12 abril, 2007

POLICÍAS DE PARTIDO.-

A los opinadores, columnistas, intelectuales y demás especie nos acusan de vez en cuando de ser «de partido», lo que no es muy halagador, pero tiene un pase. Nos dedicamos al fin y al cabo a algo muy parecido a los partidos, a la batalla ideológica. Lo que no tiene pase es que la descalificación empiece a encajarles también a los policías. Porque la credibilidad de los creadores de opinión puede sobrevivir a este tipo de percepciones sociales. Pero la de la Policía, no.
Y algo de esto está ocurriendo a medida que progresa el esclarecimiento del 11-M, que nos encontramos con demasiados policías de partido. Los jirones que la imagen de la Policía se está dejando en este proceso no tienen que ver con su incapacidad para prevenir ese atentado que nadie o casi nadie esgrime. Ni mucho menos con las acusaciones de siniestras vinculaciones con la matanza a las que muy pocos otorgan la más mínima seriedad. El honor de la Policía se está resintiendo más bien por otro lado, por el de las prácticas que tienen más de lógica partidista que de lógica policial. O que se explican por adscripciones y obediencias políticas.
O que al menos lo parecen. En el escándalo Díaz de Mera y en otros episodios policiales poco edificantes. No creo que Díaz de Mera haya mentido en esta historia pero sí que se ha dejado intoxicar por supuestos, hipótesis e imaginaciones diversas que tenían que ver más con deformaciones partidistas que con pesquisas policiales. Y que él estaba obligado a diferenciarlas actuando como ex-responsable policial y no como político. Y lo mismo cabe decir de mandos policiales de antes y de ahora a los que en cualquier momento vamos a empezar a clasificar como a los jueces y fiscales, en progresistas y en conservadores. También los jueces y los fiscales pueden permitírselo. La Policía, no.
Si la imagen de la Policía, igual que la del Ejército, es muy positiva en toda Europa en comparación con otras instituciones, se debe en buena medida a que la identificamos con la defensa de los intereses del Estado. Por encima de los partidos y de las ideologías. Justo lo contrario de lo que está ocurriendo en el 11-M.
ABC.

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