20 abril, 2007

LOS PUERTOS ESPAÑOLES.-

1950 – 1992. SUS PRESIDENTES.-
Desde la primera Ley de Juntas de Puertos – cuando se denominaban “de Obras y Servicios” – hasta la Transición, los Presidentes eran personas de prestigio en la ciudad, que contaban con algún dinero, poco, para gastos de representación y pare usted de contar. Se dio el caso de que en Ceuta, su Presidente Luís Delgado Brackembury – Director General de Ybarrola, a quien sucedió en el cargo mi padre tras su muerte – tenía su residencia en Madrid. Y así continuó durante los gobiernos de UCD.
Con la llegada del PSOE, consideraron necesario “colocar” a algunos de los suyos a fin de mejorar sus condiciones de vida y “les pusieron” un sueldo. Habría de ser, el mismo que el de los Directores.
Me tocó sufrirlos en el Puerto de Algeciras y tengo algunas perlas para contar.
I.- EL INGENIERO TECNICO QUE NUNCA EXISTIO.
El primero era un “técnico” de Acerinox – pretendía haber estudiado Ingeniería Industrial Textil en Tarrasa, lo que comprobamos después que era mentira – y concejal del Ayuntamiento, simultaneando ambas responsabilidades y, naturalmente, sus emolumentos. Debutó con picadores protestando – tras pedir las nóminas – por el hecho de que él cobraba menos que el Director, demostrando su gran conocimiento del Derecho Administrativo. Se hizo necesario explicarle que existían los trienios y él no tenía ninguno.
Un buen día convocó “Reunión de Oficiales” – como el paranoico personaje que era el Comandante del destructor dragaminas USS Caine, aunque no se trataba de “fresas” – para “reñirnos” por las muchas compras que se efectuaban para las viviendas que ocupámabos. A la sazón tenía yo responsabilidades en relación con Compras y Conservación y pude ver como, cada minuto más “enfadado” y enarbolando una factura – se trataba de un calentador de agua – la “revoleó” por los aires de su despacho y terminó en el suelo. Mirándome, comprobó que yo no estaba dispuesto a recogerla del pavimento. Como soy “así” – y así me ha ido, pero ¡que orgulloso me siento! – puse de manifiesto, que no iba a hacerlo, recibiendo una mirada que era mas de extrañeza y asombro, que de odio. No se preocupe nadie, siempre hay un pelota que es capaz de agacharse, en este caso un Ingeniero de Caminos – tontito, de lo mas tontito – cuyas iniciales son R. G. G.
Al final, la factura correspondía a un calentador que había sido instalado en las duchas del personal de Electricidad. Intentó tener razón, pero le hice saber que yo era un hombre honrado y que no aceptaba acusaciones sin pruebas, ni de él, ni de nadie. La reunión terminó, pues, como el Rosario de la Aurora. Lo malo del asunto, no era que me había ganado su enemistad – que también – sino que, así mismo, la del resto, que se habían mantenido “al pairo”, o “a la capa”. En submarino, vaya: inmersión, inmersión.
Este buen señor, tenía un amiguete que era propietario de unos terrenos que pretendía que eran “una cantera”. Nos presionaba dura e insistentemente, para que utilizásemos aquel patatal como material de relleno en el Muelle del Navío. Como quiera que el Director de Obra – J. C. V. L. L. – era preso de un repentino ataque de “faringitis”, me “tocó” hacer el gasto: el Espíritu Legionario – a la Muerte no hay que tenerle miedo, solo se muere una vez - para el que lo trabaja. Y, tras reunirnos en su despacho, en presencia del amiguete – ya hay que carecer de estilo – me negué a utilizar dicho “material”, aunque me diese orden escrita, amenazando con personarme en el Cuartel de la Guardia Civil, si se hacía necesario. El relleno – como el terraplén de carreteras – lo acepta “casi todo”, pero no las arcillas expansivas. Demasiado para mi body.
Su carrera política acabó cuando sorprendieron al algunos concejales sociatas – él incluido – “choriceando” – incluso a sus propias parientas – ciertos fondos de dudoso origen.
Terminó mi relación con él, cuando, al poco tiempo, le visité en Acerinox, donde se había reincorporado. Salió muy preocupado – “estaba trabajando” – y fui muy breve: “Solo deseaba verte vestido de mindundi”. Los buenos toreros, no necesitan mas que de un pase, para “llevar el toro al siete”.
II.- EL EXPERTO EN PUERTOS Y BUQUES.
Este tipo conocía de la existencia de los puertos, me explico, porque sabía de la existencia de buques, no en balde despachó billetes de pasajeros durante buena parte de su vida. Albricias, por fin llegaba un experto.
También era – o había sido – concejal. En mi visita a un dermatólogo local – que había compartido Consistorio con él – me hizo saber “que debía tener cuidado con el nota; no conocía a nadie con mas malas ideas”. ¡Caramba con el experto!
Creo que fue durante su “mandato” cuando se produjo un hecho bochornoso. A un compañero de profesión – J. G. P y G - le sacaron el coche del garaje situado en las viviendas “del Puerto” – vivienda que era de su propiedad - por orden de un enfermo mental – un malagueño al que, al preguntarle por la Semana Santa, me respondió que “a él no le iban esas cosas” – que utilizó personal que también dependía de mi, sin yo saberlo, claro. Una mañana temprano, la esposa de mi compañero – pariente lejana por parte de padre – me preguntó al respecto, por si yo tenía algo que ver con la “alcaldada”. Supongo que continuó con el mismo concepto sobre mí, tras mi respuesta.
El experto no hizo sino “mirar al tendido”. Muy “torero” el nota, que resultó un auténtico “bermejo” Ver
http://www.torosconfuerza.net/index.html para saber el significado de la palabreja; en cualquier caso adelanto: sinónimo de “pregonao”.
No quiero detallar más. Basta.
En la fotografía, el Puerto de Ceuta en 1928. Ya lo había terminado mi abuelo y tenía tiempo para ser Alcalde de la Ciudad.

¡A mi La Legión!

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