18 abril, 2007

11-M: RAZONES QUE LA RAZÓN NO ENTIENDE.-

Las víctimas.
Ayer fue el turno de las víctimas. ¿Qué aportaron? Su testimonio de horror y de muerte. Y de paso, un rasgado grito exigiendo la condena de los procesados y la responsabilidad del anterior gobierno. En esto último, habían sido bien aleccionados por los abogados de la asociación que preside Pilar Manjón, próxima al gobierno del PSOE, porque todos repitieron los mismos latiguillos. Y todo ello en perfecta coordinación con el titular de portada a cuatro columnas con el que se levantó El País ayer. El Presidente del Tribunal, Javier Gómez Bermúdez, no debió permitirlo. Es verdad que, desde el principio del juicio, el magistrado se ha ocupado de que el largo trámite fuera para las víctimas lo menos doloroso posible, y ello le honra. Pero, un juicio, como él sabe muy bien, no es un plató de televisión, ni una calle donde manifestarse, ni un altavoz de consignas políticas. Es inevitable que algunos testimonios, útiles para la causa, lo sean también para el escándalo y se empleen en las guerras políticas y mediáticas. Pero fue decepcionante ver que cómo Gómez Bermúdez, que se ha mostrado casi siempre implacable con los intentos de conspiracionistas y oficialistas de plantear cuestiones de calado político, pero de escaso o nulo interés para la determinación de la culpabilidad o inocencia de los procesados, único fin del juicio, haya permitido esta vez que la razón se haya apartado a favor de los sentimientos, dignos de todo respeto, pero de presencia improcedente en un juicio penal.
Las víctimas tienen todo el derecho del mundo a reclamar todas las responsabilidades políticas que consideren oportunas por todos los medios que estén a su alcance, pero no ante un tribunal que no tenga por objeto juzgar esas responsabilidades. Por otra parte, si tal derecho se ha reconocido a las víctimas próximas al PSOE, ¿no podrían las integradas en la AVT, próxima al PP, exigir la responsabilidad de Zapatero por prometer la retirada de nuestras tropas de Irak si ganaba las elecciones? El incorporar esta promesa a su programa electoral, ¿no fue tanto como incitar a la comisión de un atentado que le diera la victoria que necesitaba para poder cumplirla? Es discutible, pero no menos de lo que lo es la política exterior de Aznar. Y, en último extremo, cabe preguntarse si es que, a partir de ahora, van a ser los terroristas y no los intereses nacionales, tal y como los entienda cada gobierno, los que van a condicionar la política exterior de España. Todas son cuestiones susceptibles de debate, pero no ante un tribunal. Una víctima, que comparecía como testigo, llegó a afirmar que él ya previó el atentado cuando vio la foto de las Azores. Nunca debieron permitirse testimonios de esta naturaleza. Pero, en fin, al mejor escribano se le puede escapar un borrón.
La Renault Kangoo.
Uno de los testimonios interesantes de ayer fue el del propietario de la Renault Kangoo, la furgoneta descubierta en las proximidades de la estación de Alcalá de Henares la misma mañana del atentado y en la que aparecieron restos de explosivo Goma 2 ECO y una cinta casette de versículos coránicos, o sea, la primera pista islámica de la investigación.
El principal interés que tenía el testimonio de este testigo era el de saber qué explicación daba al hecho de que los ladrones, los supuestos terroristas, no necesitaran forzar las puertas para robarle la furgoneta. El hombre dijo que un año antes le había desaparecido un juego de llaves. Esta explicación carece de toda lógica. Unos terroristas no roban un juego de llaves de un automóvil con idea de robarlo un año después para ahorrarse el esfuerzo de forzar una puerta y hacer un puente. Más improbable todavía es que el propietario de un vehículo, tras sospechar que le han robado las llaves, por haber desaparecido un juego cuando se encontraba descargándola, no cambie la cerradura. Total, que según la versión del testigo, los terroristas vieron la furgoneta mientras la descargaba a la puerta de su negocio, robaron el juego de llaves, él no sintió la necesidad de cambiar la cerradura, a pesar de que era obvio que se trataba de un robo y que había ocurrido en un lugar donde los ladrones podían encontrar fácilmente la furgoneta aparcada ya que el hecho se produjo a la puerta de su negocio, y al cabo de un año, los ladrones le roban la furgoneta sin forzarla, y con ella se trasladan junto con los explosivos hasta la estación de Alcalá de Henares, donde toman los trenes y abandonan la furgoneta con restos de Goma 2 y una cinta de versos coránicos. Es posible que todo ocurriera así, pero es muy improbable.
Para rematar la faena, supimos ayer que la Policía, a la que tanto llamó la atención la cinta con versos coránicos la tarde del 11-M, se la entregó al propietario de la furgoneta junto con ésta y sus demás enseres y tuvo que ser él el que se diera cuenta de que le habían dado una cosa que no era suya y devolverla al Juzgado. O sea, que la primera prueba de la autoría islamista descubierta no sólo no se conservó, sino que su falta tampoco llamó la atención.
Testigo ocular.
Ayer también declaró un testigo que viajaba en los trenes y que vio a los terroristas. Su escasa fiabilidad era previsible desde el momento que es un testigo que la Fiscalía no ha solicitado y que ha comparecido sólo por haberlo pedido la acusación particular. El hombre vio en el tren que estalló en Santa Eugenia a tres árabes con mochilas y ha identificado a uno de ellos como Allekema Lamari. Sin embargo, en Santa Eugenia, sólo estalló una bomba y, entre los enseres recogidos, no apareció ningún artefacto sin explosionar. Un testimonio, pues, bastante inútil.
Las elecciones.
Los socialistas han creído descubrir para las próximas elecciones municipales y autonómicas un filón en el 11-M. El punto de inflexión fue la declaración de Díaz de Mera. De repente les ha parecido que rememorar lo ocurrido los días inmediatamente posteriores al atentado podía beneficiarles. El PP aparenta mostrase de acuerdo porque se halla en franca retirada y la consigna, desde lo de Díaz de Mera, podría ser: “del 11-M, ni una palabra”.
La situación es inaudita porque, con independencia de cómo percibió el electorado la gestión del atentado los días inmediatamente anteriores a las elecciones, hoy sabemos que el gobierno del PP, si tiene algo que lamentar, es su ingenuidad, y que el PSOE jugó aquella partida con las cartas marcadas y quizá con un Colt en el regazo.
Algún diputado popular debiera preguntarle a Zapatero en el Congreso si la conversación transcrita por Pedro Jota en el artículo del domingo pasado se corresponde con la verdad y, en caso de admitirlo, replicarle a renglón seguido quién fue la fuente policial que le informó de que en los trenes se habían descubierto terroristas suicidas. En el caso de que se negara a revelar su fuente, su posición sería tan desairada como la de Díaz de Mera.
También podría ocurrir que Zapatero le hiciera a Pedro Jota la caridad de negar la realidad de la conversación, y entonces el periodista tendría la gozosa oportunidad de sacar de su chistera alguna clase de prueba irrefutable de que tuvo lugar en los términos que reflejó en su artículo. No le caerá esa breva.
Emilio Campmany.

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