonazi como un todo, sino que sólo ha impugnado listas concretas a ciertos ayuntamientos. De nada ha valido la constatación de que varios antiguos mandos de las SS figuran como candidatos en varias de esas listas. De nada ha valido la constatación de que el Partido Neonazi tiene unos estatutos donde se aprecia claramente la coincidencia de objetivos con el ilegal Partido Nazi. De nada ha servido que la Constitución alemana prohíba los movimientos políticos de corte nazi. De nada ha valido que las víctimas de los campos de concentración exigieran que se impidiera el paso del Partido Neonazi a las instituciones. Lejos de perseguir de oficio, y con todas las armas que la Ley concede, al Partido Neonazi, el Gobierno alemán ha buscado resquicios legales para no impugnar sus listas electorales, renunciando a solicitar la ilegalización del propio partido. Lejos de condenar con rotundidad a esa formación política cuya ideología todos sabemos que es nazi, el Gobierno ha insultado repetidas veces a las asociaciones de supervivientes de los campos de concentración, a quienes acusa de estar al servicio del partido de la oposición. Lejos de fortalecer al Estado de Derecho frente a la amenaza que constituyen esos grupos, el Gobierno ha hecho lo posible y lo imposible por depurar a los fiscales que más combativos se habían mostrado a la hora de perseguir la ideología nazi en Alemania. Durante meses, hemos asistido a la publicación de noticias que hablaban de reuniones clandestinas entre el actual Gobierno y líderes del ilegal movimiento nazi, desde antes incluso de las últimas elecciones. Durante meses, hemos visto cómo el Gobierno iba concediendo una a una las reivindicaciones históricas de los líderes del movimiento nazi, incluyendo la presentación en el Parlamento Europeo de propuestas de diálogo con los partidos neo nazis, incluyendo la celebración de reuniones a la luz pública con destacados dirigentes nazis e incluyendo la puesta en libertad, "por motivos humanitarios", de un conocido genocida que dirigió uno de los campos de concentración ubicados en territorio polaco y que asesinó con sus propias manos a 25 judíos. Incluso se ha llegado a deslizar, en declaraciones de una ambigüedad perfectamente meditada, la idea de que el Gobierno alemán podría respaldar, tal como vienen exigiendo los movimientos nazis desde hace décadas, un nuevo Anchlüss de Austria. Y todo esto ha tenido lugar sin que el movimiento nazi haya hecho pública jamás una sola condena de sus actividades pasadas, sin que hayamos oído ni una sola petición de perdón, sin que haya renunciado a ninguno de sus objetivos históricos, todos los cuales está ahora a punto de conseguir. Todo esto ha tenido lugar mientras continúan los ataques a centros judíos y a domicilios de personas de raza judía; mientras se siguen celebrando ilegales actos de homenaje a dirigentes nacionalsocialistas; mientras empresarios judíos reciben cartas de extorsión; mientras continúan marchando hacia el exilio miles de personas de origen judío, hartas de soportar el acoso constante de bandas neo nazis que actúan de manera impune. Todo esto se produce después de que el actual Gobierno accediera al poder en unas elecciones celebradas tres días después del Segundo Incendio del Reichstag, episodio que fue achacado a grupos islámicos incontrolados y que sirvió para echar del poder al partido entonces gobernante, que se empeñaba en culpar del incendio a esos grupos neo nazis que hoy resurgen con una fuerza que hubiera sido impensable hace sólo tres años. Un incidente, ese Segundo Incendio del Reichstag, donde cada vez está menos clara la autoría islámica (como está demostrando el juicio que se celebra en la ciudad de Berlín); donde afloran por doquier las evidencias de manipulación de pruebas por parte de la Policía y donde han quedado acreditados los esfuerzos que el actual Gobierno ha hecho por eliminar de la instrucción sumarial toda referencia a los grupos neo nazis. Desde aquí denunciamos que el Segundo Incendio del Reichstag no fue cometido por quienes nos dijeron. Desde aquí denunciamos que sin ese Incendio no se habría producido el vuelco electoral que se produjo. Desde aquí denunciamos que el Gobierno ha cometido delitos con el fin de que no se investigara la participación, en el Segundo Incendio del Reichstag, de ese movimiento nazi que parece compartir con el actual Gobierno, a la luz de los acontecimientos, el dudoso honor de ser el principal beneficiario del vuelco electoral. Desde aquí denunciamos que el Gobierno alemán está al servicio de los movimientos nazis que hoy ven, de manera incomprensible, triunfar todas sus tesis al mismo tiempo que los judíos son, de nuevo, insultados y perseguidos en Alemania. Desde aquí denunciamos al Gobierno alemán por complicidad objetiva con los asesinos de hoy y de siempre, que mañana volverán a estar, para escarnio de todos, presentes en las instituciones. Instituciones que ya son hoy, gracias a este Gobierno cómplice, un poco menos democráticas.


(P.D.: Pido perdón expresamente a los alemanes por tomarles como ejemplo para esta parábola sobre la situación española. Ya sé que semejante cúmulo de indignidades no sería posible en la Alemania actual. Desgraciadamente, en España no sólo es posible, sino que es una realidad).
Luís del Pino.

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