10 abril, 2007

EL PELIGRO IRANI.-

CONVIENE CONOCER - CON DETALLE - DE QUE VA EL ASUNTO.-
No se pueden considerar como “humo”, las amenazas iraníes. Cuentan con un buen sistema de misiles balísticos y – de llegar a poseer cabezas nucleares – están en condiciones de hacer mucho daño, bien en Israel, bien en buena parte de Europa. Instituciones prestigiosas como
- Revista de “Defensa”.
- Global Security
- Jane’s Information.
- I. S. S. S. (I. de Estudios Estratégicos, Londres).
- MEMRI The Midlle East.
- Seguridad y Defensa.
- GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.
- Real Instituto Elcano,
entre otros, han reunido datos suficientes en relación con la amenaza en general y con el desarrollo de sus misiles, que resumo a continuación:
Misiles con los que cuenta Irán.
OPERATIVOS.-
Shehab 3.-
- Se presentó en público en Julio 2004, durante un desfile.
- Alcance: 1500 Km.
- Tecnología: Scud modernizado.
- Carga explosiva convencional, por el momento: 700 Kg.
- Capaz de transportar cargas nucleares.
- Combustible líquido.
EN DESARROLLO.-
Shehab 4.-
- Derivado del R-12 (Sandel Ss-4), ruso.
- Carga explosiva nuclear: 1000 Kg.
- Alcance 2000 Km.
- Combustible líquido.
Shehab 5.-
- Derivado del R-12_m (Sandel Ss-4 mejorado), ruso.
- Carga explosiva nuclear: 1000 Kg.
- Alcance 3000 Km.
- Combustible líquido.
Una circunferencia trazada con centro en la ciudad iraní de Tabriz, deja dentro de su círculo, el Sur y el centro de Italia, Grecia y los Balcanes, Ucrania, Centro Europa incluso Berlín, buena parte de Rusia y repúblicas del Cáucaso, repúblicas bálticas e incluso Helsinki – por el norte noroeste - y Afganistán, Pakistán y buena parte de la India, por el este - sureste. Y, por supuesto, Israel y todo Oriente Medio.
Todos estamos en peligro, ante el salvajismo de estas gentes.
La posibilidad, cada vez más evidente, de que Irán acabe poseyendo armas nucleares constituye uno de los retos estratégicos más serios de los próximos años. A pesar de la limitada atención pública que ha merecido esta cuestión, y el escaso interés que ha suscitado en la política exterior de España, lo cierto es que la conversión de Irán en una potencia nuclear constituye un problema muy relevante. Semejante situación generaría de inmediato el desasosiego entre sus vecinos, algunos de ellos enemigos declarados de la revolución iraní, como Arabia Saudita. Y acto seguido obligaría a las principales naciones de Oriente Próximo a plantearse la posibilidad de adquirir también armas de esa naturaleza. Esta potencial carrera de armamentos se vería agravada por un fenómeno adicional, la falta de confianza que los Estados Unidos (EEUU) generarían en ese escenario, primero por haber sido incapaces de detener a Irán antes de adquirir su capacidad nuclear, segundo por la cobertura que, a buen seguro, ofrecería a Israel en esas circunstancias; y tercero, por la antipatía con la que los EEUU son percibidos en las sociedades de la zona. En pocas palabras, la capacidad de disuasión de EEUU, tal y como fue desarrollada durante la guerra fría, sería inoperante.
Durante la guerra fría los EEUU ofrecieron cobertura a sus aliados europeos, disuadiendo a la URSS con su potencial nuclear doméstico, la extensión de sus instalaciones en suelo europeo y la presencia efectiva de tropas norteamericanas en primera línea, un vínculo de sangre en caso de ataque que garantizaba a Europa la inmediata intervención de EEUU si se iniciaban las hostilidades. Esa fórmula, empleada también en Asia frente a China y Corea del Norte, no es operativa en Oriente Próximo, donde difícilmente se podrían desplegar grandes contingentes de tropas en nuevos países ni garantizar la seguridad de instalaciones nucleares permanentes de carácter militar. Por último una amenaza directa como la representada por Irán inducirá a Israel a modificar su política de disuasión, dando, quizás, publicidad a su arsenal nuclear y generando una presión adicional sobre Egipto y Arabia Saudita, dos países que, además, han manifestado a veces cierta sensibilidad nuclear. Egipto en el pasado y Arabia Saudita más recientemente interesándose de forma especial y por ahora poco clara en el programa nuclear pakistaní.
El programa nuclear continúa adelante a pesar de las advertencias de la comunidad internacional. En este punto el gobierno iraní ha demostrado una convicción notable, conocedora de las divergencias entre los aliados occidentales y las deficiencias o limitaciones de su capacidad militar. Ciertamente influir en Irán, en su clase política, como en su sociedad, es una tarea hasta ahora saldada con el fracaso. Pero la opción ante tal circunstancia no debe ser el abandono de una presión necesaria sobre un estado cuyos fundamentos y actividad exterior son y han sido peligrosos para la estabilidad regional. El escenario que se dibuja en el horizonte es inquietante. Un Irán nuclear generará sin lugar a dudas una convulsión regional sin precedentes. Respecto a Irán, alcanzar el rango de potencia nuclear supone tato como volver al centro de la estrategia regional, un aumento de fuerza y prestigio que consolidará su influencia en el mundo radical islámico y, también, apuntalará de inmediato a uno de los regímenes más duros y extremistas del planeta. Para sus vecinos, enfrentados a Irán durante años, una situación de estas características los convierte en estados vulnerables a la presión iraní y muy dependientes de la protección de EEUU, hecho éste que podría amenazar la precaria estabilidad política y social que disfrutan. Ambos factores desencadenarán un proceso de rearme que podría dotar finalmente de capacidad nuclear a estados como Egipto o Arabia Saudita, aumentando de forma exponencial la posibilidad de conflictos locales de fuerte repercusión internacional. Para Israel, en particular, supone la materialización de un riesgo adicional al que ya padece, forzando a este pequeño país a estrechar lazos con EEUU y a poner en marcha una política de disuasión nuclear activa novedosa e inquietante para los gobiernos árabes cercanos. El sueño del régimen iraní será para los demás una pesadilla.

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