14 abril, 2007

AL QAEDA A LAS PUERTAS.-

España es hoy por hoy un país vulnerable. Muy vulnerable. Por dos motivos: en primer lugar, porque sigue estando en el punto de mira del yihadismo internacional; y, en segundo lugar, porque el Gobierno ni se ha preparado lo suficiente para hacer frente a esa permanente amenaza, ni ha educado a la población para resistirla, más bien todo lo contrario. Hoy, a los ojos de nuestros enemigos, somos más débiles que nunca.
Al Qaeda no es una organización inocua que se contenta con infundir miedo sólo con sus siglas. Ha dado repetidas muestras de que busca actuar y que cuando puede y le conviene ataca sin compasión alguna.
Todos aquellos que creyeron que la utilización de sus siglas en el Norte de África, con la incorporación a su red del grupo salafista para la Predicación y el Combate argelino y la fusión de grupos dispares en Marruecos bajo la denominación de la Organización de Al Qaeda en el Magreb Islámico, era una charada sin sustancia, deberían recapacitar y revisar sus análisis. Al Qaeda no cede su nombre si no para la ejecución de atentados. Y atentados importantes y llamativos.
Tenemos constancia y dramáticas evidencias de la penetración del terrorismo islámico en nuestro vecino del sur. No en balde, antes del 11-M sufrieron su zarpazo en Casablanca. Y desde entonces, no ha habido año en el que los terroristas no hicieran acto de presencia. Los últimos, hace tan sólo unos días. No hay de qué extrañarse. Serafín Fanjul lo explicaba muy bien ayer en estas misma páginas: la naturaleza de los regímenes árabes y musulmanes desde el Golfo al Norte de África, su carácter autoritario y teocrático, la ausencia de reformas democratizadoras y la falta de expectativas de prosperidad, todo envuelto en un mar de corrupción, lleva a que la única oposición popular es el islamismo. Y donde hay islamismo, hay por desgracia terrorismo islámico.
No debiera extrañarnos que de las próximas elecciones en Marruecos saliera un Gobierno de corte islamista. De hecho, si los partidos islamistas marroquíes, legales o ilegales, han renunciado a asumir el control antes era por el miedo a revivir una situación a lo argelino, con golpe de Estado de por medio y los militares impidiendo por la fuerza su gobierno. Ahora saben, sin embargo, que las instituciones en Marruecos son débiles y sus miembros se encuentran divididos bajo un liderazgo relativamente amorfo, lo que significa para ellos menos obstáculos para llegar al poder.
Por otro lado, no podemos cegarnos ante el hecho de que el islamismo está sufriendo la radicalización de una buena parte de sus integrantes. Los últimos suicidas en Casablanca lo vuelve más evidente, pero baste con recordar que no ha habido ataque terrorista islamista en Europa sin la participación de algún marroquí. Sea como perpetrador, facilitador o entrenador. La cantera marroquí es para Europa lo que los saudíes representaron para América en el 11-S.
Es más, la táctica de los últimos suicidas, el tipo de cinturón explosivo, su carga limitada, lleva a pensar que su objetivo no era saltar por los aires más que para evitar ser capturados y, bajo interrogatorio, verse forzados a dar información y descubrir un plan mayor. Porque es seguro de que lo que planeaban era algo más grande. El asalto policial a la casa en la barriada de Fida se parece mucho a la operación en el piso de Leganés. Volarlo no era el objetivo principal de sus ocupantes. Querían ríos de sangre española antes de inmolarse. Esta operación de la policía marroquí arranca el 10 de marzo con la voladura suicida en un cibercafé, después de haber sido descubierto, de Abdelfatah Randi. La detención de su acompañante parece haber puesto sobre la pista de los terroristas de la casa de Fida.
Sintiéndose acosados, es probable que las tácticas de los terroristas hayan cambiado y sus cinturones estén listos para ser explosionados sólo en caso de necesidad, ante la eventualidad de ser capturados.
El Rey de Marruecos puede poner ahora a todas sus fuerzas de seguridad a perseguir a los terroristas e islamistas radicales, aunque es posible que sea ya demasiado tarde. La sofisticación de las bombas y la persistencia de los cinturones suicidas sólo se explica por el acceso a explosivos como, sobre todo, por el conocimiento de alguien o algunos para montar con éxito las bombas. Hasta ahora no se han producido explosiones accidentales o fuera de control. Los suicidas han detonado sus cargas y no se han producido fallos como los de Londres el 21-J cuando los detonadores no sirvieron para hacer explosionar las mochilas.
En todo caso eso no resuelve la marea de islamismo que se avecina en Marruecos. De hecho, la Monarquía que ha jugado siempre con el papel de descendiente directo del Profeta puede sentirse tentada no por una mayor represión, sino con que el actual Rey pase a convertirse en la cabeza del movimiento. Otra cosa es que los islamistas se lo permitan ya que muchos cuestionan su legitimidad religiosa.
Y lo peor de todo es que esto está sucediendo no en tierras lejanas de Irán o Afganistán, sino tan sólo a 14 kilómetros de la península y a una verja de distancia de Ceuta y Melilla. ¿Está haciendo el Gobierno sus deberes correctamente? Más que discutible. La hoja contable que nos presenta el ministro del Interior se basa en el creciente número de detenidos islamistas en España. Según el último informe de Europol del mes pasado, en el 2006 cincuenta y ocho terroristas islámicos sobre un total de ochenta y cinco. Lo que no suele señalarse desde el Ministerio es el altísimo porcentaje de detenidos que son puestos en libertad por falta de pruebas. Lo que lleva a pensar que la policía tiene instrucciones de abalanzarse sobre cualquier islamista sospechoso de pertenecer a una célula terrorista mucho antes de que se puedan encontrar evidencias sostenibles en un juicio para su culpabilidad. ¿Por qué? Posiblemente porque para este Gobierno su peor pesadilla sea un nuevo ataque perpetrado por islamistas en suelo español.
Se diga ahora lo que se diga, para el partido socialista con Rodríguez Zapatero a la cabeza, siempre hubo un vínculo causal entre apoyar la intervención en Irak y la matanza terrorista del 11-M. De ahí que se hiciera creer que una vez fuera del avispero iraquí, todos a salvo. Nada más falso y peligroso. Alguien tan poco sospechoso de pro aznarismo como el asesor especial sobre terrorismo del ministro Alonso, cuando éste estaba en Interior, Fernando Reinares, lo ha escrito recientemente en las páginas de «El País»: España es objetivo del terrorismo islámico por su política actual (estar en Afganistán) y por lo que representa para los islamistas (la nada retórica Al Andalus). La prueba está en las continuas referencias a nuestro territorio y las amenazas a nuestros intereses en los cada vez más numerosos comunicados alrededor de Al Qaeda.
Puede que los Cuerpos de Seguridad y el Servicio de Inteligencia hayan reforzado numéricamente los puestos dedicados a combatir el terrorismo islámico, pero la apuesta política del Gobierno por la llamada Alianza de Civilizaciones inspira muy poca confianza en su voluntad de enfrentarse al fenómeno terrorista. No digo ya con la vergonzosa experiencia con ETA de la que somos testigos. España es vulnerable y con este Gobierno lo será cada día más. Es la debilidad lo que más incita a los terroristas. Y el señor Rodríguez Zapatero nos ha puesto a todos de rodillas frente al terror.
Rafael L. Bardají.

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