16 abril, 2007

“EL CHINO” ERA LOCALIZABLE.-

A TRAVÉS DE UN TELÉFONO CONTROLADO POR LA POLICÍA. LA MUJER DE "EL CHINO" OCULTÓ AL TRIBUNAL QUE MANTUVO UN CONTACTO PERMANENTE CON ÉL HASTA EL DÍA DE LA EXPLOSIÓN DE LEGANÉS. SU MUJER ERA CONFIDENTE.
La pasada semana compareció como testigo ante el tribunal del 11-M la mujer de "El Chino".
Negó que hubiera hablado con su marido el día de la explosión de Leganés, algo que había reconocido a El País días antes. La fiscal ni siquiera esperó la respuesta; tampoco le pidió que explicara esta contradicción. Ahora El Mundo revela que Rosa, desde el día que fue detenida y puesta en libertad, el 26 de marzo de 2004, mantuvo un contacto telefónico permanente con su marido. Hablaron en 16 ocasiones a través de un teléfono que estaba controlado por la Policía. Pese a esto, no hay transcripción alguna en el sumario de estas conversaciones.
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El Mundo publica este lunes una nueva revelación de Casimiro García-Abadillo. La protagonista de la información es la mujer de "El Chino", la misma que declaró como testigo la pasada semana en el juicio por el 11-M. Llegó a la sala de la Audiencia Nacional pocos días después de conceder una entrevista a El País en la que sostenía que su marido le llamó poco antes de la explosión en el piso de Leganés. Todo lo contrario dijo ante el tribunal.
Según la información del diario que dirige Pedro J. Ramírez, la mujer de Jamal Ahmidan, "El Chino", habló en al menos 16 ocasiones con su marido entre el 26 de marzo, día en que fue detenida y puesta en libertad, y el 31 de ese mes. Así consta en el sumario del juez del Olmo porque ella misma se lo había reconocido a un policía por teléfono. De las transcripciones de esas conversaciones con el agente, señala El Mundo, "se deduce claramente que la mujer de El Chino mintió al tribunal".
Lo que consta en el sumario es que el 6 de abril de 2004 a las 13.58 horas, la testigo llamó a un hombre sin identificar. Ella se identificó como "R-22" y le contó a su interlocutor "lo que habló con Jamal por teléfono antes de inmolarse, con ella y la familia, y le pregunta que si ha venido la familia a llevarse los restos". Apunta el diario que "evidentemente, su interlocutor es un policía". El teléfono móvil desde el que hablaba la mujer de "El Chino" estaba intervenido. Ella misma se lo había facilitado a la Policía, junto a otro fijo. Sostuvo entonces, el día de su detención, que eran los únicos que utilizaba. También facilitó por entonces los dos teléfonos que usaba su marido.
Sin embargo, para hablar con "El Chino" utilizó otro del que no había hablado a los agentes. Cuando el supuesto suicida llamaba a su esposa al teléfono intervenido, saltaba un desvío de llamada a ese otro número. Esto explica que los contactos entre ambos apenas fueran de dos segundos. "El Chino", por su parte, llamaba a través de una centralita extranjera como medida de seguridad.
Se pregunta García-Abadillo por qué la Policía no intervino los teléfonos de "El Chino" desde el día 26 de marzo, cuando se los facilitó su mujer. Y concluye: "O bien no pudo hacerlo porque el sistema de desvío a través de la centralita internacional lo blindó o bien sus conversaciones están efectivamente grabadas pero no figuran en el sumario".
Son más los interrogantes que se plantea El Mundo: "¿Es que acaso la Policía fue incapaz de captarlas a pesar de tener el número de teléfono? Y si, en efecto, pudo hacerlo, ¿qué hay en ellas para que no hayan salido a la luz? ¿Por qué la fiscal no puso a la testigo — como no ha dudado en hacerlo en otras ocasiones con otros testigos protegidos — ante la contradicción de lo que estaba manteniendo ante el tribunal y lo dicho en un medio de comunicación? ¿Por qué se trata a R-22 con guante de seda cuando claramente ha cometido perjurio? ¿Donde están las grabaciones de El Chino y su esposa?"

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